Mil y una Fábulas (Latín-Inglés)

24 diciembre 2021

LIBRO DE LA SEMANA (24 Dic):

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Estar aquí es espléndido


«Ya no soy Modersohn y tampoco soy ya Paula Becker. Soy Yo, y espero ser cada vez más Yo», escribió la pintora Paula Modersohn-Becker al poeta Rainer Maria Rilke en una carta en fe...
Editorial:
Errata Naturae Editores
Traductor:
López Muñoz, Regina
Colección:
El Pasaje de los Panoramas
Encuadernación:
Tapa blanda o Bolsillo
País de publicación :
España
Idioma de publicación :
Castellano
Idioma original :
Francés
 
 
Sinopsis

Sinopsis de: "Estar aquí es espléndido"

«Ya no soy Modersohn y tampoco soy ya Paula Becker. Soy Yo, y espero ser cada vez más Yo», escribió la pintora Paula Modersohn-Becker al poeta Rainer Maria Rilke en una carta en febrero de 1906. En el umbral del siglo XX, la artista lo apostó todo para ser «alguien». Y se convirtió en la más audaz innovadora, desafiando siglos de representación del cuerpo femenino y de la vida doméstica en el arte. Antes de ella, ninguna pintora se había retratado desnuda, ni embarazada, ni había representado a madres desnudas con sus bebés, dando el pecho. A medida que su arte evoluciona, Paula se debate entre París y su hogar en la colonia de artistas de Worpswede, en el norte de Alemania. En París puede concentrarse en su trabajo, ir a exposiciones y conocer a artistas como Rodin y Monet. Pero Alemania es su hogar, donde vive su marido, el pintor Otto Modersohn. Exigente, obstinada y certera en lo que respecta a su arte, también era alegre, divertida y sensual; estaba llena de vida y, por tanto, igualmente de dudas e incoherencias, de intrépidos saltos hacia adelante o de inesperados pasos atrás. Le encantaban el arroz con leche, la compota de manzana, pasear por la landa, Cézanne, bañarse en el mar, estar desnuda al sol, prefería leer a ganarse la vida y adoraba París. No acababa de gustarle estar casada. Tal vez quería ser madre; sobre este punto, sus diarios y cartas son ambiguos. A pesar de que murió a los treinta y un años, unos días después de dar a luz, su vida fue una celebración, una breve e intensa celebración. «Estar aquí es espléndido» es un hermoso y conmovedor relato de la vida de esta gran pintora. Marie Darrieussecq muestra, con vivacidad y empatía, la lucha de Paula M. Becker entre los hombres y artistas de su tiempo, sus amistades, su intenso deseo de expresión e independencia. Y arroja luz sobre la extrema dificultad a la que se han enfrentado las mujeres para proseguir carreras artísticas y alcanzar el reconocimiento.

Recomendado en: Las librerías recomiendan

"Estar aquí es esplendido" de Marie Darrieussecq

Escrito por: Natura Llibres

Fuente

Estar aquí es esplendido, de Marie Darrieussecq, publicado por Errata Naturae Te mira. Éste es un libro que te mira. Te mira y te mira. Te mira desde los ojos desnudos de su protagonista. Paula Modersohn-Becker posa natural, sencilla; sin más indumento que un collar de ámbar entre los pechos descubiertos y una tela blanca bajo la barriga engañosamente grávida —cuando la pintora se autorretrató aún no estaba embarazada—. «Y atención: es la primera vez. La primera vez que una mujer se pinta desnuda. El gesto de desvestirse y plantarse ante el propio lienzo y decir: ésta es mi piel, voy a mostrar mi vientre, y cómo se modelan mis senos y mi ombligo... El autorretrato de una mujer desnuda, a solas consigo misma y con la historia del arte», remarca Marie Darrieussecq, la autora de Estar aquí es espléndido, uno de los últimos títulos que hemos leído en NaturaLlibres. Y lo empezamos a leer porque Paula nos estaba mirando, con esos «ojos llenos de Cézanne, de Gauguin, de Van Gogh, del aduanero Rousseau»... tan segura de sí misma... para poner al descubierto su cuerpo y su vida: el de una artista que pintó más de setecientos lienzos y un millar de dibujos, aunque no vendiera más de tres cuadros a lo largo de su corta carrera pictórica —más que Van Gogh, en cualquier caso. Dedicarse a los pinceles siendo una mujer a principios del siglo XX era complicado. «Padre me ha escrito hoy para decirme que debería buscarme un empleo como institutriz», anotaba en las páginas de su diario. Por suerte, la hija no le hizo caso. «He pasado toda la tarde tumbada en la arena y el brezo leyendo Pan de Knut Hamsun». Paula tenía claras sus ambiciones. Conoció la colonia artística de Worpswede en una excursión veraniega de 1897. Allí estaban Fritz Mackensen, Hans am Ende, Fritz Overbeck, Heinrich Vogeler... y Otto Modersohn, el paisajista que le daría el apellido de casada, porque «las mujeres carecen de apellido. Ellas tienen nombre de pila. El apellido es un préstamo provisional, un signo inestable, lo efímero», señala Darrieussecq. «Ellas se inventan en un mundo de hombres, por la fuerza». Los de Worpswede se caracterizaban por volver con sus trazos a la naturaleza y a la gente simple del campo. Pero Paula quería más. Más que «la corteza blanca y negra de los abedules», más que «la turba de las ciénagas». Y se marchó sola a París —estando casada; repetimos: estando casada— para batallar «con la luz grisácea» y con los «altos muros por encima de los castaños». Muros demasiado altos... Quería dejar a su marido para siempre, dedicarse por entero al arte. El autorretrato de la cubierta lo pintó en 1906, estando en la capital francesa. Cuando Picasso pintaba sus Demoiselles d'Avignon, Matisse sus Nue bleu y Derain sus Trois baigneuses. Pero ni Berthe Morisot ni Mary Cassatt ni ninguna otra modernista se había desnudado en el lienzo antes. «Seguramente fue Artemisa Gentileschi (1593-1652/1653) la primera en pintar a una mujer desnuda, pero todavía no está claro si su genial Susana y los viejos es un autorretrato», puntualiza Darrieussecq en un pie de página. «Por otro lado, el autorretrato con los pechos al aire de Suzanne Valadon data de 1917». Paula, además, se dibujó en estado. En estado de gestación. En estado de creación. Murió dieciocho días después de dar a luz. «Sé que no viviré mucho. Pero ¿por qué ha de ser esto triste? ¿Es un festival más bonito porque dure más?» Quizá no... quizá «no tenemos más que estar ahí, pero de un modo sencillo, perseverante, igual que la tierra está ahí, diciendo sí a las estaciones, clara y sombría». Esta cita es de Rilke. El poeta no incluyó a su amiga Paula en la monografía que escribió sobre los artistas de Worpswede en 1902, y calificó de "pobre" su mirada. Esa mirada inclasificable, independiente, decidida y tranquila que te llama, desde la estantería, a descubrir su vida. *El cuadro original que ilustra la cubierta del libro se exhibe en el Museo Paula Modersohn-Becker de Bremen, el primer museo del mundo dedicado a una mujer artista, por iniciativa de un mecenas bremense que amasó una fortuna colosal al inventar el café descafeinado. Meritxell-Anfitrite Álvarez Mongay, Natura Llibres (Alins, Lleida)

El fin justifica los medios: el retorno a la tiranía

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“La estupidez humana es una constante matemática y la historia de cada lugar es el desarrollo en el tiempo de esta lamentable ecuación”

 El avance científico no deja de sorprender y los sueños en el terreno de la biotecnología cada vez se están realizando más aceleradamente. La misma sociedad se ha encargado muchas veces de empujar a los científicos a resolver problemas antiguos, nuevos, e incluso supuestos o inexistentes –para el caso da casi igual–. Los avances que se incluyen en las grandes obras de ciencia ficción, cada vez con mayor celeridad dejan de ser tales, pues entran en obsolescencia o se constituyen en temores anticipatorios de tecnoutopías cada vez más próximas, con sus correspondientes tiránicos paradigmas (1).

