(Cfr. www.fotogramas.es)
Hay un plano en 'Belfast' que lleva recorriendo el cine durante décadas. Se trata de un contrapicado de una persona que observa maravillada una pantalla de cine, con las luces del proyector extendiéndose sobre ella como saliendo de su cabeza, como si la magia de las imágenes estuviese desatando algo en su mente. La vimos en filmes como 'Cinema Paradiso' y 'La milla verde', y volvemos a verla en el nuevo trabajo de Kenneth Branagh, que rebusca en sus propias memorias para encontrar ese momento en el que se enamoró del cine. También para elaborar su retrato de la Belfast de finales de los años 60. El resultado es una mezcla entre el retrato histórico y el 'coming-of-age', la comedia y el drama, el realismo y el escapismo.... Una mezcla que a veces se antoja pintada a brocha gorda, pero que conquistó al público en el Festival de Toronto, llegará a los cines el próximo 28 de enero y ahora se sitúa como una de las favoritas para los Oscars 2022.
Es el verano de 1969 y 'Belfast' sigue a Buddy (Jude Hill), un niño que vive entre sus peleas con dragones imaginarios y las que intenta evitar en las calles de su ciudad natal. Su madre (Caitriona Balfe) siempre ha cuidado de él ante las habituales ausencias de su padre (Jamie Dornan), que trabaja en Inglaterra y vuelve al hogar muy de vez en cuando. Al menos cuenta con la ayuda de sus entrañables suegros (Judi Dench y Ciarán Hinds), y de todo un barrio que se siente como una gran familia a pesar de la diferencia religiosa que está destrozando la convivencia. Los grupos radicales de protestantes intentan echar de la capital norirlandesa a los grupos católicos, en lo que fue el inicio del periodo de conflictos conocido como The Troubles. La familia protagonista es protestante, por lo que estarán en la línea de fuego no solo por vivir en una zona católica, sino también por ganarse las enemistades del bando violento, que quieren reclutarlos en sus filas.
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