(Cfr. www.almudi.org)
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
"Somos obra de Dios, liberados por Cristo de las tinieblas, salvados en su Nombre"
2 Cro 36,14-16.19-23: "La ira y la misericordia del Señor se manifestaron en el exilio y la liberación del pueblo"
Sal 136,1-2.3.4.5.6: "Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti"
Ef 2,4-10: "Estando muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo"
Jn 3,14-21: "Dios mandó a su Hijo al mundo para que el mundo se salve por Él"
El Cronista hace memoria de las infidelidades del pueblo de Dios y del castigo que recibieron de sus enemigos. Se quiere hacer ver que la salvación vendrá de Dios, que el exilio terminará porque Dios será su libertador. El decreto de Ciro será el instrumento del que Dios se servirá para llevar a cabo la liberación. Se muestra la historia como el gran escenario de la acción salvadora de Dios, incluso por medio de quienes no lo conocen.
Jesús, en el encuentro con Nicodemo, busca que éste ahonde y madure en su fe. Le anuncia la Verdad, pero es también un llamamiento, una invitación a ir poco a poco cayendo en la cuenta de cuanto le dice.
Presenta a Nicodemo la necesidad de tomar postura ante la salvación de Dios. El que cree está en la luz y el que no cree está en tinieblas. El símbolo de la "clandestinidad" con la que Nicodemo visita a Jesús, queda destruido por la invitación a que "realice la verdad para acercarse a la luz". La verdad, además de libres, hace valientes.
La realidad de nuestra cultura, profundamente fragmentada, dificulta al hombre plantearse el problema de la verdad, hasta el punto de dudar de su posibilidad y existencia. En esta situación renuncia a buscar la verdad y, como consecuencia, permanece en las "tinieblas" de la verdad de sí mismo.
— Dios es verdad y amor:
"Dios, «El que es», se reveló a Israel como el que es "rico en amor y fidelidad" (Ex 34,6). Estos dos términos expresan de forma condensada las riquezas del Nombre divino. En todas sus obras, Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor; pero también su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad. «Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad» (Sal 138,2). Él es la Verdad, porque «Dios es Luz, en Él no hay tiniebla alguna» (1 Jn 1,5); Él es «Amor», como lo enseña el apóstol Juan (1Jn 4,8)" (214).
— Dios es amor:
"A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios sólo tenía una razón para revelársele y escogerlo entre todos los pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito. E Israel comprendió, gracias a sus profetas, que también por amor Dios no cesó de salvarlo y de perdonarle su infidelidad y sus pecados" (218).
— Vivir en la verdad:
"El Antiguo Testamento lo proclama: Dios es fuente de toda verdad. Su Palabra es verdad. Su ley es verdad. «Tu verdad, de edad en edad» (Sal 119,90; Lc 1,50). Porque Dios es el «Veraz» (Rm 3,4), los miembros de su Pueblo son llamados a vivir en la verdad" (2465).
— "En Jesucristo la verdad de Dios se manifestó en plenitud. «Lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14). Él es la «luz del mundo» (Jn 8,12), la Verdad, el que cree en Él no permanece en las tinieblas" (2466; cf. 2467-2470).
— "¿Dónde, pues, están inscritas estas normas sino en el libro de esa luz que se llama la Verdad? Allí está escrita toda ley justa, de allí pasa al corazón del hombre que cumple la justicia; no que ella emigre a él, sino que en él pone su impronta a la manera de un sello que de un anillo pasa a la cera, pero sin dejar el anillo" (San Agustín, Trin. 14,15,21) (1955).
Cuando el hombre se acerca a la Verdad de Dios por el camino de Cristo, además de encontrarse con el Verdadero, se encuentra a sí mismo.
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