Mil y una Fábulas (Latín-Inglés)

30 diciembre 2023

Meditación Domingo Sagrada Familia (B)

(Cfr, www.almudi.org

 

Fiesta de la Sagrada Familia

Cuando llegó el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor (…) Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba (Lucas 2,22-40).

I. Cuando cumplieron todas las cosas mandadas en la Ley del Señor regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él.

El Mesías quiso comenzar su tarea redentora en el seno de una familia sencilla, normal. Lo primero que santificó Jesús con su presencia fue un hogar. Nada ocurre de extraordinario en estos años de Nazaret, donde Jesús pasa la mayor parte de su vida.

José era el cabeza de familia; como padre legal, él era quien sostenía a Jesús y a María con su trabajo. Es él quien recibe el mensaje del nombre que ha de poner al Niño: Le pondrás por nombre Jesús; y los que tienen como fin la protección del Hijo: Levántate, toma al Niño y huye a Egipto. Levántate, toma al Niño y vuelve a la patria. No vayas a Belén, sino a Nazaret. De él aprendió Jesús su propio oficio, el medio de ganarse la vida. Jesús le manifestaría muchas veces su admiración y su cariño.

De María, Jesús aprendió formas de hablar, dichos populares llenos de sabiduría, que más tarde empleará en su predicación. Vio cómo Ella guardaba un poco de masa de un día para otro, para que se hiciera levadura; le echaba agua y la mezclaba con la nueva masa, dejándola fermentar bien arropada con un paño limpio. Cuando la Madre remendaba la ropa, el Niño la observaba. Si un vestido tenía una rasgadura buscaba Ella un pedazo de paño que se acomodase al remiendo. Jesús, con la curiosidad propia de los niños, le preguntaba por qué no empleaba una tela nueva; la Virgen le explicaba que los retazos nuevos cuando se mojan tiran del paño anterior y lo rasgan; por eso había que hacer el remiendo con un paño viejo... Los vestidos mejores, los de fiesta, solían guardarse en un arca. María ponía gran cuidado en meter también determinadas plantas olorosas para evitar que la polilla los destrozara. Años más tarde, esos sucesos aparecerán en la predicación de Jesús. No podemos olvidar esta enseñanza fundamental para nuestra vida corriente: « la casi totalidad de los días que Nuestra Señora pasó en la tierra transcurrieron de una manera muy parecida a las jornadas de otros millones de mujeres, ocupadas en cuidar de su familia, en educar a sus hijos, en sacar adelante las tareas del hogar. María santifica lo más menudo, lo que muchos consideran erróneamente como intrascendente y sin valor: el trabajo de cada día, los detalles de atención hacia las personas queridas, las conversaciones y las visitas con motivo de parentesco o de amistad. - Bendita normalidad, que puede estar llena de tanto amor a Dios!.

Entre José y María había cariño santo, espíritu de servicio, comprensión y deseos de hacerse la vida feliz mutuamente. Así es la familia de Jesús: sagrada, santa, ejemplar, modelo de virtudes humanas, dispuesta a cumplir con exactitud la voluntad de Dios. El hogar cristiano debe ser imitación del de Nazaret: un lugar donde quepa Dios y pueda estar en el centro del amor que todos se tienen.

¿Es así nuestro hogar? ¿Le dedicamos el tiempo y la atención que merece? ¿Es Jesús el centro? ¿Nos desvivimos por los demás? Son preguntas que pueden ser oportunas en nuestra oración de hoy, mientras contemplamos a Jesús, a María y a José en la fiesta que les dedica la Iglesia.

En la familia, «los padres deben ser para sus hijos los primeros educadores de la fe, mediante la Palabra y el ejemplo». Esto se cumplió de manera singularísima en el caso de la Sagrada Familia. Jesús aprendió de sus padres el significado de las cosas que le rodeaban.

La Sagrada Familia recitaría con devoción las oraciones tradicionales que se rezaban en todos los hogares israelitas, pero en aquella casa todo lo que se refería a Dios particularmente tenía un sentido y un contenido nuevo. - Con qué prontitud, fervor y recogimiento repetiría Jesús los versículos de la Sagrada Escritura que los niños hebreos tenían que aprender!. Recitaría muchas veces estas oraciones aprendidas de labios de sus padres.

