Mil y una Fábulas (Latín-Inglés)

27 agosto 2021

LIBRO DE LA SEMANA (27 Ago): Bill Gaets. ¡Reset!

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    Bill Gates ha sido durante varios años el hombre más rico del planeta. Odiado por una parte de la comunidad informática y envidiado por otra; animador de su actividad empresarial desde el mundo de los negocios hasta la filantropía, sin dejar por ello de buscar beneficios cada vez mayores. Grandes medios de comunicación se deshacen en elogios hacia su persona, aunque, muchas veces, esos mismos medios han recibido fuertes donaciones del propio millonario. Otros consideran que el capitalismo filantrópico, encarnado por Gates,  es el nuevo imperialismo que domina naciones y recursos a través de la extensión de la beneficencia y las ayudas interesadas. Hay incluso quién lo califica de encarnación del mal, colocándole como protagonista de toda una serie de ofensivas contra los derechos humanos y la propia existencia de la población mundial.

Pero Gates no es más que el personaje más destacado, de todo un elenco de grandes multimillonarios (George Soros, Mark Zuckerberg, Rockefeller…) que comparten un punto de vista común, denominado hasta ahora izquierdista, que pretenden re-diseñar el mundo, e imponernos sus puntos de vista y sus objetivos.

Pero, quién es Bill Gates y de dónde sale?

Vacaciones: expectativas, deseos y realidad

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Nuestros veranos no suelen ser los de los spots publicitarios porque, entre otros motivos, tenemos hijos, tenemos padres, tenemos abuelos, tenemos nietos. Tenemos familia, tenemos vínculos

"Cuando me encuentro mal, cuando me siento desbordada, cuando siento que me superan los problemas, también cuando me he encontrado  apaleada después de los partos... sueño con estar dentro de uno de esos anuncios que cada verano hace Estrella Damm...". Me contaba así hace unos meses una divertida mujer que pasó por mi consulta, madre joven ella. Se le iba el pensamiento a "esa cala preciosa, agua cristalina, luz de atardecer, luciendo un tipazo que nunca tendré, en compañía de gente sonriente y relajada con cara de actores y actrices del momento, música fresca y emotiva, chiringuito de madera con estilo... Menorca, por supuesto".  Me preguntaba a ver si esto que le sucedía interiormente no podría definirse como un síndrome psicológico, qué graciosa. A todos nos gustan esos anuncios, qué bien hechos están.  Nos gustan porque hacen resonar un deseo interno. Un deseo de descanso, de paz, de disfrute, que tiene relación, no sé si menor o mayor, con ese anhelo de plenitud que todos llevamos dentro. Y cuando nos planteamos las vacaciones cada año, de alguna manera pensamos en poder gozar un poquito de algo de eso.

Estamos exprimiendo agosto. Muchos de vacaciones, otros trabajando. Algunos, ni trabajando ni de vacaciones. Yo tengo el privilegio de estar trabajando, habiendo estado ya de vacaciones. Tengo primero el privilegio de tener trabajo y el privilegio especial de trabajar en el cuidado de otros. Tengo también el privilegio de tener salud, aunque me moleste el pie, bendito problema. Que cada uno repase sus motivos para saberse privilegiados, seguro que son muchos.

Esta semana me contaba otra paciente cómo está siendo su verano. Madre divorciada con dos hijos adolescentes. Su marido le anulaba. "He aprendido a vivir creyéndome sin derecho a ser feliz". Su hijo mayor consume drogas, maltrata verbalmente a su madre como antes lo hiciera su padre, y lo que más le duele a ella es que es desagradecido. Su hijo menor tiene buen corazón, le apoya, a la vez que vive con miedo, por el día a día con su hermano. "Me siento desbordada, todo me sobrepasa, no tengo fuerzas". Qué menos. Iban a ir a pasar unos días a una casa familiar, pero, cuando estaban casi montados en el coche, su padre le dice que es su hermano quien va a ir a la casa, que no tienen sitio. Llora. "Ni mi padre, ni mi hermano me consideran. Solo tengo a mis hijos, es suficiente, aunque me dan preocupaciones. Si al menos hubiera podido descansar unos días...". Y yo que me quejo por nimiedades.

