tag:blogger.com,1999:blog-139673122024-03-16T02:11:26.693+01:00predicanetDesde este blog se pretende facilitar el aprendizaje de la predicación y la oración personal. Todos los que tratamos a Dios podemos aprender y mejorar, usando este blog, nuestra amistad con el Señor.
predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.comBlogger693125tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-4784845426870083682024-03-15T18:14:00.002+01:002024-03-15T18:14:45.993+01:00Meditación Domingo 5º Cuaresma (B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><div id="PanelTextosVentrian"><div id="MeditacionImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/193.jpg" width="235" /></div><div class="textoMeditacion"><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><i><span style="font-family: Arial;">Un clamor de justicia</span></i></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><i><span style="font-family: arial, helvetica, sans-serif;"><strong>“En
aquel tiempo entre los que habían venido a celebrar la Fiesta había
algunos gentiles; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de
Galilea, le rogaban: -Señor, quisiéramos ver a Jesús.</strong></span><br /><span style="font-family: arial, helvetica, sans-serif;"><strong>Felipe
fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó: -Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo
del Hombre. Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y
muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a
sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se
guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga y
donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el
Padre le premiará. Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: Padre,
líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre,
glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: -Lo he
glorificado y volveré a glorificarlo.</strong></span><br /><span style="font-family: arial, helvetica, sans-serif;"><strong>La
gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros
decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo:
-Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado
el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y
cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Esto lo
decía dando a entender la muerte de que iba a morir”</strong></span><span style="font-family: arial, helvetica, sans-serif;"> </span><span style="font-family: arial, helvetica, sans-serif;">(Juan 12,20-33)</span>.</i></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">I. Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa... Tú eres mi Dios y protector, rezamos en la Antífona de entrada de la Misa.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">En gran parte de la humanidad se oye un
fuerte clamor por una mayor justicia, por «una paz mejor asegurada en un
ambiente de respeto mutuo entre los hombres y entre los pueblos». Este
deseo de construir un mundo más justo en el que se respete más al
hombre, que fue creado por Dios a su imagen y semejanza, es parte muy
fundamental del hambre y sed de justicia que debe existir en el corazón
cristiano.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Toda la predicación de Jesús es una
llamada a la justicia (en su plenitud, sin reduccionismos) y a la
misericordia. El mismo Señor condena a los fariseos que devoran las
casas de las viudas mientras fingen largas oraciones. Y es el Apóstol
Santiago quien dirige este severo reproche a quienes se enriquecen
mediante el fraude y la injusticia: vuestra riqueza está podrida (...).
El jornal de los obreros que han segado vuestros campos, defraudado por
vosotros, clama, y los gritos de los segadores han llegado a oídos del
Señor de los ejércitos.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La Iglesia, fiel a la enseñanza de la
Sagrada Escritura, nos urge a que nos unamos a este clamor del mundo y
lo convirtamos en una oración que llegue hasta nuestro Padre Dios. A la
vez, nos impulsa y nos urge a vivir las exigencias de la justicia en
nuestra vida personal, profesional y social, ya salir en defensa de
quienes -por ser más débiles- no pueden hacer valer sus derechos. No son
propias del cristiano las lamentaciones estériles. El Señor, en lugar
de quejas inútiles, quiere que desagraviemos por las injusticias que
cada día se cometen en el mundo, y que tratemos de remediar todas las
que podamos, empezando por las que están a nuestro alcance, en el ámbito
en el que se desarrolla nuestra vida: la madre de familia, en su hogar y
con quienes se relaciona; el empresario, en la empresa; el catedrático,
en la Universidad...</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La solución última para instaurar y
promover la justicia a todos los niveles está en el corazón de cada
hombre, donde se fraguan todas las injusticias existentes, y donde está
la posibilidad de volver rectas todas las relaciones humanas. «El
hombre, negando e intentando negar a Dios, su Principio y Fin, altera
profundamente su orden y equilibrio interior, el de la sociedad y
también el de la creación visible.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">»La Escritura considera en conexión con
el pecado el conjunto de calamidades que oprimen al hombre en su ser
individual y social». Por eso no podemos olvidar los cristianos que
cuando, mediante nuestro apostolado personal, acercamos a los hombres a
Dios, estamos haciendo un mundo más humano y más justo. Además, nuestra
fe nos urge a no eludir jamás el compromiso personal en defensa de la
justicia, de modo particular en aquellas manifestaciones más
relacionadas con los derechos fundamentales de la persona: el derecho a
la vida, al trabajo, a la educación, a la buena fama... «Hemos de
sostener el derecho de todos los hombres a vivir, a poseer lo necesario
para llevar una existencia digna, a trabajar y a descansar, a elegir
estado, a formar un hogar, a traer hijos al mundo dentro del matrimonio y
poder educarlos, a pasar serenamente el tiempo de la enfermedad o de la
vejez, a acceder a la cultura, a asociarse con los demás ciudadanos
para alcanzar fines lícitos, y, en primer término, a conocer y amara
Dios con plena libertad».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">En nuestro ámbito personal, debemos
preguntarnos si hacemos con perfección el trabajo por el que cobramos,
si pagamos lo debido a las personas que nos prestan un servicio, si
ejercitamos responsablemente los derechos y deberes que pueden influir
en el modo de configurarse las instituciones en las que nos encontramos,
si trabajamos aprovechando el tiempo, si defendemos la buena fama de
los demás, si salimos en justa defensa de los más débiles, si acallamos
las críticas difamatorias que pueden surgir a nuestro alrededor... Así
amamos la justicia.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">II. Los deberes profesionales son un
lugar excepcional para vivir la virtud de la justicia. El dar a cada uno
lo suyo, propio de esta virtud, significa en este caso cumplir lo
estipulado. El patrono, el ama de casa con el servicio, el jefe, se
obligan a dar la justa retribución a las personas que trabajan a sus
órdenes de acuerdo con las leyes civiles justas y con lo que dicta la
recta conciencia, que irá en ocasiones más allá de las propias leyes.
Por otra parte, los obreros y empleados tienen el deber grave de
trabajar responsablemente, con profesionalidad, aprovechando el tiempo.
La laboriosidad se presenta así como una manifestación práctica de la
justicia. «No creo en la justicia de los holgazanes -decía Mons. Escrivá
de Balaguer-, porque (...) faltan, y a veces de modo grave, al más
fundamental de los principios de la equidad: el del trabajo».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El mismo principio se puede aplicar a
los estudiantes. Tienen un deber grave de estudiar -es su trabajo- y han
contraído una obligación de justicia con la familia y con la sociedad,
que les sostiene económicamente, para que se preparen y puedan rendir
unos servicios eficaces.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Los deberes profesionales son, por otra
parte, el cauce más oportuno con el que ordinariamente contamos para
colaborar en la resolución de los problemas sociales y para intervenir
en la construcción de un mundo más justo.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El cristiano, en su anhelo de construir
este mundo, ha de ser ejemplar en el cumplimiento de las legítimas leyes
civiles, porque si son justas son queridas por Dios y constituyen el
fundamento de la misma convivencia humana. Como ciudadanos corrientes
que son, han de ser ejemplares en el pago de los impuestos justos,
necesarios para que la sociedad pueda llegar a donde el individuo
personalmente sería ineficaz.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Dad a cada uno lo debido: a quien
tributo, tributo; a quien impuestos, impuestos; a quien respeto,
respeto; a quien honor, honor. Y lo hacen -dice el mismo Apóstol-, no
sólo por temor, sino también a causa de la conciencia. Así vivieron los
cristianos desde el comienzo sus obligaciones sociales, aun en medio de
las persecuciones y del paganismo de los poderes públicos. «Como hemos
aprendido de Él (Cristo) -escribía San Justino Mártir, a mediados del
siglo II-, nosotros procuramos pagar los tributos y contribuciones,
íntegros y con rapidez, a vuestros encargados».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Entre los deberes sociales del cristiano
el Concilio Vaticano II recuerda «el derecho y al mismo tiempo el deber
(...) de votar para promover el bien común». Desentenderse de
manifestar la propia opinión en los distintos niveles en los que debemos
ejercer estos derechos sociales y cívicos sería una falta contra la
justicia, en algunas ocasiones grave, si ese abstencionismo favoreciera
candidaturas (ya sea en la configuración de los parlamentos, en la junta
de padres de un colegio, en la directiva de un colegio profesional, en
los representantes de la empresa...) cuyo ideario es opuesto a los
principios de la doctrina cristiana. Con mayor razón, sería una
irresponsabilidad, y quizá una grave falta contra la justicia, apoyar
organizaciones o personas -del modo que sea- que no respeten en su
actuación los fundamentos de la ley natural y de la dignidad humana
(aborto, divorcio, libertad de enseñanza, respeto a la familia...).</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">III. «El cristiano que quiere vivir su
fe en una acción política concebida como servicio, no puede adherirse,
sin contradecirse a sí mismo, a sistemas ideológicos que se oponen
-radicalmente o en puntos sustanciales- a su fe y a su concepción del
hombre. No es lícito, por tanto, favorecer a la ideología marxista, a su
materialismo ateo, a su dialéctica de violencia ya la manera como esa
ideología entiende la libertad individual de la colectividad, negando al
mismo tiempo toda trascendencia al hombre y a su historia personal y
colectiva. Tampoco apoya el cristiano la ideología liberal, que cree
exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación,
estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y
considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos
automáticas de iniciativas individuales, y no ya como fin y motivo
primario del valor de la organización social».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Hoy nos unimos a ese deseo de una mayor
justicia, que es una de las principales características de nuestro
tiempo. Pedimos al Señor una mayor justicia y una mayor paz, pedimos por
los gobernantes, como siempre se hizo en la Iglesia, para que sean
promotores de justicia, de paz, de un mayor respeto por la dignidad de
la persona. Nosotros, en lo que está de nuestra parte, hacemos el
propósito de llevar las exigencias del Evangelio a nuestra propia vida
personal, a la familia, al mundo en el que cada día nos movemos y del
que participamos.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Junto a lo que pertenece en sentido
estricto a la virtud de la justicia, cuidaremos aquellas otras
manifestaciones de virtudes naturales y sobrenaturales que la
complementan y la enriquecen: la lealtad, la afabilidad, la alegría...
Y, sobre todo, la fe, que nos da a conocer el verdadero valor de la
persona, y la caridad, que nos lleva a comportarnos con los demás más
allá de lo que pediría la estricta justicia, porque vemos en los demás
hijos de Dios, al mismo Cristo que nos dice: lo que hicisteis por uno de
estos mis hermanos más pequeños, por mí lo hicisteis.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.</span></p></div>
</div><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-40999945704029084072024-03-15T18:10:00.004+01:002024-03-15T18:10:45.652+01:00Homilía Domingo 5º Cuaresma (B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><p><i> </i><br /></p><div id="HomiliaImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/2896.jpg" width="230" /></div><p dir="ltr" style="margin-right: 0px; text-align: justify;"> <br /></p>
<div style="text-align: justify;"><blockquote style="margin-right: 0px;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: arial;"><i>(Jer 31,31-34) "Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo"<br />
(Hb 5,7-9) "Se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna"<br />
(Jn 12,20-33) "Señor, quisiéramos ver a Jesús"</i></span><br /></span>
<p><span style="font-size: medium;"> </span></p>
</blockquote></div>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><a name="TC5BJPII"></a><span>Homilía con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II</span></b></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Homilía en la parroquia de San Buenaventura, en Torre Spaccata (1-IV-1979)</span></span></p>
<p style="margin-left: 80px; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><br /></span></span></p>
<p style="font-weight: bold; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>--- Queremos ver a Jesús</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>“Señor,
queremos ver a Jesús” (Jn 12,21). Así dijo Felipe, que era de Betsaida,
la gente que había llegado de Jerusalén de diversas partes. Nos
conocemos poco entre nosotros. Queremos que Él nos haga conocernos
mutuamente, que nos haga acercarnos recíprocamente, para que ya no
seamos extraños, sino que lleguemos a ser una comunidad.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>El
Profeta Jeremías habla de la alianza cada vez más estrecha que Dios
quiere hacer con la casa de Israel. Dado que el pueblo de Israel no
mantuvo la alianza precedente, Dios quiere constituir con él otra más
sólida e interior: “Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su
corazón, y seré su Dios y ellos serán mi Pueblo” (Jer 31,33).</span></span></p>
<p style="font-weight: bold; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>--- Alianza de Dios con su pueblo</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Dios ha
realizado con nosotros la nueva y a la vez definitiva Alianza en
Jesucristo, que, como dice hoy San Pablo, “vino a ser para todos los que
le obedecen causa de salud eterna” (Hb. 5,9).</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Esta
alianza se basa en la perfecta obediencia del Hijo al Padre. En virtud
de esta obediencia, Cristo “fue escuchado” (Hb. 5,7), y es escuchado
siempre; Él mantiene ininterrumpidamente esta unión del hombre con Dios
que se estableció en su cruz. “La Iglesia es sacramento o signo e
instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género
humano” (Lumen Gentium, 1).</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Nosotros queremos que Él sea nuestro Dios y nosotros su pueblo; queremos que sus leyes estén escritas en nuestro corazón.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Vosotros
buscáis un apoyo para vuestros corazones y para vuestras conciencias.
Buscáis un apoyo para vuestras familias. Perseverando en el vínculo
sacramental del matrimonio, queréis transmitir la vida a vuestros hijos
y, junto con la vida, la educación humana y cristiana. Sabéis que de
esto depende vuestra propia salvación y la de vuestros hijos. Queréis
que se hagan verdaderamente hombres y esto depende de lo que reciban en
la casa paterna.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Es
necesario que apoyemos nuestra vida y la vida familiar en Jesucristo.
Por Él, que “vino a ser causa de salvación eterna para todos” (Hb 5,9),
nos indica cada día los caminos e la salvación. Nos muestra cual es el
sentido profundo e íntimo de la vida humana.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Si el
hombre está seguro de este sentido de la vida, entonces todos los
problemas, incluso los ordinarios y cotidianos, se resuelven en
concordancia con Él.</span></span></p>
<p style="font-weight: bold; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>--- La muerte de Cristo</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Hoy oímos
que el Señor Jesús preanuncia su muerte. Estamos muy próximos a la
Semana Santa. Por esto las palabras con que el Señor anuncia su fin ya
cercano hablan de la gloria: “Es llegada la hora en que el Hijo del
Hombre será glorificado... Ahora mi alma se siente turbada. ¿Y qué
diré?... Padre, glorifica tu nombre” (Jn 12,23.27-28). Y finalmente
pronuncia las palabras que manifiestan tan profundamente el misterio de
la muerte redentora: “Ahora es el juicio de este mundo... Y yo, si fuere
levantado de la tierra, atraeré todo hacia mí” (Jn 12,31-32). Esta
elevación de Cristo sobre la tierra es anterior a la elevación en la
gloria: elevación sobre el leño de la cruz, elevación de martirio,
elevación de muerte.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Jesús
preanuncia su muerte también en estas palabras misteriosas: “En verdad,
en verdad os digo que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere,
quedará sólo; pero si muere, llevará mucho fruto” (Jn. 12,24). Su
muerte es prenda de la vida, es la fuente de la vida para todos
nosotros. El Padre Eterno preordenó esta muerte en el orden de la gracia
y de la salvación, igual que está establecida, en el orden de la
naturaleza, la muerte del grano de trigo bajo la tierra, para que pueda
despuntar la espiga dando fruto abundante. El hombre después se alimenta
de este fruto que se hace pan cotidiano. También el sacrificio
realizado en la muerte de Cristo se hace comida de nuestras almas bajo
las apariencias de pan.</span></span></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-27496749427720828212024-03-08T17:59:00.004+01:002024-03-08T17:59:54.317+01:00Meditación Domingo 4º Cuaresma (B)<p><i>(Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>) </i></p><p><i> </i></p><p><i> </i><br /></p><div id="PanelTextosVentrian"><div id="MeditacionImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/192.jpg" width="230" /></div><div class="textoMeditacion"><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><em style="text-align: justify;">La alegría en la cruz</em></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><i><strong style="text-align: justify;">«Como
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea
levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga vida
eterna en él. Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo
Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca sino que tenga
vida eterna. Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por éL El que cree en él no es juzgado;
pero quien no cree ya está juzgado, porque no cree en el nombre del
Hijo Unigénito de Dios. Este es el juicio: que vino la luz al mundo y
los hombres amaron más a las tinieblas que la luz, ya que sus obras eran
malas. Pues todo el que obra mal odia la luz y no viene a la luz, para
que sus obras no sean reprobadas. Pero el que obra según la verdad viene
a la luz, para que sus obras se pongan de manifiesto, porque han sido
hechas según Dios.»</strong><span style="text-align: justify;"> (Juan 3, 14-21)</span></i></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">I. Alégrate, Jerusalén; alegraos con
ella todos los que la amáis, gozaos de su alegría..., rezamos en la
Antífona de entrada de la Misa: Laetare, Ierusalem...</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La alegría es una característica
esencial del cristiano, y la Iglesia no deja de recordárnoslo en este
tiempo litúrgico para que no olvidemos que debe estar presente en todos
los momentos de nuestra vida. Existe una alegría que se pone de relieve
en la esperanza del Adviento, otra viva y radiante en el tiempo de
Navidad; más tarde, la alegría de estar junto a Cristo resucitado; hoy,
ya avanzada la Cuaresma, meditamos la alegría de la Cruz. Es siempre el
mismo gozo de estar junto a Cristo: «sólo de Él, cada uno de nosotros
puede decir con plena verdad, junto con San Pablo: Me amó y se entregó
por mí (Gal 2, 20). De ahí debe partir vuestra alegría más profunda, de
ahí ha de venir también vuestra fuerza y vuestro sostén. Si vosotros,
por desgracia, debéis encontrar amarguras, padecer sufrimientos,
experimentar incomprensiones y hasta caer en pecado, que rápidamente
vuestro pensamiento se dirija hacia Aquel que os ama siempre y que con
su amor ilimitado, como de Dios, hace superar toda prueba, llena todos
nuestros vacíos, perdona todos nuestros pecados y empuja con entusiasmo
hacia un camino nuevamente seguro y alegre».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Este domingo es tradicionalmente
conocido con el nombre de Domingo "Laetare", por la primera palabra de
la Antífona de entrada. La severidad de la liturgia cuaresmal se ve
interrumpida en este domingo que nos habla de alegría. Hoy está
permitido que -si se dispone de ellos- los ornamentos del sacerdote sean
color rosa en vez de morados, y que pueda adornarse el altar con
flores, cosa que no se hace los demás días de Cuaresma.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La Iglesia quiere recordarnos así que la
alegría es perfectamente compatible con la mortificación y el dolor. Lo
que se opone a la alegría es la tristeza, no la penitencia. Viviendo
con hondura este tiempo litúrgico que lleva hacia la Pasión -y por tanto
hacia el dolor-, comprendemos que acercarnos a la Cruz significa
también que el momento de nuestra Redención se acerca, está cada vez más
próximo, y por eso la Iglesia y cada uno de sus hijos se llenan de
alegría: Laetare, alégrate, Jerusalén, y alegraos con ella todos los que
la amáis .</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La mortificación que estaremos viviendo
estos días no debe ensombrecer nuestra alegría interior, sino todo lo
contrario: debe hacerla crecer, porque nuestra Redención se acerca, el
derroche de amor por los hombres que es la Pasión se aproxima, el gozo
de la Pascua es inminente. Por eso queremos estar muy unidos al Señor,
para que también en nuestra vida se repita, una vez más, el mismo
proceso: llegar, por su Pasión y su Cruz, ala gloria y a la alegría de
su Resurrección.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">II. Alegraos siempre en el Señor, otra
vez os digo: alegraos. Con una alegría que es equivalente a felicidad, a
gozo interior, y que lógicamente también se manifiesta en el exterior
de la persona.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">«Como es sabido, existen diversos grados
de esta "felicidad". Su expresión más noble es la alegría o "felicidad"
en sentido estricto, cuando el hombre, a nivel de sus facultades
superiores, encuentra la satisfacción en la posesión de un bien conocido
y amado (...). Con mayor razón conoce la alegría y felicidad espiritual
cuando su espíritu entra en posesión de Dios, conocido y amado como
bien supremo e inmutable». Y continúa diciendo Pablo VI: «La sociedad
tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero
encuentra muy difícil engendrar la alegría. Porque la alegría tiene otro
origen: es espiritual. El dinero, el "confort", la higiene, la
seguridad material, no faltan con frecuencia; sin embargo, el tedio, la
aflicción, la tristeza, forman parte, por desgracia, de la vida de
muchos».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El cristiano entiende perfectamente
estas ideas expresadas por el Romano Pontífice. Y sabe que la alegría
surge de un corazón que se siente amado por Dios y que a su vez ama con
locura al Señor. Un corazón que se esfuerza además para que ese amor a
Dios se traduzca en obras, porque sabe -con el refrán castellano- que
«obras son amores y no buenas razones». Un corazón que está en unión y
en paz con Dios, pues, aunque se sabe pecador, acude a la fuente del
perdón: Cristo en el sacramento de la Penitencia.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Al ofrecerte, Señor, en la celebración
gozosa del domingo, los dones que nos traen la salvación, te rogamos nos
ayudes... Los sufrimientos y las tribulaciones acompañan a todo hombre
en la tierra, pero el sufrimiento, por sí solo, no transforma ni
purifica; incluso puede ser causa de rebeldía y de desamor. Algunos
cristianos se separan del Maestro cuando llegan hasta la Cruz, porque
ellos esperan la felicidad puramente humana, libre de dolor y acompañada
de bienes naturales.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El Señor nos pide que perdamos el miedo
al dolor, a las tribulaciones, y nos unamos a Él, que nos espera en la
Cruz. Nuestra alma quedará más purificada, nuestro amor más firme.
Entonces comprenderemos que la alegría está muy cerca de la Cruz. Es
más, que nunca seremos felices si no nos unimos a Cristo en la Cruz, y
que nunca sabremos amar si a la vez no amamos el sacrificio. Esas
tribulaciones, que con la sola razón parecen injustas y sin sentido, son
necesarias para nuestra santidad personal y para la salvación de muchas
almas. En el misterio de la corredención, nuestro dolor, unido a los
sufrimientos de Cristo, adquiere un valor incomparable para toda la
Iglesia y para la humanidad entera. El Señor nos hacer ver, si acudimos a
Él con humildad, que todo -incluso aquello que tiene menos explicación
humana- concurre para el bien de los que aman a Dios. El dolor, cuando
se le da su sentido, cuando sirve para amar más, produce una íntima paz y
una profunda alegría. Por eso, el Señor en muchas ocasiones bendice con
la Cruz.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Así hemos de recorrer «el camino de la entrega: la Cruz a cuestas, con una sonrisa en tus labios, con una luz en tu alma».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">III. El cristiano se da a Dios y a los
demás, se mortifica y se exige, soporta las contrariedades... y todo eso
lo hace con alegría, porque entiende que esas cosas pierden mucho de su
valor si las hace a regañadientes: Dios ama al que da con alegría. No
nos tiene que sorprender que la mortificación y la penitencia nos
cuesten; lo importante es que sepamos encaminarnos hacia ellas con
decisión, con la alegría de agradar a Dios, que nos ve. «"¿Contento?"
-Me dejó pensativo la pregunta.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">»-No se han inventado todavía las
palabras, para expresar todo lo que se siente -en el corazón y en la
voluntad- al saberse hijo de Dios». Quien se siente hijo de Dios, es
lógico que experimente ese gozo interior.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La experiencia que nos transmiten los
santos es unánime en este sentido. Bastaría recordar la confidencia que
hace el apóstol San Pablo a los de Corinto: ... estoy lleno de consuelo,
reboso de gozo en todas nuestras tribulaciones. Y conviene recordar que
la vida de San Pablo no fue fácil ni cómoda: Cinco veces recibí de los
judíos cuarenta azotes menos uno; tres veces fui azotado con varas; una
vez fui lapidado; tres veces naufragué; un día y una noche pasé náufrago
en alta mar; en mis frecuentes viajes sufrí peligros de ríos, peligros
de ladrones, peligros de los de mi raza, peligros de los gentiles,
peligros en ciudad, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros
entre falsos hermanos; trabajos y fatigas, frecuentes vigilias, con
hambre y sed, en frecuentes ayunos, con frío y desnudez. Pues bien, con
todo lo que acaba de enumerar, San Pablo es veraz cuando nos dice: estoy
lleno de consuelo, reboso de gozo en todas nuestras tribulaciones.
Tenemos cerca la Semana Santa y la Pascua, y por tanto el perdón, la
misericordia, la compasión divina, la sobreabundancia de la gracia. Unas
jornadas más, y el misterio de nuestra salud quedará consumado. Si
alguna vez hemos tenido miedo a la penitencia, a la expiación,
llenémonos de valor, pensando en que el tiempo es breve y el premio
grande, sin proporción con la pequeñez de nuestro esfuerzo. Sigamos con
alegría a Jesús, hasta Jerusalén, hasta el Calvario, hasta la Cruz.