Al meditar estas escenas, los padres han de considerar con frecuencia las palabras del Papa Pablo VI recordadas por Juan Pablo II: «¿Enseñáis a vuestros niños las oraciones del cristiano? ¿Preparáis, de acuerdo con los sacerdotes, a vuestros hijos para los sacramentos de la primera edad: confesión, comunión, confirmación? ¿Los acostumbráis, si están enfermos, a pensar en Cristo que sufre? ¿A invocar la ayuda de la Virgen y de los santos? ¿Rezáis el Rosario en familia? (...) ¿Sabéis rezar con vuestros hijos, con toda la comunidad doméstica, al menos alguna vez? Vuestro ejemplo en la rectitud del pensamiento y de la acción, apoyado por alguna oración común, vale una lección de vida, vale un acto de culto de mérito singular; lleváis de este modo la paz al interior de los muros domésticos: Pax huic domui. Recordad: así edificáis la Iglesia».

Los hogares cristianos, si imitan el que formó la Sagrada Familia de Nazaret, serán «hogares luminosos y alegres», porque cada miembro de la familia se esforzará en primer lugar en su trato con el Señor, y con espíritu de sacrificio procurará una convivencia cada día más amable.

La familia es escuela de virtudes y el lugar ordinario donde hemos de encontrar a Dios. «La fe y la esperanza se han de manifestar en el sosiego con que se enfocan los problemas, pequeños o grandes, que en todos los hogares ocurren, en la ilusión con que se perservera en el cumplimiento del propio deber. La caridad lo llenará así todo, y llevará a compartir las alegrías y los posibles sinsabores; a saber sonreír, olvidándose de las propias preocupaciones para atender a los demás; a escuchar al otro cónyuge o a los hijos, mostrándoles que de verdad se les quiere y comprende; a pasar por alto menudos roces sin importancia que el egoísmo podría convertir en montañas; a poner un gran amor en los pequeños servicios de que está compuesta la convivencia diaria.

» Santificar el hogar día a día, crear, con el cariño, un auténtico ambiente de familia: de eso se trata. Para santificar cada jornada se han de ejercitar muchas virtudes cristianas; las teologales en primer lugar y, luego, todas las otras: la prudencia, la lealtad, la sinceridad, la humildad, el trabajo, la alegría...».

Esta virtudes fortalecerán la unidad que la Iglesia nos enseña a pedir: Tú, que al nacer en una familia fortaleciste los vínculos familiares, haz que las familias vean crecer la unidad.

Una familia unida a Cristo es un miembro de su Cuerpo místico, y ha sido llamada «iglesia doméstica». Esa comunidad de fe y de amor se ha de manifestar en cada circunstancia, como la Iglesia misma, como testimonio vivo de Cristo. «La familia cristiana proclama en voz muy alta tanto las presentes virtudes del reino, como la esperanza de la vida bienaventurada». La fidelidad de los esposos a su vocación matrimonial les llevará incluso a pedir la vocación de sus hijos para dedicarse con abnegación al servicio del Señor.

En la Sagrada Familia cada hogar cristiano tiene su ejemplo más acabado; en ella, la familia cristiana puede descubrir lo que debe hacer y el modo de comportarse, para la santificación y la plenitud humana de cada uno de sus miembros. «Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso quizá de una manera casi insensible, a imitar esta vida».

La familia es la forma básica y más sencilla de la sociedad. Es la principal «escuela de todas las virtudes sociales». Es el semillero de la vida social, pues es en la familia donde se ejercita la obediencia, la preocupación por los demás, el sentido de responsabilidad, la comprensión y ayuda, la coordinación amorosa entre las diversas maneras de ser. Esto se realiza especialmente en las familias numerosas, siempre alabadas por la Iglesia. De hecho, se ha comprobado que la salud de una sociedad se mide por la salud de las familias. De aquí que los ataques directos a la familia (como es el caso de la introducción del divorcio en la legislación) sean ataques directos a la sociedad misma, cuyos resultados no se hacen esperar.

«Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, sea también Madre de la "Iglesia doméstica", y, gracias a su ayuda materna, cada familia cristiana pueda llegar a ser verdaderamente una pequeña Iglesia de Cristo. Sea ella, Esclava del Señor, ejemplo de acogida humilde y generosa de la voluntad de Dios; sea ella, Madre Dolorosa a los pies de la Cruz, la que alivie los sufrimientos y enjugue las lágrimas de cuantos sufren por las dificultades de sus familias.

» Que Cristo Señor, Rey del universo, Rey de las familias, esté presente, como en Caná, en cada hogar cristiano para dar luz, alegría, serenidad y fortaleza».

De modo muy especial le pedimos hoy a la Sagrada Familia por cada uno de los miembros de nuestra familia, por el más necesitado.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.

