(Cfr. www.almudi.org)
“La estupidez humana es una constante matemática y la historia de
cada lugar es el desarrollo en el tiempo de esta lamentable ecuación”
El
avance científico no deja de sorprender y los sueños en el terreno de
la biotecnología cada vez se están realizando más aceleradamente. La
misma sociedad se ha encargado muchas veces de empujar a los científicos
a resolver problemas antiguos, nuevos, e incluso supuestos o
inexistentes –para el caso da casi igual–. Los avances que se incluyen
en las grandes obras de ciencia ficción, cada vez con mayor celeridad
dejan de ser tales, pues entran en obsolescencia o se constituyen en
temores anticipatorios de tecnoutopías cada vez más próximas, con sus
correspondientes tiránicos paradigmas (1).
Dos
hechos recientes han alertado a la opinión pública mundial sobre las
posibilidades, pero también sobre los límites, de la aplicación de la
biotecnología. Su relación con la Bioética es patente pues en cada caso
la dignidad de la persona humana está en juego.
Treinta años después de Louise Brown, la primera “niña probeta” (2), las técnicas de reproducción asistida (TRA) han mostrado unos avances paradójicos (3):
a pesar de los miles de nacimientos que esta técnica ha hecho posibles,
los porcentajes de éxito no han aumentado como se esperaba, y las
pérdidas de vidas humanas tampoco parece que hayan disminuido, pues
generalmente no se tienen en cuenta, ni hacen parte de las estadísticas
de los centros dedicados a estas lucrativas técnicas (4).
Es llamativo que en el último año en solo España hayan nacido cerca de siete mil niños con la utilización de las TRA (5),
y sin embargo, esta técnica que se está posicionando como un recurso
frecuente, no pueda ofrecer porcentajes de éxito superiores al 20 ó 30%,
cuando en el mundo médico una técnica que no se sitúe por encima del
70% sencillamente no se realiza.
Uno de los refinamientos de las TRA es el recurso a los “bebés medicamento” (6). En octubre de este año, científicos de Sevilla (España) dieron la noticia (7)
del primero de ellos que logra nacer. Javier fue “querido” con la
finalidad de servir de tratamiento para la enfermedad congénita que
padece su hermano de 6 años, una anemia talasémica mayor.
Los
medios de comunicación no dicen nada de los hermanos de Javier que no
llegaron a nacer, bien porque fueron diagnosticados como portadores de
la misma u otra enfermedad, y como consecuencia de la selección genética
no fueron implantados en el útero de la madre, o bien porque
sencillamente su desarrollo no fue satisfactorio y se “perdieron” en el
intento.
Este
procedimiento, que ya se ha venido empleando en países distintos de
España, ha sido posible por la permisión que en 2006 hizo la Ley de
Reproducción Humana Asistida en ese país; pero la difusión mediática no
había alcanzado cotas globales como ha ocurrido en el caso de Javier.
También
en días pasados, con gran despliegue la prensa inglesa comunicó al
mundo la noticia sobre el desarrollo de una nueva técnica, la
“karyomapping”, (8),
para ayudar a los padres en riesgo de engendrar hijos con algún defecto
genético (en teoría casi todos), al diagnosticar algún problema
potencial en el embrión; de esta manera, mediante diagnóstico
preimplantatorio será posible implantar sólo los embriones sanos.
La
técnica ha sido desarrollada por el equipo del Centro Bridge de
Fertilidad en Londres, quienes afirman que con ella están en capacidad
de detectar casi todos los 15.000 trastornos hereditarios conocidos.
“La
técnica básicamente consiste en el análisis de cualquier diferencia
individual en la estructura del ADN de los padres y los embriones”,
explicó el profesor Alan Handyside, a la BBC.
“Esto
nos permite trazar un mapa de los cromosomas de los padres y los
abuelos para poder rastrear genes defectuosos e identificar embriones
que serán afectados por enfermedades como fibrosis quística o distrofia
muscular de Duchenne”.
Sin
embargo, las noticias tampoco hablan del destino de aquellos otros
embriones diagnosticados con esas enfermedades o aquellos otros que con
la aplicación de la técnica dejan de existir, simplemente se deduce que
no se implantan.
Estos
dos casos son ejemplos inobjetables de la aplicación de una técnica que
no se pregunta por su dimensión ética, ni en el diseño ni en el
desarrollo, ni en los efectos, mostrando un severo divorcio que lleva
consigo efectos deseables para unos, pero a costa de la lesión de otros,
generalmente los más indefensos y débiles.
Una
de esas convicciones erróneas o injustificadas que se pueden encontrar
en la decisión de acometer estos procedimientos es no tener en cuenta la
diferencia –y la relación mutua– que existe entre el fin y los medios
para alcanzarlo. Esta omisión –culpable o no– clausura la entrada a lo
real, y ocasiona necesariamente una vital injusticia.
