Mil y una Fábulas (Latín-Inglés)

15 marzo 2024

Homilía Domingo 5º Cuaresma (B)

 (Cfr. www.almudi.org)

 

 

 

(Jer 31,31-34) "Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo"
(Hb 5,7-9) "Se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna"
(Jn 12,20-33) "Señor, quisiéramos ver a Jesús"

 

Homilía con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II

Homilía en la parroquia de San Buenaventura, en Torre Spaccata (1-IV-1979)


--- Queremos ver a Jesús

“Señor, queremos ver a Jesús” (Jn 12,21). Así dijo Felipe, que era de Betsaida, la gente que había llegado de Jerusalén de diversas partes. Nos conocemos poco entre nosotros. Queremos que Él nos haga conocernos mutuamente, que nos haga acercarnos recíprocamente, para que ya no seamos extraños, sino que lleguemos a ser una comunidad.

El Profeta Jeremías habla de la alianza cada vez más estrecha que Dios quiere hacer con la casa de Israel. Dado que el pueblo de Israel no mantuvo la alianza precedente, Dios quiere constituir con él otra más sólida e interior: “Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón, y seré su Dios y ellos serán mi Pueblo” (Jer 31,33).

--- Alianza de Dios con su pueblo

Dios ha realizado con nosotros la nueva y a la vez definitiva Alianza en Jesucristo, que, como dice hoy San Pablo, “vino a ser para todos los que le obedecen causa de salud eterna” (Hb. 5,9).

Esta alianza se basa en la perfecta obediencia del Hijo al Padre. En virtud de esta obediencia, Cristo “fue escuchado” (Hb. 5,7), y es escuchado siempre; Él mantiene ininterrumpidamente esta unión del hombre con Dios que se estableció en su cruz. “La Iglesia es sacramento o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (Lumen Gentium, 1).

Nosotros queremos que Él sea nuestro Dios y nosotros su pueblo; queremos que sus leyes estén escritas en nuestro corazón.

Vosotros buscáis un apoyo para vuestros corazones y para vuestras conciencias. Buscáis un apoyo para vuestras familias. Perseverando en el vínculo sacramental del matrimonio, queréis transmitir la vida a vuestros hijos y, junto con la vida, la educación humana y cristiana. Sabéis que de esto depende vuestra propia salvación y la de vuestros hijos. Queréis que se hagan verdaderamente hombres y esto depende de lo que reciban en la casa paterna.

Es necesario que apoyemos nuestra vida y la vida familiar en Jesucristo. Por Él, que “vino a ser causa de salvación eterna para todos” (Hb 5,9), nos indica cada día los caminos e la salvación. Nos muestra cual es el sentido profundo e íntimo de la vida humana.

Si el hombre está seguro de este sentido de la vida, entonces todos los problemas, incluso los ordinarios y cotidianos, se resuelven en concordancia con Él.

--- La muerte de Cristo

Hoy oímos que el Señor Jesús preanuncia su muerte. Estamos muy próximos a la Semana Santa. Por esto las palabras con que el Señor anuncia su fin  ya cercano hablan de la gloria: “Es llegada la hora en que el Hijo del Hombre será glorificado... Ahora mi alma se siente turbada. ¿Y qué diré?... Padre, glorifica tu nombre” (Jn 12,23.27-28). Y finalmente pronuncia las palabras que manifiestan tan profundamente el misterio de la muerte redentora: “Ahora es el juicio de este mundo... Y yo, si fuere levantado de la tierra, atraeré todo hacia mí” (Jn 12,31-32). Esta elevación de Cristo sobre la tierra es anterior a la elevación en la gloria: elevación sobre el leño de la cruz, elevación de martirio, elevación de muerte.

Jesús preanuncia su muerte también en estas palabras misteriosas: “En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, quedará sólo; pero si muere, llevará mucho fruto” (Jn. 12,24). Su muerte es prenda de la vida, es la fuente de la vida para todos nosotros. El Padre Eterno preordenó esta muerte en el orden de la gracia y de la salvación, igual que está establecida, en el orden de la naturaleza, la muerte del grano de trigo bajo la tierra, para que pueda despuntar la espiga dando fruto abundante. El hombre después se alimenta de este fruto que se hace pan cotidiano. También el sacrificio realizado en la muerte de Cristo se hace comida de nuestras almas bajo las apariencias de pan.

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