Homilía Domingo Sagrada Familia (B)

 (Cfr. www.almudi.org)

 

 
 

Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica

"Como Hijo, puso su casa entre nosotros; como Hermano mayor, está a la cabeza de la Familia"

Eclo 3,2-6.12-14: "El que teme al Señor honra a sus padres"
Sal 127,1-2.3.4-5: "Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos"
Col 3,12-21: "La vida de familia vivida en el Señor"
Lc 2,22-40: "El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría"

El Sirácida recuerda que, entre los deberes más importantes para con Yavé, está el deber del amor y respeto a los padres. Partiendo de Ex 20,12 ("Honra a tu padre y a tu madre") insiste en la vida de amor familiar como fuente de la bendición divina.

Si la Ley era el apoyo para la recomendación anterior, para san Pablo la referencia a Cristo será el fundamento. Para el creyente las relaciones familiares pasan a depender de la coherencia con su fe.

La intención del relato de san Lucas es mostrar cómo la misión de Cristo es llevada a término asumiendo plenamente la condición humana. Si la vida del hombre se desarrolla, crece y madura en el seno familiar, la intención de "el niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría" tiene claras alusiones a la identificación del Hijo de Dios con la humanidad.

Es verdad que a veces, se viene tachando a la familia de costumbre superada. Pero hoy se va reconociendo su importancia y resulta curioso —aunque no demasiado sorprendente conociendo la historia— que hoy se vuelven a valorar las condiciones familiares. Este reencuentro con la realidad familiar indica que el hombre no quiere renunciar a ella.

— "La vida oculta de Nazaret permite a todos entrar en comunión con Jesús a través de los caminos más ordinarios de la vida humana: Nazaret es la escuela donde se comienza a entender la vida de Jesús... Una lección de vida familiar" (Pablo VI, discurso 5 Enero 1964) (533).

— "Con la sumisión a su madre y a su padre legal, Jesús cumple con perfección el cuarto mandamiento. Es la imagen temporal de su obediencia filial a su Padre celestial. La sumisión cotidiana de Jesús a José y María anunciaba y anticipaba la sumisión del Jueves Santo:  «No se haga mi voluntad...» La obediencia de Cristo en lo cotidiano de la vida oculta inauguraba ya la obra de restauración de lo que la desobediencia de Adán había destruido" (532).

— "La familia cristiana es una comunidad de fe, esperanza y caridad, posee en la Iglesia una importancia singular como aparece en el Nuevo Testamento" (2204; cf. 2213-2233).

— "La familia es la  «célula original de la vida social». La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. La familia es la comunidad en la que, desde la infancia, se pueden aprender los valores morales, se comienza a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de familia es iniciación a la vida en sociedad" (2207).

— "Eres maestro y doctor en toda tu casa. Aprende de Job (1,5), que ofrecía sacrificios por los pecados de pensamiento que hubieran podido cometer sus hijos. Aprende de Abraham, que los incitaba a guardar los caminos del Señor (Gn 18,19). Lee los consejos que David daba a sus hijos antes de morir (2Re 2,2-4). Tienes tu casa adornada con estatuas de oro. Son tus hijos. Límpialas, adórnalas, cuídalas. Enséñales el temor de Dios superior a toda riqueza. Si los educas bien aprenderán a hacer ellos lo mismo con sus hijos y se formará una serie ininterrumpida de santos felices, de la que tú serás la raíz y recibirás el premio" (San Juan Crisóstomo)".

Cristo creció en una familia. Nosotros nacemos en la familia para crecer como personas.


24 diciembre 2023

Ese lugar al que nos lleva el constructivismo

 (Cfr. www.almudi.org)

 

 


La introducción masiva de los dispositivos móviles en la educación está perjudicando claramente el proceso de aprendizaje de los niños y adolescentes

¿A qué podemos atribuir el desplome general de los resultados de PISA que parecen apuntar a un declive de la cultura occidental? Parece que hay cada vez más educación en las aulas; sin embargo, parece que hay cada vez menos educación en los alumnos. La bajada del nivel educativo no es una mera crisis de la educación como tal, nos hallamos en una crisis mucho más honda de la teoría del conocimiento. ¿Existe la realidad antes de ser conocida, o es el alumno el que la ‘construye’ a su antojo?