Además, «¿no es verdad que en cuanto dejas de tener miedo a la Cruz, a
eso que la gente llama cruz, cuando pones tu voluntad en aceptar la
Voluntad divina, eres feliz, y se pasan todas las preocupaciones, los
sufrimientos físicos o morales?».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.</span></p></div>
</div><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-40376337087494328262024-03-08T17:56:00.001+01:002024-03-08T17:56:06.324+01:00Homilía Domingo 4º Cuaresma<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p style="text-align: center;"><i> </i><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/2895.jpg" width="220" /></p><div><br />
<p></p><blockquote dir="ltr" style="margin-right: 0px;"></blockquote><p></p>
<blockquote dir="ltr" style="margin-right: 0px;"><blockquote dir="ltr" style="margin-right: 0px;">
<p><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: arial;"><i>(Cr 36,14-16.19-23) ¡Sea su Dios con él, y suba!<br />
(Ef 2,4-10) "Dios, rico en misericordia...nos ha hecho vivir en Cristo"<br />
(Jn 3,14-21) "El que realiza la verdad se acerca a la luz"<br /></i>
<br />
<br />
</span></span></p>
</blockquote></blockquote>
<p><span style="font-size: medium;"><span></span></span></p>
<p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><b><a name="TC4BJPII"></a><span>Homilía con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II</span></b></span></p>
<p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span>Homilía en la Parroquia Romana de Santa Cruz de Jerusalén (25-III-1979)</span></span></p>
<p style="margin-left: 80px;"><span style="font-size: medium;"><span><br /></span></span></p>
<p style="font-weight: bold;"><span style="font-size: medium;"><span>--- Domingo “Laetare”</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>La liturgia dominical de hoy comienza con la palabra: Laetare: “¡Alégrate!”, es decir con la invitación a la alegría espiritual.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Vengo
para adorar en espíritu el misterio de la cruz del Señor. Hacia este
misterio nos orienta el coloquio de Cristo con Nicodemo... Jesús tiene
ante sí a un escriba, un perito en la Escritura, un miembro del Sanedrín
y, al mismo tiempo, un hombre de buena voluntad. Por esto decide
encaminarlo al misterio de la cruz. Recuerda, pues, en primer lugar, que
Moisés levantó en el desierto la serpiente de bronce durante el camino
de cuarenta años de Israel desde Egipto a la Tierra Prometida. Cuando
alguno a quien había mordido la serpiente en el desierto, miraba aquel
signo, quedaba con vida (cf. Num, 21,4-9). Este signo, que era la
serpiente de bronce, preanunciaba otra Elevación: “Es preciso -dice,
desde luego, Jesús- que sea levantado el Hijo del Hombre- y aquí habla
de la elevación sobre la cruz- para todo el que creyere en Él tenga la
vida eterna” (Jn 3,14-15). ¡La cruz: ya no sólo la figura que
preanuncia, sino la Realidad misma de la salvación!</span></span></p>
<p style="font-weight: bold; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>--- La Cruz salvadora</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Y he aquí
que Cristo explica hasta el fondo a su interlocutor, estupefacto pero
al mismo tiempo pronto a escuchar y a continuar el coloquio, el
significado de la cruz:</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>“Porque
tanto amó Dios al mundo, que le dio su Unigénito Hijo, para que todo el
que cree en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna” (Jn 3,16).</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>La cruz
es una nueva revelación de Dios. Es la revelación definitiva. En el
camino del pensamiento humano, en el camino del conocimiento de Dios, se
realiza un vuelco radical. Nicodemo, el hombre noble y honesto, y al
mismo tiempo discípulo y conocedor del Antiguo Testamento, debió sentir
una sacudida interior. Para todo Israel, Dios era sobre todo Majestad y
Justicia interior. Era considerado como Juez que recompensa o castiga.
Dios, de quien habla Jesús, es Dios que envía a su propio Hijo no “para
que juzgue al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él” (Jn 3,17).
Es Dios del amor, el Padre que no retrocede ante el sacrificio del Hijo
para salvar al hombre.</span></span></p>
<p style="font-weight: bold; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>--- El don de la gracia</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>San
Pablo, con la mirada fija en la misma revelación de Dios, repite hoy por
dos veces en la Carta a los Efesios: “De gracia habéis sido salvados”
(Ef 2,5). “De gracia habéis sido salvados por la fe” (Ef 2,8). Sin
embargo, este Pablo, así como también Nicodemo, hasta su conversión fue
hombre de la Ley Antigua. En el camino de Damasco se reveló Cristo y
desde ese momento Pablo entendió de Dios lo que proclama hoy: “...Dios,
que es rico en misericordia, por el gran amor que nos amó, y estando
nosotros muertos por nuestros delitos, nos dio vida por Cristo -de
gracia habéis sido salvados-” (Ef. 2,4-5).</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>¿Qué es
la gracia? “Es un don de Dios”. El don que se explica con su amor. Y el
amor que se revela mediante la cruz, es precisamente la gracia. En ella
se revela el más profundo rostro de Dios. Él no es sólo el juez. Es Dios
de infinita majestad y de extrema justicia. Es Padre, que quiere que el
mundo se salve; que entienda el significado de la cruz. Esta es la
elocuencia más fuerte del significado de la ley y de la pena. Es la
palabra que habla de modo diverso a las conciencias humanas. Es la
palabra que obliga de modo diverso a las palabras de la ley y a la
amenaza de la pena. Para entender esta palabra es preciso ser un hombre
transformado. El de la gracia y de la verdad. </span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>¡La
gracia es un don que compromete! ¡El don de Dios vivo, que compromete al
hombre para la vida nueva! Y precisamente en esto consiste ese juicio
del que habla también Cristo a Nicodemo: la cruz salva y, al mismo
tiempo, juzga. Juzga diversamente. Juzga más profundamente. “Porque todo
el que obra el mal, aborrece la luz”...-¡Precisamente esta luz
estupenda que emana de la cruz!- “Pero el que obra la verdad viene a la
luz” (Jn 3,20-21). Viene a la cruz. Se somete a las exigencias de la
gracia. Quiere que lo comprometa ese inefable don de Dios. Que forje
toda su vida. Este hombre oye en la cruz la voz de Dios, que dirige la
palabra a los hijos de esta tierra nuestra, del mismo modo que habló una
vez a los desterrados de Israel mediante Ciro, rey de Persia, con la
invocación de esperanza.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Es
preciso que nosotros reunidos en esta estación cuaresmal de la cruz de
Cristo, nos hagamos estas preguntas fundamentales, que fluyen de la cruz
hacia nosotros. ¿Qué hemos hecho y que hacemos para conocer mejor a
Dios? Este Dios que nos ha revelado Cristo. ¿Quién es Él para nosotros?
¿Qué lugar ocupa en nuestra conciencia, en nuestra vida?</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Preguntémonos
por este lugar, porque tantos factores y tantas circunstancias quitan a
Dios este puesto en nosotros. ¿No ha venido a ser Dios para nosotros ya
sólo algo marginal? ¿No está cubierto su nombre en nuestra alma con un
montón de otras palabras? ¿No ha sido pisoteado como aquella semilla
caída “junto al camino” (Mc 4,4)? ¿No hemos renunciado interiormente a
la redención mediante la cruz de Cristo, poniendo en su lugar otros
programas puramente temporales, parciales, superficiales?</span></span></p>
<p><span style="font-size: medium;"><span><br /></span></span></p></div><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-85950547641433070182024-03-08T17:50:00.007+01:002024-03-08T17:50:48.715+01:00Meditación Domingo 3º Cuaresma (B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almud</a>i.org)</i></p><div id="PanelTextosVentrian"><h1><br /></h1><div id="MeditacionImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/183.jpg" width="247" /></div><div class="textoMeditacion"><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><i><span style="text-align: justify;">El sentido de la mortificación</span></i></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><i><strong>«Estaba próxima la Pascua de los
judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el Templo a los
vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y
haciendo un látigo de cuerdas arrojó a todos del Templo, con las ovejas y
los bueyes; tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas. Y dijo
a los que vendían palomas: Quitad eso de aquí, no hagáis de la casa de
mi Padre un mercado. Recordaron sus discípulos que está escrito: el celo
de tu casa me consume. Entonces los judíos replicaron: ¿Qué señal nos
das para hacer esto? Jesús respondió: Destruid este Templo y en tres
días lo levantaré. Los judíos contestaron: ¿ En cuarenta y seis años ha
sido construido este Templo, y tú lo vas a levantar en tres días? Pero
él hablaba del templo de su cuerpo. Cuando resucitó de entre los
muertos, recordaron sus discípulos que él había dicho esto, y creyeron
en la Escritura y en las palabras que había pronunciado Jesús. Mientras
estaba en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en
su nombre al ver los milagros que hacia. Pero Jesús no se fiaba de
ellos, porque los conocía a todos, y no necesitaba que nadie le diera
testimonio acerca de hombre alguno, pues sabía lo que hay dentro de cada
hombre.»</strong>(Juan 2 13-25)</i></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">I. Si todos los actos de la vida de
Cristo son redentores, la salvación del género humano culmina en la
Cruz, hacia la que Cristo encamina toda su vida en la tierra: Tengo que
recibir un bautismo, y ¡cómo me siento urgido hasta que se cumpla!, dirá
a sus discípulos camino de Jerusalén. Les revela las ansias
incontenibles de dar su vida por nosotros, y nos da ejemplo de su amor a
la Voluntad del Padre muriendo en la Cruz. Y es en la Cruz donde el
alma alcanza la plenitud de la identificación con Cristo. Ese es el
sentido más profundo que tienen los actos de mortificación y penitencia.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Para ser discípulo del Señor es preciso
seguir su consejo: el que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame. No es posible seguir al Señor sin la Cruz.
Las palabras de Jesús tienen vigencia en todos los tiempos, ya que
fueron dirigidas a todos los hombres, pues el que no toma su cruz y me
sigue -nos dice a cada uno- no puede ser mi discípulo. Tomar la cruz -la
aceptación del dolor y de las contrariedades que Dios permite para
nuestra purificación, el cumplimiento costoso de los propios deberes, la
mortificación cristiana asumida voluntariamente- es condición
indispensable para seguir al Maestro.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">«¿Qué sería un Evangelio, un
cristianismo sin Cruz, sin dolor, sin el sacrificio del dolor? -se
preguntaba Pablo VI-. Sería un Evangelio, un Cristianismo sin Redención,
sin Salvación, de la cual ‑debemos reconocerlo aquí con sinceridad
despiadada- tenemos necesidad absoluta. El Señor nos ha salvado con la
Cruz; con su muerte nos ha vuelto a dar la esperanza, el derecho a la
Vida...». Sería un cristianismo desvirtuado que no serviría para
alcanzar el Cielo, pues «el mundo no puede salvarse sino con la Cruz de
Cristo».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Unida al Señor, la mortificación
voluntaria y las mortificaciones pasivas adquieren su más hondo sentido.
No son algo dirigido primariamente al a propia perfección, o una manera
de sobrellevar con paciencia las contrariedades de esta vida, sino
participación en el misterio de la Redención.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La mortificación puede parecer a algunos
locura o necedad, residuo de otras épocas que no engarzan bien con los
adelantos y el nivel cultural de nuestro tiempo. También puede ser signo
de contradicción o piedra de escándalo para aquellos que viven
olvidados de Dios. Pero todo esto no debe sorprender: ya San Pablo
escribía que la Cruz era escándalo para los judíos, locura para los
gentiles. Y en la medida en que los mismos cristianos pierden el sentido
sobrenatural de sus vidas se resisten a entender que a Cristo sólo le
podemos seguir a través de una vida de sacrificio, cerca de la Cruz. «Si
no eres mortificado nunca serás alma de oración». Y Santa Teresa
señala: «Creer que (el Señor) admite a Su amistad a gente regalada y sin
trabajos es disparate».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Los mismos Apóstoles que siguen a Cristo
cuando es aclamado por multitudes, aunque le amaban profundamente e
incluso estaban dispuestos a dar su vida por Él, no le siguen hasta el
Calvario, pues aún -por no haber recibido al Espíritu Santo- eran
débiles. Existe un largo camino entre ir en pos de Cristo cuando este
seguimiento no exige mucho, y el identificarse plenamente con Él, a
través de las tribulaciones, pequeñas y grandes, de una vida
mortificada.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El cristiano que va por la vida
rehuyendo sistemáticamente el sacrificio, que se rebela ante el dolor,
se aleja también de la santidad y de la felicidad, que está muy cerca de
la Cruz, muy cerca de Cristo Redentor.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">II. El Señor pide a cada cristiano que
le siga de cerca, y para esto es necesario acompañarle hasta el
Calvario. Nunca deberíamos olvidar estas palabras: el que no toma su
cruz y me sigue no es digno de mí. Mucho antes de padecer en la Cruz, ya
Jesús hablaba a sus seguidores de que habrían de cargar con ella.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Hay en la mortificación una paradoja, un
misterio, que sólo puede comprenderse cuando hay amor: detrás de la
aparente muerte está la Vida; y el que con egoísmo trata de conservar la
vida para sí, la pierde: el que quiera salvar su vida la perderá: y el
que la pierda por mí la hallará. Para dar frutos, amando a Dios,
ayudando de una manera efectiva a los demás, es necesario el sacrificio.
No hay cosecha sin sementera: si el grano de trigo no muere al caer en
la tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto. Para ser
sobrenaturalmente eficaces debe uno morir a sí mismo mediante la
continua mortificación, olvidándose por completo de su comodidad y de su
egoísmo. «-¿No quieres ser grano de trigo, morir por la mortificación, y
dar espigas bien granadas? -¡Que Jesús bengida tu trigal!».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Debemos perder el miedo al sacrificio, a
la voluntaria mortificación, pues la Cruz la quiere para nosotros un
Padre que nos ama y sabe bien lo que más nos conviene. Él quiere siempre
lo mejor para nosotros: Venid a mí los que estáis fatigados y cargados,
nos dice, que yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para
vuestras almas, pues mi yugo es suave, y mi carga, ligera. Junto a
Cristo, las tribulaciones y penas no oprimen, no pesan, y por el
contrario disponen al alma para la oración, para ver a Dios en los
sucesos de la vida.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Con la mortificación nos elevamos hasta
el Señor; sin ella quedamos a ras de tierra. Con el sacrificio
voluntario, con el dolor ofrecido y llevado con paciencia y amor nos
unimos firmemente al Señor. «Como si dijera: todos los que andáis
atormentados, afligidos y cargados con la carga de vuestros cuidados y
apetitos, salid de ellos, viniendo a mí, y yo os recrearé, y hallaréis
para vuestras almas el descanso que os quitan vuestros apetitos».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">III. Para decidirnos a vivir con
generosidad la mortificación, interesa comprender bien las razones que
le dan sentido. A algunos les puede costar ser más mortificados porque
no han entendido o descubierto ese sentido. Son varios los motivos que
impulsan al cristiano hacia la mortificación. El primero es el que hemos
considerado anteriormente: desear identificarse con el Señor y seguirle
en su afán de redimir en la Cruz, ofreciéndose a Sí mismo en sacrificio
al Padre. Nuestra mortificación tiene así los mismos fines de la Pasión
de Cristo y de la Santa Misa, y se traduce en una unión cada vez más
plena a la Voluntad del Padre.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Pero la mortificación es también medio
para progresar en las virtudes. El sacerdote, en el diálogo que precede
al Prefacio de la Misa, alza sus manos al cielo mientras dice:
-Levantemos el corazón, y se oye al pueblo fiel: -¡Lo tenemos levantado
hacia el Señor! Nuestro corazón debe estar permanentemente dirigido
hacia Dios. El corazón del cristiano debe estar lleno de amor, con la
esperanza siempre puesta en su Señor. Para eso es preciso que no esté
atrapado y prisionero de las cosas de la tierra, que vaya quedando más
purificado. Y esto no es posible sin la penitencia, sin la continua
mortificación, que es «medio para ir adelante». Sin ella, el alma queda
sujeta por las mil cosas en que tienden a desparramarse los sentidos:
apegamientos, impurezas, aburguesamiento, deseos de inmoderada
comodidad...La mortificación nos libera de muchos lazos y nos capacita
para amar.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La mortificación es medio indispensable
para hacer apostolado, extendiendo el Reino de Cristo: «La acción nada
vale sin la oración: la oración se avalora con el sacrificio». Muy
equivocados andaríamos si quisiéramos atraer a otros hacia Dios sin
apoyar esa acción con una oración intensa, y si esa oración no fuese
reforzada con la mortificación gustosamente ofrecida. Por eso se ha
dicho, de mil modos diferentes, que la vida interior, manifestada
especialmente en la oración y la mortificación, es el alma de todo
apostolado.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">No olvidemos, por último, que la
mortificación sirve también como reparación por nuestras faltas pasadas,
hayan sido pequeñas o grandes. De ahí que en muchas ocasiones le
pidamos al Señor que nos ayude a enmendar la vida pasada: «emendationem
vitae, spatium verae paenitentiae... tribuat nobis omnipotens et
misericors Dominus» Que el Señor omnipotente y misericordioso nos
conceda la enmienda de nuestra vida y un tiempo de verdadera penitencia.
De este modo, por la mortificación, hasta las mismas faltas pasadas se
convierten en fuente de nueva vida. «Entierra con la penitencia, en el
hoyo profundo que abra tu humildad, tus negligencias, ofensas y pecados.
-Así entierra el labrador, al pie del árbol que los produjo, frutos
podridos, ramillas secas y hojas caducas. -Y lo que era estéril, mejor,
lo que era perjudicial, contribuye eficazmente a una nueva fecundidad.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">»Aprende a sacar, de las caídas, impulso: de la muerte, vida».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Le pedimos al Señor que sepamos
aprovechar nuestra vida, a partir de ahora, del mejor de los modos:
«Cuando recuerdes tu vida pasada, pasada sin pena ni gloria, considera
cuánto tiempo has perdido y cómo lo puedes recuperar: con penitencia y
con mayor entrega». Y, cuando algo nos cueste, vendrá a nuestra mente
alguno de estos pensamientos que nos mueva a la mortificación generosa:
«¿Motivos para la penitencia?: Desagravio, reparación, petición,
hacimiento de gracias: medio para ir adelante...: por ti, por mí, por
los demás, por tu familia, por tu país, por la Iglesia... Y mil motivos
más».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.</span></p></div>
</div><p><br /></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-24391775742672635492024-03-08T17:45:00.000+01:002024-03-08T17:45:12.242+01:00Homilía Domingo 3º Cuaresma (B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><p><i> </i><br /></p><div id="HomiliaImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/2894.jpg" width="213" /></div><p style="text-align: justify;"><a href="https://www.almudi.org/liturgia/calendario-liturgico#TC3BJPII"><strong><span style="font-size: 12px;"></span></strong></a><br /></p>
<blockquote dir="ltr" style="margin-right: 0px;"><blockquote dir="ltr" style="margin-right: 0px;">
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: arial;"><i>(Ex 20,1-17) "No tendrás otros dioses frente a mí"<br />
(1 Cor 1,22-25) "Predicamos a Cristo crucificado"<br />
(Jn 2,13-25) "No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre"</i><br />
<br />
<br />
</span></span></p>
</blockquote></blockquote>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><b><a name="TC3BJPII"></a><span>Homilía con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II</span></b></span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span>Homilía en la parroquia de San José (18-III-1979)</span></span></p>
<div style="margin-left: 80px; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="font-weight: bold; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>--- Nuevos templos</span></span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>“La casa de mi Padre”</span></span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Hoy
Cristo pronuncia estas palabras en el umbral del templo de Jerusalén. Se
presenta sobre este umbral para “reivindicar” frente a los hombres la
casa de su Padre, para reclamar sus derechos sobre esta casa. Los
hombres hicieron de ella una plaza de mercado. Cristo les reprende
severamente; se pone decididamente contra tales desviaciones. El celo
por la casa de Dios lo devora (cf. Jn. 2,17), por esto Él no duda en
exponerse a la malevolencia de los ancianos del pueblo judío y de todos
los que son responsables de lo que se ha hecho contra la casa de su
Padre, contra el templo.</span></span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Es
memorable este acontecimiento. Memorable la escena. Cristo, con las
palabras de su ira santa, ha inscrito profundamente en la tradición de
la Iglesia la ley de la santidad de la casa de Dios. Pronunciando estas
palabras misteriosas que se referían al templo de su cuerpo: “Destruid
este templo, y en tres días lo levantaré” (Jn. 2,19), Jesús ha
consagrado de una sola vez todos los templos del Pueblo de Dios. Estas
palabras adquieren una riqueza de significado totalmente particular en
el tiempo de Cuaresma cuando, meditando la pasión de Cristo y su muerte
–destrucción del templo de su cuerpo-, nos preparamos a la solemnidad de
la Pascua, esto es, al momento en que Jesús se nos revelará todavía en
el templo mismo de su cuerpo, levantado de nuevo por el poder de Dios,
que quiere construir en él, de generación en generación, el edificio
espiritual de la nueva fe, esperanza y caridad.</span></span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Vengo hoy
a la parroquia de San José y deseo expresar a todos vosotros aquí
presentes, junto con un saludo cordial, mi profunda alegría porque
también este barrio tiene su templo, su casa de Dios (…). En torno a
esta casa se han multiplicado las casas en que habitan los hombres, cada
una de las familias.</span></span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="font-weight: bold; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>--- La morada del hombre</span></span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>La casa
es la morada del hombre. Es una condición necesaria para que el hombre
pueda venir al mundo, crecer, desarrollarse, para que pueda trabajar,
educar, y educarse, para que los hombres puedan construir esa unión más
profunda y más fundamental que se llama “familia”.</span></span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Se
construyen las casas para las familias. Después, las mismas familias se
construyen en las casas sobre la verdad y el amor. El fundamento primero
de esta construcción es la alianza matrimonial, que se expresa en las
palabras del sacramento con las que el esposo y la esposa se prometen
recíprocamente la unión, el amor, la fidelidad conyugal. Sobre ese
fundamento se apoya ese edificio espiritual cuya construcción no puede
cesar nunca. Los cónyuges, como padres, deben aplicar constantemente a
la propia vida de constructores sabios, la medida de la unión, del amor,
de la honestidad y de la fidelidad matrimonial. Deben renovar cada día
esa promesa en sus corazones y a veces recordarla también con las
palabras. San Pablo dice que Cristo es “poder y sabiduría de Dios”
(1Cor. 1,24). Sea Él vuestro poder y vuestra sabiduría, queridos esposos
y padres. ¡No os privéis de este poder y de esta sabiduría! Consolidaos
en ellos. Educad en ellos a vuestros hijos y no permitáis que esto
poder y esta sabiduría, quo es Cristo, les sea quitado un día. Por
ningún ambiente y por ninguna institución. No permitáis que alguien
pueda destruir ese «templo» que vosotros construís en vuestros hijos.
Este es vuestro deber, pero éste es también vuestro sacrosanto derecho. Y
es un derecho que nadie puede violar sin cometer una arbitrariedad.</span></span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="font-weight: bold; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>--- La familia</span></span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>La
familia está construida sobre la sabiduría y el poder del mismo Cristo,
porque se apoya sobre un sacramento. Y está construida también y se
construye constantemente sobro la ley divina, que no puede ser
sustituida en modo alguno por cualquier otra ley. ¿Acaso puede un
legislador humano abolir los mandamientos que nos recuerda hoy la
lectura del Libro del Éxodo: “No matar, no cometer adulterio, no robar,
no decir falsos testimonios” (Ex. 20, 13-16)? Todos sabemos de memoria
el Decálogo. Los diez mandamientos constituyen la concatenación
necesaria de la vida humana personal, familiar, social. Si falta esta
concatenación, la vida del hombre se hace inhumana. Por esto el deber
fundamental de la familia, y después de la escuela, y de todas las
instituciones, es la educación y consolidación de la vida humana sobro
el fundamento de esta ley, que a nadie es lícito violar.</span></span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></div>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Así
estamos construyendo con Cristo el templo de la vida humana, en el que
habita Dios. Construyamos en nosotros la casa del Padre. Que el celo por
la construcción de esta casa constituya el núcleo do la vida de todos
nosotros aquí presentes; de toda la parroquia de la que es Patrono San
José, Esposo de María, Madre de Dios, Patrono de las familias, Protector
del Hijo de Dios, Patrono de la Santa Iglesia. </span></span></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-81131308430184034752024-02-23T18:17:00.004+01:002024-02-23T18:17:56.109+01:00Meditación Domingo 2º Cuaresma (B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><p><br /></p><div id="PanelTextosVentrian"><div id="MeditacionImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/176.jpg" width="239" /></div><div class="textoMeditacion"><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><em>Del Tabor al Calvario</em></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><i>“<strong>En aquel tiempo Jesús se
llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña
alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un
blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro
tomó la palabra y le dijo a Jesús: -Maestro. ¡Qué bien se está aquí!
Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías. Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que
los cubrió y salió una voz de la nube: -Este es mi Hijo amado;
escuchadlo. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a
Jesús solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No
contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre
resucite de entre los muertos. Esto se les quedó grabado y discutían qué
querría decir aquello de resucitar de entre los muertos” </strong>(Marcos 9,1-9).</i></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">I. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro.
Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro, rezamos en la
Antífona de entrada de la Misa de hoy. El Evangelio nos cuenta lo que
sucedió en el Tabor. Poco antes Jesús había declarado a sus discípulos,
en Cesarea de Filipo, que iba a sufrir y padecer en Jerusalén, a morir a
manos de los príncipes de los sacerdotes, de los ancianos y de los
escribas. Los Apóstoles habían quedado sobrecogidos y entristecidos por
este anuncio. Ahora, tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y
los llevó a ellos solos aparte, para orar. Son los tres discípulos que
serán testigos de su agonía en el huerto de los Olivos. Mientras él
oraba, cambió el aspecto de su rostro y su vestido se volvió blanco,
resplandeciente. Y le ven conversar con Elías y Moisés, que aparecían
gloriosos y le hablaban de su muerte, que había de cumplirse en
Jerusalén.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Seis días llevaban los Apóstoles
entristecidos por la predicación de Cesarea de Filipo. La ternura de
Jesús hace que ahora contemplen su glorificación. San León Magno dice
que «el principal fin de la transfiguración era desterrar del alma de
los discípulos el escándalo de la cruz». Nunca olvidarían los Apóstoles
esta «gota de miel» que Jesús les daba en medio de su amargura. Muchos
años más tarde San Pedro tiene perfectamente nítido estos momentos: ...
cuando desde aquella extraordinaria gloria se le hizo llegar esta voz:
Éste es mi Hijo querido, en quien me complazco. Esta voz, enviada del
cielo, la oímos nosotros estando con Él en el monte santo. El Apóstol lo
recordaría hasta el final de sus días.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Siempre hace así Jesús con los suyos. En medio de los mayores padecimientos da el consuelo necesario para seguir adelante.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Este destello de la gloria divina
transportó a los Apóstoles a una inmensa felicidad, que hace exclamar a
San Pedro: Señor, ¡bueno es permanecer aquí! Hagamos tres tiendas...