En agosto vienen  pacientes pidiendo ayuda, como siempre, pero también de una manera distinta. Pacientes a quienes sus cuidadores se han ido a descansar, pacientes sin vacaciones. Esto sucede en psiquiatría, pero colegas de otras especialidades pueden decir lo mismo: enfermos crónicos, dolor, discapacidad, envejecimiento, limitaciones. Historias y personas que nos recuerdan que el sufrimiento no tiene vacaciones.

Quizá el contraste entre los anuncios con playas de ensueño y la paciente que me removió haya sido demasiado, algo forzado incluso, pero nos puede ayudar. Hay también muchos ejemplos cercanos que nos hablan de las limitaciones de la vida, sin necesidad de irnos a los extremos de la enfermedad, del hambre o de las situaciones de guerra, que no deja de haberlas. Basta pensar en el día a día. Nuestros veranos no suelen ser los de los spots publicitarios porque, entre otros motivos, tenemos hijos, tenemos padres, tenemos abuelos, tenemos nietos. Tenemos familia, tenemos vínculos. Tenemos responsabilidades que asumimos y no queremos eludir ni un segundo. Es un problema cuando planteamos las vacaciones sin contar con nuestros lazos, cuando condicionamos nuestro descanso a unos días en los que solo luce el sol, sin mucho calor ni mosquitos, con noches divertidas y tranquilas a la vez, con hijos que no dan problemas y ni siquiera preocupaciones... esto ocurre pocas veces. No digo que nunca, pero pocas veces. Porque aquellos a los que cuidamos son niños, o son adolescentes, o son adultos, que podemos dar más quebraderos de cabeza que niños y adolescentes.

Lo previsible, por tanto, da mucho juego de por sí. Pero es que además están los imprevistos. Pensemos en veranos que hemos vivido en los que casi siempre suceden "cosas", a la vez que son maravillosos. El niño que se estozola con la bici. El que casi se ahoga. Fractura del brazo y escayola, se acabó la piscina. Abuela a quien cuidamos con cariño todo el verano, con su silla de ruedas, haciendo lo que sea necesario. Y las personas queridas y cercanas que mueren en verano, la muerte tampoco sabe de vacaciones.  ¿Voy a tener que pasar uno de mis días de descanso en un servicio de Urgencias porque al tontolaba de mi hijo se le ha ocurrido romperse la nariz con la raqueta? Gracias a Dios, no reaccionaban así los que nos querían, y tampoco nosotros nos comportamos así con los que cuidamos.

Sin duda, una de las claves en el camino de la felicidad está en aceptar la realidad como es, sin autoengañarnos imaginando que no tiene aristas. Esto se aplica también a nuestra planificación de las vacaciones. Cuando esperamos levantarnos cada día con el sonido de los pájaros y pasar el día con banda sonora de fondo, entonces lo pasamos mal. Si planteamos el día a día con apertura, no nos asustamos ante las cosas que suceden y nos levantamos cada día para disfrutar dándonos. Entonces, visitar un hospital en el mes de agosto, aunque deseamos que no sea necesario, puede convertirse en una experiencia de transformación que nos ayuda a crecer en gratitud como actitud existencial.

Oye, pues a mi no me pasan esas cosas en vacaciones. Oye, pues que Dios te conserve la salud, a ti y a tu familia. Mi intención era compartir con aquellos a los que les pasan cosas, que somos mayoría. Seguro que somos capaces de encontrar el truco para ajustar la perspectiva y conseguir que no solo las vacaciones sino todo el año sean mejores que un anuncio de televisión.