A nadie se le escapa que, por un desencanto general hacia la educación conductista-mecanicista (mal llamada ‘tradicional’), la educación española lleva una década abandonando, poco a poco, el apego al ordeno y mando del profesor, a la jerarquía como única fuente de conocimiento y a la memorización mecánica. A la par, la educación española se ha entregado a las doctrinas ‘modernas’ y ‘progresistas’ de la educación nueva y a la teoría educativa que la fundamenta: el constructivismo que deriva de la corriente filosófica romántico-idealista. Apostó por desterrar los conocimientos, por profesar su devoción a la innovación, a la educación emocional, a las competencias, a la tableta y a los métodos constructivistas de aprendizaje por descubrimiento puro.

Así, los alumnos pasaron de leer textos largos a pegar hojas en un mural, a cortar y pegar de Wikipedia o a inventar ellos mismos la historia de España. Pasaron de recibir clases en un estilo de instrucción directa a un aprendizaje por descubrimiento puro, en el que el niño ‘aprende a aprender’.

No faltan los gurús que advierten del peligro de la clase magistral y, al cabo de dos horas de predicación al respecto, se aplaude su clase magistral con una ovación. Pero la cuestión de fondo es: ¿puede un aprendiz saber lo que necesita saber, si no sabe lo que aún no ha aprendido?

Pues no se trata de escoger entre un error u otro, o de encontrar un medio término entre dos posturas equivocadas. La crisis educativa actual es una crisis metafísica. La realidad ni se inculca, ni se construye; la realidad se descubre. Se descubre, pues existe antes de ser conocida por el alumno. No es casualidad que los constructivistas no sean amigos de las mediciones y de las pruebas, sería reconocer la realidad como vara de medir y para ellos no lo es. Prefieren hablar de emociones, valores y competencias, unos conceptos más vivenciales y subjetivos.

La realidad no se inculca (eso ya lo sabemos), ni se construye (eso ya lo estamos viendo), sino que se transmite y se descubre. Esa es la postura de la filosofía realista que fundamenta la educación clásica.

Y para descubrir un hecho, y ubicarlo en el todo de la realidad, necesitamos a un maestro que conoce bien su materia y que sabe transmitirla con pasión. Ese no es, ni nunca será el papel de Don Google o del vehículo de predilección del constructivismo (la tableta). No es lo mismo fascinar que asombrar, ni es lo mismo la apertura ante la realidad que estar al remolque de estímulos frecuentes e intermitentes que distraen del aprendizaje. La educación es un asunto humano, no tecnológico; requiere reflexión y concentración profunda. Enseñar y trasmitir cultura es, y siempre será, el papel del maestro culto y entregado que busca el encuentro con la mirada atenta de cada uno de sus alumnos. Hay motivos de esperanza: estamos en un punto de inflexión. Aún estamos a tiempo de aspirar a ser guardián de lo mejor de los saberes heredados en Occidente durante siglos.

Catherine L´Ecuyer en elmundo.es

Centenario del Nacimineto de René Girard

 (Cfr. www.almudi.org)

 


Este 25 de diciembre se cumple el centenario del nacimiento en Aviñón de uno de los pensadores más originales del último siglo: René Girard

Se cumple el centenario del nacimiento de René Girard, un pensador de referencia obligada para quienes quieran comprender el mundo de hoy. Que naciera precisamente un día de Navidad, nos da ya una clave hermenéutica de su obra y de su legado. Y comprenderle a él es comprender y profundizar en uno de los resortes que constituyen el dinamismo del obrar humano desde su origen: el deseo mimético. Jesús con su nacimiento y Girard con su aportación intelectual, como un manantial y una fuente, nos transmiten en estos días el mismo mensaje: el obrar humano, por naturaleza, es cristiano.

          Las efemérides son oportunidades de pararse a pensar; algunas especialmente. Y recordar y celebrar los acontecimientos son ocasiones que te animan a pararte a escribir; algunos casi te lo exigen.. Una efemérides que queda iluminada por el acontecimiento coincidente del Nacimiento de Cristo de un modo providencial, pues la luz que irradia el pensamiento de Girard es cenital y procede de Cristo. Vale pues la pena, aunque sea brevemente, pararse a pensar y ponerse a escribir [[1]].