Dos hechos recientes han alertado a la opinión pública mundial sobre las posibilidades, pero también sobre los límites, de la aplicación de la biotecnología. Su relación con la Bioética es patente pues en cada caso la dignidad de la persona humana está en juego.

Treinta años después de Louise Brown, la primera “niña probeta” (2), las técnicas de reproducción asistida (TRA) han mostrado unos avances paradójicos (3): a pesar de los miles de nacimientos que esta técnica ha hecho posibles, los porcentajes de éxito no han aumentado como se esperaba, y las pérdidas de vidas humanas tampoco parece que hayan disminuido, pues generalmente no se tienen en cuenta, ni hacen parte de las estadísticas de los centros dedicados a estas lucrativas técnicas (4).

Es llamativo que en el último año en solo España hayan nacido cerca de siete mil niños con la utilización de las TRA (5), y sin embargo, esta técnica que se está posicionando como un recurso frecuente, no pueda ofrecer porcentajes de éxito superiores al 20 ó 30%, cuando en el mundo médico una técnica que no se sitúe por encima del 70% sencillamente no se realiza.

Uno de los refinamientos de las TRA es el recurso a los “bebés medicamento” (6). En octubre de este año, científicos de Sevilla (España) dieron la noticia (7) del primero de ellos que logra nacer. Javier fue “querido” con la finalidad de servir de tratamiento para la enfermedad congénita que padece su hermano de 6 años, una anemia talasémica mayor.

Los medios de comunicación no dicen nada de los hermanos de Javier que no llegaron a nacer, bien porque fueron diagnosticados como portadores de la misma u otra enfermedad, y como consecuencia de la selección genética no fueron implantados en el útero de la madre, o bien porque sencillamente su desarrollo no fue satisfactorio y se “perdieron” en el intento.

Este procedimiento, que ya se ha venido empleando en países distintos de España, ha sido posible por la permisión que en 2006 hizo la Ley de Reproducción Humana Asistida en ese país; pero la difusión mediática no había alcanzado cotas globales como ha ocurrido en el caso de Javier.

También en días pasados, con gran despliegue la prensa inglesa comunicó al mundo la noticia sobre el desarrollo de una nueva técnica, la “karyomapping”, (8), para ayudar a los padres en riesgo de engendrar hijos con algún defecto genético (en teoría casi todos), al diagnosticar algún problema potencial en el embrión; de esta manera, mediante diagnóstico preimplantatorio será posible implantar sólo los embriones sanos.

La técnica ha sido desarrollada por el equipo del Centro Bridge de Fertilidad en Londres, quienes afirman que con ella están en capacidad de detectar casi todos los 15.000 trastornos hereditarios conocidos.

“La técnica básicamente consiste en el análisis de cualquier diferencia individual en la estructura del ADN de los padres y los embriones”, explicó el profesor Alan Handyside, a la BBC.

“Esto nos permite trazar un mapa de los cromosomas de los padres y los abuelos para poder rastrear genes defectuosos e identificar embriones que serán afectados por enfermedades como fibrosis quística o distrofia muscular de Duchenne”.

Sin embargo, las noticias tampoco hablan del destino de aquellos otros embriones diagnosticados con esas enfermedades o aquellos otros que con la aplicación de la técnica dejan de existir, simplemente se deduce que no se implantan.

Estos dos casos son ejemplos inobjetables de la aplicación de una técnica que no se pregunta por su dimensión ética, ni en el diseño ni en el desarrollo, ni en los efectos, mostrando un severo divorcio que lleva consigo efectos deseables para unos, pero a costa de la lesión de otros, generalmente los más indefensos y débiles.

Una de esas convicciones erróneas o injustificadas que se pueden encontrar en la decisión de acometer estos procedimientos es no tener en cuenta la diferencia –y la relación mutua– que existe entre el fin y los medios para alcanzarlo. Esta omisión –culpable o no– clausura la entrada a lo real, y ocasiona necesariamente una vital injusticia.

Parecería que en un razonamiento técnico el fin sí justifica los medios, pues para garantizar la eficacia no haría falta considerar la moralidad del medio. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el sabio precepto “El fin no justifica los medios” no se puede dejar de lado cuando se realiza la valoración de cualquier acto humano. Este aforismo está presente en la filosofía clásica cuando ella intenta salvar las evidencias más generales del sentido común (9). Cinco siglos después lo utilizará Pablo de Tarso para enseñar una de las pautas que es necesario tener en cuenta para que las acciones realizadas con conocimiento y voluntad, los actos humanos, puedan hacer parte de un obrar verdaderamente humano.

Un desarrollo biotecnológico que ignore esta sencilla orientación, antes o después se convierte en un ejemplo paradigmático de la tiranía que la ciencia puede ejercer sobre la persona humana. Cada vez con mayor celeridad la sociedad de consumo va demandando una serie de servicios que en lugar de servirla la degradan y la ponen en peligro. Con Lipovetsky habría que afirmar que la biotecnología como bien de consumo convierte a la vida en una cascada de frustradas expectativas que amenazan con destruir o, al menos, transformar a la sociedad misma (10). Ese sería parte del precio de dar vía libre a una ciencia (11) sin norte, sin más sentido que el que le imprime el imperativo consumista.

Los dos ejemplos comentados inicialmente, en lugar de mostrar que la razón humana avanza, parecería que reflejan una somnolencia o una hipnosis que el título de un aguafuerte de Goya retrata: “El sueño de la razón produce monstruos”. Cuando la razón humana se oscurece se cierran las posibilidades de la libertad, de alcanzar la verdad, de recorrer con plenitud el itinerario existencial. Las consecuencias de estas claudicaciones están acompañadas de prejuicios que obturan el acceso a la realidad de manera objetiva (12).

