(Cfr. www.almudi.org)
El medio más eficaz
«Al
ver a las multitudes se llenó de compasión por ellas, porque estaban
maltratadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor.
Entonces
dijo a sus discípulos: La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad,
pues, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
Habiendo
llamado a sus doce discípulos, les dio poder para arrojar a los
espíritus inmundos y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los
nombres de los doce Apóstoles son éstos: Primero Simón, llamado Pedro, y
Andrés su hermano; Santiago el de Zebedeo y Juan su hermano; Felipe y
Bartolomé; Tomás v Mateo el publicano; Santiago y Judas Iscariote, el
que le entregó». (Mateo 9, 36.10, 4)
I. Nos refiere el Evangelio de la Misa (Mateo 9, 36-10, 8) que el Señor se llenaba de compasión al ver las multitudes porque andaban maltratadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor, profundamente desorientadas. Sus pastores, en lugar de guiarlas y cuidarlas, las descarriaban y se portaban más como lobos que como pastores. Jesús dice a los apóstoles: La mies es mucha, pero los obreros pocos. Como hoy, los obreros son pocos en proporción a la tarea: tanta gente desorientada, vacía de Dios y llena sólo de bienes materiales o de deseos de tenerlos. Hay urgente necesidad de cristianos alegres, eficaces, sencillos, fieles a la Iglesia, conscientes de lo que tienen entre manos. Hoy podemos preguntarnos: ¿qué he hecho hoy para dar a conocer a Dios?, ¿A quién he hablado hoy de Cristo?, ¿Me preocupa la salvación de quienes me rodean?, ¿Soy consciente de que muchos se acercarían al Señor si yo fuera más audaz y más ejemplar en el cumplimiento de mis deberes?
II. Sobran excusas para no llevar a otros a Cristo: falta de medios, preparación insuficiente, de tiempo, lo reducido de nuestro medio o la enormidad de las distancias de la gran ciudad en la que vivimos. Todos podemos cumplir lo que de nosotros depende. Y nosotros queremos ser fieles al Señor: llevar a cabo lo que está entre nuestras manos. “La oración es el medio más eficaz de proselitismo” (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino), de lograr que muchos descubran la vocación a la que Dios les llama. El afán de vocaciones ha de traducirse en primer lugar, en una petición continuada, confiada y humilde. Y si nos dirigimos al Señor en petición de vocaciones, nosotros mismos nos sentiremos llamados a participar con mucha más audacia en esta labor apostólica, además de conseguir del Señor operarios para su campo.
III. Jesús prepara su llegada a otras ciudades a través de sus discípulos. Es una labor previa que no tiene el fin en sí misma, como todo apostolado. Toda labor apostólica se culminará con la llegada de Dios a las almas, que han sido preparadas por los enviados, por los que ya le siguen. El Señor, que podría llevar a cabo directamente su obra redentora en el mundo, quiere necesitar de discípulos que vayan delante de Él a las ciudades, a los pueblos, a las fábricas, a las Universidades. No podemos olvidar que Dios llama a muchos. Pidamos al Señor la gracia de saber promover y alentar esas llamadas del Señor, que pueden estar dirigidas a personas que vemos todos los días. Pidamos a la Virgen, Reina de los Apóstoles que nos ayude a formular un propósito concreto para ser instrumento para que muchos correspondan a la llamada de su Hijo.
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.