Redacción de amigosenelocaso.blogspot.com/

 

PELICULA SEMANA (27 Ago): El Escuadrón suicida

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El escuadrón suicida


Reseña: 

Un grupo de super villanos se encuentran encerrados en Belle Reve, una prisión de alta seguridad con la tasa de mortalidad más alta de Estados Unidos. Para salir de allí harán cualquier cosa, incluso unirse al grupo Task Force X, dedicado a llevar a cabo misiones suicidas bajo las órdenes de Amanda Waller. Fuertemente armados son enviados a la isla Corto Maltese, una jungla repleta de enemigos.

El realizador se lleva el film a su terreno, pues acumula golpes de humor, a veces de tintes negros, pero también gags alocados que casi parecen sacados de Top Secret, como los trajes ridículos de los personajes, la inclusión en la trama de una comadreja de constitución humana, y un monstruo final que parece sacado de una película de serie B. Se abusa de una violencia extrema, pero tan irreal y propia de las viñetas que nadie se sentirá incómodo. Si se le suman efectos especiales de última generación, secuencias vistosas y algunas ideas que funcionan, como el engañoso arranque, se tiene un producto quizás no magistral, pero sí ameno. (Almudí JD). Decine21: AQUÍ

26 agosto 2021

Meditación Domingo 22º t.o. (B)

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La verdadera pureza

“En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?» Él les contestó: - «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.» Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro»”(Marcos 7, 1-8.14-15. 21-23).     

I. La verdadera pureza ha de comenzar por el corazón porque de ahí provienen las acciones. Si el corazón está manchado, el hombre entero queda manchado. La impureza no sólo se refiere al desorden de la sensualidad, aunque este desorden –es decir, la lujuria- deje una huella profunda, sino también al deseo inmoderado de bienes materiales, a la actitud que lleva a ver a los demás con malos ojos, con torcida intención, a la envidia, al rencor, a la inclinación egocéntrica de pensar en uno mismo con olvido de los demás, a la abulia interior, causa de ensueños y fantasías que impiden la presencia de Dios y un trabajo intenso. La verdadera pureza de corazón es la que nos permite ver a Dios en medio de nuestra tarea. Él quiere reinar en nuestros afectos, acompañarnos en nuestra actividad, darle un nuevo sentido a todo lo que hacemos.

II. La pureza del alma –castidad y rectitud interior en los afectos y sentimientos- tiene que ser plenamente amada y buscada con alegría y con empeño, apoyándonos siempre en la gracia de Dios. Esa limpieza interior, condición de todo amor, se va logrando mediante una lucha alegre y constante, prolongada a lo largo de la vida, que se mantiene vigilante con el examen de conciencia diario para no pactar con actitudes y pensamientos que nos alejan de Dios y de los demás; es también el fruto de un gran amor a la Confesión frecuente bien hecha, donde lavamos el corazón y el Señor nos llena de su gracia. Es nuestra tarea, con la ayuda de la gracia, mostrar, con una vida limpia y con la palabra, que la castidad es virtud esencial para todos –hombres, mujeres, jóvenes y adultos-, y que cada uno ha de vivirla de acuerdo con las exigencias del estado al que le llamó el Señor.

III. Esta exigencia de amor ha de llevarnos con fortaleza y el indispensable sentido común, a actuar con sensatez, a evitar las ocasiones de peligro para la salud del alma y para la integridad de la vida espiritual. La castidad ha sido desde siempre una gloria de la Iglesia y una de las manifestaciones más claras de su santidad. Nosotros, cada uno en su estado, pedimos hoy al Señor que nos conceda un corazón bueno y limpio, capaz de comprender a todas las criaturas y de acercarlas a Dios. Y junto a la petición, un deseo eficaz de luchar para que el corazón nunca quede manchado. Nuestra Madre, nos enseñará a ser fuertes si en algún momento fuera más costoso mantener el corazón limpio y lleno de amor a su Hijo.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.