El “sueño de la razón” tiene una aproximación explicativa en el artículo “Relativismo y dogmatismo”, donde se comentan varias de sus causas y consecuencias; sobre todo se ofrece el realismo como antídoto al esbozar algunas condiciones para conocer la realidad, y algunas actitudes que lo favorecen. Y aunque para algunos “La estupidez humana es una constante matemática y la historia de cada lugar es el desarrollo en el tiempo de esta lamentable ecuación”, la razón de la persona, su racionalidad, volverá a ejercer la tarea de liberar al hombre del pesado lastre (13) que el cientificismo le ha impuesto. Esto será posible si esa capacidad de razonar está bien orientada; de lo contrario se podría sostener, con C. S. Lewis, que “la razón humana va a convertirse en tecnociencia”.

En el tercer tomo de la Trilogía de Ramson, escrita en 1945, se encuentra un magistral diálogo entre Mark Studdock y lord Feverstone cuando éste trata de convencer a aquel de sumarse a su causa (dominar el mundo a través de la ciencia), que refleja el falso mesianismo de una razón miope:

–        El tercer problema es el propio hombre.

–        Sigue. Eso me interesa mucho.

–        El hombre tiene que hacerse cargo del hombre. Recuerda que eso significa que algunos hombres tienen que hacerse cargo del resto: otra razón para enfrentarse a ello en cuanto se pueda. Tú y yo queremos ser la gente que se haga cargo, no de las personas de las que se hagan cargo.

–        ¿Qué tienes en mente?

–        Cosas muy simples y obvias al principio: esterilización de los incapaces, exterminación de las razas atrasadas (no queremos pesos muertos), reproducción selectiva… Después verdadera educación, incluyendo educación prenatal. Por verdadera educación quiero decir una que no incluya el sinsentido de “tómalo o déjalo”. Una verdadera educación transforma al que la experimenta en lo que ella quiere infaliblemente, sea lo que fuere lo que los padres o el paciente traten de hacer al respecto. Por supuesto, tendrá que ser sobre todo psicológica al principio. Pero a la larga llegaremos al condicionamiento bioquímico y a la manipulación directa del cerebro.

El artículo del doctor Antonio Pardo C. contiene un interesante análisis del acto humano que, en buena medida, puede ayudar a dar claridad sobre la necesaria valoración que todo ser humano ha de realizar sobre su propio actuar y para darle una aplicación práctica ofrece una propuesta a manera de pautas para realizar una valoración ética de una acción humana.

Para ayudar a mantener en la práctica biomédica ese precepto según el cual los medios han de ordenarse al fin y no al contrario, se ofrecen cuatro temas que reflejan muy bien –cada uno en su ámbito y muchas veces sin mencionarlo apenas, pues se da por supuesto– la importancia de tener en cuenta en cada actuación el bien del paciente y su irrenunciable dignidad.

Buena parte de la experiencia del doctor Ramón Córdoba P. se vierte en su artículo “Génesis y esencia de la medicina” con el que se busca reforzar lo más propio y originario de la tarea que los médicos –y por extensión, los profesionales de la salud– están llamados a realizar sin desvirtuar con sus acciones su “ethos profesional”.

Aunque también se habrían podido mencionar como ejemplos para la introducción de estas líneas las situaciones puntuales que en el momento actual se presentan en Inglaterra, Italia y España sobre el recrudecimiento de la polémica relacionada con la eutanasia, el artículo del doctor Luis Fernando Giraldo C. brinda algunos elementos que ponen en contexto esa realidad humana de la muerte y muestra la importancia de los cuidados paliativos como un recurso que deja sin piso las pretensiones de humanizar la muerte a través de medios ajenos a la profesión médica.

El tratamiento de todas estas temáticas conduce a una de las tareas más importantes y apasionantes en la Bioética: su enseñanza. La experiencia de un grupo de profesionales, encabezados por el doctor Pablo González B., que en el Brasil está trabajando en este campo con estudiantes de medicina, es compartida a través del artículo “Una nueva metodología docente en Bioética”, donde se muestra el recurso del “portafolio” que permite ir integrando el aprendizaje de esta disciplina con las prácticas clínicas donde el estudiante es el principal protagonista del proceso al darse cuenta de situaciones donde se presentan problemas bioéticos que luego discute tanto con su tutor como con un consultor de Bioética.

La buena acogida que ha recibido la sección Jóvenes Investigadores, que en esta ocasión trae un interesante estudio sobre la influencia del estado civil en las adolescentes embarazadas, nos ha animado a poner en marcha otra iniciativa que es –hasta cierto punto– corriente en publicaciones que tratan temas éticos y huma- nos: llevará por nombre “Bioética en Práctica”, y utilizará la narrativa como vehículo para comunicar y transmitir con fuerza pensamientos, virtudes y valores. Esperamos contar con la experiencia y colaboración de nuestros lectores, que se pueden constituir en autores, al redactar y enviar narraciones de las que se puedan desprender enseñanzas para mejorar el quehacer ético.

Los relatos y los testimonios han demostrado gran utilidad en la laboriosa tarea de contribuir a formar actitudes bioéticas, y se constituyen en poderosos aliados de la fundamentación teórica que muchas veces –por su misma naturaleza– muestra limitaciones para “aterrizar” en la práctica.

Esta nueva sección de la revista Persona y Bioética pretende ser una herramienta cognitiva que permita explicar la acción humana, mostrándola coherente y plausible: las imágenes ayudan a entender e interpretar el porqué y el cómo se llega a la solución de problemas, procurando siempre que predomine el discurso pedagógico. Este recurso está pensado –más que para resolver problemas– para sensibilizar, para añadir conocimiento y experiencia vividos, para intentar comprender sentidos de la vida no accesibles de otros modos. Se utiliza la interacción texto-lector, aprovechando la capacidad mimética del actuar humano y el gran paralelismo entre narrativa e historia personal

Gilberto A. Gamboa, en scielo.org.co/

Notas:

1.   Pontificio Arzoz I. Tecnociencia y ciencia ficción: hacia el paradigma tecno-hermético, en La Tecnociencia y su divulgación: un enfoque transdisciplinar. Barcelona: Anthropos; 2004. p. 104.      

2.   Gómez CA. Manipulación de embriones humanos: algunas objeciones. Iatreia 2008; 21 (1): 75-82.

3.   Sarmiento, PJ. Las Técnicas de Reproducción Asistida veinticinco años después. Revista Persona y Bioética 2002; 6 (16): 20-31.

4.   Burguera M. El mercado sin reglas del baby-business. URL disponible en: http://www.aceprensa.com/articulos/2007/apr/18/el-mercado-sin-reglas-del-baby-business/. [Fecha de consulta: 24 de octubre de 2008]  

5.   Burguera M. El hijo a cualquier precio en el mercado de la fertilidad. URL disponible en: http://www.aceprensa.com/articulos/2008/jul/30/el-hijo-cualquier-precio-en-el-mercado-de-la-fertilidad/. [Fecha de consulta: 24 de octubre 2008]

6.   López-Guzmán J. El diagnóstico preimplantatorio: una nueva forma de violencia social. Cuadernos de Bioética 2007; 18 (4): 357 -365.

7.   Lucio C, Lantigua I. Nace en España el primer bebé seleccionado genéticamente. URL disponible en: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2008/10/14/biociencia/1223975461.html [Fecha de consulta: 15 de octubre 2008].