Pedro quiere alargar aquella situación. Pero, como dirá más adelante el
Evangelista, no sabía lo que decía; porque lo bueno, lo que importa, no
es hallarse aquí o allí, sino estar siempre con Jesús, en cualquier
parte, y verle detrás de las circunstancias en que nos hallamos. Si
estamos con Él, es igual que nos encontremos en medio de los mayores
consuelos del mundo, o en la cama de un hospital entre dolores
indecibles. Lo que importa es sólo eso: verle y vivir siempre con Él. Es
lo único verdaderamente bueno e importante en esta vida y en la otra.
Si permanecemos con Jesús, estaremos muy cerca de los demás y seremos
felices, sea cual sea nuestro lugar y la situación en que nos
encontremos. Vultum tuum, Domine, requiram: Deseo verte y buscaré tu
rostro, Señor, en las circunstancias ordinarias de mi jornada.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">II. San Beda, comentando el pasaje del
Evangelio de la Misa, dice que el Señor, «en una piadosa permisión, les
permitió (a Pedro, a Santiago y a Juan) gozar durante un tiempo muy
corto la contemplación de la felicidad que dura siempre, para hacerles
sobrellevar con mayor fortaleza la adversidad». El recuerdo de aquellos
momentos junto al Señor en el monte fue sin duda una gran ayuda en
tantas situaciones difíciles de la vida de estos tres Apóstoles.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La existencia de los hombres es un
caminar hacia el Cielo, nuestra morada. Caminar en ocasiones áspero y
dificultoso, porque con frecuencia hemos de ir contra corriente y
tendremos que luchar con muchos enemigos de dentro de nosotros mismos y
de fuera. Pero quiere el Señor confortarnos con la esperanza del Cielo,
de modo especial en los momentos más duros o cuando la flaqueza de
nuestra condición se hace más patente: «A la hora de la tentación piensa
en el Amor que en el cielo te aguarda: fomenta la virtud de la
esperanza, que no es falta de generosidad». Allí «todo es reposo,
alegría y regocijo; todo serenidad y calma, todo paz, resplandor y luz. Y
no luz como ésta de que gozamos ahora y que, comparada con aquélla, no
pasa de ser como una lámpara junto al sol... Porque allí no hay noche,
ni tarde, ni frío, ni calor, ni mudanza alguna en el modo de ser, sino
un estado tal que sólo lo entienden quienes son dignos de gozarlo. No
hay allí vejez, ni achaques, ni nada que semeje corrupción, porque es el
lugar y aposento de la gloria inmortal...</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">»Y por encima de todo ello, el trato y
goce sempiterno de Cristo, de los ángeles..., todos perpetuamente en un
sentir común, sin temor a Satanás ni a las asechanzas del demonio ni a
las amenazas del infierno o de la muerte».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Nuestra vida en el Cielo estará
definitivamente exenta de todo posible temor. No sufriremos la inquietud
de perder lo que tenemos, ni desearemos tener algo distinto. Entonces
verdaderamente podremos decir con San Pedro: Señor, ¡qué bien estamos
aquí! El atisbo de gloria que tuvo el Apóstol lo tendremos en plenitud
en la vida eterna. «Vamos a pensar lo que será el Cielo. Ni ojo vio, ni
oído oyó, ni pasó a hombre por pensamiento cuáles cosas tiene Dios
preparadas para los que le aman. ¿Os imagináis qué será llegar allí, y
encontrarnos con Dios, y ver aquella hermosura, aquel amor que se vuelca
en nuestros corazones, que sacia sin saciar? Yo me pregunto muchas
veces al día: ¿qué será cuando toda la belleza, toda la bondad, toda la
maravilla infinita de Dios se vuelque en este pobre vaso se barro que
soy yo, que somos todos nosotros? Y entonces me explico bien aquello del
Apóstol: ni ojo vio, ni oído oyó... Vale la pena, hijos míos, vale la
pena».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El pensamiento de la gloria que nos
espera debe espolearnos en nuestra lucha diaria. Nada vale tanto como
ganar el cielo. «Y con ir siempre con esta determinación de antes morir
que dejar de llegar al fin del camino, si os llevare el Señor con alguna
sed en esta vida, daros ha de beber con toda abundancia en la otra y
sin temor de que os haya de faltar».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">III. Una nube los envolvió enseguida.
Recuerda a aquella otra que acompañaba a la presencia de Dios en el
Antiguo Testamento: La nube envolvió el tabernáculo de la reunión y la
gloria de Yahvé llenaba todo el lugar. Era la señal que garantizaba las
intervenciones divinas: Yahvé dijo a Moisés: Yo vendré a ti en una nube
densa, para que vea el pueblo que yo hablo contigo y tengan siempre fe
en ti. Esa nube envuelve ahora en el Tabor a Cristo y de ella surge la
voz poderosa de Dios Padre: Este es miHijo, el Amado, escuchadle a él. Y
Dios Padre habla a través de Jesucristo a todos los hombres de todos
los tiempos. Su voz se oye en cada época, de modo singular a través de
la enseñanza de la Iglesia, que «busca continuamente los caminos para
acercar este misterio de su Maestro y Señor al género humano: a los
pueblos, a las naciones, a las generaciones que se van sucediendo, a
todo hombre en particular».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Al alzar sus ojos no vieron a nadie sino
sólo a Jesús. Y no estaban Elías y Moisés. Sólo ven al Señor. Al Jesús
de siempre, que en ocasiones pasa hambre, que se cansa, que se esfuerza
para ser comprendido... A Jesús, sin especiales manifestaciones
gloriosas. Lo normal para los Apóstoles fue ver al Señor así, lo
excepcional fue verlo transfigurado.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">A este Jesús debemos encontrar nosotros
en nuestra vida ordinaria, en medio del trabajo, en la calle, en quienes
nos rodean, en la oración, cuando perdona, en el sacramento de la
Penitencia, y, sobre todo, en la Sagrada Eucaristía, donde se encuentra
verdadera, real y sustancialmente presente. Pero normalmente no se nos
muestra con particulares manifestaciones. Más aún, hemos de aprender a
descubrir al Señor detrás de lo ordinario, de lo corriente, huyendo de
la tentación de desear lo extraordinario.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Nunca debemos olvidar que aquel Jesús
con el que estuvieron en el monte Tabor aquellos tres privilegiados es
el mismo que está junto a nosotros cada día. «Cuando Dios os concede la
gracia de sentir su presencia y desea que le habléis como al amigo más
querido, exponedle vuestros sentimientos con toda libertad y confianza.
Se anticipa a darse a conocer a los que le anhelan (Sab 6, 14). Sin
esperar a que os acerquéis a Él, se anticipa cuando deseáis su amor, y
se os presenta, concediéndoos las gracias y remedios que necesitáis.
Sólo espera de vosotros una palabra para demostraros que está a vuestro
lado y dispuesto a escucharos y consolaros: Sus oídos están atentos a la
oración (Sal 33, 16) (...).</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">»Los demás amigos, los del mundo, tienen
horas que pasan conversando juntos y horas en que están separados; pero
entre Dios y vosotros, si queréis, jamás habrá una hora de separación».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">¿No será nuestra vida distinta en esta
Cuaresma, y siempre, si actualizáramos más frecuentemente esa presencia
divina en lo habitual de cada día, si procuráramos decir más
jaculatorias, más actos de amor y de desagravio, más comuniones
espirituales...? «Para tu examen diario: ¿he dejado pasar alguna hora,
sin hablar con mi Padre Dios?... ¿He conversado con Él, con amor de
hijo? -¡Puedes!».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.</span></p></div>
</div><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-27862226774651252482024-02-23T18:07:00.001+01:002024-02-23T18:07:22.260+01:00Homilía Domingo 2º Cuaresma (B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><div id="HomiliaImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/2888.jpg" width="222" /></div><p dir="ltr" style="margin-right: 0px; text-align: justify;"><a href="https://www.almudi.org/liturgia/calendario-liturgico#TC2BJPII"><strong><span style="font-size: 12px;"></span></strong></a><br /></p>
<blockquote dir="ltr" style="margin-right: 0px;">
<p dir="ltr" style="margin-right: 0px; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: arial;"><i>(Gen 22,1-2.9-13.15-18) "Dios puso a prueba a Abrahán"<br />
(Rm 8,31b-34) "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?"<br />
(Mc 9,2-10) "Éste es mi Hijo amado; escuchadlo"<br /></i>
<br />
<br />
</span></span></p>
</blockquote>
<p style="font-weight: bold; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><a name="TC2BJPII"></a><span>Homilía pronunciada por S.S. Juan Pablo II.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span>Homilía en la parroquia de la Inmaculada Concepción (7-III-1982)</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span> <br /></span></span></p>
<p style="font-weight: bold; line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>--- Pruebas de Dios y fe</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>La liturgia del II domingo de cuaresma es en cierto sentido la liturgia de los tres montes.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>En
el primero escuchamos las palabras dirigidas por Dios a Abraham, según
narra el libro del Génesis: “Toma a tu hijo único, al que quieres, a
Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio sobre uno
de los montes que yo te indicaré” (Gen 22,2).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>La prueba de Abraham. “Dios puso a prueba a Abraham” (Gen 22,1).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Fue ésta la prueba de su fe.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Abraham
levantó un altar en el lugar indicado, puso leña en él y sobre la leña
colocó a su hijo Isaac: el hijo único. El hijo de la promesa. El hijo de
la esperanza.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Abraham estaba dispuesto a ofrecerlo a Dios en holocausto, a derramar su sangre y quemar su cuerpo en la hoguera.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>En
el momento decisivo llegó el veto de Dios: “No alargues la mano contra
tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has
reservado a tu hijo, tu único hijo” (Gen 22,12).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>En
un arbusto cercano Abraham encontró un carnero y lo ofreció en el altar
preparado. Se verificó la prueba de la fe. Dios renovó su promesa ante
Abraham, tras haberlo sometido a la prueba: “multiplicaré tus
descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa”
(Gen 22,17).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Descendencia
no tanto según la carne cuanto según el espíritu. Descendientes de
Abraham en la fe son en cierto sentido los seguidores de las tres
grandes religiones monoteístas del mundo: judaísmo, cristianismo e
islamismo. “Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu
descendencia, porque me has obedecido” (Gen 22,18).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Los
descendientes de la fe de Abraham creen que Dios tiene el poder de
probar al hombre. Tiene derecho a la ofrenda que procede de su espíritu.</span></span></p>
<p style="font-weight: bold; line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>--- Monte Tabor y monte Gólgota</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>La
liturgia del II domingo de Cuaresma nos lleva a otro monte, a Galilea.
Más allá de la llanura de Galilea se alza majestuoso el monte Tabor, el
monte de la transfiguración según la tradición cristiana.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Jesús
de Nazaret, que vino entre los descendientes de Abraham como Mesías
enviado por Dios, en este monte fue transformado milagrosamente ante los
ojos de sus Apóstoles Pedro, Santiago y Juan. A los ojos de los
Apóstoles se manifestó transfigurado en la gloria, y con Él, Moisés y
Elías. Al milagro de la visión se añadió el milagro de la audición.
Oyeron la voz que salía de la nube: “Éste es mi Hijo amado; escuchadle”
(Mc 9,7). Las mismas palabras que había oído ya Juan el Bautista junto
al Jordán, en ocasión de la primera venida de Jesucristo, después del
bautismo.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>La
teofanía del Monte Tabor tiene carácter pascual. Preanuncia la gloria
de Cristo resucitado. Al mismo tiempo prepara a los Apóstoles a la
muerte del Cordero de Dios. A la teofanía del Gólgota.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Al
Monte Gólgota, tercer monte, nos lleva Pablo Apóstol con las palabras
de la Carta a los Romanos. La teofanía del Gólgota está indicada en las
palabras siguientes: “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra
nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la
muerte por nosotros” (Rom 8,31-32).</span></span></p>
<p style="font-weight: bold; line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>--- Cristo muerto y resucitado por nuestros pecados</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Sabemos
que el Padre ha entregado a su Hijo en el Gólgota; sabemos que
precisamente así se llama esta colina fuera de la muralla de Jerusalén
en la que Dios “no perdonó a su Hijo” (8,32).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Y con ello demostró “hasta el fin” que “está con nosotros”; “¿cómo no nos dará todo con Él?” se pregunta el Apóstol (8,32).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Este mismo Dios que no permitió a Abraham sacrificar con la muerte a su hijo Isaac, no preservó a su propio Hijo.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>¿Acaso no ha confirmado con esto hasta el fin nuestra elección?</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>¿Quién acusará a los elegidos de Dios? se pregunta el Apóstol (8,33).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Él
mismo ha tomado en sus manos la causa de la justificación del
hombre...”Dios es el que justifica” (8,33). Y así es, ¿quién puede
condenar al hombre? (cf. 8,34).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Semejante sentencia sólo puede pronunciarla Cristo, que conoció en el Gólgota el peso de los pecados de los hombres.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Pero
en el Gólgota Jesucristo sufrió la muerte por nosotros, “más aún
-escribe el Apóstol-...resucitó y está a la derecha del Padre e
intercede por nosotros” (8,34).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>La
liturgia de este domingo nos invita a subir a un monte, al lugar de la
teofanía de la antigua y nueva Alianza. De acuerdo con el espíritu de
Cuaresma, se nos invita a meditar en estos montes las grandezas de Dios
(Hechos 2,11) los misterios de nuestra redención, los misterios de
nuestra justificación en Cristo.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Este domingo de Cuaresma nos enseña que estamos llamados a una gran transformación espiritual.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Debemos participar en la Transfiguración de Cristo como sus discípulos en el Monte Tabor.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Debemos prepararnos para la santa Pascua.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>El
maestro de esta actitud nuestra mediante la cual Cristo baja a nuestro
corazón realizando una transformación y la conversión, es Abraham: el
padre de los creyentes.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>En
efecto, parece resonar en nuestro corazón las palabras del Salmista:
“Tenía fe aun cuando dije: ¡Qué desgraciado soy!” (115/116,10).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>¿Acaso
no se sentía así de desgraciado cuando caminaba hacia el monte indicado
por Dios para inmolar a su hijo? ¿O no fue sólo la fe la que hizo
repetir entonces: “Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles”
(115/116,15)? A partir de Abraham comenzó la familia humana a aprender
esa fe que se hace patente en la actitud interior del espíritu humano,
que se manifiesta en el sacrificio del corazón.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Jesucristo es el Maestro definitivo y perfecto de tal actitud: “consummator fidei nostrae!” (cf. Heb12,2).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>El
fruto de la liturgia del domingo II de Cuaresma debe ser la
disponibilidad a ofrecer sacrificios espirituales en los que nuestra fe
se pone de manifiesto. Lo pedimos con las palabras del salmo: "Señor, yo
soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo"
(115(116),16-18).</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>A nosotros, redimidos y justificados en la sangre de Cristo, ninguna prueba ni experiencia nos cierran el horizonte de la vida.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Lo aclaran más todavía en Dios.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Sepamos ver cada vez más este horizonte, ofreciendo los sacrificios espirituales de cuanto constituye nuestra vida.</span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Que
la participación en la Eucaristía nos una siempre, y hoy sobre todo, en
esta comunidad a la que el Padre revela y entrega a su Hijo: “Este es
mi Hijo amado; escuchadle” (Mc 9,7).</span></span></p><p><span style="font-size: medium;"><i> </i></span></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-5680304493612448082024-02-15T19:46:00.002+01:002024-02-15T19:46:12.202+01:00Meditación Domingo 1º Cuaresma (B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><p><i> </i><br /></p><div id="PanelTextosVentrian"><div id="MeditacionImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/172.jpg" width="270" /></div><div class="textoMeditacion"><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><em>Las tentaciones de Jesús</em></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><i><strong><span>“En aquel tiempo el
Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta
días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles
le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a
proclamar el Evangelio de Dios; decía: -se ha cumplido el plazo, está
cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia” </span></strong><span>(Marcos 1,12-15). </span></i></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">I. «La Cuaresma conmemora los cuarenta
días que pasó Jesús en el desierto, como preparación de esos años de
predicación, que culminan en la Cruz y en la gloria de la Pascua.
Cuarenta días de oración y de penitencia. Al terminar, tuvo lugar la
escena que la liturgia de hoy ofrece a nuestra consideración,
recogiéndola en el Evangelio de la Misa: las tentaciones de Cristo (Cfr.
Mt 4, 111).</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">»Una escena llena de misterio, que el
hombre pretende en vano entender -Dios que se somete a la tentación, que
deja hacer al Maligno-, pero que puede ser meditada, pidiendo al Señor
que nos haga saber la enseñanza que contiene».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Es la primera vez que interviene el
diablo en la vida de Jesús, y lo hace abiertamente. Pone a prueba a
Nuestro Señor; quizá quiere averiguar si ha llegado ya la hora del
Mesías. Jesús se lo permitió para darnos ejemplo de humildad y para
enseñarnos a vencer las tentaciones que vamos a sufrir a lo largo de
nuestra vida: «como el Señor todo lo hacía para nuestra enseñanza -dice
San Juan Crisóstomo‑, quiso también ser conducido al desierto y trabar
allí combate con el demonio, a fin de que los bautizados, si después del
bautismo sufren mayores tentaciones, no se turben por eso, como si no
fuera de esperar». Si no contáramos con las tentaciones que hemos de
padecer abriríamos la puerta a un gran enemigo: el desaliento y la
tristeza.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Quería Jesús enseñarnos con su ejemplo
que nadie debe creerse exento de padecer cualquier prueba. «Las
tentaciones de Nuestro Señor son también las tentaciones de sus
servidores de un modo individual. Pero su escala, naturalmente, es
diferente: el demonio no va a ofreceros a vosotros ni a mí -dice Knox-
todos los reinos del mundo. Conoce el mercado y, como buen vendedor,
ofrece exactamente lo que calcula que el comprador tomará. Supongo que
pensará, con bastante razón, que la mayor parte de nosotros podemos ser
comprados por cinco mil libras al año, y una gran parte de nosotros por
mucho menos. Tampoco nos ofrece sus condiciones de modo tan abierto,
sino que sus ofertas vienen envueltas en toda especie de formas
plausibles. Pero si ve la oportunidad no tarda mucho en señalarnos a
vosotros y a mí cómo podemos conseguir aquello que queremos si aceptamos
ser infieles a nosotros mismos y, en muchas ocasiones, si aceptamos ser
infieles a nuestra fe católica».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El Señor, como se nos recuerda en el
Prefacio de la Misa de hoy, nos enseña con su actuación cómo hemos de
vencer las tentaciones y además quiere que saquemos provecho de las
pruebas por las que vamos a pasar. Él «permite la tentación y se sirve
de ella providencialmente para purificarte, para hacerte santo, para
desligarte mejor de las cosas de la tierra, para llevarte a donde Él
quiere y por donde Él quiere, para hacerte feliz en una vida que no sea
cómoda, y para darte madurez, comprensión y eficacia en tu trabajo
apostólico con las almas, y... sobre todo para hacerte humilde, muy
humilde». Bienaventurado el varón que soporta la tentación -dice el
Apóstol Santiago- porque, probado, recibirá la corona de la vida que el
Señor prometió a los que le aman.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">II. El demonio tienta aprovechando las necesidades y debilidades de la naturaleza humana.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El Señor, después de haber pasado
cuarenta días y cuarenta noches ayunando, debe encontrarse muy débil, y
siente hambre como cualquier hombre en sus mismas circunstancias. Este
es el momento en que se acerca el tentador con la proposición de que
convierta las piedras que allí había en el pan que tanto necesita y
desea.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Y Jesús «no sólo rechaza el alimento que
su cuerpo pedía, sino que aleja de sí una incitación mayor: la de usar
del poder divino para remediar, si podemos hablar así, un problema
personal (...).</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">»Generosidad del Señor que se ha
humillado, que ha aceptado en pleno la condición humana, que no se sirve
de su poder de Dios para huir de las dificultades o del esfuerzo. Que
nos enseña a ser recios, a amar el trabajo, a apreciar la nobleza humana
y divina de saborear las consecuencias del entregamiento».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Nos enseña también este pasaje del
Evangelio a estar particularmente atentos, con nosotros mismos y con
aquellos a quienes tenemos una mayor obligación de ayudar, en esos
momentos de debilidad, de cansancio, cuando se está pasando una mala
temporada, porque el demonio quizá intensifique entonces la tentación
para que nuestras vidas tomen otros derroteros ajenos a la voluntad de
Dios.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">En la segunda tentación, el diablo lo
llevó a la Ciudad Santa y lo puso sobre el pináculo del Templo. Y le
dijo: Si eres Hijo de Dios, arrójate abajo. Pues escrito está: Dará
órdenes acerca de ti a sus ángeles de que te lleven en sus manos, no sea
que tropiece tu pie contra alguna piedra. Y le respondió Jesús: Escrito
está también: No tentarás al Señor tu Dios.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Era en apariencia una tentación
capciosa: si te niegas, demostrarás que no confías en Dios plenamente;
si aceptas, le obligas a enviar, en provecho personal, a sus ángeles
para que te salven. El demonio no sabe que Jesús no tendría necesidad de
ángel alguno.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Una proposición parecida, y con un texto
casi idéntico, oirá el Señor ya al final de su vida terrena: Si es el
rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en él.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Cristo se niega a hacer milagros
inútiles, por vanidad y vanagloria. Nosotros hemos de estar atentos para
rechazar, en nuestro orden de cosas, tentaciones parecidas: el deseo de
quedar bien, que puede surgir hasta en lo más santo; también debemos
estar alerta ante falsas argumentaciones que pretendan basarse en la
Sagrada Escritura, y no pedir (mucho menos exigir) pruebas o señales
extraordinarias para creer, pues el Señor nos da gracias y testimonios
suficientes que nos indican el camino de la fe en medio de nuestra vida
ordinaria.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">En la última de las tentaciones, el
demonio ofrece a Jesús toda la gloria y el poder terreno que un hombre
puede ambicionar. Le mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le
dijo: -Todas estas cosas te daré si postrándote delante de mí, me
adoras. El Señor rechazó definitivamente al tentador.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El demonio promete siempre más de lo que
puede dar. La felicidad está muy lejos de sus manos. Toda tentación es
siempre un miserable engaño. Y para probarnos, el demonio cuenta con
nuestras ambiciones. La peor de ellas es la de desear, a toda costa, la
propia excelencia; el buscarnos a nosotros mismos sistemáticamente en
las cosas que hacemos o proyectamos. Nuestro propio yo puede ser, en
muchas ocasiones, el peor de los ídolos.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Tampoco podemos postrarnos ante las
cosas materiales haciendo de ellas falsos dioses que nos esclavizarían.
Los bienes materiales dejan de ser bienes si nos separan de Dios y de
nuestros hermanos los hombres.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Tendremos que vigilar, en lucha
constante, porque permanece en nosotros la tendencia a desear la gloria
humana, a pesar de haberle dicho muchas veces al Señor que no queremos
otra gloria que la suya. También a nosotros se dirige Jesús: Adorarás al
Señor Dios tuyo; y a Él solo servirás. Y eso es lo que deseamos y
pedimos: servir a Dios en la vocación a la que nos ha llamado.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">III. El Señor está siempre a nuestro
lado, en cada tentación, y nos Confiad: Yo he vencido al mundo. Y
nosotros nos apoyamos en Él, porque, si no lo hiciéramos, poco
conseguiríamos solos: Todo lo puedo en Aquel que me conforta. El Señor
es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Podemos prevenir la tentación con la
mortificación constante en el trabajo, al vivir la caridad, en la guarda
de los sentidos internos y externos. Y junto a la mortificación, la
oración: Velad y orad para no caer en la tentación. También debemos
prevenirla huyendo de las ocasiones de pecar, por pequeñas que sean,
pues el que ama el peligro perecerá en él, y teniendo el tiempo bien
ocupado, principalmente cumpliendo bien nuestros deberes profesionales,
familiares y sociales.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Para combatir la tentación «habremos de
repetir muchas veces y con confianza la petición del padrenuestro: no
nos dejes caer en la tentación, concédenos la fuerza de permanecer
fuertes en ella. Ya que el mismo Señor pone en nuestros labios tal
plegaria, bien estará que la repitamos continuamente.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">»Combatimos la tentación
manifestándosela abiertamente al director espiritual, pues el
manifestarla es ya casi vencerla. El que revela sus propias tentaciones
al director espiritual puede estar seguro de que Dios otorga a éste la
gracia necesaria para dirigirle bien».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Contamos siempre con la gracia de Dios
para vencer cualquier tentación. «Pero no olvides, amigo mío, que
necesitas de armas para vencer en esta batalla espiritual. Y que tus
armas han de ser éstas: oración continua; sinceridad y franqueza con tu
director espiritual; la Santísima Eucarístia y el Sacramento de la
Penitencia; un generoso espíritu de cristiana mortificación que te
llevará a huir de las ocasiones y evitar el ocio; la humildad del
corazón, y una tierna y filial devoción a la Santísima Virgen:
Consolatrix afflictorum et Refugium peccatorum, consuelo de los
afligidos y refugio de los pecadores. Vuélvete siempre a Ella
confiadamente y dile: Mater mea, fiducia mea; ¡Madre mía, confianza
mía!».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvaja</span>l.</p></div>
</div><br /><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-9199271808727227372024-02-15T19:42:00.008+01:002024-02-15T19:42:54.938+01:00Homilía Domingo 1º Cuaresma (B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><div id="HomiliaImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/2887.jpg" width="218" /></div><p style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: 14px;"><a class="vt-p" href="https://www.almudi.org/liturgia/calendario-liturgico#TC1BJPII"><strong><span style="font-size: 12px;"></span></strong></a></span></strong><br /></p><p style="text-align: center;">
<span style="font-size: medium;"><i><span style="font-family: arial;">(Gen 9,8-15) "Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes"<br />
</span><span style="font-family: arial;"><span>(1 Pe 3,18-22) "Como poseía el Espíritu fue devuelto a la vida"<br />
</span><span>(Mc 1,12-15) "Está cerca el reino de Dios"</span></span></i></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><i><span style="font-family: arial;"><span> </span></span></i><strong><span>Homilía a cargo de D. Justo Luis Rodríguez Sánchez</span></strong></span>
</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Con la
ceremonia de la imposición de la Ceniza, el Miércoles pasado, comenzaba
la Cuaresma, tiempo de preparación para la gran Solemnidad de la Pascua
del Señor, su paso de la muerte a la vida, anticipo del que esperamos
dar también nosotros. Un tiempo litúrgico fuerte que recuerda los
cuarenta años de peregrinación del pueblo de Dios por el desierto hacia
la Tierra Prometida; los cuarenta días de Moisés y Elías previos al
encuentro con Dios; los de Jonás para alcanzar la penitencia y el
perdón; y, sobre todo, los de Jesús antes del comienzo de su ministerio
público. Un tiempo, pues, de profunda renovación interior.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>La
Iglesia hace un llamamiento apremiante a cada uno de nosotros para que,
así como Jesús se entregó por espacio de cuarenta días a un ayuno
riguroso y rechazó las tentaciones del enemigo, de igual modo nosotros
ayunemos de toda palabra u obra que no sea grata a Dios, preparándonos
con sinceridad de corazón a las celebraciones pascuales, preludio de la
Pascua eterna que disfrutaremos un día.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>En
nuestra vida cristiana no debe extrañarnos la tendencia a la comodidad
egoísta. El Señor permite la tentación porque, al superarla con la ayuda
de su gracia, ella hace a la persona más madura, más comprensiva, más
realista, encaminándola así hacia la eternidad. “Dichoso el varón que
soporta la tentación porque, probado, recibirá la corona de la vida que
el Señor prometió a los que le aman” (Sant. 1, 12).</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Cuaresma.