Homilía Domingo 22º t.o. (B)

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(Dt 4,1-2.6-8) "No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada"
(St 1,17-18.21b-22.27) "Todo don perfecto viene de arriba"
(Mc 7,1-8.14-15.21-23) "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí"

Homilía con textos de homilías pronunciadas por S.S. Benedicto XVI

HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI DURANTE LA MISA CON SUS EXALUMNOS

Castelgandolfo - Domingo 2 de septiembre de 2012

Queridos hermanos y hermanas:

Siguen resonando profundamente en mí las palabras con las que, hace tres años, el cardenal Schönborn nos hizo la exégesis de este Evangelio: la misteriosa correlación de lo interior con lo exterior; y lo que hace impuro al hombre, lo que lo contamina, y lo que es puro. Por eso, hoy no quiero hacer yo también la exégesis de este mismo Evangelio, o la haré sólo marginalmente. En cambio, comentaré brevemente las dos lecturas.

En el Deuteronomio vemos la «alegría de la ley»: ley no como atadura, como algo que nos quita la libertad, sino como regalo y don. Cuando los demás pueblos miren a este gran pueblo —así dice la lectura, así dice Moisés—, entonces dirán: ¡Qué pueblo tan sabio! Admirarán la sabiduría de este pueblo, la equidad de la ley y la cercanía del Dios que está a su lado y que le responde cuando lo llama. Esta es la alegría humilde de Israel: recibir un don de Dios. Esto es muy distinto del triunfalismo, del orgullo de lo que viene de sí mismos: Israel no se siente orgulloso de su propia ley como podía estarlo Roma del derecho romano como don a la humanidad; ni como Francia, tal vez orgullosa del «Código Napoleón»; ni como Prusia, orgullosa del «Preußisches Landrecht», etc., obras del derecho que reconocemos.

Israel sabe bien que su ley no la ha hecho él mismo; no es fruto de su genialidad, sino que es don. Dios le ha mostrado qué es el derecho. Dios le ha dado sabiduría. La ley es sabiduría. Sabiduría es el arte de ser hombres, el arte de poder vivir bien y de poder morir bien. Y sólo se puede vivir y morir bien cuando se ha recibido la verdad y cuando la verdad nos indica el camino. Estar agradecidos por el don que no hemos inventado nosotros, sino que nos ha sido dado, y vivir en la sabiduría; aprender, gracias al don de Dios, a ser hombres de un modo recto.

El Evangelio, sin embargo, nos muestra que existe también un peligro, como también se dice directamente al inicio del pasaje de hoy del Deuteronomio: «no añadir ni quitar nada». Nos enseña que, con el paso del tiempo, al don de Dios se fueron añadiendo aplicaciones, obras, costumbres humanas que, al crecer, ocultan lo que es propio de la sabiduría regalada por Dios, hasta el punto de convertirse en auténtica atadura, que es preciso romper, o de llevar a la presunción: nosotros lo hemos inventado.

Pasemos ahora a nosotros, a la Iglesia. De hecho, según nuestra fe, la Iglesia es el Israel que ha llegado a ser universal, en el que todos, a través del Señor, llegan a ser hijos de Abraham; el Israel que ha llegado a ser universal, en el que persiste el núcleo esencial de la ley, sin las contingencias del tiempo y del pueblo. Este núcleo es sencillamente Cristo mismo, el amor de Dios a nosotros y nuestro amor a él y a los hombres. Él es la Tora viviente, es el don de Dios para nosotros, en el que ahora todos recibimos la sabiduría de Dios. Estando unidos a Cristo, caminando con él, viviendo con él, aprendemos cómo ser hombres de modo recto, recibimos la sabiduría que es verdad, sabemos vivir y morir, porque él mismo es la vida y la verdad.