Parecería
que en un razonamiento técnico el fin sí justifica los medios, pues
para garantizar la eficacia no haría falta considerar la moralidad del
medio. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el sabio precepto “El
fin no justifica los medios” no se puede dejar de lado cuando se realiza
la valoración de cualquier acto humano. Este aforismo está presente en
la filosofía clásica cuando ella intenta salvar las evidencias más
generales del sentido común (9).
Cinco siglos después lo utilizará Pablo de Tarso para enseñar una de
las pautas que es necesario tener en cuenta para que las acciones
realizadas con conocimiento y voluntad, los actos humanos, puedan hacer
parte de un obrar verdaderamente humano.
Un
desarrollo biotecnológico que ignore esta sencilla orientación, antes o
después se convierte en un ejemplo paradigmático de la tiranía que la
ciencia puede ejercer sobre la persona humana. Cada vez con mayor
celeridad la sociedad de consumo va demandando una serie de servicios
que en lugar de servirla la degradan y la ponen en peligro. Con
Lipovetsky habría que afirmar que la biotecnología como bien de consumo
convierte a la vida en una cascada de frustradas expectativas que
amenazan con destruir o, al menos, transformar a la sociedad misma (10). Ese sería parte del precio de dar vía libre a una ciencia (11) sin norte, sin más sentido que el que le imprime el imperativo consumista.
Los
dos ejemplos comentados inicialmente, en lugar de mostrar que la razón
humana avanza, parecería que reflejan una somnolencia o una hipnosis que
el título de un aguafuerte de Goya retrata: “El sueño de la razón
produce monstruos”. Cuando la razón humana se oscurece se cierran las
posibilidades de la libertad, de alcanzar la verdad, de recorrer con
plenitud el itinerario existencial. Las consecuencias de estas
claudicaciones están acompañadas de prejuicios que obturan el acceso a
la realidad de manera objetiva (12).
El
“sueño de la razón” tiene una aproximación explicativa en el artículo
“Relativismo y dogmatismo”, donde se comentan varias de sus causas y
consecuencias; sobre todo se ofrece el realismo como antídoto al esbozar
algunas condiciones para conocer la realidad, y algunas actitudes que
lo favorecen. Y aunque para algunos “La estupidez humana es una
constante matemática y la historia de cada lugar es el desarrollo en el
tiempo de esta lamentable ecuación”, la razón de la persona, su
racionalidad, volverá a ejercer la tarea de liberar al hombre del pesado
lastre (13)
que el cientificismo le ha impuesto. Esto será posible si esa capacidad
de razonar está bien orientada; de lo contrario se podría sostener, con
C. S. Lewis, que “la razón humana va a convertirse en tecnociencia”.
En
el tercer tomo de la Trilogía de Ramson, escrita en 1945, se encuentra
un magistral diálogo entre Mark Studdock y lord Feverstone cuando éste
trata de convencer a aquel de sumarse a su causa (dominar el mundo a
través de la ciencia), que refleja el falso mesianismo de una razón
miope:
– El tercer problema es el propio hombre.
– Sigue. Eso me interesa mucho.
–
El hombre tiene que hacerse cargo del hombre. Recuerda que eso
significa que algunos hombres tienen que hacerse cargo del resto: otra
razón para enfrentarse a ello en cuanto se pueda. Tú y yo queremos ser
la gente que se haga cargo, no de las personas de las que se hagan
cargo.
– ¿Qué tienes en mente?
–
Cosas muy simples y obvias al principio: esterilización de los
incapaces, exterminación de las razas atrasadas (no queremos pesos
muertos), reproducción selectiva… Después verdadera educación,
incluyendo educación prenatal. Por verdadera educación quiero decir una
que no incluya el sinsentido de “tómalo o déjalo”. Una verdadera
educación transforma al que la experimenta en lo que ella quiere
infaliblemente, sea lo que fuere lo que los padres o el paciente traten
de hacer al respecto. Por supuesto, tendrá que ser sobre todo
psicológica al principio. Pero a la larga llegaremos al condicionamiento
bioquímico y a la manipulación directa del cerebro.
El
artículo del doctor Antonio Pardo C. contiene un interesante análisis
del acto humano que, en buena medida, puede ayudar a dar claridad sobre
la necesaria valoración que todo ser humano ha de realizar sobre su
propio actuar y para darle una aplicación práctica ofrece una propuesta a
manera de pautas para realizar una valoración ética de una acción
humana.
Para
ayudar a mantener en la práctica biomédica ese precepto según el cual
los medios han de ordenarse al fin y no al contrario, se ofrecen cuatro
temas que reflejan muy bien –cada uno en su ámbito y muchas veces sin
mencionarlo apenas, pues se da por supuesto– la importancia de tener en
cuenta en cada actuación el bien del paciente y su irrenunciable
dignidad.
Buena
parte de la experiencia del doctor Ramón Córdoba P. se vierte en su
artículo “Génesis y esencia de la medicina” con el que se busca reforzar
lo más propio y originario de la tarea que los médicos –y por
extensión, los profesionales de la salud– están llamados a realizar sin
desvirtuar con sus acciones su “ethos profesional”.
