Desde este blog se pretende facilitar el aprendizaje de la predicación y la oración personal. Todos los que tratamos a Dios podemos aprender y mejorar, usando este blog, nuestra amistad con el Señor.
Una joven pareja viaja a uno
de los destinos más exclusivos del mundo para cenar en un restaurante
que ofrece una experiencia culinaria única. Sin embargo, el chef
(Fiennes) ha preparado un ingrediente secreto que tendrá un resultado
sorprendente en los dos enamorados.
Maridos, amantes y amigas van y vienen,
pero el amor, el verdadero amor, permanece para siempre.Una
novela sincera y actual sobre el matrimonio, la amistad, el deseo y el
amor.
Ga...
Maridos, amantes y amigas van y vienen, pero el amor, el verdadero amor, permanece para siempre. Una novela sincera y actual sobre el matrimonio, la amistad, el deseo y el amor.
Gabriela es una mujer casada con un hombre al que quiere. Al que
adora. Un hombre que le mendiga sexo una vez al mes. Y Gabriela, porque
le quiere, porque adora a su marido, sin desearlo, se lo concede. Pero
cada mañana, Gabriela se cruza con un desconocido, un hombre al que,
incomprensiblemente, desea. Gabriela es periodista y trabaja junto a
sus compañeras de redacción, Silvia y Cósima, mujeres con las que ha
forjado una preciosa y sólida amistad. Como Gabriela, también ellas
esconden pequeños secretos a sus maridos. Historias de mujeres casadas es
una poderosa novela que ahonda en la intimidad femenina y narra con
naturalidad la realidad de muchas mujeres contemporáneas atrapadas en
unas vidas que nunca imaginaron.
Cristina Campos, finalista del Premio Planeta 2022, triunfó entre los lectores con su primera novela, Pan de limón con semillas de amapola. Esta acabó convirtiéndose en un longseller desde
su publicación en 2016, se ha traducido a diez idiomas y su adaptación
cinematográfica ha logrado un gran éxito de público.
Cristina
Campos (Barcelona, 1975) es licenciada en Humanidades por la
Universidad Autónoma de Barcelona. Acaba sus estudios en la Universidad
de Heidelberg, donde también trabaja como coordinadora del Festival
Internacional de Cine de dicha ciudad. Tras regresar a su país natal
empieza su carrera laboral en el sector cinematográfico, profesión que
compagina con la escritura. Su primera novela, Pan de limón con
semillas de amapola, se ha convertido en un longseller con más de
250.000 ejemplares vendidos desde su publicación en 2016. Se ha
traducido a diez idiomas y su adaptación cinematográfica logró un gran
éxito de público.
El Papa ha continuado hoy su ciclo
de catequesis sobre el tema del discernimiento indicando en esta ocasión
los criterios que pueden ayudarnos a comprender la bondad de una
elección realizada
Catequesis del Santo Padre en español
Texto completo de la catequesis del Santo Padre traducido al español
En el proceso del discernimiento, es
importante estar atentos también a la fase que sigue inmediatamente a la
decisión tomada, para captar los signos que la confirman o los
que la desmienten. Debo tomar una decisión, hago el discernimiento, pro
o contra, sentimientos, rezo… después termina ese proceso y tomo la
decisión y luego viene esa parte en la que debemos estar atentos, ver.
Porque en la vida hay decisiones que no son buenas y hay signos que la
desmienten, mientras que para las buenas hay signos que la confirman.
Hemos visto de hecho cómo el tiempo
es un criterio fundamental para reconocer la voz de Dios en medio de
otras muchas voces. Solo Él es Señor del tiempo: es una marca de
garantía de su originalidad, que lo diferencia de las imitaciones que
hablan en su nombre sin lograrlo. Uno de los signos distintivos del buen
espíritu es que comunica una paz que dura en el tiempo. Si
haces una profundización, después tomas la decisión y eso te da una paz
que dura en el tiempo, es una buena señal e indica que el camino ha sido
bueno. Una paz que trae armonía, unidad, fervor, celo. Sales del
proceso de profundización mejor de cómo entraste.