8.   BBC Ciencia. Prueba para defectos en embriones. URL disponible en http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_ 7689000/7689316.stm [Fecha de consulta: 26 de octubre de 2008].

9.   Sánchez-Migallón S. Ética Filosófica. Pamplona: EUNSA; 2008. p. 178.

10.    Lipovetsky G. La sociedad de la decepción. Barcelona: Anagrama; 2008.

11.    Lewis CS. Trilogía de Ransom, III parte. Bogotá: Planeta; 2008. p. 49.

12.    Burgos JM. Antropología: una guía para la existencia. Madrid: Palabra; 2005. p. 162.

13.    Artigas M. El desafío de la racionalidad. Pamplona: Eunsa; 1999. p. 188

PELICULA DE LA SEMANA (24 Dic): tick tick BOOM!

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Tick, Tick... Boom!


Reseña: 

Ambientada en 1990, narra la historia de Jon, un aspirante a compositor teatral que trabaja de camarero en Nueva York mientras escribe "Superbia", una obra que espera se convierta en el próximo gran musical americano y le abra las puertas del éxito. Jon también debe soportar la presión de su novia, Susan, harta de sentir que su vida no avanza por culpa de las aspiraciones teatrales de este. Entretanto, el mejor amigo y compañero de piso de Jon, Michael, ha renunciado a su sueño de conseguir un trabajo bien pagado como publicista en Madison Avenue y está a punto de irse del apartamento. A medida que se acerca su trigésimo cumpleaños, la ansiedad de Jon se dispara. ¿De verdad merece su sueño tanto sacrificio?

La película contienen un buen puñado de momentos brillantes en torno a la creación artística, y el peligro de, en pleno arrobamiento, dejar abandonados en el camino a los seres queridos, por algo muy parecido al egocentrismo, aunque se puede presentar la coartada del “amor al arte”. Tienen fuerza los talleres de teatro para sacar adelante el musical. A este respecto se plantea un tema interesante, si el talento creativo puede dedicarse a tareas que parecen poco nobles, como la de la publicidad, vender productos en los que no se cree. (Almudí JD). Decine21: AQUÍ

 

Meditación Domingo Sagrada Familia (C)

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Fiesta de la Sagrada Familia

“Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: - «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.» Él les contestó: - « ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (Lucas 2,41-52).

I. Cuando cumplieron todas las cosas mandadas en la Ley del Señor regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él.

El Mesías quiso comenzar su tarea redentora en el seno de una familia sencilla, normal. Lo primero que santificó Jesús con su presencia fue un hogar. Nada ocurre de extraordinario en estos años de Nazaret, donde Jesús pasa la mayor parte de su vida.

  1. José era el cabeza de familia; como padre legal, él era quien sostenía a Jesús y a María con su trabajo. Es él quien recibe el mensaje del nombre que ha de poner al Niño: Le pondrás por nombre Jesús; y los que tienen como fin la protección del Hijo: Levántate, toma al Niño y huye a Egipto. Levántate, toma al Niño y vuelve a la patria. No vayas a Belén, sino a Nazaret. De él aprendió Jesús su propio oficio, el medio de ganarse la vida. Jesús le manifestaría muchas veces su admiración y su cariño.

De María, Jesús aprendió formas de hablar, dichos populares llenos de sabiduría, que más tarde empleará en su predicación. Vio cómo Ella guardaba un poco de masa de un día para otro, para que se hiciera levadura; le echaba agua y la mezclaba con la nueva masa, dejándola fermentar bien arropada con un paño limpio. Cuando la Madre remendaba la ropa, el Niño la observaba. Si un vestido tenía una rasgadura buscaba Ella un pedazo de paño que se acomodase al remiendo. Jesús, con la curiosidad propia de los niños, le preguntaba por qué no empleaba una tela nueva; la Virgen le explicaba que los retazos nuevos cuando se mojan tiran del paño anterior y lo rasgan; por eso había que hacer el remiendo con un paño viejo... Los vestidos mejores, los de fiesta, solían guardarse en un arca. María ponía gran cuidado en meter también determinadas plantas olorosas para evitar que la polilla los destrozara. Años más tarde, esos sucesos aparecerán en la predicación de Jesús. No podemos olvidar esta enseñanza fundamental para nuestra vida corriente: « la casi totalidad de los días que Nuestra Señora pasó en la tierra transcurrieron de una manera muy parecida a las jornadas de otros millones de mujeres, ocupadas en cuidar de su familia, en educar a sus hijos, en sacar adelante las tareas del hogar. María santifica lo más menudo, lo que muchos consideran erróneamente como intrascendente y sin valor: el trabajo de cada día, los detalles de atención hacia las personas queridas, las conversaciones y las visitas con motivo de parentesco o de amistad. - Bendita normalidad, que puede estar llena de tanto amor a Dios!.

Entre José y María había cariño santo, espíritu de servicio, comprensión y deseos de hacerse la vida feliz mutuamente. Así es la familia de Jesús: sagrada, santa, ejemplar, modelo de virtudes humanas, dispuesta a cumplir con exactitud la voluntad de Dios. El hogar cristiano debe ser imitación del de Nazaret: un lugar donde quepa Dios y pueda estar en el centro del amor que todos se tienen.

¿Es así nuestro hogar? ¿Le dedicamos el tiempo y la atención que merece? ¿Es Jesús el centro? ¿Nos desvivimos por los demás? Son preguntas que pueden ser oportunas en nuestra oración de hoy, mientras contemplamos a Jesús, a María y a José en la fiesta que les dedica la Iglesia.

En la familia, «los padres deben ser para sus hijos los primeros educadores de la fe, mediante la Palabra y el ejemplo». Esto se cumplió de manera singularísima en el caso de la Sagrada Familia. Jesús aprendió de sus padres el significado de las cosas que le rodeaban.

La Sagrada Familia recitaría con devoción las oraciones tradicionales que se rezaban en todos los hogares israelitas, pero en aquella casa todo lo que se refería a Dios particularmente tenía un sentido y un contenido nuevo. - Con qué prontitud, fervor y recogimiento repetiría Jesús los versículos de la Sagrada Escritura que los niños hebreos tenían que aprender!. Recitaría muchas veces estas oraciones aprendidas de labios de sus padres.

Al meditar estas escenas, los padres han de considerar con frecuencia las palabras del Papa Pablo VI recordadas por Juan Pablo II: «¿Enseñáis a vuestros niños las oraciones del cristiano? ¿Preparáis, de acuerdo con los sacerdotes, a vuestros hijos para los sacramentos de la primera edad: confesión, comunión, confirmación? ¿Los acostumbráis, si están enfermos, a pensar en Cristo que sufre? ¿A invocar la ayuda de la Virgen y de los santos? ¿Rezáis el Rosario en familia? (...) ¿Sabéis rezar con vuestros hijos, con toda la comunidad doméstica, al menos alguna vez? Vuestro ejemplo en la rectitud del pensamiento y de la acción, apoyado por alguna oración común, vale una lección de vida, vale un acto de culto de mérito singular; lleváis de este modo la paz al interior de los muros domésticos: Pax huic domui. Recordad: así edificáis la Iglesia».