Así pues, la Iglesia, como Israel, debe estar llena de gratitud y de alegría. «¿Qué pueblo puede decir que Dios está tan cerca de él? ¿Qué pueblo ha recibido este don?». No lo hemos hecho nosotros, nos ha sido dado. Alegría y gratitud por el hecho de que lo podemos conocer, de que hemos recibido la sabiduría de vivir bien, que es lo que debería caracterizar al cristiano. Así era, en efecto, en el cristianismo de los orígenes: ser liberado de las tinieblas, de andar a tientas, de la ignorancia —¿qué soy? ¿por qué existo? ¿cómo debo vivir?—; ser libre, estar en la luz, en la amplitud de la verdad. Esta era la convicción fundamental. Una gratitud que se irradiaba en el entorno y que así unía a los hombres en la Iglesia de Jesucristo.

Sin embargo, también en la Iglesia se produce el mismo fenómeno: elementos humanos se añaden y llevan o a la presunción, al así llamado triunfalismo que se gloría de sí mismo en vez de alabar a Dios, o a la atadura, que es preciso quitar, romper y destruir. ¿Qué debemos hacer? ¿Qué debemos decir? Creo que nos encontramos precisamente en esta fase, en la que sólo vemos en la Iglesia lo que hemos hecho nosotros mismos, y perdemos la alegría de la fe; una fase en la que ya no creemos ni nos atrevemos a decir: él nos ha indicado quién es la verdad, qué es la verdad; nos ha mostrado qué es el hombre; nos ha donado la justicia de la vida recta. Sólo nos preocupamos de alabarnos a nosotros mismos, y tememos vernos atados por reglamentos que constituyen un obstáculo para la libertad y la novedad de la vida.

Si leemos hoy, por ejemplo, en la Carta de Santiago: «Sois generosos por medio de una palabra de verdad», ¿quién de nosotros se atrevería a alegrarse de la verdad que nos ha sido donada? Nos surge inmediatamente la pregunta: ¿cómo se puede tener la verdad? ¡Esto es intolerancia! Los conceptos de verdad y de intolerancia hoy están casi completamente fundidas entre sí; por eso ya no nos atrevemos a creer en la verdad o a hablar de la verdad. Parece lejana, algo a lo que es mejor no recurrir. Nadie puede decir «tengo la verdad» —esta es la objeción que se plantea— y, efectivamente, nadie puede tener la verdad. Es la verdad la que nos posee, es algo vivo. Nosotros no la poseemos, sino que somos aferrados por ella. Sólo permanecemos en ella si nos dejamos guiar y mover por ella; sólo está en nosotros y para nosotros si somos, con ella y en ella, peregrinos de la verdad.

Creo que debemos aprender de nuevo que «no tenemos la verdad». Del mismo modo que nadie puede decir «tengo hijos», pues no son una posesión nuestra, sino que son un don, y nos han sido dados por Dios para una misión, así no podemos decir «tengo la verdad», sino que la verdad ha venido hacia nosotros y nos impulsa. Debemos aprender a dejarnos llevar por ella, a dejarnos conducir por ella. Entonces brillará de nuevo: si ella misma nos conduce y nos penetra.

Queridos amigos, pidamos al Señor que nos conceda este don. Santiago nos dice hoy en la lectura que no debemos limitarnos a escuchar la Palabra, sino que la debemos poner en práctica. Esta es una advertencia ante la intelectualización de la fe y de la teología. En este tiempo, cuando leo tantas cosas inteligentes, tengo miedo de que se transforme en un juego del intelecto en el que «nos pasamos la pelota», en el que todo es sólo un mundo intelectual que no penetra y forma nuestra vida, y que por tanto no nos introduce en la verdad. Creo que estas palabras de Santiago se dirigen precisamente a nosotros como teólogos: no sólo escuchar, no sólo intelecto, sino también hacer, dejarse formar por la verdad, dejarse guiar por ella. Pidamos al Señor que nos suceda esto y que así la verdad sea potente sobre nosotros, y que conquiste fuerza en el mundo a través de nosotros.