Por ejemplo, si tomo la decisión de
dedicar media hora más a la oración, y después me doy cuenta de que vivo
mejor los otros momentos del día, estoy más sereno, menos ansioso,
desempeño con más cuidado y gusto el trabajo, incluso las relaciones con
algunas personas difíciles se vuelven más fáciles…: todos esos son
signos importantes que sostienen la bondad de la decisión tomada. La
vida espiritual es circular: la bondad de una elección es beneficiosa
para todos los ámbitos de nuestra vida. Porque es participación en la
creatividad de Dios.
Podemos reconocer algunos aspectos importantes que ayudan a leer el tiempo posterior a la decisión como posible confirmación
de su bondad, porque el tiempo siguiente confirma la bondad de la
decisión. Estos aspectos importantes ya los hemos visto, de alguna
manera, a lo largo de estas catequesis, pero ahora encuentran una
aplicación ulterior.
Un primer aspecto es si la decisión es
considerada como un posible signo de respuesta al amor y a la
generosidad que el Señor tiene hacia mí. No nace del miedo, no nace de
un chantaje afectivo o de una obligación, sino que nace de la gratitud por el bien recibido, que mueve el corazón a vivir con liberalidad la relación con el Señor.
Otro elemento importante es la conciencia de sentirse en su sitio
en la vida —esa tranquilidad: “Estoy en mi lugar”— y sentirse parte de
un diseño más grande, al que se desea ofrecer la propia contribución. En
la plaza de San Pedro hay dos puntos precisos —los focos de la elipse—
desde donde se ven las columnas de Bernini perfectamente alineadas. De
manera análoga, el hombre puede reconocer que ha encontrado lo que está
buscando cuando su día se vuelve más ordenado, advierte una creciente
integración entre sus múltiples intereses, establece una correcta
jerarquía de importancia y logra vivir todo con facilidad, afrontando
con renovada energía y fortaleza de ánimo las dificultades que se
presentan. Estas son las señales de que has tomado una buena decisión.
Otro buen signo, por ejemplo, de confirmación es permanecer libres
respecto a lo decidido, dispuestos a volver a cuestionarlo, también a
renunciar ante posibles desmentidos, tratando de encontrar en ellos una
posible enseñanza del Señor. Esto no porque Él quiera privarnos de lo
que más queremos, sino para vivirlo con libertad, sin apego.
Solo Dios sabe qué es verdaderamente bueno para nosotros. Ser posesivo
es enemigo del bien y mata el afecto, estad atentos a esto, ser posesivo es enemigo del bien, mata el afecto: los
muchos casos de violencia en ámbito doméstico, de los que por desgracia
tenemos noticias frecuentes, nacen casi siempre de la pretensión de
poseer el afecto del otro, de la búsqueda de una seguridad absoluta que
mata la libertad y sofoca la vida, haciéndola un infierno.
Solo podemos amar con libertad, por eso
el Señor nos ha creado libres, libres también de decirle que no. Nos
conviene darle lo que más queremos, nos permite vivirlo de la mejor
manera posible y en la verdad, como un don que nos ha hecho, como un
signo de su bondad gratuita, sabiendo que nuestra vida, como toda la
historia, está en sus manos benévolas. Es lo que la Biblia llama el temor de Dios,
es decir, el respeto de Dios, no que Dios me asuste, no, sino un
respeto, una condición indispensable para acoger el don de la Sabiduría
(cfr. Sir 1,1-18). Es el temor que expulsa cualquier otro temor, porque
está orientado a Aquel que es Señor de todas las cosas. Frente a Él nada
puede inquietarnos. Es la experiencia asombrada de san Pablo, que
decía: «He aprendido a vivir en la pobreza, he aprendido a vivir en
la abundancia, estoy acostumbrado a todo en todo lugar, a la hartura y a
la escasez, a la riqueza y a la pobreza. Todo lo puedo en Aquel que me
conforta» (Fil 4,12-13). Ese es el hombre libre, que bendice al
Señor tanto cuando vienen las cosas buenas como cuando vienen las cosas
no tan buenas: ¡bendito sea y adelante!