Una oportunidad de oro para practicar por amor a Dios la oración, el
ayuno y la limosna. Oración para conocer y amar cada día más a
Jesucristo. Ayuno, no tanto del alimento cuanto de todo aquello que
sabemos que desagrada a Dios. Limosna que, por ser un ejercicio de la
virtud de la caridad, permite que nos acerquemos a la cumbre del vivir
cristiano, porque la plenitud de la Ley de Dios es el amor.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Cuaresma.
Una invitación a una profunda conversión que se traduzca en una piedad
más sincera y constante, no abandonando la meditación de la Palabra de
Dios, la Sta Misa y la Comunión con Él por motivos banales. Conversión
que se refleje en un trabajo hecho de la mejor manera que sepamos y
podamos, con ilusión por la obra bien hecha. Conversión que nos lleve a
afrontar con ánimo deportivo las contrariedades y roces propios de toda
convivencia, no volcando en los demás el vinagre del mal humor, del
resentimiento. Conversión que lleve a una guarda decidida de los
sentidos para proteger al corazón de la basura moral que, a veces,
impregna el ambienta que nos rodea. En pocas palabras: en un empeño
sostenido por apartar de nosotros pautas de comportamiento que desdicen
de la conducta de un buen cristiano.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Decidámonos
a acompañar estos días a Jesús contemplando su entereza al acercarse el
momento de su Pasión y Muerte, valiéndonos de ese piadoso y estimulante
ejercicio del Via Crucis, de la consideración de los Misterios de Dolor
del Sto Rosario, o de la lectura atenta de esas horas de dolor que nos
ofrecen los Evangelistas.</span></span></p><p><span style="font-size: medium;"><i><span style="font-family: arial;"><span> </span></span></i></span></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-22389121905104283582024-02-09T18:32:00.001+01:002024-02-09T18:32:13.671+01:00Meditación Domingo 6º t.o. (B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i><br /></p><div id="MeditacionImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/2765.jpg" width="226" /></div><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><em><span>La lepra del pecado</span></em></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><i><strong><span>«Y vino hacia él un
leproso que, rogándole de rodillas, le decía: Si quieres, puedes
limpiarme. Y compadecido, extendió la mano, le tocó y le dijo: Quiero,
queda limpio. Y al momento desapareció de él la lepra y quedó limpio. Le
conminó y enseguida lo despidió, diciéndole: Mira, no digas nada a
nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación
lo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio. Sin embargo, una
vez que se fue, comenzó a proclamar y a divulgar la noticia, hasta el
punto de que ya no podía entrar abiertamente en ciudad alguna, sino que
se quedaba fuera, en lugares apartados. Pero acudían a él de todas
partes»</span></strong><span> (Marcos 1,40-45).</span></i></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">I. La curación de un leproso que narra
el Evangelio de la Misa debió de conmover mucho a las gentes y fue
objeto frecuente de predicación en la catequesis de los Apóstoles. Así
nos lo hace ver el hecho de ser recogido con tanto detalle por tres
Evangelistas. De ellos, San Lucas precisa que el milagro se realizó en
una ciudad, y que la enfermedad se encontraba ya muy avanzada: estaba
todo cubierto de lepra, nos dice.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La lepra era considerada entonces como
una enfermedad incurable. Los miembros del leproso eran invadidos poco a
poco, y se producían deformaciones en la cara, en las manos, en los
pies, acompañadas de grandes padecimientos. Por temor al contagio, se
les apartaba de las ciudades y de los caminos. Como se lee en la Primera
lectura de la Misa, se les declaraba por este motivo legalmente
impuros, se les obligaba a llevar la cabeza descubierta y los vestidos
desgarrados, y habían de darse a conocer desde lejos cuando pasaban por
las cercanías de un lugar habitado. Las gentes huían de ellos, incluso
los familiares; y en muchos casos se interpretaba su enfermedad como un
castigo de Dios por sus pecados. Por estas circunstancias, extraña ver a
este leproso en una ciudad. Quizá ha oído hablar de Jesús y lleva
tiempo buscando la ocasión para acercarse a Él. Ahora, por fin, le ha
encontrado y, con tal de hablarle, incumple las tajantes prescripciones
de la antigua ley mosaica. Cristo es su esperanza, su única esperanza.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La escena debió de ser extraordinaria.
Se postró el leproso ante Jesús, y le dijo: Señor, si quieres puedes
limpiarme. Si quieres... Quizá se había preparado un discurso más largo,
con más explicaciones..., pero al final todo quedó reducido a esta
jaculatoria llena de sencillez, de confianza, de delicadeza: Si vis,
potes me mundare, si quieres, puedes... En estas pocas palabras se
resume una oración poderosa. Jesús se compadeció; y los tres
Evangelistas que relatan el suceso nos han dejado el gesto sorprendente
del Señor: extendió la mano y le tocó. Hasta ahora todos los hombres
habían huido de él con miedo y repugnancia, y Cristo, que podía haberle
curado a distancia -como en otras ocasiones-, no sólo no se separa de
él, sino que llegó a tocar su lepra. No es difícil imaginar la ternura
de Cristo y la gratitud del enfermo cuando vio el gesto del Señor y oyó
sus palabras: Quiero, queda limpio. El Señor siempre desea sanarnos de
nuestras flaquezas y de nuestros pecados. Y no tenemos necesidad de
esperar meses ni días para que pase cerca de nuestra ciudad, o junto a
nuestro pueblo... Al mismo Jesús de Nazaret que curó a este leproso le
encontramos todos los días en el Sagrario más cercano, en la intimidad
del alma en gracia, en el sacramento de la Penitencia. «Es Médico y cura
nuestro egoísmo, si dejamos que su gracia penetre hasta el fondo del
alma. Jesús nos ha advertido que la peor enfermedad es la hipocresía, el
orgullo que lleva a disimular los propios pecados. Con el Médico es
imprescindible una sinceridad absoluta, explicar enteramente la verdad y
decir: Domine, si vis, potes me mundare (Mt 8, 2), Señor, si quieres -y
Tú quieres siempre-, puedes curarme. Tú conoces mi flaqueza; siento
estos síntomas, padezco estas otras debilidades. Y le mostramos
sencillamente las llagas; y el pus, si hay pus»; todas las miserias de
nuestra vida.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Hoy debemos recordar que las mismas
flaquezas y debilidades pueden ser la ocasión para acercarnos más a
Cristo, como le ocurrió a este leproso. Desde aquel momento sería ya un
discípulo incondicional de su Señor. ¿Nos acercamos nosotros con estas
disposiciones de fe y de confianza a la Confesión? ¿Deseamos vivamente
la limpieza del alma? ¿Cuidamos con esmero la frecuencia con que hayamos
previsto recibir este sacramento?</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">II. Los Santos Padres vieron en la lepra
la imagen del pecado por su fealdad y repugnancia, por la separación de
los demás que ocasiona... Con todo, el pecado, aun el venial, es
incomparablemente peor que la lepra por su fealdad, por su repugnancia y
por sus trágicos efectos en esta vida y en la otra. «Si tuviésemos fe y
si viésemos un alma en estado de pecado mortal, nos moriríamos de
terror». Todos somos pecadores, aunque por la misericordia divina
estemos lejos del pecado mortal. Es una realidad que no debemos olvidar;
y Jesús es el único que puede curarnos; sólo Él.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El Señor viene a buscar a los enfermos, y
Él es quien únicamente puede calibrar y medir con toda su tremenda
realidad la ofensa del pecado. Por eso nos conmueve su acercamiento al
pecador. Él, que es la misma Santidad, no se presenta lleno de ira, sino
con gran delicadeza y respeto. «Así es el estilo de Jesús, que vino a
dar cumplimiento, no a destruir.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">»Al sanar, al curar de la lepra, el
Señor realiza grandes signos. Estos signos servían para manifestar la
potencia de Dios ante las enfermedades del alma: ante el pecado. La
misma reflexión se desarrolla en el Salmo responsorial, que proclama
precisamente la bienaventuranza del perdón de los pecados: Dichoso el
que ha sido absuelto de su culpa... (Sal 31, 1). Jesús sana de la
enfermedad física, pero al mismo tiempo libera del pecado. Se revela de
esta forma como el Mesías anunciado por los Profetas, que tomó sobre Sí
nuestras enfermedades y asumió nuestros pecados (cfr. Is 53, 312) para
liberarnos de toda enfermedad espiritual y material (...). Así, pues, un
tema central de la liturgia de hoy es la purificación del pecado, que
es como la lepra del alma».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Jesús nos dice que ha venido para eso:
para perdonar, para redimir, para librarnos de esa lepra del alma, del
pecado. Y proclama su perdón como signo de omnipotencia, como señal de
un poder que sólo Dios mismo puede ejercer. Cada Confesión es expresión
del poder y de la misericordia de Dios; los sacerdotes ejercitan este
poder no en virtud propia, sino en nombre de Cristo -in persona
Christi-, como instrumentos en manos del Señor. «Jesús nos identifica de
tal modo consigo en el ejercicio de los poderes que nos confirió -decía
Juan Pablo II a los sacerdotes-, que nuestra personalidad es como si
desapareciese delante de la suya, ya que Él es quien actúa por medio de
nosotros (...). Es el propio Jesús quien, en el sacramento de la
penitencia, pronuncia la palabra autorizada y paterna: Tus pecados te
son perdonados». Oímos a Cristo en la voz del sacerdote.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">En la Confesión nos acercamos, con
veneración y agradecimiento, al mismo Cristo; en el sacerdote debemos
ver a Jesús, el único que puede sanar nuestras enfermedades. «"¡Domine!"
-¡Señor!-, "si vis, potes me mundare" -si quieres, puedes curarme.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">»-¡Qué hermosa oración para que la digas
muchas veces con la fe del leprosito cuanto te acontezca lo que Dios y
tú y yo sabemos! ‑No tardarás en sentir la respuesta del Maestro: "volo,
mundare!" ‑quiero, ¡sé limpio!». Jesús nos trata con suprema delicadeza
y amor cuando más necesitados nos encontramos a causa de las faltas y
pecados.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">III. Hemos de aprender de este leproso:
con su sinceridad se pone delante del Señor, e hincándose de rodillas
reconoce su enfermedad y pide que le cure.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Le dijo el Señor al leproso: Quiero,
queda limpio. Y al momento desapareció de él la lepra y quedó limpio.
Nos imaginamos la inmensa alegría del que hasta ese momento era leproso.
Tanto fue su gozo que, a pesar de la advertencia del Señor, comenzó a
proclamar y divulgar por todas partes la noticia del bien inmenso que
había recibido. No se pudo contener con tanta dicha para él solo, y
siente la necesidad de hacer partícipes a todos de su buena suerte.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Ésta ha de ser nuestra actitud ante la
Confesión. Pues en ella también quedamos libres de nuestras
enfermedades, por grandes que pudieran ser. Y no sólo se limpia el
pecado; el alma adquiere una gracia nueva, una juventud nueva, una
renovación de la vida de Cristo en nosotros. Quedamos unidos al Señor de
una manera particular y distinta. Y de ese ser nuevo y de esa alegría
nueva que encontramos en cada Confesión hemos de hacer partícipes a
quienes más apreciamos, y a todos. No nos debe bastar el haber
encontrado al Médico, debemos hacer llegar la noticia, a través de
nuestro apostolado personal, a muchos que no saben que están enfermos o
que piensan que sus males son incurables. Llevar a muchos a la Confesión
es uno de los grandes encargos que Cristo nos hace en estos momentos en
que verdaderas multitudes se han alejado de aquello que más necesitan:
el perdón de sus pecados.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">En ocasiones, tendremos que comenzar por
una catequesis elemental, aconsejándoles quizá libros de fácil lectura y
explicándoles, con un lenguaje que entiendan, los puntos fundamentales
de la fe y de la moral. Les ayudaremos a ver que su tristeza y su vacío
interior provienen de la ausencia de Dios en sus vidas. Con mucha
comprensión les facilitaremos incluso el modo de hacer un examen de
conciencia profundo, y les animaremos a que acudan al sacerdote, quizá
el mismo con el que nosotros nos confesamos habitualmente, a que sean
sencillos y humildes y cuenten todo lo que les aleja del Señor, que les
está esperando. Nuestra oración, el ofrecer por ellos horas de trabajo y
alguna mortificación, el confesarnos nosotros mismos con la frecuencia
que tengamos prevista, atraerá de Dios nuevas gracias eficaces para esas
personas que deseamos se acerquen al sacramento, a Cristo mismo.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Aquel día fue inolvidable para el
leproso. Cada encuentro nuestro con Cristo es también inolvidable, y
nuestros amigos, a quienes hemos ayudado en su caminar hasta Dios, jamás
olvidarán la paz y la alegría de su encuentro con el Maestro. Y se
convertirán a su vez en apóstoles que propagan la Buena Nueva, la
alegría de confesarse bien. Nuestra Madre Santa María nos concederá, si
acudimos a Ella, el gozo y la urgencia de comunicarlos grandes bienes
que el Señor -Padre de las Misericordias- nos ha dejado en este
sacramento.</span></p><span style="font-size: medium;">
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal</span><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-48946407545095026092024-02-09T18:27:00.002+01:002024-02-09T18:27:26.701+01:00Homilía Domingo 6º t.o. (B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><p><br /></p><div id="HomiliaImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/2793.jpg" width="213" /></div><p style="text-align: justify;"> </p>
<p style="margin-left: 80px; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;"><i>(Lev 13,1-2.44-46) "Vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento"<br />
(1 Cor 10,31-11,1) "Hacedlo todo para la gloria de Dios"<br />
(Mc 1,40-45) "Si quieres, puedes limpiarme"</i></span></span></span></p>
<p style="margin-left: 80px; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;"> </span></span></span></p>
<p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;"><b><a name="6JPII"></a>Homilía con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II</b></span></span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Homilía en la Parroquia de Santa María de la Perseverancia (17-II-1985)</span></span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; margin-left: 80px; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;"><br /><b> </b></span></span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;"><span style="font-weight: bold;">--- Los leprosos en el Antiguo Testamento</span></span></span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">“Jesús
recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, predicando el
Evangelio del reino y curando en el pueblo toda enfermedad y toda
dolencia” (Mt 4,23).</span></span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Puede
decirse que el tema principal de la liturgia de hoy es la misión de
Jesucristo con los leprosos. Como acabamos de oír en la primera lectura
del libro del Levítico, los leprosos eran personas consideradas impuras
según la ley, intocables, y estaban obligadas a vivir al margen de la
sociedad. En cambio, Jesús les acoge, toca y cura. Depositaria del
mensaje traído por Jesús y continuadora de su misión salvífica, la
Iglesia no ha cesado jamás, a lo largo de los siglos, de prodigar
atenciones y cuidados a los enfermos, y en especial a los leprosos.</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">El
libro del Levítico contiene normas particulares sobre la lepra. Como se
ve en el texto se trata sobre todo de librar a los demás del peligro de
contaminación: “Tendrá su morada fuera del campamento” (Lev 13,46).</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Pero estas severas prohibiciones fueron superadas por Jesús de Nazaret.</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Tenemos
un ejemplo en el Evangelio de hoy (Mc 1,40-44): “Un leproso
suplicándole de rodillas: 'Si quieres puedes limpiarme'. Sintiendo
lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: 'Quiero: queda limpio...,
pero ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que
mandó Moisés'“. En este gesto de Jesús constantemente se supera la ley
de Israel y a la vez es fiel a ella: “Ve a presentarte al sacerdote”.
Así es el estilo de Jesús que vino a dar cumplimiento, no a destruir.</span></span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;"><span style="font-weight: bold;">--- Potencia de Dios ante el pecado</span></span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Al
sanar, al curar de la lepra, Jesús realizó “signos grandes”. Estos
signos grandes servían para manifestar la potencia de Dios ante las
enfermedades del alma: ante el pecado. La misma reflexión se desarrolla
en el Salmo responsorial que proclama precisamente la bienaventuranza
del perdón de los pecados. Así dice el Salmo: “Dichoso el que está
absuelto de su culpa,/ a quien le han sepultado su pecado./ Dichoso el
hombre a quien el Señor no le imputa el delito/ y en cuya alma no hay
mentira” (Salmo 31/32,1-2).</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Jesús
sana de la enfermedad física pero al mismo tiempo libera del pecado. Se
revela así el Mesías anunciado por los Profetas “que tomó sobre sí
nuestras enfermedades” y “asumió nuestros pecados” para liberarnos de
toda enfermedad espiritual y material (cfr. Is 53,3-12). En este sentido
es Él en la Iglesia el Liberador por excelencia. El que cifró en
rescatarnos toda la razón de su venida a la tierra.</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">No
ha de haber en el hombre ninguna mentira si se le han de borrar los
pecados. El perdón requiere arrepentimiento sincero y conversión
verdadera. Así lo indican las palabras que siguen en el responsorio:
“Había pecado, lo reconocí,/ no te encubrí mi delito:/ propuse:
confesaré al Señor mi culpa,/ y tú perdonaste mi culpa y mi pecado”.</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Esta
contrición y confesión sincera y plena de los pecados producen
purificación espiritual, y a éstas siguen gozo interior de la
conciencia: “Alegraos, justos con el Señor,/ aclamadlo los de corazón
sincero” (Sal 31/32,11).</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Así, pues, un tema central de la liturgia de hoy es la purificación del pecado, que es como la lepra del alma.</span></span></span></p>
<p style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;"><span style="font-weight: bold;">--- Sacramento de la Penitencia</span></span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">En
la Exhortación Apostólica sobre la reconciliación con Dios y sobre el
Sacramento de la Penitencia, se repite claramente que “para un cristiano
el Sacramento de la Penitencia es el camino ordinario para obtener el
perdón y la remisión de los pecados graves cometidos después del
Bautismo”. Se afirma igualmente que, en su acción salvífica, el Salvador
no está tan vinculado a un signo sacramental que no pueda otorgar la
salvación fuera y por encima de los sacramentos, “pero ha querido y
dispuesto que los humildes y preciosos sacramentos de la fe sean
ordinariamente los medios eficaces por los que pasa y actúa su fuerza
redentora. Sería pues insensato pretender recibir el perdón
prescindiendo del Sacramento instituido por Cristo precisamente para el
perdón”. (cfr. Reconciliatio et paenitentia, 31).</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">La
invitación a la reconciliación con Dios, a purificarnos del pecado, se
halla en la base del Evangelio del reino que predicaba Jesús de Nazaret.</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Imitando
a Cristo, dedicamos con Él toda nuestra vida a la gloria de Dios: toda,
hasta las acciones más sencillas, como prosigue San Pablo: “cuando
comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la
gloria de Dios” (1 Cor 10,31).</span></span></span></p>
<span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Madre
de la Perseverancia: Ella intercede incesantemente por nosotros para
que perseveremos en el bien, para que no nos dejemos “vencer por el mal”
(Rom 12,21). ¡Qué gran estímulo y cuánta esperanza es Ella para mí y
para la Iglesia! No cesa Ella de ser el mismo estímulo y esperanza para
vuestra comunidad, para cada uno y para todos</span></span></span><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-57927026086403182092024-02-02T18:59:00.001+01:002024-02-02T18:59:20.316+01:00Meditación Domingo 5º t.o. (B)<p><i> (Cfr. www.almudi.org)</i></p><p><i> </i><br /></p><div id="PanelTextosVentrian"><div id="MeditacionImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/2758.jpg" width="235" /></div><div class="textoMeditacion"><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><em>Difundir la verdad</em></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><i><strong><span>“En aquel tiempo, al salir
Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se
acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se
puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos
los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta.
Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y
como los demonios lo conocían no les permitía hablar.<br /> </span></strong><strong>Se
levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: -Todo el
mundo te busca.<br /> </strong><strong>Él les respondió: -Vámonos a otra parte, a, las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido.<br /> </strong><strong>Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios</strong>” (Marcos 1,29-39).</i></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">I. Como en tantas ocasiones, Jesús se
levantó de madrugada y se retiró fuera de la ciudad, para orar. Allí le
encontraron los Apóstoles, y le dijeron: Todo el mundo te busca. Y el
Señor les respondió: Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para
predicar también allí; que para eso he venido.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La misión de Cristo es la de
evangelizar, llevar la Buena Nueva hasta el último rincón de la tierra, a
través de los Apóstoles y de los cristianos de todos los tiempos. Ésta
es la misión de la Iglesia, que cumple así el mandato del Señor: Id y
predicad a todas las gentes..., enseñándoles a cumplir todo cuanto os he
mandado. Los Hechos de los Apóstoles narran muchos pormenores de
aquella primera evangelización; el mismo día de Pentecostés, San Pedro
predica la divinidad de Jesucristo, su Muerte redentora y su
Resurrección gloriosa. San Pablo, citando al Profeta Isaías, exclama con
entusiasmo: ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Nueva!.
Y la Segunda lectura de la Misa nos habla de la responsabilidad de este
anuncio gozoso de la verdad que salva: Porque si yo evangelizo, no es
para mí motivo de gloria, porque es un deber que me incumbe. ¡Ay de mí
si no evangelizara!.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Con estas mismas palabras de San Pablo,
la Iglesia ha recordado con frecuencia a los fieles la llamada que el
Señor les hace para llevar la doctrina de Cristo a todas partes,
aprovechando cualquier ocasión.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">San Juan Crisóstomo salía al paso de las
posibles disculpas ante esta gratísima obligación: «Nada hay más frío
que un cristiano que no se preocupe por la salvación de los demás (...).
No digas: no puedo ayudarles, pues si eres cristiano de verdad es
imposible que no lo puedas hacer. Las propiedades de las cosas naturales
no se pueden negar: lo mismo sucede con esto que afirmamos, pues está
en la naturaleza del cristiano obrar de esta forma (...). Es más fácil
que el sol no luzca ni caliente que deje de dar luz un cristiano; más
fácil que esto sería que la luz fuese tinieblas. No digas que es una
cosa imposible; lo imposible es lo contrario (...). Si ordenamos bien
nuestra conducta, todo lo demás seguirá como consecuencia natural. No
puede ocultarse la luz de los cristianos, no puede ocultarse una lámpara
que brilla tanto». Preguntémonos si en nuestro ambiente, en el lugar
donde vivimos y donde trabajamos, somos verdaderos transmisores de la
fe, si acercamos a nuestros amigos a una mayor frecuencia de
sacramentos. Examinemos si nos urge el apostolado como exigencia de
nuestra vocación, si sentimos la misma responsabilidad de aquellos
primeros, pues la necesidad no es hoy menor..., es un deber que me
incumbe. ¡Ay de mí si no evangelizara!</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">II. El apostolado y el proselitismo que
atraen a la fe o a una mayor entrega a Dios nacen del convencimiento de
poseer la Verdad y el Amor, la verdad salvadora, el único amor que colma
las ansias del corazón, siempre insatisfecho. Cuando se pierde esta
certeza no se encuentra sentido a la difusión de la fe. Entonces,
incluso en ambientes cristianos, se llega a pensar que no se puede
influir para que los no cristianos --por ejemplo, ante las leyes en
favor del divorcio y del aborto- apoyen una ley recta, según el querer
divino. También pierde sentido el llevar la doctrina de Cristo a otras
regiones donde todavía no ha llegado o no está hondamente arraigada la
fe; en todo caso, la misión apostólica se convierte en una mera acción
social en favor de la promoción de esos pueblos, olvidando el tesoro más
rico que podrían darles: la fe en Jesucristo, la vida de la gracia...