Los hogares cristianos, si imitan el que formó la Sagrada Familia de Nazaret, serán «hogares luminosos y alegres», porque cada miembro de la familia se esforzará en primer lugar en su trato con el Señor, y con espíritu de sacrificio procurará una convivencia cada día más amable.

La familia es escuela de virtudes y el lugar ordinario donde hemos de encontrar a Dios. «La fe y la esperanza se han de manifestar en el sosiego con que se enfocan los problemas, pequeños o grandes, que en todos los hogares ocurren, en la ilusión con que se perservera en el cumplimiento del propio deber. La caridad lo llenará así todo, y llevará a compartir las alegrías y los posibles sinsabores; a saber sonreír, olvidándose de las propias preocupaciones para atender a los demás; a escuchar al otro cónyuge o a los hijos, mostrándoles que de verdad se les quiere y comprende; a pasar por alto menudos roces sin importancia que el egoísmo podría convertir en montañas; a poner un gran amor en los pequeños servicios de que está compuesta la convivencia diaria.

» Santificar el hogar día a día, crear, con el cariño, un auténtico ambiente de familia: de eso se trata. Para santificar cada jornada se han de ejercitar muchas virtudes cristianas; las teologales en primer lugar y, luego, todas las otras: la prudencia, la lealtad, la sinceridad, la humildad, el trabajo, la alegría...».

Esta virtudes fortalecerán la unidad que la Iglesia nos enseña a pedir: Tú, que al nacer en una familia fortaleciste los vínculos familiares, haz que las familias vean crecer la unidad.

Una familia unida a Cristo es un miembro de su Cuerpo místico, y ha sido llamada «iglesia doméstica». Esa comunidad de fe y de amor se ha de manifestar en cada circunstancia, como la Iglesia misma, como testimonio vivo de Cristo. «La familia cristiana proclama en voz muy alta tanto las presentes virtudes del reino, como la esperanza de la vida bienaventurada». La fidelidad de los esposos a su vocación matrimonial les llevará incluso a pedir la vocación de sus hijos para dedicarse con abnegación al servicio del Señor.

En la Sagrada Familia cada hogar cristiano tiene su ejemplo más acabado; en ella, la familia cristiana puede descubrir lo que debe hacer y el modo de comportarse, para la santificación y la plenitud humana de cada uno de sus miembros. «Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso quizá de una manera casi insensible, a imitar esta vida».

La familia es la forma básica y más sencilla de la sociedad. Es la principal «escuela de todas las virtudes sociales». Es el semillero de la vida social, pues es en la familia donde se ejercita la obediencia, la preocupación por los demás, el sentido de responsabilidad, la comprensión y ayuda, la coordinación amorosa entre las diversas maneras de ser. Esto se realiza especialmente en las familias numerosas, siempre alabadas por la Iglesia. De hecho, se ha comprobado que la salud de una sociedad se mide por la salud de las familias. De aquí que los ataques directos a la familia (como es el caso de la introducción del divorcio en la legislación) sean ataques directos a la sociedad misma, cuyos resultados no se hacen esperar.

«Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, sea también Madre de la "Iglesia doméstica", y, gracias a su ayuda materna, cada familia cristiana pueda llegar a ser verdaderamente una pequeña Iglesia de Cristo. Sea ella, Esclava del Señor, ejemplo de acogida humilde y generosa de la voluntad de Dios; sea ella, Madre Dolorosa a los pies de la Cruz, la que alivie los sufrimientos y enjugue las lágrimas de cuantos sufren por las dificultades de sus familias.

» Que Cristo Señor, Rey del universo, Rey de las familias, esté presente, como en Caná, en cada hogar cristiano para dar luz, alegría, serenidad y fortaleza».

De modo muy especial le pedimos hoy a la Sagrada Familia por cada uno de los miembros de nuestra familia, por el más necesitado.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal

Homilía Domingo Sagrada Familia (C)

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(Sir 3,3-7.14-17) "Quien honra a su padre, vivirá vida más larga"
(Col 3,12-21) "Revestios de entrañas de misericordia"
(Lc 2,41-52) "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?"

Homilía con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II

--- Familia de Belén y familia cristiana

"Christus natus est nobis, venite adoremus"

La Iglesia entera está aún todavía invadida por la alegría de la Navidad. La alegría de la que participan los corazones de los hombres, reanima las comunidades humanas, se manifiesta en las tradiciones, en las costumbres, en el canto y en la cultura entera.

Un día, en los campos de Belén, los pastores que guardaban sus rebaños fueron atraídos por este anuncio, que hoy repite la Iglesia entera. Todos lo transmiten, por así decir, de boca en boca, de corazón a corazón. "Christus natus est nobis, venite adoremus".

La Iglesia vive hoy la alegría de la Navidad del Señor, del Hijo de Dios, en Belén: como misterio de la Familia, de la Santa Familia.

Es una verdad profundamente humana: por el nacimiento de un niño la comunidad conyugal del hombre y de la mujer, del marido y de la esposa, se hace más perfectamente familia. Al mismo tiempo, éste es un gran misterio de Dios, que se revela a los hombres: el misterio escondido en la fe y en el corazón de aquellos Esposos, de aquellos Cónyuges: María y José, de Nazaret. Al comienzo sólo ellos fueron testigos de que el Niño que nació en Belén es "Hijo del Altísimo", venido al mundo por obra del Espíritu Santo.

A ellos dos, a María y José, les fue dado a conocer el misterio de aquella Familia que el Padre celestial, con el nacimiento de Jesús, formó con ellos y entre ellos.

--- Santidad de la familia

En la medida en que este misterio se revela a los ojos de la fe de los otros hombres, la Iglesia entera ve en la Santa Familia una particular expresión de la cercanía de Dios y al mismo tiempo un signo particular de elevación de toda familia humana, de su dignidad, según el proyecto del Creador.

Esta dignidad se confirma de nuevo con el sacramento del matrimonio, con ese sacramento que es grande -como dice San Pablo- "en Cristo y en la Iglesia" (cfr. Ef 5,32).

Orientando los ojos de nuestra fe hacia la Santa Familia, la liturgia de este domingo trata de poner de relieve lo que es decisivo para la santidad y la dignidad de la familia. Hablan de ello todas las lecturas: tanto el libro del Sirácida como la Carta de San Pablo a los Colosenses, como, finalmente, el Evangelio según Lucas.

En el Salmo responsorial se pone de relieve la singular presencia de Dios en la familia, en la comunión matrimonial del marido y de la mujer, en la comunión que lleva al amor y a la vida. Dios está presente en esta comunión como Creador y Padre, dador de la vida humana y de la vida sobrenatural, de la vida divina. De su bendición participan los cónyuges, los hijos, su trabajo, sus alegrías, sus preocupaciones.

"Dichoso el que teme al Señor...serás dichoso, te irá bien...tu mujer, como parra fecunda...tus hijos, como renuevos de olivo...que veas la prosperidad de Jerusalén, todos los días de tu vida" (Sal 127/128).