Reconocer esto es fundamental para una
buena decisión, y tranquiliza sobre lo que no podemos controlar o
prever: la salud, el futuro, las personas queridas, nuestros planes. Lo
que cuenta es que nuestra confianza esté puesta en el Señor del
universo, que nos ama inmensamente y sabe que podemos construir con Él
algo maravilloso, algo eterno. Las vidas de los santos nos lo muestran
de la forma más hermosa. Vayamos siempre adelante tratando de tomar las
decisiones así, en la oración y sintiendo qué sucede en nuestro corazón e
ir adelante lentamente, ¡ánimo!
Saludos
Saludo cordialmente a las personas de lengua francesa,
en particular a os jóvenes del Colegio Saint Régis-Saint Michel de
Puy-en-Velay. Hermanos y hermanas, mañana celebraremos la fiesta de la
Inmaculada Concepción. Pidamos por intercesión de la Virgen María la
gracia de saber tomar buenas decisiones para llevar una vida de santidad
bajo la mirada de Dios y en el amor del prójimo. ¡Dios os bendiga!
Doy la bienvenida a todos los peregrinos de lengua inglesa
presentes en la Audiencia de hoy, especialmente a los de Australia,
India, Singapur y Estados Unidos de América. A cada uno y vuestras
familias llegue el deseo de un fecundo camino de Adviento, para acoger,
en Navidad, al Niño Jesús, Hijo de Dios y Príncipe de la paz. ¡Dios os
bendiga!
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua alemana.
Que el temor de Dios llene nuestros corazones para que nada en este
mundo nos pueda asustar o turbar. Interiormente libres, podremos
reconocer cada vez mejor la voluntad del Señor en la que hallamos la
verdadera paz y la alegría duradera. Bendigo de corazón a los aquí
presentes y a vuestros paisanos.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española.
Mañana celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María.
Pidamos a nuestra Madre que nos ayude a tomar buenas decisiones y
cumplirlas, para mayor gloria de Dios y bien de nuestro prójimo. Que
Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
Queridos peregrinos de lengua portuguesa,
¡bienvenidos! En vísperas de la fiesta de la Inmaculada Concepción,
queremos pedir la gracia de buscar la voluntad de Dios en todo y sobre
todo. Mientras Eva se dejó seducir para desobedecer a Dios, la Virgen
María se dejó persuadir por el Ángel para obedecer: «Hágase en mí según tu palabra».
Así se convirtió en la causa de nuestra Salvación, dándonos al
Salvador... ¡y fue Navidad! Como María, preparemos nuestro corazón para
acoger y ofrecer a Jesús en Navidad. Estos son mis deseos y también la
bendición de Dios.
Saludo a los fieles de lengua árabe.
Dios quiere que le amemos, no que le temamos. Y Él también nos quiere
hijos, no esclavos. Por eso el Señor nos creó libres para amarlo, porque
sólo podemos amar en libertad. ¡Que el Señor os bendiga a todos y os
proteja siempre de todo mal!
Saludo cordialmente a todos los peregrinos polacos.
El pasado lunes, el Centro de Relaciones Católico-Judías de la
Universidad Católica de Lublin conmemoró el aniversario de la “Operación
Reinhardt”. Durante la Segunda Guerra Mundial provocó el exterminio de
casi dos millones de víctimas, sobre todo de origen judío. Que el
recuerdo de este horrible acontecimiento suscite en todos propósitos y
acciones de paz. Y la historia se repite, se repite. Ahora veamos lo que
pasa en Ucrania. Recemos por la paz. Bendigo de corazón a los aquí
presentes y a vuestros compatriotas.
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana.
En particular, saludo a los profesores de los Seminarios de los
territorios de las Nuevas Iglesias Particulares, reunidos para un curso
organizado por el Dicasterio para la Evangelización; a los participantes
en la escuela de formación del Movimiento de los Focolares —¡siempre
sonríen!— y los participantes en la conferencia promovida por Pax Christi Internacional.
Saludo también a la asociación AVIS de Brindisi, a los fieles de Andria
y a los de Pontecurone, pueblo que vio nacer a San Luigi Orione.