Son cristianos en los que la fe se ha debilitado y han olvidado, quizá,
que la verdad es una, que hace más humanos a los hombres y a los
pueblos, y abre el camino del Cielo.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Es importante que la fe lleve a
plantearse acciones sociales, pero «el mundo no puede contentarse
simplemente con reformadores sociales. Tiene necesidad de santos. La
santidad no es un privilegio de pocos; es un don ofrecido a todos...
Dudar de esto significa no acabar de entender las intenciones de
Cristo», omitir la esencia de su mensaje.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La fe es la verdad, e ilumina nuestra
razón, la preserva de errores, y sana las heridas y la facilidad que nos
dejó el pecado original para desviarnos del camino. De aquí proviene la
seguridad del cristiano, no sólo en lo que se refiere estrictamente a
la fe, sino a todas aquellas cuestiones que están conexas con ella: el
origen del mundo y de la vida, la dignidad intocable de la persona
humana, la importancia de la familia... La fe es luz que ilumina el
caminar del hombre. Esto nos lleva -enseña Pablo VI- a tener «una
actitud dogmática, sí, que quiere decir que está fundada no en ciencia
propia, sino en la Palabra de Dios (...). Actitud que no nos
ensoberbece, como poseedores afortunados y exclusivos de la verdad, sino
que nos hace fuertes y valientes para defenderla, amorosos para
difundirla. Nos lo recuerda San Agustín: sine superbia de veritate
praesumite, sin soberbia estad orgullosos de la verdad».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Es un inmenso don haber recibido la fe
verdadera, pero a la vez una gran responsabilidad. La vibración
apostólica del cristiano que es consciente del tesoro recibido no es
fanatismo: es amor a la verdad, manifestación de fe viva, coherencia
entre el pensamiento y la vida. Proselitismo, en el sentido noble y
verdadero de la palabra, no es de ninguna manera atraer a las almas con
engaños o violencia, sino el esfuerzo apostólico por dar a conocer a
Cristo y su llamada a todo hombre, querer que las almas conozcan la
riqueza que Dios ha revelado y se salven, que reciban la vocación a una
entrega plena a Dios, si ésta es la voluntad divina. Este proselitismo
es una de las tareas más nobles que el Señor nos ha encomendado.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">III. En este empeño por difundir la fe,
siempre con respeto y aprecio por las personas, no cabe transmitir
medias verdades por temor a que la plenitud de la verdad y las
exigencias de una auténtica vida cristiana puedan chocar con el
pensamiento de moda y con el aburguesamiento de muchos. La verdad no
tiene términos medios, y el amor sacrificado no admite rebajas ni puede
ser objeto de compromisos. Condición de todo apostolado es la fidelidad a
la doctrina, aunque ésta se presente difícil de cumplir en algunos
casos, e incluso exija un comportamiento heroico, o al menos lleno de
fortaleza. No se pueden omitir temas como la generosidad al poner los
medios para tener una familia numerosa, exigencias de la justicia
social, entrega plena a Dios cuando Él llama a seguirle... No se puede
pretender agradar a todos disminuyendo, según conveniencias humanas, las
exigencias del Evangelio: Hablamos -escribía San Pablo a los
tesalonicenses-, no como quien busca agradar a los hombres, sino sólo a
Dios. No es buen camino pretender hacer fácil el Evangelio, silenciando o
rebajando los misterios que se han de creer y las normas de conducta
que han de vivirse. Nadie ha predicado ni predicará el Evangelio con
mayor credibilidad, energía y atractivo que Jesucristo, y hubo quienes
no le siguieron fielmente. Tampoco podemos olvidar que, hoy como
siempre, predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos,
locura para los gentiles, pero poder de Dios para los llamados, ya
judíos, ya griegos. Sin embargo, nos debemos esforzar siempre en
adaptarnos a la capacidad y circunstancias de quien pretendemos llevar
hasta el Señor, como Él nos enseña a lo largo del Evangelio, que hizo
asequible a todos.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La fidelidad a Cristo nos lleva a
transmitir fiel y eficazmente lo que hemos recibido. Ahora, igual que en
tiempos de los primeros cristianos, cuando comenzaba la primera
evangelización de Europa y del mundo, debemos anunciar a nuestros amigos
y conocidos, a los colegas... la Buena Nueva de la misericordia divina,
la alegría de seguir muy de cerca a Cristo en medio de nuestros
quehaceres. Y ese anuncio comporta la necesidad de cambiar de vida, de
hacer penitencia, de renunciar a sí mismos, de estar desprendidos de los
bienes materiales, de ser castos, de buscar con humildad el perdón
divino, de corresponder a lo que Él quiere de cada uno de nosotros desde
la eternidad.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El afán de que muchos sigan a Cristo
debe empujarnos a vivir mejor la caridad con todos, a poner más medios
para acercarlos antes al Señor, que los espera: ¡la caridad de Cristo
nos urge!. Éste fue el motor de la incansable actividad apostólica de
San Pablo, y será también lo que nos impulse a nosotros; el amor al
Señor nos llevará a sentir la urgencia apostólica y a no desaprovechar
ninguna ocasión que se nos presente. Es más, en muchas circunstancias
seremos nosotros quienes provocaremos esas oportunidades, que de otra
forma nunca tendrían lugar.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Todo el mundo te busca... El mundo tiene
hambre y sed de Dios. Por eso, junto a la caridad, la esperanza.
Nuestros amigos y conocidos, incluso los más alejados, también tienen
necesidad y deseos de Dios, aunque muchas veces no los manifiesten. Y,
sobre todo, el Señor los busca a ellos.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Pidamos a la Santísima Virgen el afán apostólico y proselitista que tuvieron los Apóstoles y los primeros cristianos.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.</span></p></div>
</div><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-87389931256124684142024-02-02T18:54:00.001+01:002024-02-02T18:54:55.138+01:00Homilía Domingo 5º t.o.(B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.com">www.almudi.com</a>)</i></p><p><br />
</p><p style="margin-left: 80px; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: Arial;"><i>(Job 7,1-4.6-7) "Recuerda que mi vida es un soplo"<br />
(1 Cor 9,16-19.22-23) “¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!”<br />
(Mc 1,29-39) "Todo el mundo te busca"</i></span></span></p>
<p style="margin-left: 80px; text-align: justify;"> </p><p style="text-align: center;"><i> </i><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/2792.jpg" width="237" /></p><p><i> </i></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><i> </i><span><span style="font-family: Arial;"><span style="font-weight: bold;">Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica</span></span></span></span>
</p><p style="font-style: italic; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">"Nuestos corazones sanan; nuestras heridas se curan: ha llegado a nosotros el Reino de Dios"</span></span></span></p>
<p style="margin-left: 80px; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Jb 7,1-4.6-7: "Mis días se consumen sin esperanza"<br />
Sal 146,1-2.3-4.5-6: "Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados"<br />
1 Co 9,16-19.22-23: "¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio!"<br />
Lc 1,29-39: "Curó a muchos enfermos de diversos males"</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Elifaz
le había dicho a Job que cada hombre tiene asignada una tarea; y éste
reconoce que la suya está llena de sufrimiento y miseria. A pesar de lo
cual, parece apelar al amor que Dios le tiene.</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Jesús
entra en casa de Pedro y Andrés en compañía de los discípulos
habituales en estos casos. Ante ellos tienen lugar importantes
autorrevelaciones, es una manera de subrayarlas precisamente delante de
estos testigos.</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">La
oración de Jesús suele estar vinculada a momentos importantes que
tienen que ver con su mesianidad: momentos de aplauso público y
reconocimiento masivo; instantes de compromiso radical con su entrega y
pasión, etc. Las palabras "todo el mundo te busca" pueden aludir al
primer motivo. Ha creado con sus milagros tales expectativas mesiánicas
que la gente no para hasta encontrarlo.</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Ocupado
en miles de cosas, agobiado por miles de preocupaciones, el hombre de
hoy acaba por estar desinteresado de casi todo. Cuanto más hace el
hombre, menos se para a pensar en el sentido de la vida. Pero cuando
encontramos a alguien que, además de vivir, se da cuenta de que vive,
estamos ante una persona.</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">—
"Jesús acompaña sus palabras con «milagros, prodigios y signos» (Hch
2,22) que manifiestan que el Reino está presente en Él. Ellos atestiguan
que Jesús es el Mesías" (547).</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">—
"El Hijo de Dios hecho hombre aprendió a orar conforme a su corazón de
hombre. Y lo hizo de su madre que conservaba todas las «maravillas» del
Omnipotente y las meditaba en su corazón. Lo aprende en las palabras y
en los ritmos de la oración de su pueblo, en la sinagoga de Nazaret y en
el Templo. Pero su oración brota de una fuente secreta distinta, como
lo deja presentir a la edad de los doce años: «Yo debía estar en las
cosas de mi Padre» (Lc 2,49). Aquí comienza a revelarse la novedad de la
oración en la plenitud de los tiempos: la oración filial, que el Padre
esperaba de sus hijos va a ser vivida por fin por el propio Hijo único
en su Humanidad, con y para los hombres" (2599; cf. 2601).</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">—
"Cuando Jesús ora, ya nos enseña a orar. El camino teologal de nuestra
oración es su oración a su Padre. Pero el Evangelio nos entrega una
enseñanza explícita de Jesús sobre la oración. Como un pedagogo, nos
toma donde estamos y, progresivamente, nos conduce al Padre.
Dirigiéndose a las multitudes que le siguen, Jesús comienza con lo que
ellas ya saben de la oración por la Antigua Alianza y las prepara para
la novedad del Reino que está viniendo. Después les revela en parábolas
esta novedad. Por último, a sus discípulos que deberán ser los pedagogos
de la oración en su Iglesia, les hablará abiertamente del Padre y del
Espíritu Santo" (2607).</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">—
"La oración de fe no consiste solamente en decir «Señor, Señor», sino
en disponer el corazón para hacer la voluntad del Padre (Mt 7,21). Jesús
invita a sus discípulos a llevar a la oración esta voluntad de cooperar
con el plan divino" (2616).</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">—
"Jesús ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como
cabeza nuestra; a Él dirige nuestra oración como a Dios nuestro.
Reconozcamos, por tanto, en Él nuestras voces; y la voz de Él, en
nosotros" (San Agustín, Sal 85, 1) (2616).</span></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Cuando
cura a los enfermos, se manifiesta la fuerza libertadora de Jesús;
cuando ora, enseña a los hombres el camino de la liberación. </span></span></span></p>
<p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><a href="https://www.almudi.org/liturgia/calendario-liturgico#"><span><span style="font-family: Arial;"><br /></span></span></a></span></p><p><span style="font-size: medium;"><i> </i></span></p><p><i> </i><br /></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-74375282124716497752024-02-02T18:48:00.004+01:002024-02-02T18:48:52.111+01:00Un navegador espiritual<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p>
<div class="pull-left item-image" style="text-align: center;"> <img alt="" itemprop="image" src="https://www.almudi.org/images/images/conexión.jpg" /> </div>
<div class="articleBody" itemprop="articleBody">
</div>
<p style="text-align: center;"><em>Durante los últimos treinta años el Catecismo de la Iglesia
Católica ha sido en instrumento inspirador de los fieles para reconocer
la identidad cristiana. Este Catecismo es el navegador actual para los
caminos de la fe sin perderse en las encrucijadas de unos tiempos
líquidos</em></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><strong>La identidad de la fe vivida </strong></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Desde las enseñanzas de los apóstoles
recogidas en el Símbolo apostólico, que proclamamos los domingos hasta
este Catecismo, -o en otras palabras desde el primer concilio de
Jerusalén hasta el Vaticano II- , el Evangelio ha iluminado la fe y se
ha hecho cultura en el espacio y en el tiempo. Hoy creemos lo mismo que
los primeros cristianos y nos sabemos llamados a la santidad de vida
para que Jesucristo esté presente en todas las nobles actividades
humanas. </span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Durante los años de preparación y
redacción del actual Catecismo se consultó a expertos de todo el mundo,
tanto de la teología como de la pastoral. En el magisterio del Catecismo
está presente el dinamismo entre novedad y continuidad que proclamaba
el Vaticano II, al afirmar que bajo la superficie de lo cambiante hay
muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo,
quien existe ayer, hoy y siempre.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Además del Catecismo, Benedicto XVI
quiso que se publicara el Compendio, un resumen breve y completo, con
preguntas y respuestas, y un buen índice sistemático y analítico. Una
joya que todos deberíamos conocer, tenerlo en la biblioteca y consultar
con los medios electrónicos. Sigue siendo muy útil para consultar sobre
algunos puntos de la fe, de los sacramentos y de la vida moral de los
cristianos.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Con estos instrumentos de la fe los
obispos pueden enseñar la doctrina genuina de Jesucristo, los teólogos
pueden investigar, los catequistas pueden mover a la fe, y las familias
pueden transmitir la fe cristiana.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><strong>La unidad de la fe</strong></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La estructura del Catecismo muestra la
unidad de la fe en sus principales facetas como compartida, celebrada,
vivida y orante, todo bien armonizado. Se reconoce la unidad del
pensamiento sobre el hombre en el mundo, para superar la fragmentación
del saber, que desorienta a muchos científicos y aún más a la gente
común. Por ello es como un remedio para el agnosticismo, esa enfermedad
del pensamiento moderno, que lo mantiene en la desconfianza de nuestra
capacidad para hallar la verdad y vivir conforme a sus exigencias.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">No es una elaboración de los hombres
para los hombres sino la verdad revelada de Dios sobre Sí mismo, sobre
Jesucristo y la historia como Salvación, la presencia ominosa del mal,
sobre el hombre, la libertad responsable y constructiva, el amor como
sentido de la vida y de la muerte, y un largo etcétera. Unas certezas
que superan los desconciertos de los hombres.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Esta fe objetiva revelada y la respuesta
personal como virtud recibida y correspondida, enseña verdades bien
determinadas contenidas en el Credo; mediante los sacramentos ofrece la
gracia eficazmente vivir por Cristo, con Él y en Él; y solicita nuestra
libertad reforzándola para cumplir fielmente los mandamientos de Dios
que se Jesucristo ha resumido en el amor a Dios y el amor al prójimo. </span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><strong>Servicio a la fe y a la cultura</strong></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">En el tiempo desconcertado de la
posverdad hay que agradecer al Catecismo que ofrezca asideros firmes
para que los católicos sepamos orientar la vida, el trabajo y nuestra
misión en la sociedad. No es sólo una defensa de las verdades de la fe
hacia dentro sino una ayuda a la cultura actual que ha perdido en varios
aspectos el lenguaje común para poder dialogar con las otras personas y
culturas. En efecto, el Catecismo utiliza el lenguaje natural que llama
a las cosas sencillamente por su nombre: Dios, naturaleza humana, alma,
ley natural, felicidad, matrimonio, bien común, virtud, fidelidad,
oración, etcétera.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Responde de este modo a los
interrogantes de todas las personas, incluso las que todavía no conocen a
Jesucristo. Por ejemplo: ¿Dios es todopoderoso también contra el mal?;
¿dónde está el origen del hombre?, ¿qué hay más allá de la muerte?, ¿es
posible la resurrección?, ¿para qué sirve la Iglesia?, ¿la democracia
admite el relativismo?, ¿el matrimonio puede ser para siempre?, ¿el
embrión es un ser humano?, o también ¿escucha Dios nuestras peticiones? Y
tantas otras.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Por todo ello, este aniversario es una
buena ocasión para comprobar si tenemos en casa el Catecismo y el
Compendio, o si lo consultamos, a fin de tener mayor claridad sobre Dios
y sus misterios, sobre la persona humana y su misión en el mundo
actual, y sobre la rectitud moral con una conciencia bien formada.</span></p>
<span style="font-size: medium;"><strong>Jesús Ortiz López en <a href="https://www.religionenlibertad.com">religionenlibertad.com</a></strong></span><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-84378863471255992872024-01-12T20:21:00.007+01:002024-01-12T20:21:53.549+01:00Motivos que ayudan a cultivar la lectura<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i><br /></p><br /><div class="pull-left item-image" style="text-align: center;"> <img alt="" itemprop="image" src="https://www.almudi.org/images/padres_lectores.jpg" /> </div>
<div class="articleBody" itemprop="articleBody">
</div>
<p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><em>La facilidad para publicar en formatos diversos, materiales o
digitales, lleva a que el número de publicaciones disponibles sea muy
alto. Esa abundancia exige, más que nunca, que el lector tenga
criterios, para leer o no, ese material</em></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La lectura, durante siglos, ha sido
fuente importante de acceso a la cultura, a conocer la vida de otras
personas, costumbres de otros lugares, etc. Es una forma de entablar lo
equivalente a una conversación con personas de épocas anteriores que
transmiten ideas, recuerdos, testimonios, estilos de vida, etc. De los
motivos que impulsan a leer, comentamos algunos, sin pretender ser
exhaustivos. Cuando las comunicaciones eran complejas y solo una parte
de la población viajaba fuera de sus lugares de residencia, la lectura
facilitaba acceder a lo que otros veían y relataban. Muchos lugares no
existen actualmente y han fallecido personas que vivieron hace siglos.
La continuidad de una civilización se logra, entre otros medios, leyendo
lo que escribieron. Eso facilita conocer culturas y épocas anteriores.
Esos textos reflejanestilos de vida, modos de pensar, etc.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><strong><em>Efectos de un mundo más globalizado</em></strong></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Otras veces son contemporáneos nuestros
que viven en otros lugares del planeta, a los que no conocemos, pero
podemos saber lo que piensan, lo que conocen de primera mano, etc. Con
los medios de comunicación actual, audiovisual, la información puede ser
más rápida y diferente; pero no sustituye a textos escritos que pueden
ofrecer una visión más serena, e ideas difíciles de transmitir en cauces
que ofrece velocidad pero no facilitan la profundidad. Leer a otras
personas alimenta nuestro modo de pensar y de sentir; facilita conocer
enfoques que quizá no se nos hubieran ocurrido sin esas lecturas.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><strong><em>Conocer biografías más elaboradas</em></strong></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El valor de las biografías ha recuperado
el espacio que les corresponde, con un estilo más depurado, que no caen
en enfoques hagiográficos o difamatorios, o a referir solo la vida de
un tipo de personas: reyes, santos, héroes, etc. Es cierto que para que
interese al público debe tener algún factor relevante. Ahora es más
fácil acceder a fuentes de información como los archivos; pueden estar
lejos físicamente pero accesibles por la tecnología, lo que facilita que
el autor pueda tener más información. Hace falta el rigor intelectual
de poner los medios para disponer de información contrastada; si a eso
se añade una cierta calidad de redacción, esas biografías pueden ayudar a
conocer una época o la vida de personas que fueron relevantes en un
campo específico de la historia.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><strong><em>La necesidad de tener criterio para leer</em></strong></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La facilidad para publicar en formatos
diversos, materiales o digitales, lleva a que el número de publicaciones
disponibles sea muy alto. Esa abundancia exige, más que nunca, que el
lector tenga criterios, para leer o no, ese material. Cuando las
bibliotecas eran escasas y reducidas y el número potencial de lectores
menor, las posibilidades se reducían al escaso material al que se tenía
acceso. Ahora el reto es discernir lo que vale la pena leer. La
información no siempre aporta sabiduría y no faltan casos en los que la
falta de rigor intelectual confunde al lector. Según el tipo de
lecturas, la profesionalidad de autor y el uso de fuentes valiosas serán
esenciales para el interés del texto.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El dominio de otros idiomas es creciente
y eso aumenta las posibilidades de lecturas. El lector debiera saber
cómo elegir y disponer de fuentes fiables antes de comprar o regalar un
libro. La publicidad no es un indicador de calidad. Depende mucho de los
campos de lectura; no es lo mismo un artículo científico que un libro
para un niño de Primaria. Libros que nos gustaron en la infancia, ahora
pueden resultar indiferentes. Los libros clásicos han pasado por la
criba del tiempo y de millones de lectores. ¿Qué es un clásico? Afirma <strong>Italo Calvino </strong>que
son clásicos los libros que nunca terminan de decir lo que tienen que
decir, es decir que en cada lectura aporta algo valioso al lector.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><strong><em>¿Es legítimo modificar libros con adaptaciones diversas?</em></strong></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Un factor reciente es modificar los
libros para adecuarlos a la sensibilidad actual o a corrientes
ideológicas. Hay dos rasgos que destacan; uno es modificar el contenido
para hacerlos lo que coloquialmente se llama políticamente correcto.
Otras veces se busca adaptar a lectores más jóvenes, o con menos
capacidad lectora, los grandes clásicos. En el primer caso, es justo
mantener una edición que lleve la indicación clara de que es la versión
original. Las adaptaciones a veces se hacen de acuerdo a los derechos de
autor, que pueden estar en poder de los herederos. Otro motivo, adaptar
clásicos para un público juvenil o con poca cultura, tiene cierta
similitud a tratar de adaptar cuadros de <strong>Goya</strong>, <strong>Caravaggio</strong>, etc., lo que no parece deseable.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Es preferible saber que cada libro tiene
su momento para ser leído; hacer leer a niños obras que se no tienen
capacidad para asimilar es un error; quizá nunca lea la versión
original, pero si fomentamos lecturas idóneas y atractivas para su edad o
nivel cultural, es probable que un día disfrute con libros que ahora es
capaz de leer. Es importante leer, pero más lo es acertar en lo que se
lee; así se evita perder tiempo o gusto por la lectura.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><strong>José Manuel Mañú Noain en </strong><a href="https://educaendigital.com"><strong><em>educaendigital.com</em></strong></a></span></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-30815245751611022292024-01-12T18:59:00.003+01:002024-01-12T18:59:49.115+01:00Mediación Domingo 2º t.o. (B)<p> <i>(Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><div id="PanelTextosVentrian"><div id="MeditacionImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/2735.jpg" width="222" /></div><div class="textoMeditacion"><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><em>Pureza y vida cristiana</em></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><i><strong><span>«Al día siguiente estaba
allí de nuevo Juan y dos de sus discípulos y; fijándose en Jesús que
pasaba, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Los dos discípulos, al oírle
hablar así siguieron a Jesús. Se volvió Jesús y viendo que le seguían,
les preguntó: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que significa
Maestro), ¿dónde vives? Les respondió: Venid y veréis. Fueron y vieron
dónde vivía, y permanecieron aquel día con él. Era alrededor de la hora
décima.<br /> </span></strong><strong>Andrés, el hermano de Simón Pedro,
era uno de los dos que habían oído a Juan y siguieron a Jesús. Encontró
primero a su hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías (que
significa el Cristo). Y lo llevó a Jesús. Mirándolo Jesús le dijo: Tú
eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que significa
Piedra)»</strong> (Juan 1,35-42)</i></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">I. Pasadas las fiestas de Navidad, en
las que hemos considerado principalmente los misterios de la vida oculta
del Señor, vamos a contemplar en este tiempo, de la mano de la
liturgia, los años de su vida pública. Desde el comienzo de su misión
vemos a Jesús buscando a sus discípulos y llamándolos a su servicio,
como hizo Yahvé en épocas anteriores, según nos muestra la Primera
lectura de la Misa, en la que se nos narra la vocación de Samuel. El
Evangelio nos señala cómo el Señor se hace encontradizo con aquellos
tres primeros discípulos, que serían más tarde fundamento de su Iglesia:
Pedro, Juan y Santiago.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Seguir a Cristo, entonces y ahora,
significa entregar el corazón, lo más íntimo y profundo de nuestro ser, y
nuestra misma vida. Se entiende bien que para seguir al Señor sea
necesario guardar la santa pureza y purificar el corazón. Nos lo dice
San Pablo en la Segunda lectura: Huid de la fornicación... ¿O no sabéis
que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y
habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? Habéis sido comprados
mediante un gran precio. Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro
cuerpo. Nadie como la Iglesia ha enseñado jamás la dignidad del cuerpo.
«La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios
en el cuerpo humano».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La castidad, fuera o dentro del
matrimonio, según el estado y la peculiar vocación recibida, es
absolutamente necesaria para seguir a Cristo y exige, junto a la gracia
de Dios, la lucha y el esfuerzo personal. Las heridas del pecado
original (en la inteligencia, en la voluntad, en las pasiones y afectos)
no desaparecieron con él cuando fuimos bautizados; por el contrario,
introduce un principio de desorden en la naturaleza: el alma, en formas
muy diversas, tiende a rebelarse contra Dios, y el cuerpo contra la
sujeción al alma, los pecados personales remueven el mal fondo que dejó
el pecado de origen y abren las heridas que causó en el alma.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La santa pureza, parte de la virtud de
la templanza, nos inclina prontamente y con alegría a moderar el uso de
la facultad generativa, según la luz de la razón ayudada por la fe. Lo
contrario es la lujuria, que destruye la dignidad del hombre, debilita
la voluntad hacia el bien y entorpece el entendimiento para conocer y
amar a Dios, y también para las cosas humanas rectas. Frecuentemente, la
impureza lleva consigo una fuerte carga de egoísmo, y sitúa a la
persona en posiciones cercanas a la violencia y a la crueldad; si no se
le pone remedio, hace perder el sentido de lo divino y trascendente,
pues un corazón impuro no ve a Cristo que pasa y llama; queda ciego para
lo que realmente importa.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Los actos de renuncia («no mirar», «no
hacer», «no desear», «no imaginar»), aunque sean imprescindibles, no lo
son todo en la castidad; la esencia de la castidad es el amor: es
delicadeza y ternura con Dios, y respeto hacia las personas, a quienes
se ve como hijos de Dios. La impureza destruye el amor, también el
humano, mientras que la castidad «mantiene la juventud del amor en
cualquier estado de vida».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La pureza es requisito indispensable
para amar. Aunque no es la primera ni la más importante de las virtudes,
ni la vida cristiana se puede reducir a ella, sin embargo, sin castidad
no hay caridad, y es ésta la primera virtud y la que da su perfección y
el fundamento a todas las demás.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Los primeros cristianos, a quienes San
Pablo dice que han de glorificar a Dios en su cuerpo, estaban rodeados
de un clima de corrupción, y muchos de ellos provenían de ese ambiente.