--- Comunidad de vida y de amor

San Pablo, en la Carta a los Colosenses, trata de poner de relieve el clima de la familia cristiana: el clima espiritual, el clima afectivo, el clima moral.

Escribe: "Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada" (Col 3,12-14).

Hay que leer con atención y meditar todo el pasaje de la Carta a los Colosenses, en el que el Apóstol formula los buenos deseos para los cónyuges y las familias cristianas sobre todo aquello que determina el verdadero bien de la comunidad humana, especialmente de aquella que en síntesis se puede llamar "communio personarum", "íntima comunidad de vida y de amor" (cfr. Gaudium et spes, 49).

No existe otra comunidad interhumana tan unificante, tan profunda y universal como la familia. Y al mismo tiempo, tan capaz de hacer felices, y tan exigente, porque es muy vulnerable, dado que está expuesta a diversas "heridas".

Por ello los buenos deseos del Apóstol se refieren a los problemas más esenciales de la familia cuando escribe:

- revestíos de "amor, que es el ceñidor de la unidad consumada...";

- "la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón...";

- "la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza".

Así se forma la familia humana en toda su dignidad y nobleza, en su entera belleza espiritual (que es incomparablemente más importante que todas las riquezas "reales" y materiales), ¡por la Palabra de Dios!, ¡por la palabra de Cristo!

En esta Palabra se encierran las indicaciones y los mandamientos que determinan la solidez moral de aquella fundamental comunidad humana, de aquella "communio personarum".

Por ello se puede decir que toda la primera lectura de la liturgia de hoy es un amplio comentario al IV mandamiento del Decálogo:

¡"Honra a tu padre y a tu madre"!

Hay que leer con atención este texto y meditarlo, teniendo siempre ante los ojos aquel "amor, que es el ceñidor de la unidad consumada".

Efectivamente, el amor crea el honor, la estima recíproca, la solicitud premurosa, tanto en la relación de los hijos hacia los padres, como en la de los padres hacia los hijos, y sobre todo en la relación recíproca entre los cónyuges.

De este modo el matrimonio y la familia se convierten en aquel ambiente educativo que es absolutamente insustituible: el primero y fundamental y más consistente ambiente humano, que se convierte luego la "iglesia doméstica". Se puede decir que en la familia también la educación se hace, a menudo inadvertidamente, una autoeducación, porque una sana comunidad familiar permite de por sí el desarrollo normal de toda persona que la compone.

Una especial confirmación de esta realidad son las palabras del Evangelio de San Lucas sobre Jesús cuando tenía doce años:

"Él bajó con ellos (es decir, con María y José)... y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres" (Lc 2,51-52).

El testimonio sobre la vida de la Santa Familia de Nazaret, como oís, es muy conciso, y al mismo tiempo rico de contenido.

En esta perspectiva y en este contexto fueron pronunciadas las palabras de Jesús cuando tenía doce años, palabras que se proyectan en su futuro:

"¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?" (Lc 2,49).

Precisamente estas palabras que se proyectan en el futuro -las palabras que María y José en aquel momento todavía no comprendían- constituyen una especial comprobación de la santidad de la Familia de Nazaret.

Palabras como éstas, que miran al futuro de los hijos, son fruto de la intensa madurez espiritual de toda familia cristiana.

En efecto, junto a los padres deben madurar los jóvenes, hijos e hijas, para una específica vocación que cada uno de ellos recibe de Dios.

Hagamos siempre nuestras las palabras de esta oración: "Dios, Padre nuestro, que has propuesto la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo: concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo".



17 diciembre 2021

LIBRO DE LA SEMANA (17 Dic): A fuego lento

 (Cfr. www.planetalibros.com)

 

 

 

Traductor: Aleix Montoto Llagostera
Número de páginas: 480
 

Paula Hawkins

Paula Hawkins trabajó como periodista más de quince años antes de pasarse a la ficción. Nacida y criada en Zimbabue, se mudó a Londres en 1989 y vive allí desde entonces. Su nombre dio la vuelta al mundo cuando publicó La chica del tren y se consolidó después con Escrito en el agua. Durante años sus libros han estado en las listas de los libros más vendidos de todo el mundo, con más de 27 millones de ejemplares vendidos en más de 50 países. Paula Hawkins se ha convertido en uno de los mayores fenómenos editoriales de la última década.

Discurso del Papa a los jóvenes en viaje a Chipre y Grecia

 (Cfr. www.almudi.org)


No tengáis miedo de las dudas; al contrario, las dudas son “vitaminas de la fe”, ayudan a robustecerla, a hacerla más fuerte, es decir, más consciente, la hacen crecer, la hacen más libre y más madura.

Queridos hermanos y hermanas: Kaliméra sas! [¡Buenos días!]. Os agradezco que hayáis venido hasta aquí, muchos desde lugares lejanos. Efcharistó! [¡Gracias!]. Estoy contento de encontrarme con vosotros al final de mi visita a Grecia, y aprovecho la ocasión para renovar mi gratitud por la acogida y por todo el trabajo que habéis llevado adelante para organizarla. Efcharistó!

Vuestros hermosos testimonios me han impresionado. Ya los había leído y retomo ahora con vosotros algunas partes.

Katerina, nos has hablado de tus recurrentes dudas de fe. Quisiera decirte a ti y a todos que no tengáis miedo de las dudas, porque no son faltas de fe. No tengáis miedo de las dudas; al contrario, las dudas son “vitaminas de la fe”, ayudan a robustecerla, a hacerla más fuerte, es decir, más consciente, la hacen crecer, la hacen más libre y más madura. La hacen más disponible a ponerse en camino, a seguir adelante cada día con humildad. Y la fe es precisamente eso, un camino cotidiano con Jesús que nos lleva de la mano, nos acompaña, nos alienta y, cuando caemos, vuelve a levantarnos; nunca se asusta. Es como una historia de amor, donde siempre se sigue adelante juntos, día tras día. Y como en una historia de amor, llegan momentos en los que es necesario interrogarse, hacerse preguntas. Y hace bien, hace crecer el nivel de la relación. Y eso es muy importante para vosotros, porque no podéis ir ciegos por el camino de la fe, no, sino que tenéis que dialogar con Dios, con la propia conciencia y con los demás.

Quisiera destacar un punto importante en la experiencia de Katerina. A veces, ante las incomprensiones o dificultades de la vida, en los momentos de soledad o desilusión, esa duda puede llamar a la puerta de nuestro corazón: “Quizá soy yo que no voy bien, tal vez estoy equivocado, estoy equivocada”. Amigos, es una tentación que hay que rechazar. El diablo nos mete esa duda en el corazón para caer en la tristeza. ¿Qué hay que hacer? ¿Qué hacer cuando una duda de ese tipo se vuelve sofocante y no nos deja en paz, cuando se pierde la confianza y no se sabe por dónde comenzar? Es necesario volver a encontrar el punto de partida. ¿Cuál? Para comprenderlo, pongámonos a la escucha de vuestra gran cultura clásica. ¿Sabéis cuál fue el punto de partida de la filosofía, y también del arte, de la cultura y de la ciencia? ¿Sabéis cuál? Todo comenzó por una chispa, por un descubrimiento que se expresa con una palabra magnífica: thaumàzein. Es el maravillarse, el asombro. Así comenzó la filosofía, de maravillarse frente a lo que es, ante nuestra existencia, la armonía de la creación y el misterio de la vida.