Por último, como de costumbre, mi pensamiento se dirige a los jóvenes, enfermos, ancianos y recién casados,
¡que son tantos! Mañana es un bonito día, se celebra la Solemnidad de
la Inmaculada Concepción: con la mirada puesta en la Virgen María, sed
siempre audaces en la promoción de los valores del espíritu. A Ella,
dulcísima madre, le pedimos, que sea consuelo para los probados por la
brutalidad de la guerra, especialmente para la atormentada Ucrania.
¡Receos por este pueblo mártir que tanto sufre!
En aquel tiempo, Juan, que había
oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio
de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a
otro?» Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo
que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los
leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a
los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se
escandalice de mí!» Al irse ellos, Jesús se puso a
hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el
desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un
hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los
palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo,
y más que profeta; él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero
delante de ti, para que prepare el camino ante ti." Os aseguro que no ha
nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más
pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.» (Mateo 11, 2-11).
I. En la liturgia de la Misa, San Pablo
nos da la razón fundamental para tener profunda alegría: el Señor está
cerca. (Filipenses 4, 4) El Apóstol también nos da la clave para
entender el origen de nuestras tristezas: nuestro alejamiento de Dios,
por nuestros pecados o por la tibieza. Cuando para encontrar la
felicidad se ensayan otros caminos fuera del que lleva a Dios, al final
sólo se halla infelicidad y tristeza. La experiencia de todos lo que, de
una forma u otra, volvieron la cara hacia otro lado (donde no estaba
Dios), ha sido siempre la misma: han comprobado que fuera de Dios no hay
alegría verdadera. Encontrar a Cristo, y volverlo a encontrar, supone
una alegría profunda siempre nueva. La alegría es tener a Jesús, la
tristeza es perderle.
II. El cristiano debe ser un hombre
esencialmente alegre. Sin embargo, la nuestra no es una alegría
cualquiera, es la alegría de Cristo, que trae la justicia y la paz, y
sólo Él puede darla y conservarla, porque el mundo no posee su secreto.
El cristiano lleva su gozo en sí mismo, porque encuentra a Dios en su
alma en gracia. Esta es la fuente permanente de su alegría. Tener la
certeza de que Dios es nuestro Padre y quiere lo mejor para nosotros nos
lleva a una confianza serena y alegre, también ante la dureza, en
ocasiones, de lo inesperado. No hay tristeza que Él no pueda curar: no
temas, ten sólo fe (Lucas 8, 50), nos dice el Señor. Nos dirigimos a Él
en un diálogo íntimo y profundo ante el Sagrario, y en cuanto abramos
nuestra alma en la Confesión encontraremos la fuente de la alegría.
Nuestro agradecimiento se manifestará en mayor fe y en una esperanza que
alejen toda tristeza, y en preocupación por los demás.
III. Un alma triste está a merced de
muchas tentaciones. La tristeza nace del egoísmo, de pensar en uno mismo
con olvido de los demás, de la indolencia en el trabajo, de la falta de
mortificación, de la búsqueda de compensaciones, del descuido en el
trato con Dios. Para poder conocer a Cristo, poder servirle, y darlo a
conocer a los demás, es imprescindible no andar excesivamente
preocupados por nosotros mismos. Solamente así, con el corazón puesto en
Cristo, podemos recuperar la alegría, si la hubiéramos perdido. Esta es
una de las grandes misiones del cristiano: llevar alegría a un mundo
que está triste porque se va alejando de Dios. Preparemos la Navidad
junto a Santa María y en nuestro ambiente fomentando un clima de paz
cristiana, brindaremos muchas pequeñas alegrías y muestras de afecto a
quienes nos rodean. Los hombres necesitan pruebas de que Cristo ha
nacido en Belén, nuestra alegría se las dará.
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
Homilia basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
Los que han
puesto en Cristo su esperanza no conocen el miedo porque Cristo es la
garantia de nuestro presente y de nuestro mañana
I. LA PALABRA DE DIOS
Is 35,1-6a.10: Dios vendra y nos salvará
Sal 145,6-10: Ven, Señor, a salvarnos
St 5,7-10: Manteneos firmes porque la venida del Señor está cerca
Mt 11,2-11: ¨Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
II. APUNTE BIBLICO-LITÚRGICO
Las
calamidades y el dolor habían sumido a Israel en la pesadumbre y el
desánimo. El Profeta anuncia que el poder de Yavé traerá un nuevo estado
de cosas. Mucho de lo que Isaías anuncia lo realizó Jesús. Pero lo que
importaba entonces es que el ansia de un futuro nuevo mantuviera la
ilusión del mañana.