La originalidad y fecundidad de la “teoría mimética” girardiana se debe precisamente a su matriz cristiana, en último término la única capaz de generar un pensamiento siempre novedoso. Al mismo tiempo, si la luz que iluminó el pensamiento del intelectual francés fue límpidamente cristiana, su aportación al mundo de las ideas tuvo como objetivo llenar de esa misma luz las manifestaciones del devenir histórico del ser humano, tanto en su plano individual como colectivo; comprenderlas para saber luego comprendernos. Sus enemigos intelectuales fueron el relativismo cultural y la falacia de la autonomía individual como fuente originaria del obrar, como la entendió y extendió la Ilustración. Frente a todos y sin embargo a favor de todos, Girard supo contrarrestar ese relativismo atomismo social imperante con una teoría sencilla pero desarmante, profunda e irrefutable: la teoría mimética. Y todo esto argumentadoseriamentea través de numerosos estudios al principio de crítica literaria comparada y después de antropología cultural.

Su trayectoria intelectual fue un reflejo de su propio recorrido vital; un largo camino de ida y vuelta, desde su feliz infancia católica hasta el retorno a la Fe tras muchos años de investigación, pasando por un largo camino de éxodo y búsqueda sobre el sentido de Dios y de lo humano a través de esas mismas investigaciones. Como Don Quijote, personaje que veneraba y fue su maestro, se lanzó a un itinerario intelectual lleno de aventuras, que comenzó y terminó bien. Una aventura cristiana. Curiosamente, los mismos estudios y conocimientos que al principio le alejaron de Dios, fueron los que después le hicieron retornar a Él y recobrar la cordura, cumpliéndose en su vida a la letra lo que afirmaba Holderlin: “Ahí donde está el peligro, ahí está también la salvación”.

Por esa luz de verdad y sinceridad que arroja su personal itinerario existencial e intelectual, el relato girardiano asombra y ayuda muchísimo a quienes se acerquen a él con confianza y honradez, con esa misma probidad que marcó su vida. Su relato interpretativo de la conducta humana  es veraz porque mantiene y respeta la distancia adecuada con esas dos grandes fuentes que permiten comprender al hombre: el Mito y la Historia. Su teoría se nutre del Mito sin amedrentarse y comprende la Historia con enorme audacia. Y todo para poder acometer con rigor la enorme tarea de dar a conocer la verdad del ser humano. Como Dostoyevski o Shakespeare, otros de sus grandes referentes, no tuvo miedo a entrar en las profundidades del alma humana, con toda su miseria y también con toda su grandeza; con su perenne paradoja.

          Hace sólo unos días, en una entrevista de radio, una joven que vive en Belén comentaba que muchos cristianos como ella, sobre todo jóvenes, a raíz de la nueva guerra en Tierra Santa, han vuelto a frecuentar la Santa Misa y su vida de Fe. Según decía, la dolorosa situación les había ayudado a replantearse y recuperar lo esencial del Cristianismo y de la vida, ese mensaje que nos recuerda estos días el nacimiento del Hijo de Dios: paz; esperanza; amor. Paz, en un mundo en el que no dejan de surgir conflictos; esperanza, en una Tierra donde parece haberse instalado el desaliento; amor, palabra que cada vez repetimos más y cada vez dice menos. Con sorprendente madurez para su edad, aquella joven cristiana manifestaba que, con motivo del nuevo estallido de violencia, ella misma reaccionó al principio preguntándose desconcertada: “¿Dónde está Dios?”, y encarándose con Él. Pero pronto comprendió que la verdadera pregunta que debemos hacernos ante algo tan terrible como una guerra injustificable es más bien esta otra: “¿Dónde está el ser humano?”  Es el hombre, no Dios –decía esa joven- el que no sabe bien quién es, cuál es su origen, cuál el sentido de su vida y de sus actos, especialmente aquellos que desdibujan su verdad más íntima. Aunque la pregunta por el ser y sentido del hombre sea finalmente teológica, el itinerario para abordarla y comprenderla debe partir de la antropología.

          Pues bien, esa pregunta, radical, principal, sobre la esencia y sentido de lo humano, es la verdadera pregunta que debe hacerse un cristiano al comprobar su naturaleza paradójica y contradictoria. Y es la pregunta que interesó y movió a Girard durante toda su vida. Aunque en un primer momento, como reacción, el hombre busque e interpele a Dios pidiendo explicaciones al Creador de lo que en realidad es provocado por la criatura, con la madurez que dan los años y las fragilidades, ese mismo ser humano debería llegar cuanto antes a hacerse esa otra pregunta previa que el mismo Dios dirige a toda persona: ¿Dónde está el ser humano? ¿De dónde procede ese modo de actuar tan desconcertante y violento que no refleja su primigenia imagen y semejanza de un Dios que es Amor? Esa es la pregunta verdaderamente inicial, tal y como aparece bien explicado ya en los primeros compases de la Biblia. La pregunta que Dios dirige a Adán y Eva, escondidos y temerosos tras su pecado; la que dirige sobre todo a Caín con referencia a su propio hermano, y que inició todo un proceso de violencia universal, un proceso que sólo pudo ser revertido con la llegada del esperado Mesías; la pregunta que aún hoy pocos se atreven a hacerse con seriedad y que Girard convirtió en el leitmotiv de sus investigaciones.