No os engañéis -les decía el Apóstol-. Ni los impuros, ni los idólatras,
ni los adúlteros... heredarán el reino de Dios. Y eso fuisteis alguno
de vosotros... A éstos les señala San Pablo que han de vivir con esmero
esta virtud poco valorada, incluso despreciada en aquellos momentos y en
aquella cultura. Cada uno de ellos ha de ser un ejemplo vivo de la fe
en Cristo que llevan en el corazón y de la riqueza espiritual de la que
son portadores. Lo mismo nosotros.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">II. Debemos tener la convicción firme de
que la santa pureza se puede vivir siempre, aunque sea muy fuerte la
presión contraria, si se ponen los medios que nos da Dios para vencer y
se evitan las ocasiones de peligro.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Para vivirla, es indispensable tener una
buena formación, tratando esta materia con finura y sentido
sobrenatural, pero con claridad y sin ambigüedades, en la dirección
espiritual, para completar o rectificar de este modo las ideas poco
exactas que se puedan tener. A veces, problemas mal calificados de
escrúpulos están motivados porque no se terminó de hablar a fondo de
ellos, y se resuelven cuando se refieren con claridad los hechos
objetivos en la dirección espiritual y en la Confesión.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El cristiano que de verdad quiere seguir
a Cristo ha de unir la pureza de alma a la pureza del cuerpo: tener
ordenados los afectos, de tal manera que Dios ocupe en todo momento el
centro del alma. Por eso, la lucha por vivir esta virtud y por crecer en
ella se ha de extender también al campo de los afectos, a la «guarda
del corazón», y a todas aquellas materias que indirectamente puedan
facilitarla o dificultarla: mortificación de la vista, de la comodidad,
de la imaginación, de los recuerdos.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Para luchar con eficacia en adquirir y
perfeccionar esta virtud debemos, en primer lugar, estar hondamente
convencidos de su valor, de su absoluta necesidad, y de los incontables
frutos que produce en la vida interior y en el apostolado. Esta gracia
es necesario pedírsela al Señor, porque no todos lo entienden. Otra
condición que fundamenta la eficacia de esta lucha es la humildad :
tiene auténtica conciencia de su propia debilidad quien se aparta
decididamente de las ocasiones peligrosas; quien reconoce con contrición
y sinceridad sus descuidos concretos; quien pide la ayuda necesaria;
quien reconoce con agradecimiento el valor de su cuerpo y de su alma.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Quizá, según épocas o circunstancias,
una persona deberá luchar con más intensidad en un campo, y a veces en
otro bien diverso: la sensibilidad que, sin mortificación, podría estar
más viva por no haberse evitado causas voluntarias más o menos remotas;
lecturas que, aunque no sean claramente impuras, pueden dejar en el alma
un clima de sensualidad; falta de cuidado en la guarda de la vista...</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Otros campos relacionados con esta
virtud de la santa pureza, y que es preciso cuidar y guardar, son: los
sentidos internos (imaginación, memoria), que, aunque no se detuvieran
directamente en pensamientos contra el noveno mandamiento, son con
frecuencia ocasiones de tentaciones, y supone muy poca generosidad con
el Señor no evitarlos; la guarda del corazón, que está hecho para amar, y
al que debemos darle un amor limpio según la propia vocación, y en el
que siempre debe estar Dios ocupando el primer lugar. No podemos ir con
el corazón en la mano, como ofreciendo una mercancía. Relacionadas con
la guarda del corazón están la vanidad, la tendencia a llamar la
atención, a ser el centro; el afán desmedido de encontrar siempre
respuestas afectivas por parte de los demás; las preferencias y
predilecciones menos ordenadas...</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">III. Para seguir a Cristo con un corazón
limpio y para ser apóstol en medio de las circunstancias que a cada uno
le han tocado vivir es necesario ejercer una serie de virtudes humanas y
otras sobrenaturales, apoyados en la gracia, que nunca nos faltará si
ponemos lo que está de nuestra parte y la pedimos con humildad.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Entre las virtudes humanas que ayudan a
vivir la santa pureza está la laboriosidad, el trabajo constante,
intenso. Muchas veces los problemas de pureza son de ocio o de pereza.
También son necesarias la valentía y la fortaleza para huir de la
tentación, sin caer en la ingenuidad de pensar que aquello no hace daño,
sin falsos pretextos de edad o de experiencia. La sinceridad plena,
contando toda la verdad con claridad, estando prevenidos contra el
«demonio mudo», que tiende a engañarnos, quitando entidad al pecado o a
la tentación, o agrandándolo para hacernos caer en la tentación de la
«vergüenza de hablar». La sinceridad es completamente necesaria para
vencer, pues sin ella el alma se queda sin una ayuda imprescindible.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Ningún medio sería suficiente si no
acudiéramos al trato con el Señor en la oración y en la Sagrada
Eucaristía. Allí encontramos siempre la ayuda necesaria, las fuerzas que
hacen firme la propia flaqueza, el amor que llena el corazón, siempre
insatisfecho con todo lo de este mundo porque fue creado para lo eterno.
En el sacramento de la Penitencia purificamos nuestra conciencia,
recibimos gracias específicas del sacramento para vencer en aquello,
quizá pequeño, en lo que fuimos vencidos, y también la fortaleza que da
siempre una verdadera dirección espiritual.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Si queremos entender el amor a
Jesucristo, como lo entendieron los Apóstoles, los primeros cristianos y
los santos de todos los tiempos, es necesario vivir esta virtud de la
santa pureza; si no, nos pegamos a la tierra y no entendemos nada.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Acudimos a Santa María, Mater Pulchrae
Dilectionis, Madre del Amor Hermoso, porque Ella crea en el alma del
cristiano la delicadeza y la ternura filial donde puede crecer esta
virtud. Y nos concederá la recia virtud de la pureza si acudimos con
amor y confianza.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.</span></p></div>
</div><p><span style="font-size: medium;"><i> </i></span></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-7609834348804905092024-01-12T18:51:00.005+01:002024-01-12T18:52:28.872+01:00Homilía 2º Domingo t.o. (B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><p><i> </i></p><div id="HomiliaImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/2772.jpg" width="228" /></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial;"><b><a href="https://www.almudi.org/liturgia/calendario-liturgico#2JPII"><span style="font-size: small;"></span></a></b></span><br /></p>
<p style="margin-left: 80px; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;"><i>(1Sm 3,3b-10.197) "Habla, Señor, que tu siervo te escucha"<br />
(1Cor 6,13c-15a.17-20) "Vuestros cuerpos son miembros de Cristo"<br />
(Jn 1,35-42) "Vieron dónde vivía y se quedaron con él"</i></span></span></span></p>
<p style="margin-left: 80px; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span></p>
<p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;"><b><a name="2JPII"></a>Homilía con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II</b></span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 12pt; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Homilía en la parroquia romana de Santa Mª Liberadora (14-I-1979)</span></span></span></p>
<p style="margin-left: 80px; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;"><br /></span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="font-weight: bold; line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">--- La vocación de los Apóstoles</span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Hemos
escuchado la palabra de Dios en la liturgia de hoy, que nos habla con
el lenguaje del libro de Samuel, de la Carta de San Pablo a los
Corintios y del Evangelio de San Juan. A pesar que estos lenguajes que
hemos oído sean muy diversos, la Palabra de Dios en este domingo nos
habla de un tema: “la vocación”, la “llamada”. Esto se acentúa en la
descripción contenida en el libro de Samuel: Dios llama por su nombre a
un joven; lo llama con voz perceptible, pronunciando su nombre. Samuel
oye la voz y despierta tres veces del sueño, y por tres veces no logra
comprender de quién es la voz que lo llama por su nombre. Sólo la cuarta
vez, aleccionado por Helí, da una respuesta oportuna: “Habla Yavé, que
tu siervo escucha” (1 Sam 3,9).</span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Este
pasaje del libro de Samuel nos permite comprender más a fondo la
vocación de los primeros Apóstoles: de Andrés y de Pedro, llamados por
Jesucristo. También ellos aceptan la llamada, siguen a Jesús; primero
Andrés que anuncia a su hermano: “Hemos hallado al Mesías”; luego, a su
vez, Simón, a quien Jesús, en este primer encuentro, predice su nuevo
nombre: “Cefas” (“que quiere decir Pedro”, Jn 1,42).</span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="font-weight: bold; line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">--- La vida humana como vocación</span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Cuando
seguimos después el pensamiento que expone San Pablo en su Carta a los
Corintios, nuestro tema parece abrirse a una dimensión ulterior. El
Apóstol escribe a los destinatarios de su Carta: “¿O no sabéis que
vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y
habéis recibido de Dios, y que, por tanto, no os pertenecéis? Habéis
sido comprados a gran precio” (1 Cor 6,19-20).</span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Dios
que llama al hombre a su servicio y le asigna una tarea, tiene sobre él
el derecho fundamental, porque es Creador y Redentor de cada uno de
nosotros. Si nos llama, si nos invita a seguir un determinado camino, lo
hace para que no desvirtuemos su obra, para que respondamos con nuestra
misma vida al don que recibimos de Él, para que vivamos de manera digna
del hombre que es “templo de Dios”, para que seamos capaces de cumplir
el deber particular que quiere confiarnos.</span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="font-weight: bold; line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">--- La parroquia, lugar de la llamada divina</span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">La parroquia, que es –según afirma el Concilio Vaticano II- “como la célula” de la diócesis (cf. <i>Apostolicam actuositatem</i>,
10), es precisamente el ambiente en el que el cristiano debe sentir la
llamada que le dirige Dios, acogerla y realizarla: y en esto le ayudan
ciertamente la fe y la vida de fe de toda la vida parroquial. Vida de fe
que comienza en la familia, inserta dinámicamente en la parroquia, y
que se desarrolla desde el bautismo hasta el encuentro con Cristo en la
muerte, siguiendo el principio de estrecha colaboración entre familia y
parroquia, que cooperan conjuntamente a la formación del cristiano
consciente y maduro.</span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">He
aquí, pues, la necesidad insuprimible de la catequesis parroquial, que
integra y completa la enseñanza de la religión impartida en la escuela, y
vincula los conocimientos religiosos con la vida sacramental.</span></span></span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Arial;">Exactamente
en este contexto, cada uno de los feligreses –especialmente si son
jóvenes- deben hacerse, con plena conciencia, la pregunta fundamental de
su propia existencia cristiana: “¿A qué me llama Dios?” Podrá ser la
llamada a una determinada profesión puesta al servicio de los otros y de
la sociedad, como médico, maestro, abogado, profesional, obrero…; o la
vocación a la vida familiar, mediante el sacramento del matrimonio; o,
para algunos, la llamada al servicio exclusivo de Dios, como –nos lo
recuerda la liturgia de hoy- sucedió a Samuel, Andrés, Simón. Pero toda
la vida del hombre cristiano, fruto del amor infinito de Dios Padre, es
una “vocación”, que abraza las diversas etapas de la existencia y da
sentido a las diversas situaciones, incluso al sufrimiento, a la
enfermedad, a la vejez. Siempre y en todas las circunstancias, el
cristiano debe saber repetir, con fe y convicción, las palabras del
joven Samuel: “Habla, Yavé, que tu siervo escucha” (1 Sam 3,9)</span></span></span></div><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-27705133510798895652023-12-31T17:20:00.002+01:002023-12-31T17:20:14.945+01:00LIBRO DE LA SEMANA (29 Dic): La sangre del padre<p><i> (Cfr. <a href="http://www.todostuslibros.com">www.todostuslibros.com</a>)</i></p><p><i> </i></p><div class="container d-none d-sm-block">
<div class="row justify-content-center">
<ul class="breadcrumb"><li><br /></li></ul></div></div><div class="container-fluid"><div class="container book detail" id="info">
<div class="row align-items-start">
<div class="col-12 col-sm-12 col-md-12 col-lg-3 book-top-left">
<div class="book-image" style="text-align: center;">
<img alt="La sangre del padre" class="portada" height="485.06" itemprop="image" src="https://static.cegal.es/imagenes/marcadas/9788408/978840828018.gif" title="La sangre del padre" width="315" />
</div>
</div>
<div class="col-12 col-sm-12 col-md-12 col-lg-6 book-top-center">
<div class="card-custom">
<div class="row">
<div class="col-7 col-sm-12 d-none d-lg-block">
<h1 class="title"><br /></h1>
<h2 class="subtitle"> Finalista Premio Planeta 2023</h2>
<h2 class="author d-none d-md-block">
<div class="author--item"><a class="author" href="https://www.todostuslibros.com/autor/goizueta-alfonso">Goizueta, Alfonso</a></div>
</h2>
<div class="ratings">
<div class="rating">
</div></div></div></div></div></div></div></div></div>
<div class="row"><div class="col-7 col-sm-12 d-none d-lg-block"><div class="ratings"><br />
</div>
</div>
</div>
<div class="row d-none d-lg-block">
<div class="col-sm-12 col-md-12 d-none d-sm-block">
<div class="synopsis-short">
La sangre del padre, Finalista del
Premio Planeta 2023, es una novela épica y colosal sobre el hombre que
quiso salvar a los pueblos de la tiranía en aras de la libertad.
Conquist...
</div></div></div>
<div aria-label="social" class="d-flex justify-content-start filasocial" role="group">
</div><div class="col-12 col-sm-12 col-md-12 col-lg-6 book-top-center"><div class="row d-flex justify-content-center justify-content-md-start share"><div aria-label="social" class="d-flex justify-content-start filasocial" role="group">
</div>
</div>
</div>
<div class="col-12 col-sm-12 col-md-12 col-lg-3 book-top-right">
<div class="cosasticky">
<div class="row align-items-center">
<div class="col filaprecios d-flex justify-content-between align-items-center">
<div class="d-flex justify-content-between align-items-baseline">
<div class="total-book-price">
<strong class="">22,90€</strong>
</div>
</div>
<div>
</div>
</div>
<div class="book-top-right__top d-flex justify-content-end">
<a class="d-none d-md-block add-bookshelves-link" href="https://www.todostuslibros.com/login?_next=https://www.todostuslibros.com/libros/la-sangre-del-padre_978-84-08-28018-7" title="Añadir a estantería">
<i class="far fa-heart anadir"></i>
</a>
</div>
</div>
<div class="row buttons my-2">
<div class="col-12">
<form action="https://www.todostuslibros.com/b2c_add_to_cart" id="addToCart" method="POST">
</form></div></div></div></div><div class="col-12 mb-2">
<div class="availability-bookshops-pickup" data-allowres="1" data-isbn="978-84-08-28018-7"></div>
</div><div id="app"><main class="main" style="margin-top: 92.7333px;"><div class="container-fluid"><div class="container book detail" id="info"><div class="row align-items-start"><div class="col-12 col-sm-12 col-md-12 col-lg-3 book-top-right"><div class="cosasticky"><div class="row buttons my-2"><div class="col-12">
</div>
</div>
<div class="row">
<div class="col">
<div class="bookstores">
<div class="availability-bookshops" data-allowres="1" data-isbn="978-84-08-28018-7"><a>Ver disponibilidad</a></div>
<span class="availability availability-high">
Disponibilidad alta
</span>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</main></div>
<div class="container-fluid content-block countable resumen_ficha_tecnica" id="info_all">
<div class="container">
<div class="row">
<div class="col-md-8 ficha_tecnica__left">
<div id="synopsis">
<h2 class="page-title left"> Información </h2>
<h3> Descripción </h3>
<div class="synopsis" id="module">
<div aria-expanded="false" class="collapse show" id="collapseSynopsis" style="margin-bottom: 1rem;"><p><b><i>La sangre del padre</i></b><b>,
Finalista del Premio Planeta 2023, es una novela épica y colosal sobre
el hombre que quiso salvar a los pueblos de la tiranía en aras de la
libertad.</b></p>
<p><b>Conquistó el imperio más poderoso del mundo, <br /> pero la guerra más violenta la libró contra sí mismo.</b></p>
<p>Tras el asesinato de su padre, Alejandro asciende al trono de
Macedonia. Acaba de heredar no solo el título, sino también el deber de
salir victorioso en la misión que le reclama su pueblo: arrebatar a los
persas las tierras que una vez fueron griegas y devolverles la <b>libertad</b>.<br />Sin embargo, no puede detenerse ahí; la <b>sangre de reyes</b>, de héroes, de dioses que corre por sus venas lo obliga a llevar a cabo una empresa mucho más ambiciosa. Quiere <b>conquistar Babilonia</b>,
Persépolis y todas las ciudades en su camino hacia el este, hasta
vencer al último rey aqueménida, el temible Darío, y acabar con el
Imperio persa para siempre.<br />Sabe que es su destino. Solo él puede lograrlo, solo él puede conquistar el mundo; solo él es <b>Alejandro Magno.</b></p></div>
</div></div></div></div></div></div><div id="synopsis"><div class="synopsis" id="module">
</div>
</div>
<div id="author">
<div class="row">
<div class="col-md-12 mb-4" id="moduleBio">
<h3>Sobre el autor: </h3></div></div></div>
<div aria-expanded="false" class="collapse show" id="collapseBio" style="margin-bottom: 1rem;">
Alfonso Goizueta nació en Madrid en 1999. Es
doctor en Relaciones Internacionales por el King’s College London y
licenciado en Historia y Relaciones Internacionales por la misma
universidad.Apasionado del mundo antiguo, encuentra en lo clásico la
inspiración para un tipo de novela histórica que busca ahondar en la
psique de los personajes y encontrar así a los seres humanos que hay
detrás de las biografías.Es cofundador y coanfitrión del pódcast de
Spotify La Torre del Faro.
IG: @alfonsogoizueta
</div>
<div class="col-md-8 ficha_tecnica__left"><div id="author"><div class="row"><div class="col-md-12 mb-4" id="moduleBio">
</div>
</div>
</div>
</div>
<div class="col-md-4" id="fichaTecnica">
<h3 class="mb-4"> Ficha Técnica </h3>
<div aria-expanded="false" class="collapse" id="collapseFic" style="margin-bottom: 1rem;">
<dl><dt>ISBN:</dt><dd> 978-84-08-28018-7</dd><dt>EAN:</dt><dd>9788408280187</dd><dt>Editorial:</dt><dd><a href="https://www.todostuslibros.com/editorial/editorial-planeta">Editorial Planeta</a></dd><dt>Autor/a:</dt><dd> Goizueta, Alfonso</dd><dt>Colección:</dt><dd>
Autores Españoles e Iberoamericanos </dd><dt>Formato:</dt><dd> Cartoné</dd><dt>País de publicación :</dt><dd>España</dd><dt>Idioma de publicación :</dt><dd>Castellano</dd><dt>Idioma original :</dt><dd>Castellano</dd><dt>Dimensiones:</dt><dd> 230
x 150
mm.</dd><dt>Peso:</dt><dd>822 gramos</dd><dt>Nº páginas:</dt><dd>608</dd><dt>Fecha publicación :</dt><dd>08-11-2023</dd></dl>
<dl class="materias"><dt> Materias:</dt><dd>
<a href="https://www.todostuslibros.com/materia/ficcion-historica_FV">Ficción histórica</a>
|
<a href="https://www.todostuslibros.com/materia/aventura-historica_FJH">Aventura histórica</a>
|
<a href="https://www.todostuslibros.com/materia/ficcion-moderna-y-contemporanea_FA">Ficción moderna y contemporanea</a>
|
<a href="https://www.todostuslibros.com/materia/aventura_FJ">Aventura</a>
</dd></dl>
</div></div><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-56543339813805018712023-12-31T17:14:00.001+01:002023-12-31T17:14:33.229+01:00PELICULA DE LA SEMANA (29 Dic): A fuego lento<p><i> (Cfr. <a href="http://www.filmaffinity.com">www.filmaffinity.com</a>)</i></p><p><i> </i></p><div style="text-align: center;"><a class="lightbox" data-movie-id="854686" data-t="<p style=font-size:9px;font-family:arial;color:#666666;>El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras.</p>" href="https://pics.filmaffinity.com/la_passion_de_dodin_bouffant-642933134-large.jpg" style="display: block;" title="A fuego lento "><img alt="A fuego lento " height="320" itemprop="image" src="https://pics.filmaffinity.com/la_passion_de_dodin_bouffant-642933134-mmed.jpg" width="235" /> <span class="see-trailer" title="Ver trailer"></span>
</a></div>
<div class="z-movie"><div id="right-column">
<div id="rat-container">
<div id="rat-avg-count" itemprop="aggregateRating" itemscope="" itemtype="http://schema.org/AggregateRating">
<div id="movie-rat-image"><span id="stars"><img alt="Votación" src="https://filmaffinity.com/images/ratings/7.png" /></span></div><br /><div class="body">
</div>
</div></div></div></div><div id="right-column">
</div>
<div id="left-column">
<dl class="movie-info"><dt>Título original</dt><dd>
La passion de Dodin Bouffant<span class="show-akas ui-corner-all">aka <i class="fa-solid fa-caret-down"></i></span> </dd><dt>Año</dt><dd itemprop="datePublished">2023</dd><dt>Duración</dt><dd itemprop="duration">135 min.</dd><dt>País</dt><dd><span id="country-img"><img alt="Francia" class="nflag" src="https://www.filmaffinity.com/imgs/countries2/FR.png" /></span> Francia</dd><dt>Dirección</dt><dd class="directors">
<div class="credits"><span class="nb" itemprop="director" itemscope="" itemtype="http://schema.org/Person"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=424893727" itemprop="url" title="Tran Anh Hung"><span itemprop="name">Tran Anh Hung</span></a></span></div> </dd><dt>Guion</dt><dd><div class="credits"><span class="nb"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=424893727" title="Tran Anh Hung">Tran Anh Hung</a>. </span><i> Novela:</i> <span class="nb"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=320821260" title="Marcel Rouff">Marcel Rouff</a></span></div></dd><dt>Reparto</dt><dd class="card-cast-debug">
<div class="cast-wrapper" style="display: block;">
</div><br /></dd></dl></div><dl class="movie-info"><dt>Fotografía</dt><dd><div class="credits"><span class="nb"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=725600408" title="Jonathan Ricquebourg">Jonathan Ricquebourg</a></span></div></dd><dt>Compañías</dt><dd class="card-producer">
<div class="credits"><span class="nb"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=704801560" title="Curiosa Films">Curiosa Films</a>,</span> <span class="nb"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=985857318" title="Umedia">Umedia</a>,</span> <span class="nb"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=225977044" title="Gaumont">Gaumont</a>,</span> <span class="nb"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=617846444" title="France 2 Cinema">France 2 Cinema</a>,</span> <span class="nb"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=318727964" title="Canal+">Canal+</a>. </span><i> Distribuidora:</i> <span class="nb"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=225977044" title="Gaumont">Gaumont</a></span></div> </dd><dt>Género</dt><dd class="card-genres">
<span itemprop="genre"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/moviegenre.php?genre=RO&attr=rat_count&nodoc">Romance</a></span>. <span itemprop="genre"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/moviegenre.php?genre=DR&attr=rat_count&nodoc">Drama</a></span> | <a href="https://www.filmaffinity.com/es/movietopic.php?topic=424086&attr=rat_count&nodoc">Drama romántico</a>. <a href="https://www.filmaffinity.com/es/movietopic.php?topic=661842&attr=rat_count&nodoc">Siglo XIX</a>. <a href="https://www.filmaffinity.com/es/movietopic.php?topic=310372&attr=rat_count&nodoc">Cocina</a> </dd><dt>Sinopsis</dt><dd class="" itemprop="description">Ambientada en el mundo de la
gastronomía francesa en 1885. La relación entre Eugenie, cocinera de
prestigio, y Dodin, el gastrónomo para el que trabaja desde hace 20
años. Cada vez más enamorados el uno del otro, su vínculo se convierte
en un romance y da lugar a deliciosos platos que impresionan incluso a
los chefs más ilustres del mundo. (FILMAFFINITY)</dd></dl>
<dl class="margin-top movie-info"><dt>Posición en rankings FA</dt><dd class="no-padding" id="movie-rankings-pos">
<ul><li><strong>66</strong> <a href="https://www.filmaffinity.com/es/ranking.php?rn=ranking_2023_topmovies">Ranking de películas de 2023</a></li></ul>
</dd></dl>
<dl class="margin-top movie-info"><dt>Premios</dt><dd class="award">
<div class="margin-bottom"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/awards.php?award_id=cannes&year=2023">2023</a>: Festival de Cannes: Mejor dirección</div>
<div class="margin-bottom">
<a href="https://www.filmaffinity.com/es/awards.php?award_id=critics_choice_awards&year=2023">2023</a>: Critics Choice Awards: Nominada a Mejor película en habla no inglesa</div>
<div class="margin-bottom"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/award-edition.php?edition-id=sevilla_2023">2023</a>: Festival de Sevilla. 1 nominación</div>
<div class="margin-bottom"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/award-edition.php?edition-id=satellite_2023">2023</a>: Premios Satellite Awards. 1 nominación</div>
<div class="margin-bottom"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/award-edition.php?edition-id=gotham_2023">2023</a>: Premios Gotham. 1 nominación</div>
<div class="margin-bottom"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/award-edition.php?edition-id=bsfc_2023">2023</a>: Asociación de Críticos de Boston (BSFC). 1 nominación</div>
<div>
<em><a href="https://www.filmaffinity.com/es/movie-awards.php?movie-id=854686">Mostrar todos <i class="fa-light fa-chevron-right strip-down"></i></a></em>
</div>
</dd></dl>
<dl class="margin-top movie-info"><dt>Críticas</dt><dd>
<ul id="pro-reviews"><li>
<div class="pro-review" itemprop="review" itemscope="" itemtype="http://schema.org/Review">
<a href="https://elpais.com/cultura/2023-12-20/a-fuego-lento-un-festin-de-amor-y-gastronomia-con-juliette-binoche-a-los-fogones.html" target="_BLANK" title="Leer crítica completa">
<div itemprop="reviewBody">"Fabuloso festín (...) la
película cumple su papel de manjar, que, guiado por los sonidos y
movimientos de una historia de amor y recetas, consigue literalmente que
la boca del espectador se haga agua" <i class="fa-light fa-arrow-up-right-from-square"></i></div>
</a>
<div class="pro-crit-med" itemprop="author"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=569228956" title="Elsa Fernández-Santos">Elsa Fernández-Santos</a>: <a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=727681755" title="Diario El País">Diario El País</a> <i alt="tendencia de la crítica: positiva" class="fas fa-circle pos" title="tendencia de la crítica: positiva"></i></div>
</div>
</li><li>
<div class="pro-review" itemprop="review" itemscope="" itemtype="http://schema.org/Review">
<a href="https://www.elmundo.es/cultura/cine/2023/12/21/658488bae4d4d89d2e8b456e.html" target="_BLANK" title="Leer crítica completa">
<div itemprop="reviewBody">"Tran Anh Hung convierte
la pantalla en un auténtico banquete cinematográfico (...) recupera el
pulso, las maneras y un gusto exquisito a la hora de rodar lo que ocurre
delante. Simplemente. (...) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)" <i class="fa-light fa-arrow-up-right-from-square"></i></div>
</a>
<div class="pro-crit-med" itemprop="author"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=788102507" title="Luis Martínez">Luis Martínez</a>: <a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=133667826" title="Diario El Mundo">Diario El Mundo</a> <i alt="tendencia de la crítica: positiva" class="fas fa-circle pos" title="tendencia de la crítica: positiva"></i></div>
</div>
</li><li>
<div class="pro-review" itemprop="review" itemscope="" itemtype="http://schema.org/Review">
<a href="https://www.abc.es/play/cine/criticas/critica-fuego-lento-secretos-gran-cocina-gran-20231221162235-nt.html" target="_BLANK" title="Leer crítica completa">
<div itemprop="reviewBody">"Las elecciones de luz,
encuadre y 'tempo' son realmente exquisitas, pero la mejor elección
(...) ha sido su pareja protagonista (...) película hermosa, y triste, y
alegre, muy recomendable para todo tipo de ojos (...) Puntuación: ★★★
(sobre 5)" <i class="fa-light fa-arrow-up-right-from-square"></i></div>
</a>
<div class="pro-crit-med" itemprop="author"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=241392252" title="Oti Rodríguez Marchante">Oti Rodríguez Marchante</a>: <a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=450049432" title="Diario ABC">Diario ABC</a> <i alt="tendencia de la crítica: positiva" class="fas fa-circle pos" title="tendencia de la crítica: positiva"></i></div>
</div>
</li><li>
<div class="pro-review" itemprop="review" itemscope="" itemtype="http://schema.org/Review">
<a href="https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20230524/banquete-servido-juliette-binoche-cannes-87832968" target="_BLANK" title="Leer crítica completa">
<div itemprop="reviewBody">"La maestría de Tran a la
hora de transmitir lo sensorial a través de imágenes y sonidos no solo
permite que al ver la película, literalmente, se nos haga la boca agua;
también llena de sobrecogedora elocuencia su retrato de un amor" <i class="fa-light fa-arrow-up-right-from-square"></i></div>
</a>
<div class="pro-crit-med" itemprop="author"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=828175627" title="Nando Salvá">Nando Salvá</a>: <a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=760656020" title="Diario El Periódico">Diario El Periódico</a> <i alt="tendencia de la crítica: positiva" class="fas fa-circle pos" title="tendencia de la crítica: positiva"></i></div>
</div>
</li><li>
<div class="pro-review" itemprop="review" itemscope="" itemtype="http://schema.org/Review">
<a href="https://www.larazon.es/cultura/critica-fuego-lento-exquisito-menu-degustacion_202312226585b30df03b8e00014845fb.html" target="_BLANK" title="Leer crítica completa">
<div itemprop="reviewBody">"Un exquisito menú
degustación (...) sobran las palabras en la majestuosa secuencia de
apertura (...) Lo más hermoso (...) es que hace fascinante lo que es,
simplemente, un trabajo. Es la vida trabajando (...) Puntuación: ★★★★
(sobre 5)" <i class="fa-light fa-arrow-up-right-from-square"></i></div>
</a>
<div class="pro-crit-med" itemprop="author"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=753706584" title="Sergi Sánchez">Sergi Sánchez</a>: <a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=294175420" title="Diario La Razón">Diario La Razón</a> <i alt="tendencia de la crítica: positiva" class="fas fa-circle pos" title="tendencia de la crítica: positiva"></i></div>
</div>
</li><li>
<div class="pro-review" itemprop="review" itemscope="" itemtype="http://schema.org/Review">
<a href="https://www.epe.es/es/cultura/20231220/criticas-cine-semana-samsara-fuego-96050811" target="_BLANK" title="Leer crítica completa">
<div itemprop="reviewBody">"Película (...) en la que
el placer gastronómico y las marismas del deseo amoroso se conjugan en
absoluta armonía. No es un filme culinario más (...) Anh Hung narra con
enorme tacto y precisión la peculiar relación (...) Puntuación: ★★★★
(sobre 5)" <i class="fa-light fa-arrow-up-right-from-square"></i></div>
</a>
<div class="pro-crit-med" itemprop="author"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=972076447" title="Quim Casas">Quim Casas</a>: <a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=229280509" title="El Periódico de España">El Periódico de España</a> <i alt="tendencia de la crítica: positiva" class="fas fa-circle pos" title="tendencia de la crítica: positiva"></i></div>
</div>
</li><li>
<div class="pro-review" itemprop="review" itemscope="" itemtype="http://schema.org/Review">
<a href="https://www.lavanguardia.com/cultura/20231222/9467466/a-fuego-lento-estrenos-cine-semana.html" target="_BLANK" title="Leer crítica completa">
<div itemprop="reviewBody">"Una gran película. (...)