Santiago
ha afirmado: No sabéis Qué será vuestra vida mañana y va a fiar al si
Dios quiere el futuro de los cristianos (única vez en toda la Biblia que
se usa la fórmula tan popular entre nosotros, si Dios quiere). Y con el
anuncio de que el Señor está cerca invitar a la esperanza y a la
fortaleza a los que sufren.
Al
elogiar a Juan, Jesús quiere dirigir su mirada más lejos: a pesar de
todo, el Bautista está en la antesala del Reino; los que creemos en
Jesucristo estamos dentro del todo. Y por eso somos más importantes.
III. SITUACIÓN HUMANA
Nuestra sociedad puede ser calificada de lo inmediato, es decir, de lo que se tiene a mano, porque del futuro nadie se fía.
Vivir
el día a día se opone a la mirada hacia el mañana, porque se le teme.
No se sabe muy bien por Qué; pero se tiene miedo al futuro. Este miedo
conoce muchas formas de ser combatido. Una de ellas es la creciente
afición por el esoterismo y las ciencias ocultas. La vieja tentación del
Génesis sigue en pie.
IV. LA FE DE LA IGLESIA
La fe
– El destino del mundo es ser transformado: Así pues, el universo
visible también est destinado a ser transformado, a fin de que el mundo
mismo restaurado a su primitivo estado, ya sin ningún obst culo est‚ al
servicio de los justos, participando en su glorificación en Jesucristo
resucitado (1047; cf 1048. 1050).
– En este universo nuevo, Dios tendrá su casa entre los hombres: 1044. 1045.
La respuesta
– Dios da a los suyos el tiempo de salvación para que se conviertan: El
mensaje del Juicio final llama a la conversión mientras Dios da a los
hombres todavía «el tiempo favorable, el tiempo de salvación» (2 Co
6,2). Inspira el santo temor de Dios. Compromete para la justicia del
Reino de Dios. Anuncia la «bienaventurada esperanza» (Tt 2,13) de la
vuelta del Señor que «vendra para ser glorificado en sus santos y
admirado en todos los que hayan creido» (2 Ts 1,10) (1041; cf 2854).
– Conversión de la sociedad a la jerarquía de valores: 1886. 1887. 1888. 1889.
El testimonio cristiano
– Juan era en todo parecido a Cristo. La voz o la palabra es la
representación de la idea. Juan representaba en todo a Cristo. Le
anunciaron los ángeles, nació de una mujer estéril .... Así deben ser
los predicadores cristianos. Libres de toda preocupación, han de
predicar no sólo con su palabra, sino con su vida, luz del mundo y sal
de la tierra (San Roberto Belarmino, Sermón sobre el Bautista).
–
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros
días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de
pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa
venida de nuestro Salvador Jesucristo (Misal Romano, Embolismo) (2854).
Cuando
el hombre se cree dueño del futuro, este se vuelve contra él; cuando la
fe le convence de que es Dios, se convierte en salvación.
Amaia (Laia Costa) acaba de
ser madre y se da cuenta de que no sabe muy bien cómo serlo. Al
ausentarse su pareja por trabajo unas semanas, decide volver a casa de
sus padres, en un bonito pueblo costero del País Vasco, y así compartir
la responsabilidad de cuidar a su bebé. Lo que no sabe Amaia es que,
aunque ahora sea madre, no dejará de ser hija. (FILMAFFINITY)
Hola, me llamo Amara y estoy aquí no
para hablaros de mí, sino de Liam Acosta, ese guapísimo empresario que
se dedica al negocio del vino en Tenerife y que sigue soltero porque
qui...
Hola, me llamo Amara y estoy aquí no para hablaros de mí, sino de Liam Acosta,
ese guapísimo empresario que se dedica al negocio del vino en Tenerife y
que sigue soltero porque quiere, pues siempre tiene a una legión de
mujeres pendientes de él.