La Iglesia ha puesto las palabras del Deuteronomio —«¿Dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?» (4, 7)— en el centro del Oficio divino del Corpus Christi, y así le ha dado un nuevo significado: ¿dónde hay un pueblo que tenga a su dios tan cercano como nuestro Dios lo está a nosotros? En la Eucaristía esto se ha convertido en plena realidad. Ciertamente, no es sólo un aspecto exterior: alguien puede estar cerca del Sagrario y, al mismo tiempo, estar lejos del Dios vivo. Lo que cuenta es la cercanía interior. Dios se ha hecho tan cercano a nosotros que él mismo es un hombre: esto nos debe desconcertar y sorprender siempre de nuevo. Él está tan cerca que es uno de nosotros. Conoce al ser humano, conoce el «sabor» del ser humano, lo conoce desde dentro, lo ha experimentado con sus alegrías y sus sufrimientos. Como hombre, está cerca de mí, está «al alcance de mi voz»; está tan cerca de mí que me escucha; y yo puedo saber que me oye y me escucha, aunque tal vez no como yo me lo imagino.

Dejémonos llenar de nuevo por esta alegría: ¿Dónde hay un pueblo que tenga un dios tan cercano como nuestro Dios lo está a nosotros? Tan cercano que es uno de nosotros, que me toca desde dentro. Sí, hasta el punto de que entra en mi interior en la santa Eucaristía. Un pensamiento incluso desconcertante. Sobre este proceso san Buenaventura utilizó una vez en sus oraciones de Comunión una formulación que sorprende, casi que asusta. Dice: «Señor mío, ¿cómo se te pudo ocurrir la idea de entrar en la sucia letrina de mi cuerpo?». Sí, él entra dentro de nuestra miseria, lo hace plenamente consciente, lo hace para compenetrarse con nosotros, para limpiarnos y renovarnos, a fin de que, a través de nosotros, en nosotros, la verdad se difunda en el mundo y se realice la salvación.

Pidamos perdón al Señor por nuestra indiferencia, por nuestra miseria, que nos hace pensar sólo en nosotros mismos, por nuestro egoísmo que no busca la verdad, sino que sigue su propia costumbre, y que a menudo hace que el cristianismo parezca sólo un sistema de costumbres. Pidámosle que entre con fuerza en nuestra alma, que se haga presente en nosotros y a través de nosotros, para que así la alegría nazca también en nosotros: Dios está aquí y me ama; es nuestra salvación. Amén

22 agosto 2021

LIBRO DE LA SEMANA (20 Ago): A través de mi ventana

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A través de mi ventana

¡Llega por fin la novela juvenil que está triunfando en Wattpad! ¡Próximamente estreno en Netflix! Raquel lleva toda la vida loca por Ares, su atractivo y misterioso vecino. Lo ob...
Editorial:
ALFAGUARA
Colección:
Sin límites
Encuadernación:
Tapa blanda o Bolsillo
País de publicación :
España
Idioma de publicación :
Castellano
Idioma original :
Castellano
ISBN:
978-84-204-5191-6
EAN:
9788420451916
Dimensiones:
215 x 152 mm.
Peso:
504 gramos
Nº páginas:
416
Fecha publicación :
04-01-2021
 
 
 
Sinopsis

Sinopsis de: "A través de mi ventana"

¡Llega por fin la novela juvenil que está triunfando en Wattpad! ¡Próximamente estreno en Netflix! Raquel lleva toda la vida loca por Ares, su atractivo y misterioso vecino. Lo observa sin ser vista desde su ventana y es que, muy a su pesar, no han intercambiado ni una triste palabra. Lo que Raquel no sabe es que eso está a punto de cambiar... Ares comenzará a cruzarse en su camino hasta en los lugares más inesperados y descubrirá que, en realidad, Raquel no es la niña inocente que creía. Ahora, Raquel tiene muy claro su objetivo: conseguir que Ares se enamore de ella. Por supuesto, no está dispuesta a perderlo todo por el camino, y mucho menos a sí misma... De Ariana Godoy, la autora de Heist: Cazar o ser cazado, llega este éxito internacional de Wattpad: un magnético juego de seducción que te tendrá atrapado en sus redes, ahora con nuevas escenas sobre los secretos de Ares. Octava edición Más de 13.000 ejemplares vendidos

