(Cfr. www.almudi.org)
Si nos paramos un poco a pensar veremos que las familias numerosas presentan más ventajas que las que no lo son
Seguramente todo el mundo piensa de forma diferente. Cuando digo todo el mundo me refiero a la mayoría porque, aunque lo normal no debería ser eso, lo corriente. lamentablemente, es eso: "pensar que muchos hijos son un gran problema". Y tal deformidad de pensar es que llegan a considerar a la familia numerosa como una especie a extinguir y, por lo tanto, rara y fuera de los parámetros sociales normales.
Porque confunden lo normal con lo corriente, considerando que algo es normal cuando lo hacen casi todos. Algo así como cuando el fumar estaba bien visto y, además era una moda. No fumar parecía no pertenecer a la normalidad, y era algo que se presentaba como signo de madurez y añadido al momento de integración en la sociedad. Sin embargo, muchos años después, ahora, tal hábito es considerado negativo, perjudicial y es la misma sociedad quien lo rechaza.
Tenemos que admitir que esa costumbre considerada tan normal, porque lo hacían casi todos, no lo era. Lo normal sería no hacerlo. Por lo tanto, lo normal, no es lo que hacen todos, eso mejor es llamarlo lo corriente, pero no por eso es lo normal. Igual ocurre ahora con la familias. Lo normal parece ser familias de uno o dos hijos como máximo, y lo que se exceda de ahí será considerado como fuera de lo normal.
Pero si nos paramos un poco a pensar veremos que las familias numerosas presentan más ventajas que las que no lo son. Sé qué será difícil de ver, no tanto por la dificultad que entraña no verlo, sino por nuestras propias apetencias y egoísmos.
En primer lugar, todo padre y madre desean lo mejor para su hijo: una muy buena educación, mejores colegios, cuidada salud y toda clase de formación que redunde en lograr que su niño/a sea una persona integra, de valía y de un gran porvenir. Para ello, se han preocupado de no tener más hijos porque tener un hijo cuesta mucho dinero.
Sin embargo, familias con muchos hijos son un gran problema económico y un quebradero de cabeza imposible de alimentar y educar. Contemplado todo desde ahí y siguiendo los criterios que la mayoría aceptan fácilmente, como ocurrió con el fumar, pronto se admite que familias con más de dos hijos son problemáticas y exigen mucho esfuerzo.
Pero a la hora de educar, empezamos a descubrir que los colegios, por muy afamados y costosos económicamente, no son capaces de educar sino, a lo sumo, transmitir conceptos y conocimientos que, si no se experimentan personalmente y entre otros, no tienen ningún sentido ni se llegan a descubrir como renuncia por el otro al sentirme amado y, en consecuencia, corresponder de la misma forma: amándole yo también. Pronto nos damos cuenta que ese hijo necesita mucho de sus padres y, nuestro tiempo, invertido en ganar mucho dinero para pagarle su buena educación, lo necesitamos para estar más a su lado.
En el lado opuesto, la familia numerosa, por sí sola, se constituye en su mejor colegio. En una casa, por muy espaciosa que sea, compartida entre seis u ocho hijos, más los progenitores, hay que hacer encajes de bolillos para buscar espacios y colocarnos todos. Eso supone tener que compartir, respetar, colaborar, ser paciente, disciplinado...etc. Virtudes que no hace falta ir a aprenderla en ningún otro lugar, sino que, delante de sus padres y junto a ellos, pueden empezar a adquirirlas y comprenderlas. Y eso es precisamente amar y ser amado.
En ese contexto familiar, los hijos empiezan a descubrir que se sienten mejor cuando son capaces de compartir, que cuando uno es comprendido y querido por los demás, también se siente ,como una fuerza interior y gozosa, el darse y corresponder queriendo también. Es el gozo de descubrir que uno es más feliz dando que recibiendo. Pero, ¿dónde se descubre todo eso?.
A la hora de compartir un solo juego para muchos. Porque no hay dinero para todos, y habrá que aprender a compartirlo un rato cada uno. A la hora de guardar silencio para que mi hermano, el otro igual que yo y con mis mismo derechos, pueda estudiar, pues dormimos y compartimos habitación. A la hora de recibir regalos diferentes. Hoy seré yo el agraciado con el regalo bueno, pero el próximo año serás tú. A la hora de... Verdaderamente la familia numerosa, abierta a la vida, es un lugar de educación completa e integral.
¡Claro!, todo ese depende de unos padres que primero entiendan y conozcan lo que es el amor y la familia. Todo eso depende de unos padres que, primero sepan quienes son y que persiguen en la vida. Todo eso depende de unos padres que hayan descubierto personalmente, en sus familias de origen, la capacidad de amar y el conocimiento que no hay nada más grande que amar y ser amado. Todo eso depende de unos padres que hayan descubierto, en la Iglesia, la Madre educadora que les enseña la Verdad de nuestra vocación Bautismal.
Todo eso depende de que esos padres reconozcan que son hijos de DIOS, y qué cómo hijos sepan que hay que buscar la Verdad junto a los demás, alumbrados por el ESPÍRITU y en el seno de la Iglesia. De otro modo, cada uno defenderá lo que cree y buscará su verdad, o lo que es lo mismo, se buscará y, en ese momento, la familia deja de ser un gozo y felicidad, para convertirse en una carga y un problema. Y pasa lo que pasa.
Conozco a muchas familias que testimonian ambas experiencias. En este momento leo una noticia mientras escribo, que dice así: "Tuvo siete hijos con su hija". Este testimonio habla por si sólo, Pero también, les remito al programa de Radio María, "Psicología y Familia", presentado por Rafael Pérez, que entrevista a Arsenio, padre de siete hijos, que transcribe en hechos vividos todo lo que quiero significar aquí. Realmente vale la pena comprar la cinta y escucharlo. Se los recomiendo.
Salvador Pérez Alayón, en yosoycreyentecatolico.blogspot.com/