Por lo que sé, un día recibió una misteriosa llamada telefónica en la que le pedían viajar a Los Ángeles por un asunto urgente,
que resultó ser, ni más ni menos, que un bebé. A Liam, al principio, le
costó mucho admitir su paternidad, pero cuando vio a la criaturita, el
mundo se movió bajo sus pies: al igual que él, tenía el ojo derecho de
dos colores.
Así que, muy agobiado y tremendamente perdido, regresó a Canarias
con su hijo, pero se dio cuenta de que necesitaba a alguien que le
echara una mano y, por recomendación de mi amiga Verónica, me contrató a
mí.
De pronto, Liam y yo, dos personas independientes y acostumbradas
a no tener que dar explicaciones a nadie, hemos tenido que ponernos de
acuerdopor el bien del pequeño. Y eso ha hecho que, sin
apenas darnos cuenta, hayamos reconocido el uno en el otro a la persona
que nunca hubiéramos esperado encontrar.
Francisco ha subrayado, durante la
Audiencia general de hoy que "la auténtica consolación es una especie de
confirmación" de que estamos caminando por los caminos de Dios, "es
decir, por los caminos de la vida, de la alegría y de la paz"
Catequesis del Santo Padre en español
Texto completo de la catequesis del Santo Padre traducido al español
Continuando nuestra reflexión sobre el
discernimiento, y en particular sobre la experiencia espiritual llamada
“consolación”, de la que hablamos el otro miércoles, nos preguntamos:
¿cómo reconocer el verdadero consuelo? Es una pregunta muy importante
para el buen discernimiento, y no ser engañados en la búsqueda de
nuestro verdadero bien.
Podemos encontrar algunos criterios en un pasaje de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. «Debemos mucho advertir el discurso de los pensamientos –dice San Ignacio–;
y si el principio, medio y fin es todo bueno, inclinado a todo bien,
señal es de buen ángel; mas si en el discurso de los pensamientos que
trae, acaba en alguna cosa mala o distraída, o menos buena que la que el
ánima antes tenía propuesta de hacer, o la enflaquece o inquieta o
conturba al ánima, quitándola su paz, tranquilidad y quietud que antes
tenía, clara señal es proceder de mal espíritu» (n. 333). Porque es
verdad: hay consuelo verdadero, pero también hay consuelos que no son
verdaderos. Y para eso necesitamos entender bien el camino de la
consolación: ¿cómo va y adónde me lleva? Si me lleva a algo que no va
bien, que no es bueno, el consuelo no es real, es “postizo”, digamos
así.
Y estas son indicaciones valiosas, que
merecen un breve comentario. ¿Qué significa que el principio está
inclinado al bien, como dice San Ignacio de un buen consuelo? Por
ejemplo, tengo el pensamiento de rezar, y noto que va acompañado de
afecto hacia el Señor y al prójimo, nos invita a hacer gestos de
generosidad, de caridad: es un buen principio. En cambio, puede suceder
que surja ese pensamiento para evitar un trabajo o una tarea que me ha
sido encomendada: ¡cada vez que tengo que lavar los platos o limpiar la
casa, tengo un gran deseo de ponerme a rezar! Eso sucede en los
conventos. Pero la oración no es una evasión de los deberes, al
contrario, es una ayuda para lograr el bien que estamos llamados a
hacer, aquí y ahora. Esto, sobre el principio.
Luego está el medio: San Ignacio dijo
que el principio, el medio y el fin deben ser buenos. El principio es
ese: quiero rezar para no lavar los platos: ve, lava los platos y luego
vas a rezar. Luego está el medio, es decir, lo que viene después, lo que
sigue a ese pensamiento. Siguiendo con el ejemplo anterior, si me pongo
a rezar y, como hace el fariseo de la parábola (cfr. Lc 18,9-14),
tiendo a complacerme a mí mismo y a despreciar a los demás, quizás con
un corazón resentido y amargo, entonces esas son señales de que el mal
espíritu usa ese pensamiento como llave de acceso para entrar en mi
corazón y transmitirme sus sentimientos. Si voy a rezar y me vienen a la
mente las palabras del famoso fariseo –“Te doy gracias, Señor, porque
rezo, no soy como los demás que no te buscan, no oran”–, ahí, esa
oración acaba mal. Esa consolación de rezar es sentirse como un pavo
real ante Dios, y ese es el medio que no sirve.