          Ahí mismo, al núcleo y origen de la mala conciencia presente en todo ser humano pecador, a ese momento en el que el pecado personal se convierte en movimiento colectivo de culpa y expiación, ahí es donde pone sus plantas Girard y planta su tienda. Pisa con audacia, con arrogancia incluso, porque bien sabe que deberá caminar por lugares ya muy transitados y, para muchos, ya suficientemente estudiados. Lo hace además con ese punto necesario de ingenuidad y candor, porque se sabe poco dominador de algunas disciplinas que le pueden resultar indispensables: la hermenéutica, la exégesis, la crítica literaria… Pero da la impresión de que no le importan mucho las inevitables críticas. Casi le espolean y ayudan a comprender que va por el camino correcto, y que vale la pena. Se siente llevado y atraído por una pregunta que parece dirigirle ese Alguien que le esperaba en lo alto de aquella colina llamada Gólgota, a la que Girard llegará bien avanzada su vida, por más que se pasara bastantes años intentando apartarla de su mente. Jesús, al que al principio el joven y arrogante René trató de evitar, no le consintió mirar hacia otro lado, como le sugerían también tantos colegas. Y poco a poco fue aceptando (¡y qué difícil es encontrar esa humildad en los intelectuales!) que más que ser él quien marcaba el rumbo, era otro quien le llevaba delicadamente. La misma delicadeza que Girard tuvo al aceptar con el tiempo que sus primeras afirmaciones sobre el sacrificio de Cristo estaban equivocadas.

En todo ese itinerario vital que apenas hemos esbozado jugó un papel fundamental la Providencia (empezando como decimos por su fecha de nacimiento). Sin duda todo ocurrió como ocurrió para poder ser salvado él mismo y poder recibir –como así fue- el regalo de la conversión. Y muy probablemente también porque esa libertad de espíritu la iba a necesitar para dar un golpe de luz y gracia a la hybris de quienes en el campo de la antropología religiosa y cultural se enredaban -y aún se enredan- en psicologismos y sociologismos hueros, disquisiciones académicas y controversias de escuelas.A todos los conoció Girard; a todos los comprendió; y muchos no lo comprendieron. No importa. Por ser pensador universal de una sola idea (un puercoespín, como se suele decir), no podía ser aceptado y comprendido por quienes, acusándole de prejuicios espurios, no son capaces de superar ni ocultar los suyos. También en eso, como en todo, su pensamiento es radicalmente cristiano.

          Por todo esto quería aprovechar esta efemérides para tener un recuerdo de él y de su obra, en unos tiempos donde fácilmente podemos vislumbrar en nuestro mundo innumerables manifestaciones que corroboran sus tesis: el deseo mimético como acontecimiento original (el “seréis como dioses” constantemente replicado); la espiral de la violencia como dinámica de toda historia (la incapacidad de detener una guerra, una herida familiar del pasado, un error personal aún grabado en nuestra memoria); el mecanismo del “chivo expiatorio” (la búsqueda de un culpable que evite que acabemos todos desapareciendo, de un personaje o una institución en la que volcar nuestros odios y poder así sobrevivir juntos… ¡la transferencia de culpa, instalada actualmente como costumbre nacional e internacional!... Ese tácito “pongámonos de acuerdo en buscar subrepticiamente un culpable común y así ambos quedaremos absueltos sin necesidad de juicios”)… Y sobre todo la ruptura de ese mecanismo de envidia que, como decíamos más arriba, está en el origen de nuestra humanidad creada y caída, y que debía ser sustituida por otra espiral virtuosa que restaurara ese primer pecado original, esa tendencia que no somos capaces de romper con nuestras solas fuerzas, y que tiene tres coordenadas: la Esperanza (Adviento), el Amor (el Misterio de la Vida y la Muerte de Cristo), y la Fe (Pascua).