Aunque
también se habrían podido mencionar como ejemplos para la introducción
de estas líneas las situaciones puntuales que en el momento actual se
presentan en Inglaterra, Italia y España sobre el recrudecimiento de la
polémica relacionada con la eutanasia, el artículo del doctor Luis
Fernando Giraldo C. brinda algunos elementos que ponen en contexto esa
realidad humana de la muerte y muestra la importancia de los cuidados
paliativos como un recurso que deja sin piso las pretensiones de
humanizar la muerte a través de medios ajenos a la profesión médica.
El
tratamiento de todas estas temáticas conduce a una de las tareas más
importantes y apasionantes en la Bioética: su enseñanza. La experiencia
de un grupo de profesionales, encabezados por el doctor Pablo González
B., que en el Brasil está trabajando en este campo con estudiantes de
medicina, es compartida a través del artículo “Una nueva metodología
docente en Bioética”, donde se muestra el recurso del “portafolio” que
permite ir integrando el aprendizaje de esta disciplina con las
prácticas clínicas donde el estudiante es el principal protagonista del
proceso al darse cuenta de situaciones donde se presentan problemas
bioéticos que luego discute tanto con su tutor como con un consultor de
Bioética.
La
buena acogida que ha recibido la sección Jóvenes Investigadores, que en
esta ocasión trae un interesante estudio sobre la influencia del estado
civil en las adolescentes embarazadas, nos ha animado a poner en marcha
otra iniciativa que es –hasta cierto punto– corriente en publicaciones
que tratan temas éticos y huma- nos: llevará por nombre “Bioética en
Práctica”, y utilizará la narrativa como vehículo para comunicar y
transmitir con fuerza pensamientos, virtudes y valores. Esperamos contar
con la experiencia y colaboración de nuestros lectores, que se pueden
constituir en autores, al redactar y enviar narraciones de las que se
puedan desprender enseñanzas para mejorar el quehacer ético.
Los
relatos y los testimonios han demostrado gran utilidad en la laboriosa
tarea de contribuir a formar actitudes bioéticas, y se constituyen en
poderosos aliados de la fundamentación teórica que muchas veces –por su
misma naturaleza– muestra limitaciones para “aterrizar” en la práctica.
Esta
nueva sección de la revista Persona y Bioética pretende ser una
herramienta cognitiva que permita explicar la acción humana, mostrándola
coherente y plausible: las imágenes ayudan a entender e interpretar el
porqué y el cómo se llega a la solución de problemas, procurando siempre
que predomine el discurso pedagógico. Este recurso está pensado –más
que para resolver problemas– para sensibilizar, para añadir conocimiento
y experiencia vividos, para intentar comprender sentidos de la vida no
accesibles de otros modos. Se utiliza la interacción texto-lector,
aprovechando la capacidad mimética del actuar humano y el gran
paralelismo entre narrativa e historia personal
Gilberto A. Gamboa, en scielo.org.co/
Notas:
1. Pontificio
Arzoz I. Tecnociencia y ciencia ficción: hacia el paradigma
tecno-hermético, en La Tecnociencia y su divulgación: un enfoque
transdisciplinar. Barcelona: Anthropos; 2004. p. 104.
2. Gómez CA. Manipulación de embriones humanos: algunas objeciones. Iatreia 2008; 21 (1): 75-82.
3. Sarmiento, PJ. Las Técnicas de Reproducción Asistida veinticinco años después. Revista Persona y Bioética 2002; 6 (16): 20-31.
4. Burguera M. El mercado sin reglas del baby-business. URL disponible en: http://www.aceprensa.com/articulos/2007/apr/18/el-mercado-sin-reglas-del-baby-business/. [Fecha de consulta: 24 de octubre de 2008]
5. Burguera M. El hijo a cualquier precio en el mercado de la fertilidad. URL disponible en: http://www.aceprensa.com/articulos/2008/jul/30/el-hijo-cualquier-precio-en-el-mercado-de-la-fertilidad/. [Fecha de consulta: 24 de octubre 2008]
6. López-Guzmán
J. El diagnóstico preimplantatorio: una nueva forma de violencia
social. Cuadernos de Bioética 2007; 18 (4): 357 -365.
7. Lucio
C, Lantigua I. Nace en España el primer bebé seleccionado
genéticamente. URL disponible en:
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2008/10/14/biociencia/1223975461.html
[Fecha de consulta: 15 de octubre 2008].
8. BBC Ciencia. Prueba para defectos en embriones. URL disponible en http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_ 7689000/7689316.stm [Fecha de consulta: 26 de octubre de 2008].
9. Sánchez-Migallón S. Ética Filosófica. Pamplona: EUNSA; 2008. p. 178.
10. Lipovetsky G. La sociedad de la decepción. Barcelona: Anagrama; 2008.
11. Lewis CS. Trilogía de Ransom, III parte. Bogotá: Planeta; 2008. p. 49.
12. Burgos JM. Antropología: una guía para la existencia. Madrid: Palabra; 2005. p. 162.
13. Artigas M. El desafío de la racionalidad. Pamplona: Eunsa; 1999. p. 188