Y luego está el fin: el principio, el
medio y el fin. El fin es un aspecto que ya hemos visto, a saber:
¿adónde me lleva un pensamiento? Por ejemplo, a dónde me lleva el
pensamiento de rezar. Por ejemplo, aquí puede pasar que me empeño en una
obra hermosa y digna, pero eso me lleva a no rezar, porque estoy
ocupado con tantas cosas, me encuentro cada vez más agresivo y enfadado,
creo que todo depende de mí, hasta perder la confianza en Dios.
Evidentemente aquí está la acción del mal espíritu. Me pongo a rezar, en
la oración me siento omnipotente, y todo debe estar en mis manos porque
soy el único que sabe llevar las cosas adelante: evidentemente no hay
buen espíritu ahí. Hay que examinar cuidadosamente el camino de nuestros
sentimientos y el camino de los buenos sentimientos, del consuelo,
cuando quiero hacer algo. Cómo es el principio, cómo es el medio y cómo
es el fin.
El estilo del enemigo –cuando hablamos
del enemigo, hablamos del diablo, porque el diablo existe, ¡está!–, su
estilo, lo sabemos, es presentarse de manera sutil, disfrazada: parte de
lo que más apreciamos y luego nos atrae hacia él, poco a poco: el mal
entra a escondidas, sin que la persona se dé cuenta. Y con el tiempo la
suavidad se convierte en dureza: ese pensamiento se revela tal como es.
De ahí la importancia de ese examen
paciente pero indispensable del origen y verdad de los propios
pensamientos; es una invitación a aprender de las experiencias, de lo
que nos pasa, para no seguir repitiendo los mismos errores. Cuanto más
nos conocemos, más advertimos por dónde entra el mal espíritu, sus
“contraseñas”, las puertas de entrada de nuestro corazón, que son los
puntos en los que somos más sensibles, para prestarles atención de cara
al futuro. Cada uno tiene sus puntos más sensibles, los puntos más
débiles de nuestra personalidad: y por ahí entra el mal espíritu y nos
lleva por el camino equivocado, o nos aparta del verdadero camino
correcto. Voy a rezar pero me aleja de la oración.
Los ejemplos podrían multiplicarse como
se desee, reflexionando sobre nuestros días. Por eso es tan importante
el examen de conciencia diario: antes de terminar el día, detente un
rato. ¿Qué ha pasado? No en los periódicos, ni en la vida: ¿qué ha
pasado en mi corazón? ¿Mi corazón ha estado atento? ¿Ha crecido? ¿Ha
sido un camino por donde pasaba de todo, sin darme cuenta? ¿Qué ha
pasado en mi corazón? Y ese examen es importante, es el esfuerzo
precioso de releer la experiencia desde un punto de vista particular.
Darse cuenta de lo que está pasando es importante, es señal de que la
gracia de Dios está obrando en nosotros, ayudándonos a crecer en
libertad y conciencia. No estamos solos: el Espíritu Santo está con
nosotros. Veamos cómo han ido las cosas.
La consolación auténtica es una especie
de confirmación de que estamos haciendo lo que Dios quiere de nosotros,
de que estamos caminando por sus senderos, es decir, por los caminos de
la vida, de la alegría, de la paz. El discernimiento, en efecto, no se
centra simplemente en el bien o en el mayor bien posible, sino en lo que
me conviene aquí y ahora: estoy llamado a crecer en esto, poniendo
límites a otras propuestas atractivas pero irreales, para no ser
engañado en la búsqueda del verdadero bien.
Hermanos y hermanas, debemos comprender,
avanzar en la comprensión de lo que pasa en mi corazón. Y para eso
necesitamos un examen de conciencia, para ver qué ha pasado hoy. “Hoy me
he enfadado ahí, no he hecho eso…”: pero, ¿por qué? Ir más allá del por
qué es buscar la raíz de esos errores. “Pues, hoy estaba feliz pero me
aburrí porque tenía que ayudar a esa gente, pero al final me sentí
lleno, lleno por esa ayuda”: y ahí está el Espíritu Santo. Aprender a
leer en el libro de nuestro corazón lo que ha pasado en el día. Hacedlo,
sólo dos minutos, pero os hará bien, os lo aseguro.
