Mil y una Fábulas (Latín-Inglés)

22 septiembre 2023

Meditación Domngo 25º t.o. (A)

 (Cfr. www.almudi.org)

 

La viña del Señor

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: -Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: -¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron: -Nadie nos ha contratado. El les dijo: -Id también vosotros a mi viña. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: -Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: -Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. El replicó a uno de ellos: -Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos” (Mateo 20,1-16).

I. En la vida de las personas se dan momentos particulares en los que Dios concede especiales gracias para encontrarle, y nos exige el abandono del pecado y la conversión del corazón. En la lectura de la Misa (Is 55, 6-9) nos dice: Mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes más altos que vuestros planes. ¡Tantas veces nos quedamos cortos ante las maravillas que Dios nos tiene preparadas! ¡En tantos momentos nuestros planteamientos nos quedan pequeños! En el Evangelio de hoy (Mateo 20, 1-16), el Señor quiere que consideremos cómo esos planes redentores están íntimamente relacionados con el trabajo de su viña, cualesquiera que sean la edad y las circunstancias en que Dios se nos ha acercado y nos ha llamado para que le sigamos. Nosotros, llamados a la viña del Señor a distintas horas de nuestra vida, sólo tenemos motivos de agradecimiento. La llamada en sí misma ya es un honor. Para todos el jornal se debe a la misericordia divina, y es siempre inmenso y desproporcionado por lo que aquí hayamos trabajado por el Señor.

II. Entre los males que aquejan a la humanidad, hay uno que sobresale por encima de todos: son pocas las personas que de verdad, con intimidad y trato personal, conocen a Cristo; muchos morirán sin saber apenas que Cristo vive y que trae la salvación a todos. En buena parte dependerá de nuestro empeño el que muchos lo busquen y lo encuentren. ¿Podremos permanecer indiferentes ante tantos que no conocen a Cristo? En el campo del Señor hay lugar y trabajo para todos. Nadie que pase junto a nosotros en la vida deberá de decir que no se sintió alentado por nuestro ejemplo y por nuestra palabra a amar más a Cristo. Ninguno de nuestros familiares o amigos debería decir al final de su vida que nadie se ocupó de ellos.

III. El Papa Juan Pablo II, comentando esta parábola (Christifideles laici), nos invitaba a mirar este mundo con sus inquietudes y esperanzas, dificultades y problemas: “Es ésta la viña, y es éste el campo en que los fieles laicos están llamados a vivir su misión. Jesús les quiere, como a todos los discípulos, sal de la tierra y luz del mundo (Mateo 5, 13-14)”. No son gratas al Señor las quejas estériles, que suponen falta de fe, ni siquiera un sentido negativo y pesimista de lo que nos rodea, sean cuales sean las circunstancias en las que se desarrolle nuestra vida. Trabajemos en la viña del Señor sin falsas excusas, sin añoranzas, sin agrandar las dificultades, sin esperar oportunidades mejores. El Dueño de la viña y su Madre Santísima nos ayudarán si somos piadosos.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.

Homilía Domingo 25º t.o. (A)

 (Cfr. www.almudi.org)

 


(Is 55,6-9) "Vuestros caminos no son mis caminos"
(Fil 1,20c-24.27a) "Para mi la vida es Cristo, y una ganancia morir”
(Mt 20,1-16) "Id también vosotros a mi viña"

Homilía con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II

En el Angelus (20-IX-1981)


--- El trabajo como deber y derecho humano

“El reino de los cielos es semejante a un amo de casa que salió muy de mañana a ajustar obreros para su viña…” (Mt 20,1).

Con estas palabras comienza el pasaje evangélico de la liturgia de hoy. La tan conocida parábola de los trabajadores de la viña contiene en sí muchos temas. Entre éstos es fundamental la idea de que es Dios quien llama al hombre al trabajo y que el trabajo debe contribuir a la plasmación continua del mundo según el proyecto del mismo Dios. Todo tipo de trabajo humano, todas sus variantes, están incluidas en la parábola evangélica.

En el punto de partida esta parábola incluye la llamada al hombre a redescubrir el significado del trabajo, teniendo presente el designio salvífico de Dios.

¿Qué es el trabajo humano?

A este importante interrogante hay que dar una respuesta articulada. Ante todo es una prerrogativa del hombre-persona, un factor de plenitud humana que ayuda precisamente al hombre a ser más hombre. Sin el trabajo no solo no puede alimentarse, sino que tampoco puede autorrealizarse, es decir, llegar a su dimensión verdadera. En segundo lugar y consecuentemente, el trabajo es una necesidad, un deber que da al ser humano, vida, serenidad, interés, sentido. El Apóstol Pablo advierte severamente, recordémoslo: “el que no quiera trabajar, no coma" (2 Tes 3,10). Por consiguiente cada uno está llamado a desempeñar una actividad sea al nivel que fuere, y el ocio y el vivir a costa de otros quedan condenados. El trabajo es, además, un derecho, “es el grande y fundamental derecho del hombre”.

--- Servicio

El trabajo llega a ser igualmente un servicio, de tal modo que “el hombre crece en la medida en que se entrega por los demás". Y de esta armonía se beneficia no sólo el individuo sino también la misma sociedad.

--- Dimensión eterna

Estos son solamente algunos pensamientos sobre el tema acerca de la naturaleza del trabajo humano. Los ponemos juntos aquí haciendo referencia a la llamada del amo de casa que sigue saliendo a contratar obreros para su viña para la jornada, como dice la parábola evangélica. Recordemos que en su mismo punto de partida esta parábola contiene la invitación al hombre a que encuentre su significado último en el designio salvífico de Dios, sea cual fuere el tipo de trabajo que desarrolle. Y oremos para que crezca y se ahonde en cada hombre la conciencia de este significado. Pues según el designio de Dios, con el trabajo no sólo debemos dominar la tierra, sino también alcanzar la salvación. Por tanto, al trabajo está vinculada no sólo la dimensión de la temporalidad, sino también la dimensión de la eternidad