(Cfr. www.almudi.org)
Maritain no es solo un pensador teórico, sino que desarrolló un análisis de la sociedad de su tiempo, destacando cómo una nueva cultura cristiana puede transformar las estructuras de la vida social. Su lectura sigue interpelándonos hoy.
Jaime Nubiola en omnesmag.com
El pasado 28 de abril se cumplían cincuenta años del fallecimiento del filósofo francés Jacques Maritain, ilustre representante del pensamiento católico del siglo XX. Recuerdo mi primer encuentro con un libro suyo cuando contaba apenas 18 años. Se trataba de su manual de lógica formal: El orden de los conceptos, publicado en Buenos Aires por el Club de Lectores en 1965. Me impresionó su claridad conceptual, el orden de su exposición y el conocimiento que mostraba de la historia de la materia, que tanto contrastaba con los demás manuales disponibles entonces.
Jacques Maritain había nacido de familia protestante en París en 1882, se había casado en 1904 con Raïssa Oumansoff, inmigrante judía de origen ruso, y había sido bautizado junto con su esposa en la iglesia de san Juan Evangelista de Montmartre el 11 de junio de 1906, actuando como padrino el polémico escritor católico, también converso, Léon Bloy (1846-1917).
El pensamiento de Maritain
En el libro de Raïssa Las grandes amistades relata con gran emoción el encuentro de ambos con Charles Péguy, Henri Bergson, Pierre y Cristina Van der Meer, ahijados, como ellos, de Bloy. Será la propia Raïssa quien introducirá a su esposo Jacques en el estudio del pensamiento de santo Tomás de Aquino.
Quizá convenga también añadir que Maritain no fue bien recibido en la España de la posguerra a causa de su posicionamiento en la guerra civil española (1936-1939). Maritain se opuso a considerar la guerra civil como una “cruzada”, ni siquiera a considerar como dignas de ser llamadas católicas a las tropas mandadas por Francisco Franco a causa de las matanzas de republicanos.
Bajo la dirección de Hubert Borde y Bernard Hubert se ha publicado el año pasado en la editorial Téqui de París un grueso volumen de más de 850 páginas con el título general de Actualité de Jacques Maritain que reúne 24 valiosas colaboraciones profundizando en diversos aspectos de su figura medio siglo después de su muerte. “El pensamiento de Maritain” ─explican los editores en este volumen─ “se inscribe en una constelación que es fácil de identificar, la de un retorno a santo Tomás que se entiende a la vez como un intento de re-apropiarse de la obra del doctor angélico y mostrar cómo ella puede responder a los desafíos del pensamiento contemporáneo”. Aquí está a mi juicio la clave del interés de leer hoy a Maritain, pues precisamente el pensamiento católico está hondamente necesitado de un potente relanzamiento para afrontar los acuciantes problemas intelectuales y vitales que afligen a nuestra cultura. Maritain, a pesar de ser todavía, “especialmente en España, un famoso desconocido” ─en palabras de Juan Manuel Burgos─ puede ser un punto de apoyo decisivo para repensar el mundo actual en el marco de la fe cristiana.
Como es conocido, Jacques Maritain participó en la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948. Maritain era el jefe de la delegación oficial de Francia y ante las graves discrepancias que habían surgido en la comisión preparatoria, propuso dejar a un lado las disputas teóricas y asumir un enfoque realista y práctico que defendía la cooperación entre los seres humanos por su común naturaleza.
Esta manera de abordar la cuestión hizo posible que se redactara y aprobara la Declaración Universal que tanta influencia ha tenido. De hecho, el pensamiento de Jacques Maritain fue decisivo para la configuración de los partidos democratacristianos en numerosos países, particularmente en Sudamérica: Argentina, Chile, Venezuela, etc.
Humanismo integral
Pregunté a un experto qué libro de la extensa obra de Maritain me recomendaba para conmemorar el 50 aniversario de su fallecimiento y me indicó sin dudarlo Humanismo integral, publicado originalmente en 1936 tanto en francés como en castellano, que lleva el significativo subtítulo Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad. Se trata probablemente ─dice Burgos en la edición española que he leído publicada por la editorial Palabra en 2015─ “de su obra maestra o, por lo menos, la más conocida. […] Es un libro serio y profundo, con unas tesis muy definidas y pensadas y es precisamente esa fuerza intelectual la que provocó importantes polémicas que se han extendido en el tiempo hasta fechas muy reciente” (p. 10).
El lector actual de Humanismo integral queda impresionado, en primer lugar, por la maestría y soltura con la que Maritain se mueve en la historia de las ideas: lo bien que describe el ocaso de la cristiandad medieval, su relevo por el humanismo renacentista y moderno hasta llegar a la crisis de las primeras décadas del siglo XX en las que el cristianismo ─como nos pasa un siglo después─ parece quedar retrasado respecto de los avances de los tiempos. “Maritain” ─añade Burgos (p. 10)─ “quiso construir un nuevo proyecto de acción política y social que rompiera de una vez por todas con el paradigma de la Cristiandad Medieval como modelo de unión entre cristianismo y sociedad”.
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