          Pues ahí, en ese terreno cristiano, siempre conocido y siempre por conocer, es donde encuentra Girard -no sin sangre y sudor- la imaginación creativa de un Dios que asume la Historia del ser humano y la devuelve a las vías del verdadero progreso. Era necesaria una víctima, sí, pero inocente; que se ofreciera ella misma, por amor; para revertir toda violencia y transformar en camino hacia los demás y hacia Dios lo que se había convertido hasta llegar el Mesías en mero escándalo. Es la historia de Cristo. Girard, a través de la Sagrada Escritura (¡siempre la vida como narrativa!), comprendió que el final está en el principio (Eliot; no podía ser de otro modo). Y fue al final cuando descubrió lo que siempre había sido la clave hermenéutica de su vida. Por eso me parece que el nacimiento de Girard un día de Navidad es providencial, y que su propia figura y pensamiento intelectual lo ha sido y lo será también, y será cada vez más reconocido y comprendido.

Agradecemos a Dios la existencia de figuras intelectuales de la talla y del valor deGirard, sombra nacida el día del nacimiento del Sol, y por eso mismo sombra muy luminosa para poder orientar correctamente el giro antropológico de la teología y la filosofía de nuestros días, recuperar su enfoque cristiano y poder así abrirnos de verdad a la Misericordia de Dios con los hombres: dar la palabra a los injustamente perseguidos y a los inocentes; estar de parte de la víctima en lugar de apoyar al perseguidor; destacar el valor de la humildad y la dignidad del sufrimiento; y descubrir que el amor es más fuerte que la violencia hasta el punto de llegar a transustanciarla en sacrificio redentor y convertir la Historia del ser humano en una Historia de Salvación.

Antonio Schlatter Navarro

Notas:

[1]    En este artículo no  he pretendido mostrar la trama ni la profundidad de las tesis girardianas (tampoco estoy en condiciones de hacerlo adecuadamente). Tan solo deseo poner en valor su legado con motivo de su centenario natalicio. Gracias a Dios, Girard es un autor que cada vez es más conocido y estudiado. Un primer y buen acercamiento para los no iniciados es la que hace Carlos Gutierrez Lozano en la enciclopedia Philosophica (Philosophica: Enciclopedia filosófica on line — Voz: René Girard). También vale la pena leer, para una primera valoración aproximativa de su obra, Los orígenes de la cultura. (Conversaciones con PierpaoloAntonello y Joao Cezar de Castro Rocha, Tr. J.L. San Miguel, Trotta, Madrid 2006). Más recientemente ha publicado un libro sobre Girard el profesor Ángel Barahona, gran conocedor de su pensamiento: René Girard: de la ciencia a la fe - Ediciones Encuentro. En general, los estudios y referencias a Girard se han multiplicado en los últimos años.

LIBRO DE LA SEMANA (22 Dic): Alas de sanfre (Empíreo 1)

 (Cfr. www.todostuslibros.com)

 

Vuela... o muere. El nuevo fenómeno de fantasía juvenil del que todo el mundo habla.«¡La novela de fantasía más brutalmente adictiva que he leído en una década!» Tracy Wolff, autor...
22,90€
Disponibilidad alta

Información

Descripción

Sobre el autor:

Ficha Técnica

 

PELI DE LA SEMANA (22 Dic): La sociedad de la nieve

 (Cfr. www.filmaffinity.com)

 

Relacionada con:
¡Viven!
Título original
La sociedad de la nieveaka
Año
Duración
144 min.
País
España España
Dirección
Guion
Reparto

Música
Fotografía
Compañías
Género
Drama. Aventuras | Basado en hechos reales. Supervivencia. Naturaleza. Años 70. Zonas frías/polares
Grupos
La tragedia de Los Andes
Sinopsis
En 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, fletado para llevar a un equipo de rugby a Chile, se estrella en un glaciar en el corazón de los Andes. Solo 29 de sus 45 pasajeros sobreviven al accidente. Atrapados en uno de los entornos más inaccesibles y hostiles del planeta, se ven obligados a recurrir a medidas extremas para mantenerse con vida. (FILMAFFINITY)

Estreno en cines de España: diciembre 2023
Estreno en Netflix: 4 de enero 2024
Posición en rankings FA
Premios
2023: Globos de Oro: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
2023: Premios Goya: 13 nominaciones inc. Mejor película y Dirección
2023: Critics Choice Awards: Nominada a Mejor película extranjera y Música
2023: Festival de San Sebastián: Premio del Público (mejor película)
2023: Premios Feroz: 4 nominaciones, incluyendo Mejor película dramática
2023: Festival de Sitges: Sección oficial largometrajes (fuera de concurso)
Críticas

 