 

PELICULA DE LA SEMANA (20 Ago): Una villa en la Toscana

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Una villa en la Toscana

Una villa en la Toscana



Reseña: 

En la Toscana, un bohemio artista londinense (Neeson) regresa a Italia con su hijo (Richardson) para vender la casa que heredaron de su difunta esposa. Pero ninguno de los dos esperaba encontrar la hermosa villa en tan mal estado. Mientras padre e hijo restauran minuciosamente la casa, también comenzarán a reparar su relación. El futuro ahora puede parecer bastante diferente y sorprender a los dos.

Sencilla y grata película, atravesada de sentimientos muy humanos, escrita y dirigida por el actor James D'Arcy, que debuta detrás de la cámara en el largometraje. Se entiende que Liam Neeson aceptara protagonizarla, y pidiera la presencia de su propio hijo Michéal Richardson para el otro papel principal, ya que hay ciertas reminiscencias con la tragedia que les tocó vivir en sus propias carnes en 2009, con la fatal muerte de la esposa y madre Natasha Richardson en accidente de esquí. Aunque sus sentimientos personales solo ellos los conocen, resulta indudable que este hecho ha sido un estímulo para hacer el film y plasmar allí sus sentimientos. (Almudí JD). Decine21: AQUÍ

El Papa: La sociedad necesita un yo responsable y no egoístA

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 “En este tiempo de pandemia, la persona es el punto desde el que todo puede volver a empezar. La persona se debe servir y no descartar”

 El Papa Francisco ha enviado un mensaje al obispo de Rimini, donde se celebrará el Meeting por la Amistad entre los pueblos. En el mensaje, firmado por el secretario de Estado Pietro Parolin, el Papa expresa su alegría de que este año, el evento se realizará en forma presencial.

“El título elegido - "El valor de decir yo"-, tomado del Diario del filósofo danés Søren Kierkegaard, es muy significativo en un momento en que se trata de empezar con buen pie, para no desperdiciar la oportunidad que brinda la crisis pandémica”, señaló el Pontífice. "Reiniciar" es la palabra clave, se lee en el texto, pero no ocurrirá automáticamente, porque la libertad está implicada en toda iniciativa humana, agrega el Papa. Porque como lo dijo Francisco recordando la Spe Salvi de Benedicto XVI, “la libertad debe ser conquistada de nuevo por el bien”.

A los organizadores y partiicpantes, el Papa les dice que "la alegría del Evangelio infunde la audacia de recorrer nuevos caminos: "Debemos tener el valor de encontrar nuevos signos, nuevos símbolos, una nueva carne, [...] particularmente atractiva para los demás" (ibíd., 167). Esta es la contribución que el Santo Padre espera que el Encuentro dé en la reanudación, en la conciencia de que "la seguridad de la fe nos pone en camino, y hace posible el testimonio y el diálogo con todos". (Encíclica Lumen fidei, 34), sin excluir a nadie, porque el horizonte de la fe en Cristo es el mundo entero".

El valor de decir yo en tiempos de pandemia

La pandemia, recuerda el Papa, ha impuesto el distanciamiento físico y a la persona, al "yo" de cada uno, en el centro, “provocando en muchos casos el despertar de preguntas fundamentales sobre el sentido de la existencia y la utilidad de vivir que habían estado dormidas o, peor aún, censuradas durante demasiado tiempo”.  Francisco señala que también ha surgido una responsabilidad personal, esta pandemia nos ha hecho a todos “testigos de esto en diferentes situaciones. Ante la enfermedad y el dolor, ante la aparición de una necesidad, muchas personas no se han acobardado y han dicho: "Aquí estoy". La sociedad tiene una necesidad vital de personas que sean presencias responsables. Sin personas no hay sociedad, sino una agregación aleatoria de seres que no saben por qué están juntos”, afirma.