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua francesa,
en concreto al liceo Sainte-Marie de Neuilly, de París. Hermanos y
hermanas, hemos entrado en el tiempo de Adviento llenos de esperanza e
imploramos con fervor al Príncipe de la Paz que traiga consuelo a
nuestros corazones heridos, así como a las naciones atravesadas por
guerras y crisis de todo tipo, por una vida digna y serena. ¡Dios os
bendiga!
Doy la bienvenida a todos los peregrinos de lengua inglesa
presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los de Inglaterra,
Australia, Vietnam y Estados Unidos de América. Que cada uno y vuestras
familias os deseo un fecundo camino de Adviento, para acoger, en
Navidad, al Niño Jesús, Hijo de Dios y Príncipe de la Paz. ¡Dios os
bendiga!
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua alemana.
Que la lámpara de nuestra fe en Cristo ilumine vuestras vidas en este
tiempo de Adviento. Anclando nuestra esperanza en el Señor, podemos
vencer todo engaño para alcanzar la plena felicidad.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española.
Hoy celebramos la fiesta de san Andrés, el hermano de Pedro. Que este
santo apóstol nos enseñe a buscar al Mesías en cada momento de nuestra
vida y a anunciarlo con alegría a
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua portuguesa,
especialmente a los grupos de la parroquia de Nossa Senhora do Perpétuo
Socorro, en Cascavel, y de la parroquia de Santo António, en Salir de
Matos. Hemos comenzado el tiempo de Adviento, en preparación a la venida
de Jesús. Es el momento propicio para hacer un buen examen de
conciencia y, si encontramos algo que no está bien, pedir perdón al
Señor y retomar el buen camino. ¡Dios os bendiga y la Santísima Virgen
os guarde!
Saludo a los fieles de lengua árabe.
El discernimiento no debe ser simplemente sobre el bien o el mayor bien
posible, sino sobre lo que es bueno para mí aquí y ahora. ¡Que el Señor
os bendiga a todos y os proteja siempre de todo mal!
Saludo cordialmente a los peregrinos polacos.
En particular, los representantes de la Universidad de Ciencias de la
Vida de Varsovia y del distrito de Biała Podlaska, que participan en la
conferencia titulada: Los derechos humanos en la enseñanza de Juan Pablo II. Que
la Virgen, que nos acompaña en el camino de Adviento, obtenga para
vosotros y para todos los presentes el don de un corazón abierto a Dios y
a los demás. Os bendigo de corazón.
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana.
En particular, saludo a la Fundación Pro Loco d'Italia, al grupo de la
Universidad Campus Biomédico de Roma y al de la Universidad de Cassino y
del Sur del Lacio. Me alegra recibir a los niños “especiales” que han
participado en el concurso nacional de pastelería y a los artistas
circenses –los hemos visto– “Black Blues Brothers”.
Mis pensamientos, como siempre, se dirigen a los jóvenes, enfermos, ancianos y recién casados.
El tiempo litúrgico de Adviento, que acaba de comenzar, nos invita a
salir al encuentro del Señor que viene con la oración, la penitencia y
las obras de caridad. Preparaos para celebrar el nacimiento de Jesús con
la escucha asidua de la Palabra de Dios y la respuesta generosa a su
gracia.
Hoy celebramos la Fiesta del Apóstol San
Andrés, hermano de Simón Pedro, Patrono de la Iglesia que está en
Constantinopla, donde acudió como de costumbre una Delegación de la
Santa Sede. Deseo expresar mi afecto especial a mi querido hermano el
Patriarca Bartolomé I y a toda la Iglesia de Constantinopla. Que la
intercesión de los santos hermanos apóstoles Pedro y Andrés conceda
pronto a la Iglesia gozar plenamente de su unidad y paz en el mundo
entero, especialmente en este momento en la querida y martirizada
Ucrania, siempre en nuestros corazones y en nuestras oraciones.