Pero el asombro no es sólo el comienzo de la filosofía, sino también el inicio de nuestra fe. El Evangelio nos dice muchas veces que cuando alguien encuentra a Jesús se asombra, siente admiración. En el encuentro con Dios está siempre ese estupor, que es el inicio del diálogo con Dios. Y eso es así porque tener fe no consiste principalmente en un conjunto de cosas por creer y de preceptos que cumplir. El corazón de la fe no es una idea, no es una moral; el corazón de la fe es una realidad, una realidad bellísima que no depende de nosotros y que nos deja con la boca abierta: ¡somos hijos amados de Dios! Ese es el corazón de la fe: ¡somos hijos amados de Dios! Hijos amados, tenemos un Padre que vela por nosotros y que nunca deja de amarnos. Reflexionemos: cualquier cosa que pienses o hagas, aunque sea lo peor, Dios sigue amándote. Yo quisiera que entendáis bien esto: Dios no se cansa de amar. Alguno puede decirme: “Pero si yo caigo en las cosas más feas, ¿Dios me ama?”. Dios te ama. “Y si yo soy un traidor, un pecador tremendo, y acabo mal, en la droga, ¿Dios me ama?”. Dios te ama. Dios ama siempre. No puede dejar de amar. Ama siempre y a pesar de todo, mira tu vida y la ve muy buena (cfr. Gn 1, 31). Nunca se arrepiente de nosotros. Si nos ponemos delante del espejo quizá no nos vemos como quisiéramos, porque corremos el riesgo de centrarnos en lo que no nos gusta. Pero si nos ponemos ante Dios la perspectiva cambia. No podemos más que asombrarnos de que seamos para Él, a pesar de todas nuestras debilidades y nuestros pecados, hijos amados desde siempre y para siempre. Entonces, más que comenzar la jornada frente al espejo, ¿por qué no abres la ventana de tu habitación y te detienes en todo, en todo lo hermoso que existe, en todo lo hermoso que ves? Sal de ti mismo. Queridos jóvenes, pensad que, si a nuestros ojos la creación es hermosa, a los ojos de Dios cada uno de vosotros es infinitamente hermoso. Él, dice la Escritura, “ha hecho de nosotros maravillas, maravillas admirables” (cfr. Sal 139, 14). Nosotros, para Dios, somos una maravilla admirable. Deja que ese asombro te invada. Déjate amar por quien siempre cree en ti, por quien te ama más de cuanto tú mismo puedas llegar a amarte. No es fácil comprender esta anchura, esta profundidad del amor, no es fácil entenderla, pero es así; basta dejarse mirar por la mirada de Dios.

Y cuando estéis decepcionados por algo que hayáis hecho, hay otro asombro que no tenéis que dejar escapar: el asombro del perdón. En esto quiero ser claro: Dios perdona siempre. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón, pero Él perdona siempre. Allí, en el perdón, se encuentra el rostro del Padre y la paz del corazón. Allí, Él nos restaura de nuevo, derrama su amor en un abrazo que vuelve a levantarnos, que desintegra el mal cometido y vuelve a hacer brillar la belleza incontenible que hay en nosotros, el ser sus hijos predilectos. No permitamos que la pereza, el miedo o la vergüenza nos roben el tesoro del perdón. ¡Dejemos que el amor de Dios nos asombre! Nos redescubriremos a nosotros mismos; no lo que dicen de nosotros o lo que la tensión del momento suscita en nosotros, no lo que los eslóganes publicitarios nos echan encima, sino nuestra verdad más profunda, la que ve Dios, aquella en la que Él cree: la belleza irrepetible que somos.

¿Recordáis la famosa inscripción a la entrada del templo de Delfos? γνθι σeαυτόν, «conócete a ti mismo». Hoy corremos el peligro de olvidarnos de lo que somos, obsesionados por miles de apariencias, por mensajes machacones que hacen depender la vida de la ropa que usamos, del automóvil que conducimos, del modo en que nos miran los demás. Pero aquella antigua invitación, conócete a ti mismo, vale todavía hoy. Reconoce que vales por lo que eres, no por lo que tienes. No vales por la marca de la ropa o por el calzado que llevas, sino porque eres único, eres única. Pienso en otra imagen antigua, la de las sirenas. Como Ulises en su itinerario de regreso a casa, también vosotros en la vida, que es un viaje audaz hacia la Casa del Padre, encontréis sirenas. En el mito atraían a los navegantes con su canto para hacerlos estrellar contra los arrecifes. En la realidad, las sirenas de hoy quieren hipnotizaros con mensajes seductores e insistentes, que apuntan a beneficios fáciles, a las falsas necesidades del consumismo, al culto del bienestar físico, a la diversión a toda costa. Son muchos fuegos artificiales, que brillan por un instante, y después sólo dejan humo en el aire. Yo os entiendo, resistir no es fácil. ¿Os acordáis cómo resistió Ulises, asediado por las sirenas? Se hizo atar al palo mayor del barco. Pero otro personaje, Orfeo, nos enseña un camino mejor: entonó una melodía más hermosa que la de las sirenas y así las hizo callar. ¡Por eso es importante alimentar el asombro, la belleza de la fe! No somos cristianos porque debemos, sino porque es hermoso. Y precisamente porque queremos proteger esta belleza decimos no a lo que quiere ensombrecerla. La alegría del Evangelio, el asombro que provoca Jesús hace que las renuncias y las fatigas pasen a un segundo plano. Entonces, ¿estamos de acuerdo? Recordad bien esto: ser cristiano no se trata fundamentalmente de hacer esto o aquello, de hacer cosas. Hay que hacer cosas, pero no es principalmente eso. Ser cristiano fundamentalmente es dejar que Dios te ame, y reconocer que ante el amor de Dios eres único, eres única.

Pasemos a otro capítulo. Los rostros de los demás. Ioanna, me gustó que, para hablarnos de tu vida, has hablado de los demás, sobre todo de las dos mujeres más importantes de tu vida, tu madre y tu abuela, que te “han enseñado a rezar, a agradecer cada día a Dios”. Así asimilaste la fe de manera natural, genuina. Y nos has dado un consejo que nos hace bien: que acudamos al Señor en cualquier circunstancia, “que le hablemos, que le confesemos nuestras preocupaciones”. De ese modo, Jesús se hizo familiar para ti. ¡Qué contento está cuando nos abrimos a Él! Así se conoce a Dios. Porque para conocerlo no basta tener ideas claras sobre Él –esa es una pequeña parte, pero no suficiente–, se necesita ir hacia Él con la vida. Tal vez este sea el motivo por el que tantos lo ignoran, porque sólo oyen predicaciones y discursos. En cambio, Jesús se transmite a través de rostros y personas concretas. Haced la prueba de releer los Hechos de los Apóstoles y veréis cuántas personas, rostros y encuentros; así conocieron a Jesús nuestros padres en la fe. Dios no nos da un catecismo en la mano, sino que se hace presente por medio de las historias de las personas. Pasa a través de nosotros. Dios no nos pone un libro en la mano para aprender cosas de memoria, no. Dios se hace entender con la cercanía, acompañándonos en el camino de la vida. Conocer a Jesús es justamente el núcleo de nuestra fe.