De lo contrario, manifiesta en su mensaje el Papa, lo único que quedaría sería “el egoísmo del cálculo y el interés propio, que hace que la gente sea indiferente a todo y a todos. Además, las idolatrías del poder y del dinero prefieren tratar con individuos en lugar de con personas, es decir, con un "yo" centrado en sus propias necesidades y derechos subjetivos en lugar de un "yo" abierto a los demás, que se esfuerza por formar el "nosotros" de la fraternidad y la amistad social”.

En el mensaje, el Santo Padre no se cansa de advertir a quienes tienen responsabilidades públicas contra la tentación de utilizar a la persona y desecharla cuando ya no es necesaria, en lugar de servirla. “Después de lo que hemos vivido en este tiempo, quizá sea más evidente para todos que la persona es el punto desde el que todo puede volver a empezar. Ciertamente es necesario encontrar recursos y medios para que la sociedad vuelva a moverse, pero lo que se necesita sobre todo es alguien que tenga el valor de decir "yo" con responsabilidad y no con egoísmo, comunicando con su propia vida que el día puede comenzar con una esperanza fiable”.

Francisco, señala que, sin embargo, la valentía no siempre es un don espontáneo y nadie puede dársela a sí mismo, recordando las palabras de Don Abbondio de Manzoni, “sobre todo en una época como la nuestra, en la que el miedo -que revela una profunda inseguridad existencial- juega un papel tan decisivo que bloquea tantas energías e impulsos hacia el futuro, que se percibe cada vez más incierto, sobre todo entre los jóvenes”.

De dónde sale el valor de decir yo

Entonces, se pregunta el Papa, de dónde puede salir el valor para decir "yo", ese valor proviene en el “fenómeno llamado encuentro: "Sólo en el fenómeno del encuentro es posible que el yo decida, que se haga capaz de aceptar, reconocer y acoger. El valor de decir "yo" nace ante la verdad, y la verdad es una presencia", El Pontífice afirma que desde el día en que se hizo carne y vino a habitar entre nosotros, Dios ha dado al hombre la posibilidad de salir del miedo y encontrar la energía del bien siguiendo a su Hijo, muerto y resucitado.

Francisco recuerda que "la relación filial con el Padre eterno, que se hace presente en las personas alcanzadas y cambiadas por Cristo, da consistencia al ego, liberándolo del miedo y abriéndolo al mundo con una actitud positiva. Genera una voluntad de bien", y menciona su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium:  "Toda experiencia auténtica de la verdad y la belleza busca su propia expansión, y toda persona que experimenta una liberación profunda adquiere una mayor sensibilidad hacia las necesidades de los demás. Comunicándolo, el bien arraiga y se desarrolla". Es esta experiencia, afirma, la que infunde el valor de la esperanza:

"El encuentro con Cristo, dejándose asir y guiar por su amor, amplía el horizonte de la existencia, le da una esperanza sólida que no defrauda. La fe no es un refugio para personas sin valor, sino la expansión de la vida. Nos hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y nos asegura que este amor es fiable, que vale la pena entregarse a él, porque su fundamento se encuentra en la fidelidad de Dios, más fuerte que toda nuestra fragilidad" (ID, Enc. Lumen fidei, 53).

Sobre todo, la razón profunda del valor del cristiano es Cristo, se lee en el mensaje, "es el Señor resucitado quien es nuestra seguridad, quien nos hace experimentar una profunda paz incluso en medio de las tormentas de la vida. El Santo Padre espera que durante la semana del Encuentro los organizadores e invitados den un testimonio vivo, haciendo suya la tarea indicada en el documento programático de su pontificado: "Muchos [...] buscan a Dios en secreto, movidos por la nostalgia de su rostro, incluso en los países de antigua tradición cristiana. [Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un hermoso horizonte, ofrece un banquete deseable" (Evangelii gaudium, 14).

Patricia Ynestroza, en vaticannews.va/es/