Magimel y Juliette Binoche están enormes (...) quizás no hayamos visto
nunca una película capaz de expresar la lágrima que un mero bocado puede
llegar a provocarnos. Exquisita. (...) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)" <i class="fa-light fa-arrow-up-right-from-square"></i></div>
</a>
<div class="pro-crit-med" itemprop="author"><a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=621714483" title="Philipp Engel">Philipp Engel</a>: <a href="https://www.filmaffinity.com/es/name.php?name-id=357441623" title="Diario La Vanguardia">Diario La Vanguardia</a></div></div></li></ul></dd></dl><p><i> </i><br /></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-61332587760171455762023-12-31T17:09:00.001+01:002023-12-31T17:09:39.783+01:00San José y la espera de la Navidad. Homilía inédoa de Benedicto XVI<p><i>(Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><br /><div class="pull-left item-image" style="text-align: center;"> <img alt="" height="177" itemprop="image" src="https://www.almudi.org/images/images/benedicto-xvi-iv-domingo-de-adviento-en-2005-01.jpg" width="320" /> </div>
<div class="articleBody" itemprop="articleBody">
</div>
<p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><em>El dominical alemán <strong>Welt am Sonntag</strong>, del diario <strong>Die Welt</strong>, ha publicado hoy una homilía del Papa emérito, pronunciada en la Capilla del Monasterio <strong>Mater Ecclesiae </strong>tras su renuncia. </em></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span>Queridos
amigos, junto a María, Madre del Señor, y a san Juan Bautista, la
liturgia nos presenta hoy una tercera figura, en la que el Adviento es
casi una persona, una figura que incorpora el Adviento: san José.
Meditando el texto del Evangelio podemos ver, me parece, tres elementos
constitutivos de esta visión.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El primer y decisivo es que a San José
se le llama “justo”. Para el Antiguo Testamento, esta es la máxima
caracterización de alguien que verdaderamente vive según la palabra de
Dios, que vive la alianza con Dios.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Para entenderlo bien debemos pensar en la diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El acto fundamental de un cristiano es
el encuentro con Jesús, en Jesús con la palabra de Dios, que es Persona.
Al encontrarnos con Jesús hallamos la verdad, el amor de Dios y así la
relación de amistad se convierte en amor, nuestra comunión con Dios
crece, somos verdaderamente creyentes y nos hacemos en santos.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El acto fundamental en el Antiguo
Testamento es diferente, porque Cristo todavía era futuro y por tanto a
lo sumo era ir al encuentro de Cristo, pero aún no era un verdadero
encuentro como tal. La palabra de Dios en el Antiguo Testamento tiene
esencialmente la forma de ley: “Torá”. Dios guía, ese es el significado,
Dios nos muestra el camino. Es un camino de educación que forma al
hombre según Dios y lo hace capaz de encontrar a Cristo. En este sentido
esa justicia, ese vivir según la ley es un camino hacia Cristo, un
extenderse hacia Él; pero el acto fundamental es la observancia de la
Torá, de la ley, y así ser “justo”. San José es justo, un ejemplo aún
del Antiguo Testamento.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Pero aquí hay un peligro y al mismo tiempo una promesa, una puerta abierta.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El peligro aparece en las discusiones de
Jesús con los fariseos y sobre todo en las cartas de san Pablo. El
peligro es que si la palabra de Dios es sustancialmente ley, debe ser
considerada como una suma de prescripciones y prohibiciones, un conjunto
de reglas, y la actitud, por tanto, debe ser la de observar las reglas y
ser así correctos. Pero si la religión es así, es sólo eso, no nace la
relación personal con Dios, y el hombre permanece dentro de sí mismo,
buscando perfeccionarse, ser perfecto. Pero así nace una amargura, como
vemos en el segundo hijo de la parábola del hijo pródigo, quien,
habiéndolo observado todo, al final se siente amargado y hasta un poco
envidioso de su hermano que, según él, ha tenido vida en abundancia.
Éste es el peligro: el solo hecho de observar la ley se vuelve
impersonal; el solo hecho de hacerla, vuelve al hombre duro y hasta
amargo. Al final no puede amar a ese Dios, que sólo se presenta con
reglas y a veces incluso con amenazas. Ése es el peligro.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La promesa, en cambio, es: también
podemos ver estas prescripciones, no sólo como un código, un conjunto de
reglas, sino como expresión de la voluntad de Dios, en la que Dios
habla conmigo, yo hablo con Él. Al entrar en esa ley, entro en diálogo
con Dios, conozco el rostro de Dios, empiezo a ver a Dios y así estoy en
camino hacia la palabra de Dios en persona, hacia Cristo. Y un
verdadero justo como San José es así: para él la ley no es simplemente
la observancia de reglas, sino que se presenta como una palabra de amor,
una invitación al diálogo, y la vida según la palabra es entrar en ese
diálogo y ver detrás de las normas y en las normas el amor de Dios,
entendiendo que todas esas normas no son válidas en sí mismas, sino que
son reglas de amor, sirven para que el amor crezca en mí. Así se
entiende que al final toda la ley es sólo amor a Dios y al prójimo.
Habiendo encontrado esto, se observa toda la ley. Si uno vive en ese
diálogo con Dios, un diálogo de amor en el que busca el rostro de Dios,
en el que busca el amor y deja claro que todo está dictado por el amor,
está en camino hacia Cristo, es verdaderamente justo. San José es un
verdadero justo, por eso en él el Antiguo Testamento se hace Nuevo,
porque en las palabras busca a Dios, a la persona, busca su amor, y toda
observancia es vida en el amor.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Lo vemos en el ejemplo que nos ofrece
este Evangelio. San José, desposado con María, descubre que Ella está
esperando un hijo. Podemos imaginar su decepción: conocía a esta chica y
la profundidad de su relación con Dios, su belleza interior, la
extraordinaria pureza de su corazón; vio brillar en esta joven el amor
de Dios y el amor de Su palabra, de Su verdad y ahora se encuentra
seriamente decepcionado. ¿Qué hacer? Aquí el derecho ofrece dos
posibilidades, en las que aparecen los dos caminos, el peligroso, fatal,
y el de la promesa. Puede demandar ante los tribunales y así exponer a
María a la vergüenza, destruirla como persona. Puede hacerlo de forma
privada con una carta de separación. Y San José, verdadero justo, aunque
sufrió mucho, toma la decisión de seguir este camino, que es un camino
de amor en la justicia, de justicia en el amor, y San Mateo nos dice que
luchó consigo mismo, dentro de sí con la palabra. En esta lucha, en
este camino por comprender la verdadera voluntad de Dios, encontró la
unidad entre el amor y la norma, entre la justicia y el amor, y así, en
su camino hacia Jesús, está abierto a la aparición del ángel, abierto al
hecho de que Dios le comunica que es obra del Espíritu Santo.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">San Hilario de Poitier, en el siglo IV,
una vez, tratando del temor de Dios, dijo al final: “Todo nuestro temor
está puesto en el amor”, es sólo un aspecto, un matiz del amor. Entonces
podemos decir aquí para nosotros: toda la ley está puesta en el amor,
es una expresión del amor y debe cumplirse entrando en la lógica del
amor. Y aquí hay que tener en cuenta que, incluso para nosotros los
cristianos, existe la misma tentación, el mismo peligro que existía en
el Antiguo Testamento: incluso un cristiano puede llegar a una actitud
en la que la religión cristiana sea considerada como un conjunto de
reglas, prohibiciones, normas positivas y prescripciones. Se puede
llegar a la idea de que se trata sólo de cumplir prescripciones
impersonales y así perfeccionarse, pero de esta manera se vacía el fondo
personal de la palabra de Dios y se conduce a cierta amargura y dureza
de corazón. En la historia de la Iglesia lo vemos en el jansenismo.
Todos conocemos también este peligro, incluso personalmente sabemos que
siempre debemos superar este peligro y encontrar a la Persona y, en el
amor de la Persona, el camino de la vida y la alegría de la fe. Ser
justo significa encontrar este camino y por eso, en realidad, también
nosotros estamos siempre en camino del Antiguo al Nuevo Testamento en
busca de la Persona, del rostro de Dios en Cristo. Esto es precisamente
el Adviento: salir de la pura norma hacia el encuentro del amor, salir
del Antiguo Testamento, que se convierte en Nuevo.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Este es, pues, el elemento primero y
fundamental de la figura de san José tal como aparece en el Evangelio de
hoy. Ahora dos palabras más breves sobre el segundo y tercer elemento.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El segundo: ve al ángel en el sueño y
escucha su mensaje. Esto supone una sensibilidad interior hacia Dios,
una capacidad de percibir la voz de Dios, un don de discernimiento, que
sabe discernir entre los sueños que son ensueños y el verdadero
encuentro con Dios. Sólo porque San José ya estaba en camino hacia la
Persona del Verbo, hacia el Señor, hacia el Salvador, pudo discernir;
Dios pudo hablarle y él lo entendió: esto no es un sueño, es verdad, es
la aparición de Su ángel. Y así pudo discernir y decidir.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Para nosotros también es importante esta
sensibilidad hacia Dios, esta capacidad de percibir que Dios me habla, y
esta capacidad de discernir. Claro que Dios normalmente no nos habla
como le habló a través del ángel a José, pero también tiene sus propias
maneras de hablarnos. Son gestos de la ternura de Dios, que debemos
percibir para encontrar alegría y consuelo, son palabras de invitación,
de amor, incluso de petición al encontrarnos con personas que sufren,
que necesitan una palabra o un gesto concreto de mi parte, una acción.
Aquí necesitamos ser sensibles, conocer la voz de Dios, entender que
ahora Dios me habla y responder.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Y así llegamos al tercer punto: la
respuesta de San José a la palabra del ángel es la fe y luego la
obediencia, el hecho. Fe: comprendió que ésta era realmente la voz de
Dios, no era un sueño. La fe se convierte en fundamento sobre el que
actuar, sobre el que vivir, significa reconocer que ésta es la voz de
Dios, un imperativo de amor, que me guía por el camino de la vida, para
luego hacer la voluntad de Dios. San José no era un soñador, aunque el
sueño fuera la puerta por la que Dios entró en su vida. Era un hombre
práctico y sobrio, un hombre de decisión, capaz de organizar. No fue
fácil –creo– encontrar en Belén, porque no había lugar en las casas, el
establo como lugar discreto y protegido y, a pesar de la pobreza, digno
del nacimiento del Salvador. Organizar la fuga a Egipto, encontrar dónde
dormir cada día, para vivir mucho tiempo: esto requería un hombre
práctico, con sentido de acción, con capacidad de responder a los
desafíos, de encontrar posibilidades de supervivencia. Y luego a su
regreso, la decisión de volver a Nazaret, para establecer ahí la patria
del Hijo de Dios, esto también demuestra que era un hombre práctico, que
vivió como carpintero e hizo posible la vida de cada día.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Así San José nos invita por un lado a
este camino interior en la palabra de Dios, para estar cada vez más
cerca a la persona del Señor, y al mismo tiempo nos invita a la vida
sobria, al trabajo, al servicio diario de cumplir con nuestro deber en
el gran mosaico de la historia.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Demos gracias a Dios por la hermosa
figura de San José. Oremos: “Señor, ayúdanos a estar abiertos a Ti, a
encontrar tu rostro cada vez más, a amarte, a encontrar el amor en las
normas, a estar arraigados, realizados en el amor. Ábrenos al don del
discernimiento, a la capacidad de escucharte y a la sobriedad de vivir
según tu voluntad y nuestra vocación”. ¡Amén!</span></p>
<p><span style="font-size: medium;"><strong>Benedicto XVI en </strong><a href="https://es.zenit.org"><strong>es.zenit.org</strong></a></span></p>
<p><span style="font-size: medium;"><span>Pronunciada el IV Domingo de Adviento, 22 de diciembre de 2013</span></span></p><p><span style="font-size: medium;"><i> </i></span><br /></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-46008818175980675092023-12-30T11:35:00.000+01:002023-12-30T11:35:08.172+01:00Meditación Domingo Sagrada Familia (B)<p><i>(Cfr, <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>) </i></p><p><i> </i></p><div id="PanelTextosVentrian"><div id="MeditacionImagen" style="text-align: center;"><img src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/808.jpg" /></div><div class="textoMeditacion"><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><em>Fiesta de la Sagrada Familia</em></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><i>“<strong>Cuando llegó el tiempo de
la purificación de María, según la ley de Moisés, llevaron a Jesús a
Jerusalén para presentarlo al Señor (…) Y cuando cumplieron todo lo que
prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de
Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de
sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba</strong> (Lucas 2,22-40).</i></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">I. Cuando cumplieron todas las cosas
mandadas en la Ley del Señor regresaron a Galilea, a su ciudad de
Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría, y
la gracia de Dios estaba en él.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">El Mesías quiso comenzar su tarea
redentora en el seno de una familia sencilla, normal. Lo primero que
santificó Jesús con su presencia fue un hogar. Nada ocurre de
extraordinario en estos años de Nazaret, donde Jesús pasa la mayor parte
de su vida.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">José era el cabeza de familia; como
padre legal, él era quien sostenía a Jesús y a María con su trabajo. Es
él quien recibe el mensaje del nombre que ha de poner al Niño: Le
pondrás por nombre Jesús; y los que tienen como fin la protección del
Hijo: Levántate, toma al Niño y huye a Egipto. Levántate, toma al Niño y
vuelve a la patria. No vayas a Belén, sino a Nazaret. De él aprendió
Jesús su propio oficio, el medio de ganarse la vida. Jesús le
manifestaría muchas veces su admiración y su cariño.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">De María, Jesús aprendió formas de
hablar, dichos populares llenos de sabiduría, que más tarde empleará en
su predicación. Vio cómo Ella guardaba un poco de masa de un día para
otro, para que se hiciera levadura; le echaba agua y la mezclaba con la
nueva masa, dejándola fermentar bien arropada con un paño limpio. Cuando
la Madre remendaba la ropa, el Niño la observaba. Si un vestido tenía
una rasgadura buscaba Ella un pedazo de paño que se acomodase al
remiendo. Jesús, con la curiosidad propia de los niños, le preguntaba
por qué no empleaba una tela nueva; la Virgen le explicaba que los
retazos nuevos cuando se mojan tiran del paño anterior y lo rasgan; por
eso había que hacer el remiendo con un paño viejo... Los vestidos
mejores, los de fiesta, solían guardarse en un arca. María ponía gran
cuidado en meter también determinadas plantas olorosas para evitar que
la polilla los destrozara. Años más tarde, esos sucesos aparecerán en la
predicación de Jesús. No podemos olvidar esta enseñanza fundamental
para nuestra vida corriente: « la casi totalidad de los días que Nuestra
Señora pasó en la tierra transcurrieron de una manera muy parecida a
las jornadas de otros millones de mujeres, ocupadas en cuidar de su
familia, en educar a sus hijos, en sacar adelante las tareas del hogar.
María santifica lo más menudo, lo que muchos consideran erróneamente
como intrascendente y sin valor: el trabajo de cada día, los detalles de
atención hacia las personas queridas, las conversaciones y las visitas
con motivo de parentesco o de amistad. - Bendita normalidad, que puede
estar llena de tanto amor a Dios!.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Entre José y María había cariño santo,
espíritu de servicio, comprensión y deseos de hacerse la vida feliz
mutuamente. Así es la familia de Jesús: sagrada, santa, ejemplar, modelo
de virtudes humanas, dispuesta a cumplir con exactitud la voluntad de
Dios. El hogar cristiano debe ser imitación del de Nazaret: un lugar
donde quepa Dios y pueda estar en el centro del amor que todos se
tienen.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">¿Es así nuestro hogar? ¿Le dedicamos el
tiempo y la atención que merece? ¿Es Jesús el centro? ¿Nos desvivimos
por los demás? Son preguntas que pueden ser oportunas en nuestra oración
de hoy, mientras contemplamos a Jesús, a María y a José en la fiesta
que les dedica la Iglesia.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">En la familia, «los padres deben ser
para sus hijos los primeros educadores de la fe, mediante la Palabra y
el ejemplo». Esto se cumplió de manera singularísima en el caso de la
Sagrada Familia. Jesús aprendió de sus padres el significado de las
cosas que le rodeaban.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La Sagrada Familia recitaría con
devoción las oraciones tradicionales que se rezaban en todos los hogares
israelitas, pero en aquella casa todo lo que se refería a Dios
particularmente tenía un sentido y un contenido nuevo. - Con qué
prontitud, fervor y recogimiento repetiría Jesús los versículos de la
Sagrada Escritura que los niños hebreos tenían que aprender!. Recitaría
muchas veces estas oraciones aprendidas de labios de sus padres.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Al meditar estas escenas, los padres han
de considerar con frecuencia las palabras del Papa Pablo VI recordadas
por Juan Pablo II: «¿Enseñáis a vuestros niños las oraciones del
cristiano? ¿Preparáis, de acuerdo con los sacerdotes, a vuestros hijos
para los sacramentos de la primera edad: confesión, comunión,
confirmación? ¿Los acostumbráis, si están enfermos, a pensar en Cristo
que sufre? ¿A invocar la ayuda de la Virgen y de los santos? ¿Rezáis el
Rosario en familia? (...) ¿Sabéis rezar con vuestros hijos, con toda la
comunidad doméstica, al menos alguna vez? Vuestro ejemplo en la rectitud
del pensamiento y de la acción, apoyado por alguna oración común, vale
una lección de vida, vale un acto de culto de mérito singular; lleváis
de este modo la paz al interior de los muros domésticos: Pax huic domui.
