Mil y una Fábulas (Latín-Inglés)

24 diciembre 2021

LIBRO DE LA SEMANA (24 Dic):

 (Cfr. www.todostuslibros.com)

 

 

Estar aquí es espléndido


«Ya no soy Modersohn y tampoco soy ya Paula Becker. Soy Yo, y espero ser cada vez más Yo», escribió la pintora Paula Modersohn-Becker al poeta Rainer Maria Rilke en una carta en fe...
Editorial:
Errata Naturae Editores
Traductor:
López Muñoz, Regina
Colección:
El Pasaje de los Panoramas
Encuadernación:
Tapa blanda o Bolsillo
País de publicación :
España
Idioma de publicación :
Castellano
Idioma original :
Francés
 
 
Sinopsis

Sinopsis de: "Estar aquí es espléndido"

«Ya no soy Modersohn y tampoco soy ya Paula Becker. Soy Yo, y espero ser cada vez más Yo», escribió la pintora Paula Modersohn-Becker al poeta Rainer Maria Rilke en una carta en febrero de 1906. En el umbral del siglo XX, la artista lo apostó todo para ser «alguien». Y se convirtió en la más audaz innovadora, desafiando siglos de representación del cuerpo femenino y de la vida doméstica en el arte. Antes de ella, ninguna pintora se había retratado desnuda, ni embarazada, ni había representado a madres desnudas con sus bebés, dando el pecho. A medida que su arte evoluciona, Paula se debate entre París y su hogar en la colonia de artistas de Worpswede, en el norte de Alemania. En París puede concentrarse en su trabajo, ir a exposiciones y conocer a artistas como Rodin y Monet. Pero Alemania es su hogar, donde vive su marido, el pintor Otto Modersohn. Exigente, obstinada y certera en lo que respecta a su arte, también era alegre, divertida y sensual; estaba llena de vida y, por tanto, igualmente de dudas e incoherencias, de intrépidos saltos hacia adelante o de inesperados pasos atrás. Le encantaban el arroz con leche, la compota de manzana, pasear por la landa, Cézanne, bañarse en el mar, estar desnuda al sol, prefería leer a ganarse la vida y adoraba París. No acababa de gustarle estar casada. Tal vez quería ser madre; sobre este punto, sus diarios y cartas son ambiguos. A pesar de que murió a los treinta y un años, unos días después de dar a luz, su vida fue una celebración, una breve e intensa celebración. «Estar aquí es espléndido» es un hermoso y conmovedor relato de la vida de esta gran pintora. Marie Darrieussecq muestra, con vivacidad y empatía, la lucha de Paula M. Becker entre los hombres y artistas de su tiempo, sus amistades, su intenso deseo de expresión e independencia. Y arroja luz sobre la extrema dificultad a la que se han enfrentado las mujeres para proseguir carreras artísticas y alcanzar el reconocimiento.

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"Estar aquí es esplendido" de Marie Darrieussecq

Escrito por: Natura Llibres

Fuente

Estar aquí es esplendido, de Marie Darrieussecq, publicado por Errata Naturae Te mira. Éste es un libro que te mira. Te mira y te mira. Te mira desde los ojos desnudos de su protagonista. Paula Modersohn-Becker posa natural, sencilla; sin más indumento que un collar de ámbar entre los pechos descubiertos y una tela blanca bajo la barriga engañosamente grávida —cuando la pintora se autorretrató aún no estaba embarazada—. «Y atención: es la primera vez. La primera vez que una mujer se pinta desnuda. El gesto de desvestirse y plantarse ante el propio lienzo y decir: ésta es mi piel, voy a mostrar mi vientre, y cómo se modelan mis senos y mi ombligo... El autorretrato de una mujer desnuda, a solas consigo misma y con la historia del arte», remarca Marie Darrieussecq, la autora de Estar aquí es espléndido, uno de los últimos títulos que hemos leído en NaturaLlibres. Y lo empezamos a leer porque Paula nos estaba mirando, con esos «ojos llenos de Cézanne, de Gauguin, de Van Gogh, del aduanero Rousseau»... tan segura de sí misma... para poner al descubierto su cuerpo y su vida: el de una artista que pintó más de setecientos lienzos y un millar de dibujos, aunque no vendiera más de tres cuadros a lo largo de su corta carrera pictórica —más que Van Gogh, en cualquier caso. Dedicarse a los pinceles siendo una mujer a principios del siglo XX era complicado. «Padre me ha escrito hoy para decirme que debería buscarme un empleo como institutriz», anotaba en las páginas de su diario. Por suerte, la hija no le hizo caso. «He pasado toda la tarde tumbada en la arena y el brezo leyendo Pan de Knut Hamsun». Paula tenía claras sus ambiciones. Conoció la colonia artística de Worpswede en una excursión veraniega de 1897. Allí estaban Fritz Mackensen, Hans am Ende, Fritz Overbeck, Heinrich Vogeler... y Otto Modersohn, el paisajista que le daría el apellido de casada, porque «las mujeres carecen de apellido. Ellas tienen nombre de pila. El apellido es un préstamo provisional, un signo inestable, lo efímero», señala Darrieussecq. «Ellas se inventan en un mundo de hombres, por la fuerza». Los de Worpswede se caracterizaban por volver con sus trazos a la naturaleza y a la gente simple del campo. Pero Paula quería más. Más que «la corteza blanca y negra de los abedules», más que «la turba de las ciénagas». Y se marchó sola a París —estando casada; repetimos: estando casada— para batallar «con la luz grisácea» y con los «altos muros por encima de los castaños». Muros demasiado altos... Quería dejar a su marido para siempre, dedicarse por entero al arte. El autorretrato de la cubierta lo pintó en 1906, estando en la capital francesa. Cuando Picasso pintaba sus Demoiselles d'Avignon, Matisse sus Nue bleu y Derain sus Trois baigneuses. Pero ni Berthe Morisot ni Mary Cassatt ni ninguna otra modernista se había desnudado en el lienzo antes. «Seguramente fue Artemisa Gentileschi (1593-1652/1653) la primera en pintar a una mujer desnuda, pero todavía no está claro si su genial Susana y los viejos es un autorretrato», puntualiza Darrieussecq en un pie de página. «Por otro lado, el autorretrato con los pechos al aire de Suzanne Valadon data de 1917». Paula, además, se dibujó en estado. En estado de gestación. En estado de creación. Murió dieciocho días después de dar a luz. «Sé que no viviré mucho. Pero ¿por qué ha de ser esto triste? ¿Es un festival más bonito porque dure más?» Quizá no... quizá «no tenemos más que estar ahí, pero de un modo sencillo, perseverante, igual que la tierra está ahí, diciendo sí a las estaciones, clara y sombría». Esta cita es de Rilke. El poeta no incluyó a su amiga Paula en la monografía que escribió sobre los artistas de Worpswede en 1902, y calificó de "pobre" su mirada. Esa mirada inclasificable, independiente, decidida y tranquila que te llama, desde la estantería, a descubrir su vida. *El cuadro original que ilustra la cubierta del libro se exhibe en el Museo Paula Modersohn-Becker de Bremen, el primer museo del mundo dedicado a una mujer artista, por iniciativa de un mecenas bremense que amasó una fortuna colosal al inventar el café descafeinado. Meritxell-Anfitrite Álvarez Mongay, Natura Llibres (Alins, Lleida)

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