(Cfr. www.almudi.org)
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
«El sacramento del perdón en la Iglesia»
I. LA PALABRA DE DIOS
Ez 33,7-9: «Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre»
Sal 94,1s.6s.8s.: "Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis vuestro corazón»"
Rm 13,8-10: «La plenitud de la ley es el amor»
Mt 18,15-20: «Si te hace caso has salvado a tu hermano»
II. APUNTE BÍBLICO-LITÚRGICO
Las primeras Lecturas y los Evangelios de este Domingo y del siguiente giran en torno al perdón del pecado en la Iglesia.
En este Domingo nos centramos en los versículos del Evangelio más
destacados a lo largo de la historia: «... todo lo que atéis en la
tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra
quedará desatado en el cielo».
Desde los comienzos, la Iglesia ha entendido en esa expresión lapidaria
el poder que Cristo le ha concedido de perdonar el pecado. El Cristo
perdonador del Evangelio se hace presente y sensible en el sacramento de
la Penitencia y del perdón, para curar el corazón – por la penitencia– y
hacerlo nuevo – por su perdón creador– (cf Sal 50,12).
III. SITUACIÓN HUMANA
Aun cuando el hombre quiera desentenderse de Dios, el pecado pesa en su interior. Hay que sacarlo para sentirse liberado.
La situación de quien no «siente» el pecado es semejante a la del enfermo que ignora el cáncer que tiene dentro de sí.
El drama del hombre de hoy, compartido por no pocos cristianos, no es
tanto no necesitar el perdón cuanto el no ser conscientes de su pecado.
IV. LA FE DE LA IGLESIA
La fe
– El perdón del pecado se obtiene por el "... Sacramento de la
Penitencia... [que] consagra un proceso personal y eclesial de
conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano
pecador... Sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental
del sacerdote, Dios concede al penitente «el perdón y la paz»" (OP,
fórmula de la absolución) (1423. 1424).
– La riqueza teológica de este sacramento se expresa en sus distintas denominaciones: 1423-1424.
La respuesta
– La conversión del corazón, obra de Dios en nosotros y de nosotros con
Dios: «El corazón del hombre es rudo y endurecido. Es preciso que Dios
dé al hombre un corazón nuevo (cf Ez 36,26-27). La conversión es
primeramente una obra de la gracia de Dios que hace volver a él nuestros
corazones: conviértenos, Señor, y nos convertiremos...» « Dios es quien
nos da la fuerza para comenzar de nuevo... El corazón humano se
convierte mirando al que nuestros pecados traspasaron...» (1432).
– Para ahondar en la conversión: 1425-1429.
– La conversión es el comienzo de la nueva creación.
El testimonio cristiano
– La «... reconciliación con Dios tiene como consecuencia, por así
decir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas causadas por el
pecado: el penitente perdonado se reconcilia consigo mismo en el fondo
más íntimo de su propio ser, en el que recupera la propia verdad
interior; se reconcilia con los hermanos, agredidos y lesionados por él
de algún modo; se recocilia con la Iglesia, se reconcilia con toda la
creación (RP 31)» (1469).
La meditación del Evangelio por la Iglesia a lo largo de los siglos nos
recuerda el gran sacramento de la Penitencia y del perdón en Mt 18, 18.
Como todo sacramento, es gracia, gracia de conversión, y sintonía del
bautizado con ese don de Dios.
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