Precisamente en ese sentido, Ioanna, nos has contado acerca de una persona decisiva para ti, una religiosa que te mostró la alegría “de ver la vida como un servicio”. Subrayo esto: ver la vida como un servicio. Es verdad, servir a los demás es el camino para conquistar la alegría. Dedicarse a los demás no es de perdedores, es de vencedores; es el camino para hacer algo realmente nuevo en la historia. He sabido que en griego “joven” se dice “nuevo” y nuevo significa joven. El servicio es la novedad de Jesús; el servicio, dedicarse a los demás es la novedad que hace la vida siempre joven. ¿Quieres hacer algo nuevo en la vida? ¿Quieres rejuvenecer? No te contentes con publicar algún post o algún tuit. No te contentes con encuentros virtuales, busca los reales, sobre todo con quien te necesita; no busques la visibilidad, sino a los invisibles. Eso es original, eso es revolucionario. Salir de uno mismo para encontrar a los otros. Pero si tú vives prisionero de ti mismo, nunca encontrarás a los demás, nunca sabrás qué es servir. Servir es el gesto más bello, más grande de una persona, servir a los demás. Muchos hoy son “de redes sociales” pero “poco sociales”, encerrados en sí mismos, prisioneros del móvil que tienen entre manos. Pero en la pantalla falta el otro, faltan sus ojos, su respiración, sus manos. La pantalla se vuelve fácilmente un espejo, donde crees que estás frente al mundo, pero en realidad estás solo, en un mundo virtual lleno de apariencias, de fotos trucadas para parecer siempre guapos y en forma. ¡Qué bonito, en cambio, es estar con los demás, descubrir la novedad del otro, dialogar con el otro, cultivar la mística del conjunto, la alegría de compartir, el ardor de servir!

A este respecto, en el encuentro con los jóvenes en Eslovaquia, el pasado mes de septiembre, algunos jóvenes mostraban una pancarta interesante. Tenía sólo dos palabras: “Todos hermanos”. Me gustó. A menudo en los estadios, en las manifestaciones, en las calles se exponen pancartas para alentar la propia facción, las propias ideas, el propio equipo, los propios derechos. Pero la pancarta de esos jóvenes decía algo nuevo: que es hermoso sentirse hermanos y hermanas de todos, sentir que los demás forman parte de un nosotros, no gente de la que hay que tomar distancia. Estoy contento de veros todos juntos, unidos, aun proviniendo de países e historias tan distintas. ¡Soñad con la fraternidad!

En griego hay un refrán iluminador: o fílos ine állos eaftós, “el amigo es otro yo”. Sí, el otro es el camino para volver a encontrarse con uno mismo; no el espejo, sino el otro. Ciertamente, cuesta salir de las zonas de confort, es más fácil estar sentados en el sofá frente a la televisión. Pero eso es algo viejo, no es de jóvenes. Mira: un joven en el sofá, ¡qué cosa vieja! De jóvenes es reaccionar, abrirse cuando uno se siente solo, buscar a los demás cuando viene la tentación de cerrarse, entrenarse en esa “gimnasia del alma”. Aquí nacieron los eventos deportivos más grandes, las Olimpíadas, el maratón. Más allá del espíritu de lucha que hace bien al cuerpo, está lo que hace bien al alma: entrenarse para la apertura, recorrer largas distancias desde uno mismo para acortarlas con los demás, lanzar el corazón atravesando los obstáculos, cargar unos los pesos de los otros. Entrenarse en esto os hará felices, os mantendrá jóvenes y os hará sentir la aventura de vivir.

A propósito de aventura, Aboud, tu testimonio nos ha impactado: la huida, junto con los tuyos, de la amada y martirizada Siria, después de haber estado varias veces a punto de ser asesinados en la guerra. Y después de tantos “no” y miles de dificultades, llegasteis a este país del único modo posible, en barco, permaneciendo “en una roca sin agua y sin comida, esperando el amanecer y una nave de la guardia costera”: una verdadera odisea de nuestros días. Y me vino a la mente que, en la Odisea de Homero, el primer héroe que aparece no es Ulises, sino un joven, Telémaco, su hijo, que vivió una gran aventura. No había conocido a su padre y estaba angustiado, desalentado porque no sabía dónde se encontraba y ni siquiera si estaba vivo. Se sentía sin raíces y estaba ante una encrucijada: permanecer allí, a la espera, o hacer una locura y lanzarse a la búsqueda. Hay varias voces, entre ellas la de la divinidad, que lo animaban a ser valiente y partir. Y lo hace, se levanta, prepara el barco a escondidas y rápidamente, al despuntar el sol, sale a la aventura. El sentido de la vida no es quedarse en la playa esperando que el viento traiga novedades. La salvación está en mar abierto, en el impulso, en seguir los sueños, los verdaderos, los que se sueñan con los ojos abiertos, que comportan esfuerzo, lucha, vientos contrarios, borrascas repentinas. Por favor, no hay que dejarse paralizar por el miedo, ¡soñad en grande! ¡Y soñad juntos! Como pasó con Telémaco, habrá quien intente deteneros. Habrá siempre alguien que os dirá: “Déjalo, no te arriesgues, es inútil”. Esos son los anuladores de sueños, los sicarios de la esperanza, los incurables nostálgicos del pasado. 

Vosotros, en cambio, por favor, alimentad la valentía de la esperanza, la que has tenido tú, Aboud. ¿Cómo se hace? Por medio de las decisiones. Elegir es un desafío, es afrontar el miedo a lo desconocido, es salir del pantano de la aprobación, es decidirse a tomar la vida entre manos. Para tomar decisiones adecuadas, podéis recordar una cosa: las buenas decisiones incluyen siempre a los demás, no sólo a uno mismo. Esas son las decisiones por las que vale la pena arriesgarse, los sueños que hay que realizar; los que requieren valentía e implican a los demás.

Y, al despedirme de vosotros, os deseo la valentía de seguir adelante, la valentía de arriesgar, la valentía de no quedarse en el sofá. El coraje de arriesgar, de ir al encuentro de los otros, nunca aislados, siempre con los demás. Y con esa valentía, cada uno se encontrará a sí mismo, encontrará a los otros y hallará el sentido de la vida. Os deseo esto, con la ayuda de Dios, que os ama a todos. Dios os ama, sed valientes, ¡seguid adelante! Brostà, óli masí! [¡Adelante, todos juntos!]

P.P. Francisco, en vaticannews.va/es