PELI DE LA SEMANA (15 Dic): Campeones

(Cfr. www.filmmaf

Título original
Migration
Año
Duración
82 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos
Dirección
Guion
Reparto

Música
Fotografía
Animación
Compañías
Género
Animación. Aventuras. Comedia | Aves / Pájaros. Cine familiar
Sinopsis
La familia Mallard se ha quedado 'estancada'. Mientras papá Mack se siente realizado cuidando de su familia en su estanque de Nueva Inglaterra, mamá Pam se muere de ganas de vivir la vida y hacer descubrir a sus hijos –el adolescente Dax y la patita Gwen– el mundo en toda su amplitud. Después de que una familia de patos migratorios llegue a su estanque con maravillosas historias de lugares lejanos, Pam consigue convencer a Mack de que deben viajar a la tropical Jamaica pasando por Nueva York. Los Mallard emprenden el viaje hacia el sur para pasar el invierno, pero nada sale como estaba previsto. La experiencia les ayudará a descubrir horizontes desconocidos, a hacer nuevos amigos, a vivir experiencias que jamás imaginaron, y de paso, a conocerse mejor. (FILMAFFINITY)
Críticas

finiti.com)

LIBRO DE LA SEMANA (Dic15): Tierra adentro

 (Cfr. www.todostuslibros.com)

 


Violeta es una universitaria que, huyendo de un hombre que la acosa, vuelve a su pueblo para refugiarse en casa de sus padres. Pero en ese entorno, acogedor y rodeado de montañas,...
20,00€

Información 

 

Ficha Técnica

Descripción

Sobre el autor:

 

Meditación Domingo 4º Advinto (B)

 (Cfr. www.almudi.org)

 


Adviento, tiempo de esperanza

«En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel departe de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María. Y habiendo entrado donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras, y consideraba que significaría esta salutación. Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin.
María dijo al ángel: ¿De que modo se hará esto, pues no conozco varón? Respondió el ángel y le dijo: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nacerá será llamado Santo, Hijo de Dios (...). Dijo entonces Maria: He aquí la esclava del Señor hágase en mí según tu palabra. Y el ángel se retiró de su presencia». (Lucas 1, 26-38)

I. La mejor manera para prepararnos para la Navidad es vivir el Adviento junto a la Virgen. Nuestra vida también es un adviento y hemos de vivirla junto a Nuestra Señora si lo que queremos es encontrar a Cristo en esta vida y después en la eternidad. Ella fomenta en el alma la alegría, porque su trato nos lleva a su Hijo. Ella es maestra de esperanza, y su esperanza contrasta con nuestra impaciencia. No cae en desaliento quien padece dificultades y dolor, sino el que no aspira a la santidad y a la vida eterna, y el que desespera de alcanzarlas. El desaliento proviene del aburguesamiento, la tibieza y el apegamiento a los bienes de la tierra; por miedo al esfuerzo que comporta la lucha ascética y el renunciar a apegamientos y desórdenes de los sentidos. El desaliento también puede provenir de los aparentes fracasos en nuestra lucha interior y en el apostolado. Basta que recordemos que quien hace las cosas por amor a Dios y para su Gloria no fracasa nunca.

II. La esperanza se manifiesta a lo largo del Antiguo Testamento como una de las características más esenciales del verdadero pueblo de Dios. Todos los ojos están puestos en la lejanía de los tiempos, por donde un día llegará el Mesías. Faltan pocos días para que veamos al Niño Jesús. Cristo proclama, desde su Nacimiento hasta la Ascensión a los cielos, un mensaje de esperanza. Nosotros esperamos confiadamente que un día nos conceda la eterna bienaventuranza y, ya ahora, el perdón de los pecados y su gracia, y los medios necesarios para alcanzar ese fin. Vamos a luchar durante estos días de Adviento y durante toda nuestra vida, contra el desaliento y el estar preocupados excesivamente por los bienes materiales. La esperanza lleva al abandono en Dios, a recomenzar muchas veces, a ser constantes en el apostolado, pacientes de la adversidad y a tener una visión más sobrenatural de la vida y de sus acontecimientos.

III. Nuestra esperanza en el Señor ha de ser más grande cuanto menores sean los medios o mayores las dificultades. Jesús no llega nunca tarde. Sólo se precisa una fe mayor. Junto al Sagrario escuchamos la voz de Jesús que nos dice: No temas, ten sólo fe. La devoción a la Virgen es la mayor garantía para alcanzar la fe y la felicidad eterna a la que hemos sido destinados.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.