Recordad: así edificáis la Iglesia».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Los hogares cristianos, si imitan el que
formó la Sagrada Familia de Nazaret, serán «hogares luminosos y
alegres», porque cada miembro de la familia se esforzará en primer lugar
en su trato con el Señor, y con espíritu de sacrificio procurará una
convivencia cada día más amable.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La familia es escuela de virtudes y el
lugar ordinario donde hemos de encontrar a Dios. «La fe y la esperanza
se han de manifestar en el sosiego con que se enfocan los problemas,
pequeños o grandes, que en todos los hogares ocurren, en la ilusión con
que se perservera en el cumplimiento del propio deber. La caridad lo
llenará así todo, y llevará a compartir las alegrías y los posibles
sinsabores; a saber sonreír, olvidándose de las propias preocupaciones
para atender a los demás; a escuchar al otro cónyuge o a los hijos,
mostrándoles que de verdad se les quiere y comprende; a pasar por alto
menudos roces sin importancia que el egoísmo podría convertir en
montañas; a poner un gran amor en los pequeños servicios de que está
compuesta la convivencia diaria.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">» Santificar el hogar día a día, crear,
con el cariño, un auténtico ambiente de familia: de eso se trata. Para
santificar cada jornada se han de ejercitar muchas virtudes cristianas;
las teologales en primer lugar y, luego, todas las otras: la prudencia,
la lealtad, la sinceridad, la humildad, el trabajo, la alegría...».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Esta virtudes fortalecerán la unidad que
la Iglesia nos enseña a pedir: Tú, que al nacer en una familia
fortaleciste los vínculos familiares, haz que las familias vean crecer
la unidad.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Una familia unida a Cristo es un miembro
de su Cuerpo místico, y ha sido llamada «iglesia doméstica». Esa
comunidad de fe y de amor se ha de manifestar en cada circunstancia,
como la Iglesia misma, como testimonio vivo de Cristo. «La familia
cristiana proclama en voz muy alta tanto las presentes virtudes del
reino, como la esperanza de la vida bienaventurada». La fidelidad de los
esposos a su vocación matrimonial les llevará incluso a pedir la
vocación de sus hijos para dedicarse con abnegación al servicio del
Señor.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">En la Sagrada Familia cada hogar
cristiano tiene su ejemplo más acabado; en ella, la familia cristiana
puede descubrir lo que debe hacer y el modo de comportarse, para la
santificación y la plenitud humana de cada uno de sus miembros. «Nazaret
es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la
escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. Aquí aprendemos
a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y
misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del
Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso quizá de una
manera casi insensible, a imitar esta vida».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La familia es la forma básica y más
sencilla de la sociedad. Es la principal «escuela de todas las virtudes
sociales». Es el semillero de la vida social, pues es en la familia
donde se ejercita la obediencia, la preocupación por los demás, el
sentido de responsabilidad, la comprensión y ayuda, la coordinación
amorosa entre las diversas maneras de ser. Esto se realiza especialmente
en las familias numerosas, siempre alabadas por la Iglesia. De hecho,
se ha comprobado que la salud de una sociedad se mide por la salud de
las familias. De aquí que los ataques directos a la familia (como es el
caso de la introducción del divorcio en la legislación) sean ataques
directos a la sociedad misma, cuyos resultados no se hacen esperar.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">«Que la Virgen María, Madre de la
Iglesia, sea también Madre de la "Iglesia doméstica", y, gracias a su
ayuda materna, cada familia cristiana pueda llegar a ser verdaderamente
una pequeña Iglesia de Cristo. Sea ella, Esclava del Señor, ejemplo de
acogida humilde y generosa de la voluntad de Dios; sea ella, Madre
Dolorosa a los pies de la Cruz, la que alivie los sufrimientos y enjugue
las lágrimas de cuantos sufren por las dificultades de sus familias.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">» Que Cristo Señor, Rey del universo,
Rey de las familias, esté presente, como en Caná, en cada hogar
cristiano para dar luz, alegría, serenidad y fortaleza».</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">De modo muy especial le pedimos hoy a la Sagrada Familia por cada uno de los miembros de nuestra familia, por el más necesitado.</span></p>
<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.</span></div></div>
</div><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-14332388478323820422023-12-30T11:27:00.001+01:002023-12-30T11:27:15.051+01:00Homilía Domingo Sagrada Familia (B)<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><div id="HomiliaImagen" style="text-align: center;"><img height="320" src="https://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/806.jpg" width="303" /> </div><div id="HomiliaImagen" style="text-align: center;"> </div><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial; font-size: small;"></span></p><span lang="ES-TRAD" style="color: #993300; font-family: Arial; font-size: small; letter-spacing: -0.15pt;"></span><strong style="color: #080808; font-family: Arial; font-size: small; line-height: 12pt;"></strong><p class="MsoNormal" style="line-height: 12pt; margin-left: 80px; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial; font-weight: bold;">Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica</span></span>
</p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><em><span style="font-family: Arial;">"Como Hijo, puso su casa entre nosotros; como Hermano mayor, está a la cabeza de la Familia"</span></em></span></p>
<p style="margin-left: 80px; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial;"><i>Eclo 3,2-6.12-14: "El que teme al Señor honra a sus padres"<br />
Sal 127,1-2.3.4-5: "Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos"<br />
Col 3,12-21: "La vida de familia vivida en el Señor"<br />
Lc 2,22-40: "El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría"</i></span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial;">El
Sirácida recuerda que, entre los deberes más importantes para con Yavé,
está el deber del amor y respeto a los padres. Partiendo de Ex 20,12
("Honra a tu padre y a tu madre") insiste en la vida de amor familiar
como fuente de la bendición divina.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial;">Si
la Ley era el apoyo para la recomendación anterior, para san Pablo la
referencia a Cristo será el fundamento. Para el creyente las relaciones
familiares pasan a depender de la coherencia con su fe.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial;">La
intención del relato de san Lucas es mostrar cómo la misión de Cristo
es llevada a término asumiendo plenamente la condición humana. Si la
vida del hombre se desarrolla, crece y madura en el seno familiar, la
intención de "el niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de
sabiduría" tiene claras alusiones a la identificación del Hijo de Dios
con la humanidad.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial;">Es
verdad que a veces, se viene tachando a la familia de costumbre
superada. Pero hoy se va reconociendo su importancia y resulta curioso
—aunque no demasiado sorprendente conociendo la historia— que hoy se
vuelven a valorar las condiciones familiares. Este reencuentro con la
realidad familiar indica que el hombre no quiere renunciar a ella.</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial;">—
"La vida oculta de Nazaret permite a todos entrar en comunión con Jesús
a través de los caminos más ordinarios de la vida humana: Nazaret es la
escuela donde se comienza a entender la vida de Jesús... Una lección de
vida familiar" (Pablo VI, discurso 5 Enero 1964) (533).</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial;">—
"Con la sumisión a su madre y a su padre legal, Jesús cumple con
perfección el cuarto mandamiento. Es la imagen temporal de su obediencia
filial a su Padre celestial. La sumisión cotidiana de Jesús a José y
María anunciaba y anticipaba la sumisión del Jueves Santo: «No se haga
mi voluntad...» La obediencia de Cristo en lo cotidiano de la vida
oculta inauguraba ya la obra de restauración de lo que la desobediencia
de Adán había destruido" (532).</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial;">—
"La familia cristiana es una comunidad de fe, esperanza y caridad,
posee en la Iglesia una importancia singular como aparece en el Nuevo
Testamento" (2204; cf. 2213-2233).</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial;">—
"La familia es la «célula original de la vida social». La autoridad,
la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia
constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la
fraternidad en el seno de la sociedad. La familia es la comunidad en la
que, desde la infancia, se pueden aprender los valores morales, se
comienza a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de
familia es iniciación a la vida en sociedad" (2207).</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial;">—
"Eres maestro y doctor en toda tu casa. Aprende de Job (1,5), que
ofrecía sacrificios por los pecados de pensamiento que hubieran podido
cometer sus hijos. Aprende de Abraham, que los incitaba a guardar los
caminos del Señor (Gn 18,19). Lee los consejos que David daba a sus
hijos antes de morir (2Re 2,2-4). Tienes tu casa adornada con estatuas
de oro. Son tus hijos. Límpialas, adórnalas, cuídalas. Enséñales el
temor de Dios superior a toda riqueza. Si los educas bien aprenderán a
hacer ellos lo mismo con sus hijos y se formará una serie ininterrumpida
de santos felices, de la que tú serás la raíz y recibirás el premio"
(San Juan Crisóstomo)".</span></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial;">Cristo creció en una familia. Nosotros nacemos en la familia para crecer como personas.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 12pt; margin-left: 80px; text-align: justify;"><strong style="color: #080808; font-family: Arial; font-size: small; line-height: 12pt;"><span style="font-size: medium;"><br /></span>
</strong></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-26658944898049582562023-12-24T14:16:00.001+01:002023-12-24T14:16:26.549+01:00Ese lugar al que nos lleva el constructivismo<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><p><i> </i><br /></p><br /><div class="item-page" itemscope="" itemtype="http://schema.org/Article"><div class="pull-left item-image" style="text-align: center;"> <img alt="" height="180" itemprop="image" src="https://www.almudi.org/images/images/informe_pisa.jpg" width="320" /> </div>
<div class="articleBody" itemprop="articleBody">
</div>
</div>
<p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><em>La introducción masiva de los dispositivos móviles en la
educación está perjudicando claramente el proceso de aprendizaje de los
niños y adolescentes</em></span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">¿A qué podemos atribuir el desplome
general de los resultados de PISA que parecen apuntar a un declive de la
cultura occidental? Parece que hay cada vez más educación en las aulas;
sin embargo, parece que hay cada vez menos educación en los alumnos. La
bajada del nivel educativo no es una mera crisis de la educación como
tal, nos hallamos en una crisis mucho más honda de la teoría del
conocimiento. ¿Existe la realidad antes de ser conocida, o es el alumno
el que la ‘construye’ a su antojo?</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">A nadie se le escapa que, por un
desencanto general hacia la educación conductista-mecanicista (mal
llamada ‘tradicional’), la educación española lleva una década
abandonando, poco a poco, el apego al ordeno y mando del profesor, a la
jerarquía como única fuente de conocimiento y a la memorización
mecánica. A la par, la educación española se ha entregado a las
doctrinas ‘modernas’ y ‘progresistas’ de la educación nueva y a la
teoría educativa que la fundamenta: el constructivismo que deriva de la
corriente filosófica romántico-idealista. Apostó por desterrar los
conocimientos, por profesar su devoción a la innovación, a la educación
emocional, a las competencias, a la tableta y a los métodos
constructivistas de aprendizaje por descubrimiento puro.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Así, los alumnos pasaron de leer textos
largos a pegar hojas en un mural, a cortar y pegar de Wikipedia o a
inventar ellos mismos la historia de España. Pasaron de recibir clases
en un estilo de instrucción directa a un aprendizaje por descubrimiento
puro, en el que el niño ‘aprende a aprender’.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">No faltan los gurús que advierten del
peligro de la clase magistral y, al cabo de dos horas de predicación al
respecto, se aplaude su clase magistral con una ovación. Pero la
cuestión de fondo es: ¿puede un aprendiz saber lo que necesita saber, si
no sabe lo que aún no ha aprendido?</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Pues no se trata de escoger entre un
error u otro, o de encontrar un medio término entre dos posturas
equivocadas. La crisis educativa actual es una crisis metafísica. La
realidad ni se inculca, ni se construye; la realidad se descubre. Se
descubre, pues existe antes de ser conocida por el alumno. No es
casualidad que los constructivistas no sean amigos de las mediciones y
de las pruebas, sería reconocer la realidad como vara de medir y para
ellos no lo es. Prefieren hablar de emociones, valores y competencias,
unos conceptos más vivenciales y subjetivos.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La realidad no se inculca (eso ya lo
sabemos), ni se construye (eso ya lo estamos viendo), sino que se
transmite y se descubre. Esa es la postura de la filosofía realista que
fundamenta la educación clásica.</span></p>
<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Y para descubrir un hecho, y ubicarlo en
el todo de la realidad, necesitamos a un maestro que conoce bien su
materia y que sabe transmitirla con pasión. Ese no es, ni nunca será el
papel de Don Google o del vehículo de predilección del constructivismo
(la tableta). No es lo mismo fascinar que asombrar, ni es lo mismo la
apertura ante la realidad que estar al remolque de estímulos frecuentes e
intermitentes que distraen del aprendizaje. La educación es un asunto
humano, no tecnológico; requiere reflexión y concentración profunda.
Enseñar y trasmitir cultura es, y siempre será, el papel del maestro
culto y entregado que busca el encuentro con la mirada atenta de cada
uno de sus alumnos. Hay motivos de esperanza: estamos en un punto de
inflexión. Aún estamos a tiempo de aspirar a ser guardián de lo mejor de
los saberes heredados en Occidente durante siglos.</span></p>
<p><span style="font-size: medium;"><strong>Catherine L´Ecuyer en </strong><a href="https://www.elmundo.es"><strong>elmundo.es</strong></a></span></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-13967312.post-25576586921063393742023-12-24T14:12:00.008+01:002023-12-24T14:12:57.258+01:00Centenario del Nacimineto de René Girard<p><i> (Cfr. <a href="http://www.almudi.org">www.almudi.org</a>)</i></p><p><i> </i></p><br /><div class="pull-left item-image" style="text-align: center;"> <img alt="" itemprop="image" src="https://www.almudi.org/images/images/Victimas-Shame.png" /> </div>
<div class="articleBody" itemprop="articleBody">
</div>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><i><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">Este
25 de diciembre se cumple el centenario del nacimiento en Aviñón de uno
de los pensadores más originales del último siglo: René Girard</span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="background: white; color: #212121; font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">Se
cumple el centenario del nacimiento de René Girard, un pensador de
referencia obligada para quienes quieran comprender el mundo de hoy. Que
naciera precisamente un día de Navidad, nos da ya una clave
hermenéutica de su obra y de su legado. Y comprenderle a él es
comprender y profundizar en uno de los resortes que constituyen el
dinamismo del obrar humano desde su origen: el deseo mimético. Jesús con
su nacimiento y Girard con su aportación intelectual, como un manantial
y una fuente, nos transmiten en estos días el mismo mensaje: el obrar
humano, por naturaleza, es cristiano.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">
Las efemérides son oportunidades de pararse a pensar; algunas
especialmente. Y recordar y celebrar los acontecimientos son ocasiones
que te animan a pararte a escribir; algunos casi te lo exigen.. Una
efemérides que queda iluminada por el acontecimiento coincidente del
Nacimiento de Cristo de un modo providencial, pues la luz que irradia el
pensamiento de Girard es cenital y procede de Cristo. Vale pues la
pena, aunque sea brevemente, pararse a pensar y ponerse a escribir [<a href="https://www.almudi.org/noticias-articulos-y-opinion/16995-en-el-centenario-del-nacimiento-de-rene-girard#N1"><span title=""><span style="color: windowtext; text-decoration: none;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">[1]</span></span></span></a>].</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">La
originalidad y fecundidad de la “teoría mimética” girardiana se debe
precisamente a su matriz cristiana, en último término la única capaz de
generar un pensamiento siempre novedoso. Al mismo tiempo, si la luz que
iluminó el pensamiento del intelectual francés fue límpidamente
cristiana, su aportación al mundo de las ideas tuvo como objetivo llenar
de esa misma luz las manifestaciones del devenir histórico del ser
humano, tanto en su plano individual como colectivo; comprenderlas para
saber luego comprendernos. Sus enemigos intelectuales fueron el
relativismo cultural y la falacia de la autonomía individual como fuente
originaria del obrar, como la entendió y extendió la Ilustración.
Frente a todos y sin embargo a favor de todos, Girard supo contrarrestar
ese relativismo atomismo social imperante con una teoría sencilla pero
desarmante, profunda e irrefutable: la teoría mimética. Y todo esto
argumentadoseriamentea través de numerosos estudios al principio de
crítica literaria comparada y después de antropología cultural.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">Su
trayectoria intelectual fue un reflejo de su propio recorrido vital; un
largo camino de ida y vuelta, desde su feliz infancia católica hasta el
retorno a la Fe tras muchos años de investigación, pasando por un largo
camino de éxodo y búsqueda sobre el sentido de Dios y de lo humano a
través de esas mismas investigaciones. Como Don Quijote, personaje que
veneraba y fue su maestro, se lanzó a un itinerario intelectual lleno de
aventuras, que comenzó y terminó bien. Una aventura cristiana.
Curiosamente, los mismos estudios y conocimientos que al principio le
alejaron de Dios, fueron los que después le hicieron retornar a Él y
recobrar la cordura, cumpliéndose en su vida a la letra lo que afirmaba
Holderlin: “<i>Ahí donde está el peligro, ahí está también la salvación</i>”. </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">Por
esa luz de verdad y sinceridad que arroja su personal itinerario
existencial e intelectual, el relato girardiano asombra y ayuda
muchísimo a quienes se acerquen a él con confianza y honradez, con esa
misma probidad que marcó su vida. Su relato interpretativo de la
conducta humana es veraz porque mantiene y respeta la distancia
adecuada con esas dos grandes fuentes que permiten comprender al hombre:
el Mito y la Historia. Su teoría se nutre del Mito sin amedrentarse y
comprende la Historia con enorme audacia. Y todo para poder acometer con
rigor la enorme tarea de dar a conocer la verdad del ser humano. Como
Dostoyevski o Shakespeare, otros de sus grandes referentes, no tuvo
miedo a entrar en las profundidades del alma humana, con toda su miseria
y también con toda su grandeza; con su perenne paradoja.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">
Hace sólo unos días, en una entrevista de radio, una joven que vive en
Belén comentaba que muchos cristianos como ella, sobre todo jóvenes, a
raíz de la nueva guerra en Tierra Santa, han vuelto a frecuentar la
Santa Misa y su vida de Fe. Según decía, la dolorosa situación les había
ayudado a replantearse y recuperar lo esencial del Cristianismo y de la
vida, ese mensaje que nos recuerda estos días el nacimiento del Hijo de
Dios: paz; esperanza; amor. Paz, en un mundo en el que no dejan de
surgir conflictos; esperanza, en una Tierra donde parece haberse
instalado el desaliento; amor, palabra que cada vez repetimos más y cada
vez dice menos. Con sorprendente madurez para su edad, aquella joven
cristiana manifestaba que, con motivo del nuevo estallido de violencia,
ella misma reaccionó al principio preguntándose desconcertada: “¿Dónde
está Dios?”, y encarándose con Él. Pero pronto comprendió que la
verdadera pregunta que debemos hacernos ante algo tan terrible como una
guerra injustificable es más bien esta otra: “¿Dónde está el ser
humano?” Es el hombre, no Dios –decía esa joven- el que no sabe bien
quién es, cuál es su origen, cuál el sentido de su vida y de sus actos,
especialmente aquellos que desdibujan su verdad más íntima. Aunque la
pregunta por el ser y sentido del hombre sea finalmente teológica, el
itinerario para abordarla y comprenderla debe partir de la antropología.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">
Pues bien, esa pregunta, radical, principal, sobre la esencia y sentido
de lo humano, es la verdadera pregunta que debe hacerse un cristiano al
comprobar su naturaleza paradójica y contradictoria. Y es la pregunta
que interesó y movió a Girard durante toda su vida. Aunque en un primer
momento, como reacción, el hombre busque e interpele a Dios pidiendo
explicaciones al Creador de lo que en realidad es provocado por la
criatura, con la madurez que dan los años y las fragilidades, ese mismo
ser humano debería llegar cuanto antes a hacerse esa otra pregunta
previa que el mismo Dios dirige a toda persona: ¿Dónde está el ser
humano? ¿De dónde procede ese modo de actuar tan desconcertante y
violento que no refleja su primigenia imagen y semejanza de un Dios que
es Amor? Esa es la pregunta verdaderamente inicial, tal y como aparece
bien explicado ya en los primeros compases de la Biblia. La pregunta que
Dios dirige a Adán y Eva, escondidos y temerosos tras su pecado; la que
dirige sobre todo a Caín con referencia a su propio hermano, y que
inició todo un proceso de violencia universal, un proceso que sólo pudo
ser revertido con la llegada del esperado Mesías; la pregunta que aún
hoy pocos se atreven a hacerse con seriedad y que Girard convirtió en el
<i>leitmotiv</i> de sus investigaciones.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">
Ahí mismo, al núcleo y origen de la mala conciencia presente en todo
ser humano pecador, a ese momento en el que el pecado personal se
convierte en movimiento colectivo de culpa y expiación, ahí es donde
pone sus plantas Girard y planta su tienda. Pisa con audacia, con
arrogancia incluso, porque bien sabe que deberá caminar por lugares ya
muy transitados y, para muchos, ya suficientemente estudiados. Lo hace
además con ese punto necesario de ingenuidad y candor, porque se sabe
poco dominador de algunas disciplinas que le pueden resultar
indispensables: la hermenéutica, la exégesis, la crítica literaria… Pero
da la impresión de que no le importan mucho las inevitables críticas.
Casi le espolean y ayudan a comprender que va por el camino correcto, y
que vale la pena. Se siente llevado y atraído por una pregunta que
parece dirigirle ese Alguien que le esperaba en lo alto de aquella
colina llamada Gólgota, a la que Girard llegará bien avanzada su vida,
por más que se pasara bastantes años intentando apartarla de su mente.
Jesús, al que al principio el joven y arrogante René trató de evitar, no
le consintió mirar hacia otro lado, como le sugerían también tantos
colegas. Y poco a poco fue aceptando (¡y qué difícil es encontrar esa
humildad en los intelectuales!) que más que ser él quien marcaba el
rumbo, era otro quien le llevaba delicadamente. La misma delicadeza que
Girard tuvo al aceptar con el tiempo que sus primeras afirmaciones sobre
el sacrificio de Cristo estaban equivocadas.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">En
todo ese itinerario vital que apenas hemos esbozado jugó un papel
fundamental la Providencia (empezando como decimos por su fecha de
nacimiento). Sin duda todo ocurrió como ocurrió para poder ser salvado
él mismo y poder recibir –como así fue- el regalo de la conversión. Y
muy probablemente también porque esa libertad de espíritu la iba a
necesitar para dar un golpe de luz y gracia a la <i>hybris</i> de
quienes en el campo de la antropología religiosa y cultural se enredaban
-y aún se enredan- en psicologismos y sociologismos hueros,
disquisiciones académicas y controversias de escuelas.A todos los
conoció Girard; a todos los comprendió; y muchos no lo comprendieron. No
importa. Por ser pensador universal de una sola idea (un puercoespín,
como se suele decir), no podía ser aceptado y comprendido por quienes,
acusándole de prejuicios espurios, no son capaces de superar ni ocultar
los suyos. También en eso, como en todo, su pensamiento es radicalmente
cristiano.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">
Por todo esto quería aprovechar esta efemérides para tener un recuerdo
de él y de su obra, en unos tiempos donde fácilmente podemos vislumbrar
en nuestro mundo innumerables manifestaciones que corroboran sus tesis:
el deseo mimético como acontecimiento original (el “seréis como dioses”
constantemente replicado); la espiral de la violencia como dinámica de
toda historia (la incapacidad de detener una guerra, una herida familiar
del pasado, un error personal aún grabado en nuestra memoria); el
mecanismo del “chivo expiatorio” (la búsqueda de un culpable que evite
que acabemos todos desapareciendo, de un personaje o una institución en
la que volcar nuestros odios y poder así sobrevivir juntos… ¡la
transferencia de culpa, instalada actualmente como costumbre nacional e
internacional!... Ese tácito “pongámonos de acuerdo en buscar
subrepticiamente un culpable común y así ambos quedaremos absueltos sin
necesidad de juicios”)… Y sobre todo la ruptura de ese mecanismo de
envidia que, como decíamos más arriba, está en el origen de nuestra
humanidad creada y caída, y que debía ser sustituida por otra espiral
virtuosa que restaurara ese primer pecado original, esa tendencia que no
somos capaces de romper con nuestras solas fuerzas, y que tiene tres
coordenadas: la Esperanza (Adviento), el Amor (el Misterio de la Vida y
la Muerte de Cristo), y la Fe (Pascua).</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">
Pues ahí, en ese terreno cristiano, siempre conocido y siempre por
conocer, es donde encuentra Girard -no sin sangre y sudor- la
imaginación creativa de un Dios que asume la Historia del ser humano y
la devuelve a las vías del verdadero progreso. Era necesaria una
víctima, sí, pero inocente; que se ofreciera ella misma, por amor; para
revertir toda violencia y transformar en camino hacia los demás y hacia
Dios lo que se había convertido hasta llegar el Mesías en mero
escándalo. Es la historia de Cristo. Girard, a través de la Sagrada
Escritura (¡siempre la vida como narrativa!), comprendió que el final
está en el principio (Eliot; no podía ser de otro modo). Y fue al final
cuando descubrió lo que siempre había sido la clave hermenéutica de su
vida. Por eso me parece que el nacimiento de Girard un día de Navidad es
providencial, y que su propia figura y pensamiento intelectual lo ha
sido y lo será también, y será cada vez más reconocido y comprendido.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">Agradecemos
a Dios la existencia de figuras intelectuales de la talla y del valor
deGirard, sombra nacida el día del nacimiento del Sol, y por eso mismo
sombra muy luminosa para poder orientar correctamente el giro
antropológico de la teología y la filosofía de nuestros días, recuperar
su enfoque cristiano y poder así abrirnos de verdad a la Misericordia de
Dios con los hombres: dar la palabra a los injustamente perseguidos y a
los inocentes; estar de parte de la víctima en lugar de apoyar al
perseguidor; destacar el valor de la humildad y la dignidad del
sufrimiento; y descubrir que el amor es más fuerte que la violencia
hasta el punto de llegar a transustanciarla en sacrificio redentor y
convertir la Historia del ser humano en una Historia de Salvación.<a name="_GoBack"></a></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Antonio Schlatter Navarro </span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Notas:</span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 14.2pt; text-align: justify; text-indent: -14.2pt;"><a name="N1"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 8.0pt; line-height: 107%;"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 8.0pt; line-height: 107%;">[1]</span></span></span></span></a><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 8.0pt; line-height: 107%;"> </span><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 8.0pt; line-height: 107%;">
En este artículo no he pretendido mostrar la trama ni la profundidad
de las tesis girardianas (tampoco estoy en condiciones de hacerlo
adecuadamente). Tan solo deseo poner en valor su legado con motivo de su
centenario natalicio. Gracias a Dios, Girard es un autor que cada vez
es más conocido y estudiado. Un primer y buen acercamiento para los no
iniciados es la que hace Carlos Gutierrez Lozano en la enciclopedia <i>Philosophica</i> (</span><a href="https://www.philosophica.info/voces/girard/Girard.html"><span style="color: windowtext; font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 8.0pt; line-height: 107%;">Philosophica: Enciclopedia filosófica on line — Voz: René Girard</span></a><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 8.0pt; line-height: 107%;">). También vale la pena leer, para una primera valoración aproximativa de su obra, <i>Los orígenes de la cultura</i>.
(Conversaciones con PierpaoloAntonello y Joao Cezar de Castro Rocha,
Tr. J.L. San Miguel, Trotta, Madrid 2006). Más recientemente ha
publicado un libro sobre Girard el profesor Ángel Barahona, gran
conocedor de su pensamiento: </span><a href="https://edicionesencuentro.com/libro/rene-girard-de-la-ciencia-a-la-fe/"><span style="color: windowtext; font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 8.0pt; line-height: 107%;">René Girard: de la ciencia a la fe - Ediciones Encuentro</span></a><span style="font-family: 'Verdana','sans-serif'; font-size: 8.0pt; line-height: 107%;">. En general, los estudios y referencias a Girard se han multiplicado en los últimos años.</span></p><div class="blogger-post-footer">Aprender a rezar y predicar</div>predicanethttp://www.blogger.com/profile/11378266251448136897noreply@blogger.com0