Mil y una Fábulas (Latín-Inglés)

08 octubre 2021

Meditación Domingo 28º t.o. (B)

 (Cfr. www.almudi.org)

 

La mirada de Jesús

“En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó:  -Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: -¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. Él replicó: -Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño. Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme. A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: -Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. Ellos se espantaron y comentaban: -Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús se les quedó mirando y les dijo: -Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo. Pedro se puso a decirle: -Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Jesús dijo: -Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones- y en la edad futura, vida eterna” (Marcos 10,17-30).

I. Los textos de la Misa nos hablan de la sabiduría divina, que hemos de estimar más que cualquier otro bien (Sabiduría 7, 7-11). Nada vale en comparación con el conocimiento de Dios, que nos hace participar de su intimidad y da sentido a la vida. El Verbo de Dios encarnado, Jesucristo, es la Sabiduría infinita, escondida en el seno del Padre desde la eternidad y asequible ahora a los hombres que están dispuestos a abrir su corazón con humildad y sencillez. Junto a Él, todo el oro es un poco de arena, y la plata vale lo que el barro, nada. Tener a Cristo es poseerlo todo, pues con Él nos llegan todos los bienes. Por eso cometemos la mayor necedad cuando preferimos algo (honor, riqueza, salud...) a Cristo mismo que nos visita. Nada vale la pena sin el Maestro.

II. Maestro bueno, ¿qué he de hacer para conseguir la vida eterna? (Marcos 10, 17-30) Le pregunta un joven rico a Jesús. Puesto que el joven ya cumplía los mandamientos desde su niñez, el Señor, fijando en él su mirada, le amó con un amor de predilección y le invitó a seguirle, dejando a un lado lo que poseía. Pedro, testigo de este episodio, recordaría esa mirada de Jesús que también (Juan 1, 42), en el comienzo de su vocación, se posó sobre él y cambió el rumbo de su vida. Y la vida de Pedro ya fue otra. ¡Cómo nos gustaría contemplar esa mirada de Jesús! Sin embargo el joven rico no quiso corresponder a la llamada del Maestro y una profunda tristeza anegó su alma. Cada uno de nosotros recibe una llamada particular y una mirada llena de amor de Jesús, y en la respuesta a esta invitación se contienen toda la paz y la felicidad verdaderas.

III. “La tristeza de este joven nos lleva a reflexionar. Podremos tener la tentación de pensar que poseer muchas cosas, muchos bienes de este mundo puede hacernos felices. En cambio, vemos en el caso del joven del Evangelio que las muchas riquezas se convirtieron en obstáculo para aceptar la llamada de Jesús a seguirlo. ¡No estaba dispuesto a decir sí a Jesús, y no a sí mismo, a decir sí al amor, y no a la huida! ¡El amor verdadero es exigente! Seguir al Señor implica un ponerse en camino, es decir, la exigencia de una vida de empeño y de lucha por imitarlo: “buscarle, encontrarle, tratarle, amarle” (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa) Él no deja de llamarnos para emprender el camino de la santidad siguiendo sus pasos. Ahora, también Jesús vive, nos mira y nos llama. No dejemos pasar las oportunidades que nos brinda. Pediremos a Nuestra Madre perseverancia en el camino.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal

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